El pescado, básico para una dieta sana y equilibrada
Inmaculada Olmedo
COMO es natural, al plantearme escribir un artículo sobre alimentación y salud, siendo médico y trabajando en Mercasevilla, voy a dedicar este espacio a la importancia del pescado en la alimentación diaria, sobre todo, en nuestra dieta mediterránea, paradigma de equilibrio nutricional. El pescado es una fuente proteica fundamental con un alto valor biológico, similar al de la carne y el huevo. Además, aporta grasas beneficiosas para el metabolismo lipídico, especialmente el pescado azul, junto a minerales, vitaminas y oligoelementos necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
El pescado azul, que se caracteriza por la forma en flecha de su cola, tiene un alto contenido en grasa, a partir del 6-10% de su peso, fundamentalmente, ácidos grasos Omega 3, cuya eficacia en la prevención de eventos cardiovasculares está bien documentada en la literatura médica. El pescado blanco, con cola en forma triangular, tiene un contenido graso mucho más bajo, menor del 2% hasta llegar incluso al porcentaje de 0,2% de media que tiene el bacalao. El besugo, la lubina y la dorada, los llamados "semigrasos", alcanzan un contenido graso entre el 2 y el 6%. Además, aporta yodo, fósforo, magnesio, potasio, hierro e importantes cantidades de vitaminas A y E, así como de ácido fólico. Es muy fácil adquirir pescado fresco casi a diario, gracias a los horarios de algunos comercios que facilitan la compra prácticamente a cualquier hora del día. Pero si esto no es posible, el pescado congelado es una opción. El pescado debería ocupar el papel principal en el aporte proteico de nuestra alimentación diaria. Los expertos en nutrición y profesionales de la salud aconsejan de 4 a 5 raciones semanales, desde luego, no menos de 3.
Como médico y madre, preocupada por conseguir una correcta alimentación de mis hijos, considero que el pilar básico para conseguir unos buenos hábitos alimenticios es el ámbito familiar. Las cenas y los fines de semana son ideales para completar el menú escolar hasta hacer una dieta rica y variada. Esto les aportará beneficios, no sólo inmediatos, sino también a largo plazo sobre el futuro de su salud cardiovascular. No es casual que la aparición de eventos cardiovasculares en la población esquimal sea excepcional, lo que puede deberse a una dieta rica en pescado. Si promocionamos el consumo de pescado desde la infancia, convirtiéndolo en un plato principal, los buenos hábitos alimenticios se establecerán ya a edades tempranas, aunque es importante seguir insistiendo a lo largo de toda la vida y en todos los ámbitos: familiar, escolar y laboral. En estas fechas que se avecinan, deberíamos recordar todas estas propiedades del pescado y valorar su inclusión en nuestra mesa, en la que este magnífico alimento debería quedarse para formar parte de nuestra dieta habitual.
fuente. http://www.diariodesevilla.es
COMO es natural, al plantearme escribir un artículo sobre alimentación y salud, siendo médico y trabajando en Mercasevilla, voy a dedicar este espacio a la importancia del pescado en la alimentación diaria, sobre todo, en nuestra dieta mediterránea, paradigma de equilibrio nutricional. El pescado es una fuente proteica fundamental con un alto valor biológico, similar al de la carne y el huevo. Además, aporta grasas beneficiosas para el metabolismo lipídico, especialmente el pescado azul, junto a minerales, vitaminas y oligoelementos necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
El pescado azul, que se caracteriza por la forma en flecha de su cola, tiene un alto contenido en grasa, a partir del 6-10% de su peso, fundamentalmente, ácidos grasos Omega 3, cuya eficacia en la prevención de eventos cardiovasculares está bien documentada en la literatura médica. El pescado blanco, con cola en forma triangular, tiene un contenido graso mucho más bajo, menor del 2% hasta llegar incluso al porcentaje de 0,2% de media que tiene el bacalao. El besugo, la lubina y la dorada, los llamados "semigrasos", alcanzan un contenido graso entre el 2 y el 6%. Además, aporta yodo, fósforo, magnesio, potasio, hierro e importantes cantidades de vitaminas A y E, así como de ácido fólico. Es muy fácil adquirir pescado fresco casi a diario, gracias a los horarios de algunos comercios que facilitan la compra prácticamente a cualquier hora del día. Pero si esto no es posible, el pescado congelado es una opción. El pescado debería ocupar el papel principal en el aporte proteico de nuestra alimentación diaria. Los expertos en nutrición y profesionales de la salud aconsejan de 4 a 5 raciones semanales, desde luego, no menos de 3.
Como médico y madre, preocupada por conseguir una correcta alimentación de mis hijos, considero que el pilar básico para conseguir unos buenos hábitos alimenticios es el ámbito familiar. Las cenas y los fines de semana son ideales para completar el menú escolar hasta hacer una dieta rica y variada. Esto les aportará beneficios, no sólo inmediatos, sino también a largo plazo sobre el futuro de su salud cardiovascular. No es casual que la aparición de eventos cardiovasculares en la población esquimal sea excepcional, lo que puede deberse a una dieta rica en pescado. Si promocionamos el consumo de pescado desde la infancia, convirtiéndolo en un plato principal, los buenos hábitos alimenticios se establecerán ya a edades tempranas, aunque es importante seguir insistiendo a lo largo de toda la vida y en todos los ámbitos: familiar, escolar y laboral. En estas fechas que se avecinan, deberíamos recordar todas estas propiedades del pescado y valorar su inclusión en nuestra mesa, en la que este magnífico alimento debería quedarse para formar parte de nuestra dieta habitual.
fuente. http://www.diariodesevilla.es
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