El empuje del cine galo
FEDERICO MARÍN BELLÓN
La casualidad no basta para explicar los excelentes resultados del cine galo en 2008, que vendió 86 millones de entradas, con una cuota de mercado del 46 por ciento, por encima de la conseguida por Hollywood.El cine español tampoco se puede quejar demasiado de cómo le van las cosas. O sí. El caso es que, con razón o sin ella, aquí todos sabemos protestar. Incluso hemos dejado pasar la oportunidad de equiparar nuestras leyes a las francesas, mucho más agresivas (y menos discutidas), sobre todo en lo referente a su defensa del producto nacional y de su lengua frente a la colonización estadounidense.
El fenómeno de la temporada, y casi del siglo, es la comedia «Bienvenidos al norte», recién estrenada en España, que sólo en Francia ha sido vista por 20 millones de personas, superando un récord que databa de 1966, muy cerca ya de la línea de flotación de «Titanic». Casi uno de cada tres franceses ha visto esta comedia. Mientras en España nos enredamos en polémicas -ahí somos campeones mundiales- sobre el acento de alguna ministra (cuyo auténtico problema, sin entrar a valorar su gestión, es que no sabe hablar), media Francia se lanzaba a los cines para reírse del habla ch´ti, característica de los vecinos de Nord-Pas-de-Calais, retratados sin compasión pero con enorme cariño en la cinta «Bienvenidos al norte».
«La clase», a por el Oscar
El pasado martes, la Academia de Hollywood daba a conocer las nueve películas extranjeras que seguían optando al Oscar. Entre ellas figura otro de los grandes títulos del último cine galo, «La clase», de Laurent Cantet, ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. Francia es además el segundo país (con nueve), después de Italia (con diez), en número de Oscar a la mejor producción en otras lenguas. El premio, sin embargo, no lo gana desde 1993 con «Indochina», aunque la estatuilla de Marian Cotillard por «La vida en rosa» es una muestra más de la diversificación de su cine.
Pero no sólo de calidad viven al otro lado de los Pirineos. Además de películas de bajo presupuesto capaces de entusiasmar a los críticos sin espantar al público, nuestros vecinos del norte también saben rodar (aunque sea en Alicante) superproducciones capaces de llegar a las pantallas de todo el mundo. «Asterix en los Juegos Olímpicos» fue vista por casi siete millones de franceses, lo que, pese a todo, no deja de ser un síntoma de decadencia, porque la franquicia venía de obtener nueve y catorce millones de espectadores.
En un mercado sin complejos, en el que ni a la industria ni a su público les falta autoestima (y ninguno da la espalda al otro), no sorprende la capacidad para generar estrellas. Así, mientras Catherine Deneuve, Gérard Depardieu y Alain Delon siguen coleando, no es difícil enumerar una serie de nombres de varias generaciones conocidos no sólo en su país. Sirvan de muestra Isabelle Huppert, Daniel Auteuil, Emmanuelle Beart, Isabelle Adjani, Sophie Marceau, Vincent Perez, Olivier Martinez y Marion Cotillard.
fuente: http://www.abc.com
La casualidad no basta para explicar los excelentes resultados del cine galo en 2008, que vendió 86 millones de entradas, con una cuota de mercado del 46 por ciento, por encima de la conseguida por Hollywood.El cine español tampoco se puede quejar demasiado de cómo le van las cosas. O sí. El caso es que, con razón o sin ella, aquí todos sabemos protestar. Incluso hemos dejado pasar la oportunidad de equiparar nuestras leyes a las francesas, mucho más agresivas (y menos discutidas), sobre todo en lo referente a su defensa del producto nacional y de su lengua frente a la colonización estadounidense.
El fenómeno de la temporada, y casi del siglo, es la comedia «Bienvenidos al norte», recién estrenada en España, que sólo en Francia ha sido vista por 20 millones de personas, superando un récord que databa de 1966, muy cerca ya de la línea de flotación de «Titanic». Casi uno de cada tres franceses ha visto esta comedia. Mientras en España nos enredamos en polémicas -ahí somos campeones mundiales- sobre el acento de alguna ministra (cuyo auténtico problema, sin entrar a valorar su gestión, es que no sabe hablar), media Francia se lanzaba a los cines para reírse del habla ch´ti, característica de los vecinos de Nord-Pas-de-Calais, retratados sin compasión pero con enorme cariño en la cinta «Bienvenidos al norte».
«La clase», a por el Oscar
El pasado martes, la Academia de Hollywood daba a conocer las nueve películas extranjeras que seguían optando al Oscar. Entre ellas figura otro de los grandes títulos del último cine galo, «La clase», de Laurent Cantet, ganadora de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes. Francia es además el segundo país (con nueve), después de Italia (con diez), en número de Oscar a la mejor producción en otras lenguas. El premio, sin embargo, no lo gana desde 1993 con «Indochina», aunque la estatuilla de Marian Cotillard por «La vida en rosa» es una muestra más de la diversificación de su cine.
Pero no sólo de calidad viven al otro lado de los Pirineos. Además de películas de bajo presupuesto capaces de entusiasmar a los críticos sin espantar al público, nuestros vecinos del norte también saben rodar (aunque sea en Alicante) superproducciones capaces de llegar a las pantallas de todo el mundo. «Asterix en los Juegos Olímpicos» fue vista por casi siete millones de franceses, lo que, pese a todo, no deja de ser un síntoma de decadencia, porque la franquicia venía de obtener nueve y catorce millones de espectadores.
En un mercado sin complejos, en el que ni a la industria ni a su público les falta autoestima (y ninguno da la espalda al otro), no sorprende la capacidad para generar estrellas. Así, mientras Catherine Deneuve, Gérard Depardieu y Alain Delon siguen coleando, no es difícil enumerar una serie de nombres de varias generaciones conocidos no sólo en su país. Sirvan de muestra Isabelle Huppert, Daniel Auteuil, Emmanuelle Beart, Isabelle Adjani, Sophie Marceau, Vincent Perez, Olivier Martinez y Marion Cotillard.
fuente: http://www.abc.com
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