Elementos claves e imprescindibles para la buena y duradera conservación del vino
. SÁNCHEZ. PALMA. ¿Por qué es importante oler el corcho una vez que se ha abierto una botella? ¿Influye en su conservación el color del vidrio? Aunque lo importante para un bodeguero es sorprender a sus clientes con la calidad de sus caldos, no lo es menos el material que se utiliza para su correcta conservación. Y no se escatiman recursos económicos para lograrlo.
Cada año, de media, se estropea un 1,5% del vino embotellado por culpa del corcho. "Influyen muchos factores, como el material o la manipulación de la botella. No podemos tenerlo todo bajo control", cuenta a DIARIO de MALLORCA Ramón Servalls, socio fundador y director de las bodegas Macià Batle, en Santa Maria.
Y es que, aunque parezca el elemento menos significativo del vino, el corcho, cuya vida útil es de unos quince años, es el encargado de impedir la filtración de oxígeno, microorganismos y bacterias que puedan alterar y contaminar el contenido de la botella. "Un buen ejemplo lo tenemos cuando abrimos una botella y luego no la cerramos bien. Si no consumimos el caldo en tres días y lo dejamos evolucionar se acaba convirtiendo en vinagre", cuenta Servalls.
El material es muy importante y, aunque la mayoría de los tapones son de corcho natural, también los hay de plástico y de rosca, éstos últimos más utilizados para vinos ligeros y espumosos como el Lambrusco. "Yo siempre recomiendo que se observe el tapón cuando se descorcha una botella. Si eres un poco experto, sólo con olerlo se puede saber si el vino ya está picado o no. También hay que fijarse en que no tenga poros en ninguna de sus superficies lisas", añade el director de Macià Batle.
La luz, el calor y el oxígeno, en contacto más o menos acusado con el vino, producirá una evolución más acelerada o lenta de éste. De ahí la importancia de una buena botella. También influye el tamaño ya que el vino se encuentra más protegido en los grandes volúmenes.
En España, en la actualidad, se utiliza tres tipos de botellas. El modelo más extendido es el de la botella bordelesa en sus dos variantes: la corta y la larga; el segundo es la botella de borgoña, la más antigua, ancha y corta; el último tipo es el envase del Rin, más delgado y alto "que se utiliza en general para los blancos y rosados". El formato mágnum, con una capacidad equivalente a dos botellas de tres cuartos de litro, es el envase, según Servalls, "más adecuado" para la buena conservación del vino.
fuente. http://www.diariodemallorca.es
Cada año, de media, se estropea un 1,5% del vino embotellado por culpa del corcho. "Influyen muchos factores, como el material o la manipulación de la botella. No podemos tenerlo todo bajo control", cuenta a DIARIO de MALLORCA Ramón Servalls, socio fundador y director de las bodegas Macià Batle, en Santa Maria.
Y es que, aunque parezca el elemento menos significativo del vino, el corcho, cuya vida útil es de unos quince años, es el encargado de impedir la filtración de oxígeno, microorganismos y bacterias que puedan alterar y contaminar el contenido de la botella. "Un buen ejemplo lo tenemos cuando abrimos una botella y luego no la cerramos bien. Si no consumimos el caldo en tres días y lo dejamos evolucionar se acaba convirtiendo en vinagre", cuenta Servalls.
El material es muy importante y, aunque la mayoría de los tapones son de corcho natural, también los hay de plástico y de rosca, éstos últimos más utilizados para vinos ligeros y espumosos como el Lambrusco. "Yo siempre recomiendo que se observe el tapón cuando se descorcha una botella. Si eres un poco experto, sólo con olerlo se puede saber si el vino ya está picado o no. También hay que fijarse en que no tenga poros en ninguna de sus superficies lisas", añade el director de Macià Batle.
La luz, el calor y el oxígeno, en contacto más o menos acusado con el vino, producirá una evolución más acelerada o lenta de éste. De ahí la importancia de una buena botella. También influye el tamaño ya que el vino se encuentra más protegido en los grandes volúmenes.
En España, en la actualidad, se utiliza tres tipos de botellas. El modelo más extendido es el de la botella bordelesa en sus dos variantes: la corta y la larga; el segundo es la botella de borgoña, la más antigua, ancha y corta; el último tipo es el envase del Rin, más delgado y alto "que se utiliza en general para los blancos y rosados". El formato mágnum, con una capacidad equivalente a dos botellas de tres cuartos de litro, es el envase, según Servalls, "más adecuado" para la buena conservación del vino.
fuente. http://www.diariodemallorca.es
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