Energía verde: el futuro ha empezado en los países en vías de desarrollo

La energía es la condición sine qua non para el crecimiento económico y el desarrollo. A ello se debe, entre otras cosas, la pertinaz disputa por la reducción de emisiones y la energía producida con combustibles fósiles en el marco de las negociaciones previas al encuentro sobre el cambio climático que tendrá lugar en diciembre en Copenhague y del que deberá salir un acuerdo.

Pero no sólo el cambio climático sino también la escasez de recursos definirán el mundo globalizado del siglo XXI. “La energía desempeñará un papel clave”, dice Martin Kaiser, jefe de la delegación de Greenpeace en las negociaciones climáticas que tienen lugar ahora en Bangkok.

Lucha por el liderazgo tecnológico

“La lucha por el liderazgo en el campo de las energías renovables empezó ya hace rato. Alemania es sin duda un precursor en este campo; Estados Unidos invierte ahora montones para alcanzarla. También países como China están altamente interesados en introducir y difundir estas tecnologías. ¡Se trata de grandes negocios!”, opina Kaiser.

La nueva economía verde diseñará el camino hacia el futuro, de ello están convencidos todos los expertos. Y “de la misma manera que sucedió con las tecnologías de comunicación, ocurrirá en el sector de la energía y con ello en la economía”, opina Hermann Scheer, cofundador de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), quien lucha desde hace años por el uso de fuentes de energía sustentables.

“Ésa será la siguiente gran revolución tecnológico-industrial, cuya trascendencia será mayor aún que la revolución de la tecnología de la información. Y ésa es también una gran oportunidad de fortalecer los avances de la sociedad industrial, algo que ya no es posible con las energías convencionales. No sólo porque se agotan, sino también por la dimensión de sus efectos nocivos que, a su vez, conllevarán grandes daños económicos”, analiza Scheer.

El futuro ya ha empezado

“La sintonización del futuro ya ha empezado“, opina el director del Programa de Medio Ambiente, Achim Steiner. Países en vías de desarrollo como Kenia –en donde se encuentra la sede del programa de Naciones Unidas- detectaron hace rato ya la dirección del viento: “Puedo imaginar que en este campo habrá un salto semejante al de la comunicación móvil. Kenia es un ejemplo: están colocando cables de fibra de vidrio en un país que no cuenta todavía con redes eléctricas”.

También en el campo de la energía, los países en desarrollo caminan ya por la senda del futuro. Kenia triplicará en los próximos dos años la producción de electricidad de centrales geotérmicas. Y con nuevas regulaciones energéticas, Kenia promueve la energía eólica.

“Con la nueva regulación –que garantiza tarifas a los productores- veremos levantarse en los próximos 3 o 4 años el más grande parque eólico del país. En diez años, contando también con la energía solar, Kenia podría estar produciendo todo lo que necesita sin emisiones. Sin embargo, este salto tecnológica exige grandes inversiones”, explica Steiner.

Grandes inversiones, a la larga más baratas

Para lograr esas inversiones, en el marco del acuerdo climático también se están negociando transferencias de tecnología y compensaciones. La ventaja es que la tecnología necesaria para las centrales solares y eólicos se vuelve cada vez más barata. Mientras mayor su número y más depurada su técnica, más reducido es su precio. Con todo, para muchas regiones –que no están integradas a redes eléctricas- es ya en este momento más barato invertir en fuentes de energía renovable que en la tecnología anterior. China también lo ve así.

¿China a la cabeza?

“Sin duda, China es líder mundial en térmica solar así como en su aplicación a sistemas de calentamiento de agua para edificios. China tiene el programa eólico más ambicioso del mundo. Cuentan con productores propios, no tienen que importar tecnología. Es más, algunas empresas europeas tienen miedo de que China empiece a exportar centrales eólicas... También produce celdas solares fotovoltaicas, aunque éstas se destinan a la exportación pues los estímulos para ello aún son escasos en China. Pero también esto cambiará”, dice Jürgen Meier, gerente de la Fundación para Medio Ambiente y Desarrollo.

Teniendo esto en cuenta, en realidad los países industrializados deberían estarse peleando por quién reduce más y más rápidamente sus emisiones de CO2 provenientes de energías fósiles. Es que el futuro -es evidente ya- le pertenece a quien pueda suministrarle al mercado global energía sustentable.

Autor: Helle Jeppesen/mb
Editor: Enrique López

fuente: http://www.dw-world.de

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