El futuro de la protección de las ballenas, ante su cita clave.La Comisión Ballenera Internacional se reúne en junio en Marruecos.

Una nueva acción de protesta a cargo de activistas contrarios a la caza de ballenas ha vuelto a situar la protección de estos cetáceos a nivel mundial en el primer plano de la actualidad.

Miembros de la organización ecologista Greenpeace evitaron el pasado viernes (02.04.2010) que un barco cargado con 160 toneladas de carne de rorcual común, una ballena de gran tamaño, zarpara del puerto holandés de Rotterdam con destino a Japón.

Los activistas se ataron a la jarcia de anclaje de la embarcación "Nyk Orion", provocando que la naviera japonesa propietaria del barco desistiese de su intención de embarcar la carga.

Un episodio más en una historia llena de fricciones entre grupos ecologistas y embarcaciones balleneras. Pocas semanas atrás, un activista neozelandés fue arrestado por la guardia costera japonesa.

Pete Bethune, miembro de la organización "Sea Shepherd", subió sin permiso a bordo de un barco ballenero nipón. El suceso tuvo lugar en aguas de la Antártida, una zona donde acostumbra a faenar la flota ballenera del país asiático.

Japón es uno de los países en el punto de mira de los grupos ecologistas. Su flota ballenera mata cada año a centenares de cetáceos oficialmente por "motivos científicos", la única excepción admitida por la moratoria de 1986 de la Comisión Ballenera Internacional (CBI).

Asimismo, la moratoria prohíbe la caza con fines comerciales. Sin embargo, países como Noruega e Islandia hicieron uso del derecho de objeción que prevé el texto para proseguir con sus capturas.


La Comisión Ballenera se juega su futuro

Las últimas acciones de protesta contra la caza de ballenas se producen en un momento en el que está en juego, ni más ni menos, que el propio futuro de la Comisión Ballenera Internacional.

Creada en 1946 con el objetivo de fomentar la conservación responsable de la especie ballenera, la CBI lleva años sumida en una situación de bloqueo provocada por las posiciones confrontadas entre países "protectores" y países "pro caza".

Estos últimos consideran que los 24 años transcurridos desde la entrada en vigor de la moratoria es tiempo suficiente para que la población de ballenas se haya podido recuperar.

Mientras tanto, los países "protectores" -entre los que se cuentan Francia, el Reino Unido, Alemania, Sudáfrica o Australia- insisten en que todavía hay demasiada incertidumbre en cuanto a las estimaciones de población de los cetáceos como para pensar en levantar la moratoria a la caza con fines comerciales.

Además, consideran que la caza científica no se ajusta a la realidad. De entrada, porque las cuotas de pesca escapan a todo control, dado que es el país cazador quien las determina a su discreción. Estudios recientes indican también que la gran mayoría de las investigaciones científicas pueden llevarse a cabo sobre ballenas vivas.


Persiste la división

El bloqueo vivido en los últimos años en el seno de la CBI por la dualidad de intereses entre conservacionistas y partidarios de la caza de ballenas provocó que la Comisión reconociera abiertamente, en el año 2007, que su propio futuro se hallaba en juego.

Desde entonces, un grupo de trabajo negocia la redacción de una propuesta de acuerdo para desbloquear el funcionamiento de la institución. Una propuesta de la cual ya existe un borrador, y que debería ser votada en la próxima asamblea de la CBI, prevista para el mes de junio.

La polémica, sin embargo, parece garantizada. Y es que el borrador propone legalizar de nuevo la caza con fines comerciales durante al menos diez años a cambio de reducir el número total de ballenas capturadas. Una solución de compromiso que cuenta, por ejemplo, con el apoyo del Gobierno de Nueva Zelanda.

Es un país tradicionalmente conservacionista que se ampara en el pragmatismo para dar el visto bueno a la propuesta. Recientemente, el comisionado neozelandés para las Ballenas, Geoffrey Palmer, afirmo que "no es realista persistir en una moratoria que no funciona".

Una postura que no comparten sus vecinos australianos. El Gobierno de aquel país se opone frontalmente a la reanudación de la caza comercial y pretende prohibir la caza científica.

La UE, por la continuidad de la moratoria

El bloque europeo, mientras tanto, sigue alineándose con los proteccionistas. Hace apenas un año, la Eurocámara aprobó un informe en el que respaldaba el mantenimiento de la moratoria a la caza comercial, así como la prohibición del comercio internacional de productos balleneros.

Además, los parlamentarios subrayaron la necesidad de poner fin a la caza de ballenas "por razones científicas". De hecho, la UE ha instado a Islandia a abandonar la captura de cetáceos si pretende formar parte algún día del grupo comunitario.

Una unidad, eso sí, con alguna excepción. Como la de Dinamarca, que el año pasado solicitó ampliar la cuota de capturas destinada a la alimentación en su territorio autónomo de Groenlandia.

Una petición que el resto de socios comunitarios rechazó por considerar "insuficientes" los argumentos daneses para justificar la creación de una cuota de caza anual de 10 ballenas jorobadas, una especie especialmente amenazada.

Autor: Emili Vinagre

Editor: Enrique López

fuente: http://www.dw-word.de

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