Conmemoraron 45º Aniversario del naufragio de la “Janequeo”

Este viernes 13 de agosto a las 11.00 horas en el Personal en Retiro de la Armada de Chile "La Esmeralda", sus integrantes junto a la promoción 1959 de la Escuela de Grumetes "Alejandro Navarrete Cisterna" recordaron el 45º aniversario del naufragio de la escampavía "Janequeo", tragedia ocurrida el 15 de agosto de 1965.



Durante el transcurso de este acto, que contó con la participación de altos representantes de la Marina, se recordó la memoria de oficiales, suboficiales, marineros y grumetes, que sucumbieron en medio de un violento temporal mientras intentaban auxiliar al patrullero "Leucotón" que enfrentando las furiosas olas, varó en Caleta Lliuco, en bahía San Pedro, al sur de Corral.



Ante esta situación, se dispuso que los escampavías "Cabrales", Galvarino" y "Janequeo", concurrieran al lugar del suceso y realizaran la maniobra de desvaramiento. A consecuencia de los continuos malos tiempos, la maniobra se hizo casi imposible. Al arreciar la tormenta un cable de remolque se enredó en la hélice de la "Janequeo" dejando a la embarcación sin propulsión.






El Capitán de Fragata Claudio Hemmerdinger Lambert, jefe de la Partida de Rescate, que se encontraba a bordo de la "Janequeo", hizo bajar a los buzos para que intentaran cortar la mordaza de acero que mantenía al buques inoperante. El día 15 la "Janequeo" empezó a garrear sobre la roca "Campanario". Su comandante el Capitán de Corbeta Marcelo Léniz Bennett, llamó al Comandante del "Cabrales" para decirle que no intentara auxiliarlo, pues en el intento el "Cabrales" se perdería irremediablemente.



Luego comunicó que, con suerte, esperaba quedar asentado en las piedras. Era la única esperanza, sino de librar su buque, de salvar su tripulación. Pero las olas eran de 15 metros de altura y el buque daba bandazos de 60 o más grados a babor y estribor, mientras se despedazaba. La gente trató de salvarse lanzándose hacia las rocas, otros al mar. El casco se golpeaba contra los arrecifes que circundan la roca Campanario y la fuerza de las olas iban triturando al barco.



A las 09.19 horas se quebró el palo mayor que cayó con estruendo. A las 09.21 horas el casco se partió al centro del buque. Una piedra, de las llamadas "piedra aguja" penetró en el puente de mando, matando al marinero radiotelegrafista Rigoberto Mena, quebrándole una pierna al Comandante Hemmerdinger. En otro bandazo, el Capitán Léniz, que no abandonó jamás el puente de mando, fue aturdido y cayó sobre cubierta. A las 09.50 horas, cayó el palo trinquete. El personal saltó a las rocas mientras el buque se hundía irremediablemente.







Uno de los sobrevivientes se acercó en los últimos momentos al Comandante Hemmerdinger, diciéndolo que se salvara y trató, en medio del caos, de ayudarlo. La respuesta fue: "No, sálvese usted. Aquí estoy muy bien acompañado". A su lado yacía el cadáver del radiotelegrafista Mena y el cuerpo inanimado del Capitán Léniz.



Los dramáticos momentos vividos por este grupo de valerosos marinos de la Armada de Chile en el naufragio de la "Janequeo", quedó grabado para la historia por las ejemplares demostraciones de compañerismo, lealtad, valentía, arrojo y heroísmo que dio este personal ante el cruel desenlace de la tragedia que causó 52 muertes. Destacaron en estas acciones de salvataje, el Cabo Leopoldo Odger Flores y el Marinero Mario Fuentealba Recabarren.



El Cabo Odger, de dotación de la escampavía "Janequeo" ya a salvo en tierra y a pesar de estar seriamente herido, regresó al embravecido mar para salvar a dos de sus camaradas, al intentar ayudar a un tercero, las fuerzas incontrolables de la naturaleza pudieron más que él y lo arrastraron en la vorágine, falleciendo a los 37 años de edad.



Por su parte el Marinero Fuentealba, de dotación del patrullero "Leucotón", varado en la playa, fue el primero en integrar una partida de salvataje para auxiliar a los marinos de la "Janequeo" que se debatían en las furiosas olas. En esta acción, luego de rescatar a un tripulante de las aguas llegó en estado de inconsciencia a la playa, siendo atendido por lugareños. Una vez repuesto Fuentealba decidió consagrar su vida a la de sus compañeros logrando salvar a cuatro marinos, siendo arrastrado por la corriente en el momento que puso a salvo al último de ellos. Falleció a la edad de 21 años.






En noviembre de 1965, por disposición del Alto Mando Naval a ambos servidores, se les concedió en forma póstuma la "Medalla al Valor". No obstante, como el marinero Fuentealba ya poseía tal distinción por una hazaña anterior, se decidió otorgarle la Medalla "Al Valor-Estrella de Oro". Ese mismo año por decreto supremo se les concedió el ascenso al grado de Suboficial Mayor de la Armada de Chile.



Las hazañas de estos dos hidalgos de los mares, fue de tanta trascendencia para la historia de la Marina, que dos de sus unidades llevaron sus nombres cumpliendo en su época una brillante actuación al servicio de la seguridad marítima nacional. Ambos héroes fueron sepultados con honores en la Escuela de Grumetes "Alejandro Navarrete Cisterna", como un ejemplo para las presentes y futuras generaciones de tripulantes de la Armada de Chile.

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