En Muestra Fotográfica Las Condes homenajea a Bob Borowicz

Maestro de generaciones de fotógrafos, a un año de su muerte revive en una gran muestra en el Centro Cultural Las Condes”, destaca La Tercera.


Bob Borowicz (1922-2009) no demoró en aprender la técnica de la luz, pasión interrumpida bruscamente por la Gestapo. A los 16 años, y mientras trabajaba como mecánico en un aeropuerto militar, fue obligado a cambiar su cámara por trabajos forzados en los campos de concentración de Dachau y Mauthausen.
Cinco años después salió libre, con sólo 45 kilos sosteniendo su cuerpo de casi dos metros. Era 1945, terminaba la Segunda Guerra Mundial. Sus cuatro hermanos no corrieron la misma suerte.

Luego de trabajar de locutor, periodista y diplomático, un amigo le sugirió aventurarse en Chile. Sin hablar español, Borowicz arribó en 1951 al país, donde revolucionó la escena fotográfica local.

Bob Borowicz, fotógrafo del claroscuro es la muestra antológica que presenta el Centro Cultural Las Condes, a un año de su muerte. Son más de 75 fotos, tomadas entre los años 50 y 70, que recorren el trabajo del artista y profesor de batallones de fotógrafos.

Bajo un nostálgico y prolijo uso del claroscuro, Borowicz retrató a personalidades como Jorge Délano "Coke", Malú Sierra, Eduardo Bonatti y Tatiana Alamos. Tomó imágenes de la pobreza y desnudos femeninos, género en el que fue pionero en Chile.

Antes de morir, tuvo entre sus manos una cámara digital. "¿Cómo se usa esto? ¿Por dónde miro?", le preguntó Borowicz a su discípula Elisa Díaz. La respuesta fue irrelevante, el fotógrafo jamás comulgó con las nuevas tecnologías. "Le gustaba el cuarto oscuro. Le habría cargado ver sus fotos digitalizadas", señala Díaz, fotógrafa y curadora de la muestra, que incluye 90 por ciento de copias originales impresas en papel de fibra.

En el centro del gallinero

Su destreza y cultura, sumadas a los suspiros que sacaba a las santiaguinas y a los mitos en torno a su figura, catapultaron a Borowicz a la alta sociedad. Documentó eventos sociales y se convirtió en retratista de moda.

Aunque su trabajo era comercial y cercano a la publicidad, se negó a dejar la pedagogía, una de sus grandes pasiones. Su bohemio estudio Arlequín, ubicado en la Galería Imperio de Santiago, fue sala de clases, lo mismo que el Foto Cine Club. Además, impulsó la mención en Fotografía de la carrera de Artes Visuales en la Universidad de Chile. Sus métodos eran novedosos y apostaban a hacer de la fotografía un arte.

"Ya. Vamos a tomarle fotos a mi pie", dijo a sus alumnos en una ocasión. Se sacó un zapato, el calcetín y saltó sobre el escritorio. Era la forma en que Borowicz enseñaba la profundidad de campo y otras técnicas fotográficas. Así lo recuerda Enrique Zamudio, uno de sus discípulos: "Al interior de la clase, en el gallinero mismo, era un tipo apasionado por la fotografía. Uno se daba cuenta de que vivía pensando en eso".

Otra de sus alumnas más jóvenes fue la artista Margarita Dittborn, quien tuvo clases con él en 1999. "Nos decía que debíamos ser fotógrafos-cazadores y andar siempre con la cámara colgando al pecho, como una escopeta", comenta. También tuvo en sus clases a Juan Domingo Marinello, Sonia López y Jaime Villaseca. "Debemos descubrir gran parte de su obra que permanece invisible", dice este último.

Artista de la resistencia

El paso de Borowicz por los campos de concentración en Polonia eclipsó su infancia y juventud, y raramente hablaba de esa época. Quienes lo conocieron afirman que su verdadera vida comenzó en Chile. "Aquí renació. Hacia el final de su vida, Bob merecía el Premio Nacional de Arte", dice Marinello. El artista cumplía con el primer requisito: la ciudadanía chilena.

La fotógrafa Sonia López, colaboradora de Borowicz, también se refiere a su "resurrección" en Chile: "Su arte era una especie de resistencia. Fotografiaba como agradeciendo la vida que casi perdió", dice.

Admirador del francés Henri Cartier-Bresson, Borowicz se dedicó a capturar el instante fugaz. Sólo un momento era el correcto para apretar el obturador. "El talento de un fotógrafo es saber prever cuál va a ser ese momento", dijo alguna vez. No le faltó luz para ensayar.

Texto: Diario “La Tercera”. Lunes 18 de octubre de 2010.

fuente: Municipalidad de Las Condes

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