Bomberos analiza los incendios con resultado de víctimas fatales en las Discotecas de América

El pasado jueves 30 de diciembre se cumplieron seis años de una de las peores tragedias ocurridas en Latinoamérica, tras el incendio de una discoteca argentina en la que perecieron casi 200 personas. De todas formas, este no fue un caso aislado (a excepción de la gran cantidad de víctimas). En el transcurso de la última década, en la región se registraron otros incendios que se convirtieron en trampas mortales para grupos de gente –principalmente jóvenes- que se divertían en algún centro nocturno: el incendio que destruyó la discoteca Lobohombo en México, y que mató a más de veinte personas y los fuegos artificiales utilizados en un club de samba brasilero, que ocasionaron la muerte de otras seis, un año más tarde, se suman a la muerte de veintiocho jóvenes peruanos en julio de 2002 en el siniestro de la discoteca Utopía y de medio centenar de personas, que fallecieron en el club nocturno La Goajira, en Venezuela, ese mismo año. El último registro es de abril de 2008, tras el incendio de la discoteca Factory que mató a trece personas, en Ecuador.










Afortunadamente en Chile la experiencia ha sido favorable en este sentido. El último incendio de grandes proporciones registrado en la capital, en la discoteca Rockola, no dejó heridos a pesar de la destrucción total del local, y anteriormente había sido en 1993 el último siniestro que mató a una veintena de personas en Valparaíso. El siguiente artículo publicado en la revista NFPA Journal Latinoamericano (año 7, número 2 de junio de 2005), entrega una relación de los hechos de esa noche, al tiempo que propone medidas para que en otros centros de diversión no ocurran hechos similares.



Incendio en la disco República Cromagñón, Buenos Aires Argentina



El 30 de diciembre de 2004, una multitud de aproximadamente 3 mil personas ocupaba todo el espacio disponible de la disco República de Cromagñón, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, para asistir al concierto de un grupo de rock. Apenas unos minutos después de comenzado el concierto, se inició un incendio que produjo 193 muertes y cerca de 800 heridos.



Este incidente refuerza una vez más la vulnerabilidad que presentan los lugares de reunión pública cuando no se tienen en cuenta todas las medidas de prevención contra incendio.

*Escrito por Eduardo D. Álvarez



Este incendio es, para Argentina, el más grave desde el punto de vista de la cantidad de víctimas fatales y lo que sigue es la documentación del hecho elaborada por el autor en nombre de NFPA Journal Latinoamericano. La NFPA no fue invitada a colaborar en la investigación de este siniestro y el secreto sumarial no permitió tener acceso a las pericias técnicas efectuadas. La información en la que se basa este artículo es la disponible a través de diversas fuentes no oficiales.



Descripción del edificio



El edificio en que se ubica la disco es una construcción de planta baja, un entrepiso y dos superiores en la que estos últimos son ocupados por un hotel. La planta baja, a la altura de la calle, es la destinada a la disco (ver esquema del interior). Tanto el hotel, denominado Central Park 11, como la disco poseen entradas independientes. La estructura del edificio es de hormigón armado y los cerramientos están realizados en mampostería de ladrillo. El edificio se encuentra en el barrio de Balvanera, en la ciudad de Buenos Aires, a sólo cincuenta metros de la importante plaza Miserere. Si bien no se encuentra sobre una avenida, el acceso de los servicios de emergencia es rápido a través de avenidas cercanas.



Recientemente inaugurada en el 10 de abril de 2004, la disco presentaba, en su interior, un entrepiso habilitado para el público, también con estructura de hormigón armado. Este entrepiso rodeaba al escenario por tres de sus lados y un parapeto de 1 m de altura servía como baranda de contención. A este entrepiso se tenía acceso mediante dos escalas abiertas que descargaban en la planta baja.



La entrada principal a la disco, se ubicaba sobre la acera, y a través de un corredor, permitía el acceso a tres puertas dobles que comunicaban con el interior. Cada puerta poseía un ancho total de 3 m. existía una segunda salida, sobre la misma pared del frente del local, que solo debería utilizarse en caso de incendio. Esta salida estaba constituida por un portón doble que comunicaba con la vía pública a través de un corredor. El ancho total del portón era 3 m y el portón poseía barras antipánico. Tanto las puertas de la entrada principal como el portón de salida adicional, abrían en sentido de la evacuación.



Sobre el sector central, se ubicaba la pista de baile y, sobre ella, a unos 0,50 m del techo, una estructura de vigas metálicas reticuladas que servía como soporte para las luces que iluminaban esta pista. Los conductores de de alimentación eléctrica de estas luces también se encontraban fijados a esta estructura. A fin de mejorar la estética y ocultar de la vista de los asistentes los conductores y sistemas de fijación, el conjunto se cubrió con una malla de tejido sintético del tipo que se utiliza para atemperar la radiación solar en sectores de estacionamientos de vehículos. La totalidad de la losa de hormigón armado que constituía el techo, se encontraba cubierta por un revestimiento acústico formado por espuma de poliuretano, la cual, según determinaría luego del incendio, no poseía características ignífugas. La altura total interna del recinto era de unos 8 m y, para los recitales en vivo, se utilizaba un escenario y un vallado que lo separaba del público. La cabina de control y sonido y luces, se ubicaba opuesta al citado escenario y sobre el entrepiso.



El local poseía una red de agua contra incendios con gabinetes de incendio y mangueras. La alimentación de esta red la constituía un tanque elevados de unos 40 mil litros de capacidad ubicado a aproximadamente 15 m de altura. También se encontraban instalados detectores de humo distribuidos bajo el techo el techo del local, bajo la estructura metálica reticulada sobre la pista de baile y en el resto de las dependencias de la disco. Se totalizaron aproximadamente cincuenta detectores y el panel de control del sistema se ubicaba en el interior de la cabina de control de sonidos y luces.



Las salidas poseían señalización mediante carteles iluminados internamente con alimentación de baterías. La legislación local no exige que este tipo de carteles se mantengan permanentemente encendidos y, según testigos, esta señalización luminosa no se encendió automáticamente ante la interrupción de la energía eléctrica. El local aparentemente no tenía otro tipo de iluminación de emergencia.



La habilitación municipal de la disco permitía una capacidad de 1.307 personas, calculada, según la legislación local, a razón de una persona por metro 2 de superficie ocupada por el público. Lamentablemente, no existen medios eficaces para comprobar que se respeta esta capacidad una vez que se expide la habilitación por lo que la decisión sobre permitir el ingreso de más personas queda bajo responsabilidad de los propietarios o administradores de cada local habilitado. Las estimaciones más conservadoras indican que, la noche del 30 de diciembre, la disco tenía una ocupación de más 3 mil personas.



El Incendio



En Argentina es frecuente el uso de pirotecnia en conciertos de rock, aun en locales cerrados como el descrito. Debido a esta costumbre y reconociendo el riesgo implicado por la aglomeración de personas, antes del concierto se dieron varios avisos de prevención solicitando al público que no utilizaran fuegos de artificiales. De acuerdo con varios testigos presenciales, estos avisos fueron recibidos con burlas por parte del público. Incluso, el cantante del conjunto de rock reiteró este pedido antes de comenzar el espectáculo.



No obstante, apenas unos minutos después de comenzado el concierto, alguien encendió un fuego artificial que arroja tres fragmentos incandescentes que, luego de elevarse en el aire varios metros, estallan con estruendo. Este elemento es de venta libre y algunas versiones de testigos indican que habría sido arrojado por un niño de unos diez años de edad que se encontraba en los hombros de su padre. Otras versiones señalaban a un grupo de jóvenes como autores del encendido de este elemento.



De acuerdo con estos mismos testigos, uno de los fragmentos incandescentes impacta en la malla de tejido sintético sobre la pista de baile y la enciende. El fuego así iniciado se propaga rápidamente a toda la malla sintética y enciende, a su vez, el recubrimiento acústico de espuma de poliuretano el cual comienza a arder generando productos de combustión, destacándose el ácido cianhídrico propio de la descomposición pirolítica de estos materiales. La presencia de ácido cianhídrico ha sido identificada como la causa principal de las muertes ocurridas en este siniestro.



Al hacerse notorio el incendio, los ocupantes intentan abandonar el local dirigiéndose a las puertas principales de ingreso. De las tres puertas dobles existentes en el acceso principal, solo una puerta se encontraba abierta, permaneciendo las otras dos cerradas para facilitar el control del ingreso de público. Otros ocupantes se dirigen a la segunda salida, pero su barra antipánico se encontraba inhabilitada con alambres y la puerta estaba cerrada con cerrojo y candado. Los bomberos tuvieron cierta dificultad en abrir esta segunda puerta encontrando detrás de ella una gran cantidad de muertos.



La interrupción de la energía eléctrica a los pocos minutos de iniciado el incendio, junto con la ausencia de iluminación de emergencia y de señalización luminosa de las salidas, condujo a que el proceso de de evacuación fuera confuso, agravado por la concentración de gases tóxicos en constante aumento. En la oscuridad, algunas personas se arrojaban desde el entrepiso hacia la planta baja mientras otras lograban alcanzar la salida y eran auxiliadas por vecinos del lugar o por otros ocupantes que habían conseguido salir antes de verse afectados por los productos tóxicos de la combustión.



El incendio se habría iniciado alrededor de las 22.45 horas. A los pocos minutos llegó la primera unidad de bomberos y unos minutos más tarde la primera ambulancia. El fuego fue extinguido por los bomberos aproximadamente a los 30 minutos de haberse iniciado. El total de víctimas fue de 193. En los centros asistenciales fueron atendidas cerca de 900 personas, ciento once de las cuales fallecieron durante su internación a lo largo de los días subsiguientes del incendio. Un 35% de las víctimas eran menores de 18 años de edad y entre ellos se encontraban niños de cuatro, seis y diez años y una guagua de diez meses. Estos niños fueron llevados por sus padres al concierto.



Análisis normativo



Aunque no es el objetivo de esta nota revisar la normativa local, debemos mencionar que parece obvio que algunas de las normas locales no se estarían cumpliendo en la disco afectada por el incendio. Entre éstas se encuentran la ordenanza 34.142 del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que prohíbe el uso de pirotecnia en locales cerrados y la ordenanza 24.654, que prohíbe la presencia de menores de 18 años en los horarios en que se efectuaba el recital. El local estaría cumpliendo con la ordenanza 50.250 respecto de contar con gabinetes de incendio y sistema de detección.



El NFPA 101, Código de Seguridad Humana, no es exigido en Argentina, sin embargo, siendo éste el código de referencia más importante de la NFPA y el más utilizado en miles de proyectos arquitectónicos en el mundo, hemos elaborado un análisis de este edificio de acuerdo con este código. Los requisitos resultantes de la aplicación de este código son los siguientes:



• La disco debería estar protegida mediante un sistema de rociadores automáticos. Los rociadores automáticos han demostrado, a lo largo de décadas de experiencia, ser una excelente medida de protección para la vida. Actualmente el Código de Edificación de la calidad de la Ciudad de Buenos Aires no exige la instalación de un sistema de rociadores, pero una revisión de dicho Código de Edificación, que entrará en vigencia próximamente, obligará a todas los nuevos nightclubs y discotecas de más 600 m2 de superficie, a poseer estos sistemas.



• La capacidad del recinto, calculada con los criterios de este Código, sería de alrededor de 1.950 personas. Esta capacidad no debería excederse y el Código exige también que la capacidad máxima permitida se encuentre en un cartel visible. Como se comentó anteriormente, se estima que esa noche la ocupación del local superaba las 3 mil y fue otro de los factores que influyeron en la gran cantidad de víctimas fatales. No habría ninguna indicación de la capacidad máxima del recinto.



• Considerando la cifra anterior de 1.950 personas, el Código exige cuatro salidas. Asimismo, la separación entre las salidas más alejadas debía ser, como mínimo, de 23 m. La disco solo poseía dos salidas y por estar sobre la misma fachada del edificio, la separación entre ellas era de apenas unos 10 m. El hecho que estas salidas no estén suficientemente distanciadas una de otra, aumenta las posibilidades de que un mismo incendio afecte a ambas salidas simultáneamente.



• Las dos salidas existentes brindaban una capacidad de evacuación de dos mil 353 personas. Es decir, si se hubiera respetado la ocupación máxima, las salidas, de haber estado abiertas, hubieran sido suficientes.



• El Código fija el recorrido máximo desde cualquier punto ocupado hasta la salida más cercana. De esta forma, se ofrece una razonable garantía de que toda persona será capaz de evacuar el local. Para los lugares de reunión, este recorrido máximo debe ser menor a 61 m. En el local analizado, las distancias máximas hasta las salidas (considerando éstas las puertas sobre la vía pública) se estiman entre 60 y 80 m.



• Los revestimientos interiores, tal el caso del revestimiento acústico de espuma de poliuretano bajo el techo de la disco, deben, de acuerdo con el Código, poseer un factor de propagación de llama no mayor a 75.El revestimiento interior del local incendiado, muy posiblemente no cumplía con este requisito y probablemente nunca habría sido ensayado para determinar su comportamiento ante el fuego.



El Código prohíbe la utilización de pirotecnia en los locales de reunión. Como se comentó, el uso de fuegos artificiales se constituyó como la causa del incendio.



• El Código también exige la existencia de guías de evacuación entrenados a razón de uno por cada 250 ocupantes. El local analizado no poseía este personal entrenado y, generalmente, el personal que atiende los bares o que controla el ingreso es personal temporario, por lo que su conocimiento del local podría ser escaso.



• Las salidas deben encontrarse señalizadas mediante carteles luminosos que se mantengan encendidos durante el tiempo en que el edificio esté ocupado. Asimismo, el Código requiere que las salidas deben estar iluminadas durante ese mismo período. Según los testigos, los carteles existían pero no se encontraban iluminados y ni estos carteles ni ninguna otra luz se habría encendido al interrumpirse el suministro eléctrico. Es decir, que la evacuación se realizó en un lugar con gran ocupación, a oscuras y sin luces que indicaran hacia donde debían dirigirse los evacuantes. Una condición de este tipo es peligrosa en sí misma y, en el caso de la disco analizada, se encontraba agravada por la concentración en aumento de los gases tóxicos.



Conclusiones



Resulta difícil determinar la importancia relativa de los factores que condujeron a la gran pérdida de vidas en este incendio. Sin establecer, por lo tanto, un orden de prioridad, estos factores serían:



• La excesiva carga de ocupación

• El uso de pirotecnia en un local cerrado

• Las salidas cerradas

• La existencia del revestimiento acústico de espuma de poliuretano

• La ausencia de un sistema de rociadores automáticos



Nótese que excepto los rociadores y el revestimiento acústico el resto de las condiciones poseía algún tipo de reglamentación local y, además, son temas de sentido común. Los mensajes de prevención anunciados antes del concierto constituyen un reconocimiento de los riesgos existentes. Nuevamente nos encontramos que no se trata solamente de mejorar las normas o códigos aplicables, sino de crear una conciencia social respecto del incendio. Entender que si bien presenta una ocurrencia poco frecuente, los daños que produce son muy graves y que la utilización de las normas NFPA como complemento de las reglamentaciones locales ofrece mayores garantías para alcanzar niveles razonables de protección de vidas y bienes.



*El ingeniero Eduardo D. Álvarez, SFPE, es director regional de IFSC del cono sur en Buenos Aires, Argentina, consultora de ingeniería de protección contra incendios. Es instructor titular de la NFPA 101 para Latinoamérica, miembro de la junta directiva de la Sección Latinoamérica de la NFPA y Vicepresidente II del Capítulo Argentina de la NFPA.



fuente: http://www.bomberos.cl/ 

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