El aeropuerto de Hamburgo cumple su primer centenario

El aeropuerto de Hamburgo cumple su primer centenario




El aeropuerto de Hamburgo cumple cien años como testigo de la historia alemana; por él pasaron los zeppelines, los primeros aviones, dos guerras mundiales, los aliados, los Rosinenbomber, los jets llenos de turistas…



Al aeropuerto de Hamburgo no se le notan los años. Al contrario, aunque celebrará su primer centenario el 10 de enero, nunca se ha visto en mejor estado; el de Hamburgo es uno de los aeropuertos más modernos del mundo. No todos están de acuerdo con que se le considere el más antiguo a escala internacional; después de todo, Berlín ya contaba con uno en 1909. Pero el de Hamburgo es el más viejo de entre los que han funcionado sin interrupciones en el mismo lugar donde fueron construidos.



Su historia comenzó como lugar de despegue y aterrizaje de dirigibles, las aeronaves concebidas por el visionario Ferdinand von Zeppelin y descritas en la época como “cigarros voladores”. El 10 de enero de 1911, al norte de Hamburgo –en lo que antes era el pueblo de Fuhlsbüttel y hoy es un vecindario más de la ciudad hanseática–, se inauguraron los primeros hangares. Luego se construyeron pistas destinadas para el uso de los zeppelines; los aviones comenzarían a competir con los dirigibles poco después de fundado el aeropuerto.



Concebido para zeppelines



En el aeropuerto quedan muy pocos rastros de los zeppelines que alguna vez cautivaron a los hamburgueses. Aunque los aviones tardaron en ganarse la confianza de los viajeros debido a su aspecto frágil, su tecnología terminó desplazando a la de sus gigantescos predecesores. Hoy día, un vuelo de Hamburgo a Dresde dura setenta minutos y nadie se inmuta, pero hubo una época en que ese mismo trayecto era recorrido en doce horas para asombro de todos, incluyendo a quienes registraron la hazaña como un récord mundial.



El aeropuerto de Hamburgo fue reconstruido un año después de haber sufrido los estragos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y entró a la década de los veinte estableciendo una conexión aérea con Berlín. Al principio, los pasajeros de la Deutsche Luftreederei –la línea aérea que precedió a Lufthansa– debían usar cascos, bufandas y lentes durante el viaje porque estaban expuestos a la intemperie; pero la naciente industria de la aviación comercial no tardó en mejorar la calidad del transporte ni en percibir los beneficios de sus inversiones.



Testigo de la Historia



En 1923, 5.100 pasajeros partieron y llegaron al aeropuerto de Hamburgo; apenas un año más tarde, la cifra aumentó a 17.350. Un buen camuflaje impidió que el aeropuerto fuera golpeado por las bombas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, conflicto durante el cual funcionó como base aérea del ejército nacionalsocialista. Culminada la guerra, sirvió como pista de aterrizaje para la Real Fuerza Aérea Británica, pasando a denominarse “Hamburg Airport”.



Junto al aeropuerto de Fráncfort del Meno, sobresalió también como el lugar de despegue de los famosos Rosinenbomber, los aviones que ayudaron a establecer el puente aéreo entre Berlín y Alemania Occidental cuando se desataron las tensiones entre los aliados y el Gobierno de Moscú. En la década de los cincuenta, el aeropuerto de Hamburgo se convirtió en una auténtica puerta al mundo, permitiendo a miles de personas ir y venir de urbes como Nueva York, Nairobi, Johannesburgo, Río de Janeiro, Buenos Aires y Hong Kong.



Lugar de paso para millones de viajeros



Eso no quiere decir que los vuelos fueran baratos. Tomar un avión era un lujo que duramente mucho tiempo sólo estuvo al alcance de alemanes con mucho dinero. Fue con la llegada de los aviones propulsados con motores de reacción que los vuelos se hicieron más rápidos, confortables y asequibles. En 1961 se superó por primera vez la marca del millón de viajeros en el aeropuerto de Hamburgo; un suceso estimulado por el auge del turismo y acentuado en los setenta por la popularidad de los jets de gran capacidad. El lema de estoa gigantes era: “Más pasajeros con menos aviones”.



La intensificación del tráfico aéreo llevó a considerar la idea de mudar el aeropuerto de Hamburgo hacia el norte, a la ciudad de Kaltenkirchen, en el Estado federado de Schleswig-Holstein. Pero la crisis del petróleo, la huelga de los controladores de tráfico aéreo y las furiosas protestas de la población hicieron que el ambicioso proyecto se diera por fracasado en 1983. El necesario crecimiento del aeropuerto tuvo lugar hacia adentro, permitiéndole recibir a 5,4 millones de pasajeros en 1987 y a cerca de 9 millones una década más tarde.



El aeropuerto de Hamburgo fue remodelado en 2001 y su récord de viajeros anuales aumentó a 13 millones, convirtiéndolo en el quinto aeropuerto más grande de Alemania. De aquí a 2020, 5 millones de viajeros más pasarán anualmente por sus instalaciones.



Autor: Evan Romero-Castillo / dpa

Editora: Claudia Herrera Pahl





fuente: http://www.dw-world.de/ 

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