El cantar alegra la vida pero, ¿cura enfermedades? Un grupo de científicos busca evidencias del poder sanador del canto, que puedan usarse para desarrollar terapias contra el Parkinson o las dolencias respiratorias.

Cantando contra el Parkinson




El cantar alegra la vida pero, ¿cura enfermedades? Un grupo de científicos busca evidencias del poder sanador del canto, que puedan usarse para desarrollar terapias contra el Parkinson o las dolencias respiratorias.



Hace nueve años que a Mónica le diagnosticaron Parkinson, el mismo tiempo que lleva formando parte del coro “Sing for Joy”, creado en 2003 especialmente para personas con trastornos neurodegenerativos. “Me ayuda a que la voz me salga más fácilmente en los momentos en que la enfermedad empeora”, dice, “el cantar hace que mantenga ejercitados los músculos bucales. El Parkinson atrofia todos tus músculos si no luchas constantemente contra él, y la voz, al fin y al cabo, no es otra cosa que un músculo”.







Explorando nuevos terrenos







Sorprendentemente, son muy pocos los científicos a los que les llaman la atención hechos como estos. Sin embargo, el Centro de Artes y Salud Sidney de Haan, con sede en Gran Bretaña, trata desde hace media década de dar a conocer la influencia del canto en el bienestar de las personas. “Quienes contemplan la salud desde una perspectiva médica no se suelen parar a pensar en cómo la condicionan las actividades creativas”, opina el director del centro, Stephen Clift.







El Sidney de Haan se ha propuesto estudiar los efectos del cantar en enfermos con dolencias respiratorias crónicas. Sirviéndose de técnicas estandarizadas, sus investigadores miden la función pulmonar, las pautas respiratorias y los niveles generales de actividad de los pacientes antes y después de las lecciones de canto. La esperanza de Clift es que las técnicas de control de la respiración que en ellas se aplican les puedan ser útiles a la hora, principalmente, de reaccionar en situaciones de estrés.







“Las dificultades respiratorias generan mucha ansiedad y ésta provoca miedo. Es importante aprender a enfrentarse a esas situaciones”, asegura Clift, “nosotros creemos que a través del canto la gente puede llegar a ser capaz de mucho más de lo que cree”.







Hospitales cantores







El que exista tanto retraso en la investigación en este campo no es sólo una cuestión de arrogancia de la ciencia, advierte Clift. “Los artistas, como músicos y pintores, tienen cierta reticencia a pensar en aquello que hacen desde un punto de vista científico”, asegura, “nuestra lucha consiste en tratar de unir dos áreas que hasta el momento han preferido no tocarse”.







Wolfgang Bossinger trabajó como terapeuta musical en centros psiquiátricos alemanes durante 25 años. A raíz del éxito de un coro de pacientes que fundó en 2006, decidió establecer una red de “hospitales cantores”. Hoy existen 11 en toda Alemania, además de los que pronto abrirán sus puertas en Rumania y Austria.







“Los coros facilitan las relaciones sociales”, cuenta Bossinger, “contribuyen a que los pacientes no se aíslen después de recibir el alta, los mantiene en contacto con un grupo”. No en pocas ocasiones, quienes padecen Parkinson o esclerosis múltiple se encierran en casa y cortan todo vínculo con la sociedad, agravando su estado de salud.







En general, buena para la salud







También en enfermos de cáncer ha podido Bossinger comprobar la repercusión positiva de los coros: “ayudan a combatir la tristeza. En ellos se juntan, por ejemplo, mujeres y comparten su pena, y eso las hace psicológicamente más fuertes”.







Pero no sólo para quien padece una enfermedad el cantar puede ser de ayuda, considera Günter Kreutz, profesor de musicología sistemática en la Universidad Carl von Ossietzky de Oldemburgo, en el Estado alemán de Baja Sajonia. Desde 2009, Kreuz trabaja en el proyecto “Música, salud y cambio demográfico”, que por primera vez se adentra de manera interdisciplinaria en los campos de la música, la psicología y la terapia musical.







“En aquellas personas que a lo largo de sus vidas han aprendido a tocar un instrumento o que suelen bailar con regularidad la tendencia a sufrir enfermedades como el Alzheimer o la demencia es menor, de manera que contamos con ciertas evidencias de que, a la larga, las actividades artísticas son buenas para la salud”, indica Kreuz.







“Originariamente, la música era algo de lo que participaba todo el mundo”, dice Bossinger, “cuando la gente canta junta, no sólo comparte una emoción: es como si sus cuerpos vibraran al unísono, es como si la resonancia procediera de un solo ente”.







Autora: Sarah Stolarz/ Luna Bolívar



Editora: Pablo Kummetz





fuente: http://www.dw-world.de/ 

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