Historia Universal: Características del Estado Moderno .

Características del Estado Moderno




1. El territorio. Fronteras y Aduanas
El estado Moderno que se formó a partir de la Baja Edad Media, se constituyó como Estado Territorial. Las monarquías medievales, basadas en las relaciones personales entre señor y vasallo, habían dado más importancia a los hombres que a los territorios. Había muchos vasallos que reconocían a distintos señores. Hubo vasallos que cambiaron de señor. Los reyes trataron de extender su poder mediante la creación de nuevos vínculos de vasallaje. En muchos casos los feudos carecían de unidad geográfica. Los reinos medievales no tuvieron fronteras fijas.


El Estado Moderno trató de unir el territorio y de crear fronteras estables. Así como la soberanía era indivisible, así también el territorio debía permanecer indiviso. El territorio entero debía quedar sujeto a una autoridad central y debía quedar delimitado por medio de una frontera frente a l los Estados vecinos.


La frontera cumple fundamentalmente con una función política: es la línea dentro del cual un Estado ejerce su soberanía y jurisdicción y más allá de la cual comienza otro poder soberano.
La creación de las fronteras dependió de numerosos factores entre los cuales en algunos casos los accidentes geográficos desempeñaron un papel importante. Un río o una montaña se convirtió de FRONTERA NATURAL en FRONTERA POLÍTICA. En algunos países los gobernantes se propusieron hacer coincidir las fronteras políticas enteramente con las fronteras naturales.


La FRONTERA constituía, en alto grado, un fenómeno mental que se tradujo en representaciones cartográficas. Los trabajos de los grandes geógrafos del Renacimiento, como Sebastián Munster, autor de una Cosmografía en 1552, contribuyeron en forma decisiva a que los hombres visualizaran el territorio de su Estado y tomaran conciencia de la existencia de las FRONTERAS POLÍTICAS.


Sin embrago, no bastaba, con representar la Frontera, también era necesario hacerla visible y, ante todo, había que tomar medidas para poderla defender. La Frontera Política también debía ser Frontera Militar, guarnecida en los lugares estratégicos por plazas o fuertes o protegida en toda su extensión por una línea de edificaciones.


La Frontera adquirió también importancia económica y se convirtió con el tiempo en Frontera Aduanera. La Unidad política fue complementada por la unidad económica. Los gobiernos empezaron a suprimir las aduanas internas y establecieron los derechos de aduana para los géneros y las mercaderías que entraban y salían del país. En las demarcaciones fronterizas se levantaron puestos aduaneros con el fin de registrar las mercaderías y cobrar los derechos correspondientes.


La Frontera, concebida intelectualmente e impuesta por medio de la voluntad, se apoyó también en el sentimiento. Los hombres unidos por la misma Frontera empezaron a sentirse una comunidad. La Frontera contribuyó en forma decisiva al desarrollo de la individualidad de los pueblos.


La Frontera, si bien se apoyó frecuentemente en accidentes geográficos, fue y es un fenómeno eminentemente histórico. Las Fronteras europeas fueron el resultado de un largo y complicado proceso histórico.
Venecia extendió su dominio más allá de las lagunas e islas y se apoderó de extensas regiones de Tierra Firme, hasta que pudo definir la Frontera que la separaba de los territorios conquistados por los Visconti y los Sforza de Milán. La Comuna de Florencia se convirtió en el Gran Ducado de Toscana, colindante con Milán en el norte y los Estados Pontificios en el sur. Lentamente se simplificó el mapa político de Italia, desaparecieron los señoríos y las comunas menores y se formaron cinco Estados Territoriales medianos. El proceso de la redefinición de las Fronteras italianas se prolongará hasta el siglo XIX y aun hasta el siglo XX.
Procesos análogos se repitieron en una u otra forma en el resto de Europa . Castilla y Aragón se unieron en la monarquía española. De la unión de Escocia, Gales e Inglaterra nació Gran Bretaña. Desde París y la Isla de Francia los reyes franceses extendieron su dominio hasta alcanzar sus Fronteras Naturales en el norte, oeste y sur. El Atlántico, los Pirineos y el Mediterráneo. El cardenal Richeliu y el rey Luis XIV quisieron que Francia estuviese protegida también en su flanco oriental por una Frontera Natural y trataron de convertir el río Rin en Frontera Política. Luis XIV encomendó a su ministro Vauban la tarea de proteger la Frontera oriental de Francia por medio de una línea de poderosas fortificaciones.


Las luchas por los territorios y las Fronteras fueron el resultado de los esfuerzos desplegados por los Estados europeos por definir y afirmar su individualidad.






2. La Constitución de la ciudad-capital

La sociedad y la cultura del Renacimiento en Italia tuvieron un carácter esencialmente urbano. También el proceso político fue promovido esencialmente por y desde las ciudades. Tanto la Serenísima República Veneciana como el Gran Ducado de Toscana o el Ducado de Milán tuvieron su origen en pequeñas comuna medievales . Estas comunas crecieron y pudieron extender su dominio sobre las regiones circundantes, convirtiéndose en capitales del nuevo Estado territorial.
La ciudad-capital siguió siendo centro económico , sea industrial o comercial. Justamente su nueva función de capital política le proporcionó nuevas posibilidades de crecimiento económico. Hacia la capital confluían los tributos provenientes del resto del territorio. Venecia impuso a las ciudades sometidas la obligación de vender y comprar sus mercaderías en la capital. Aumentó fuertemente el número de consumidores.
La capital se convirtió en centro político y administrativo del Estado territorial. Allí residía el príncipe o el gobierno central. Allí funcionaban los organismos de gobierno y los tribunales de justicia. La corte reunía a las principales figuras de la vida social y cultural.
El proceso italiano se repitió en los otros Estados europeos, en los otros Estados europeos, si bien estos no tuvieron un origen comunal. Pero también las monarquías centralizadas necesitaban una capital desde la cual se pudiese gobernar el país y hacia la cual convergiese la vida de la nación. Conjuntamente con el Estado moderno se formarían las grandes capitales: Lisboa, Madrid, París, Londres, Viena, Berlín, San Petersburgo.




3. La Organización del poder


-Institución de un poder soberano:
El régimen feudal se basó en las relaciones personales entre el señor y el vasallo los cuales debían prestarse servicios mutuos y que estaban unidos por un vínculo de lealtad. El rey medieval entregó funciones públicas en feudo las cuales se hicieron hereditarias entre los feudatarios. El poder público y los derechos privados se confundieron y se produjo una dispersión del poder. Nacieron numerosos poderes intermedios. Los siervos dependían de sus señores. Los vasallos dependían de los reyes. Los reyes estaban sujetos, al menos idealmente a los emperadores y papas.


El Estado Moderno se constituyó como poder soberano cuya primera distintiva fue la independencia exterior. Florencia o Venecia ya no reconocieron ninguna jurisdicción superior. De la misma manera los otros Estados europeos negarían al emperador o al Papa toda autoridad política universal. La celosa defensa de la soberanía nacional sería uno de os fenómenos más importantes de la vida política moderna.


La SOBERANÍA implicó , por otra parte, la concentración de todo el poder público en manos del Estado. El Estado y sólo el Estado debía ejercer los derechos de soberanía. Sólo el Estado debía asumir la responsabilidad por la paz interna y externa, sólo él debía mantener fuerzas armadas, recaudar impuestos, legislar, ejecutar las leyes y administrar justicia. La conquista de la soberanía por parte del Estado fue un proceso largo y difícil. Durante todo el Antiguo Régimen, o sea hasta la Revolución Francesa, el Estado tuvo que seguir compartiendo muchas funciones con los privilegiados. Sin embargo, desde sus orígenes el Estado moderno luchó por constituirse como poder soberano. En la lucha por su soberanía , el Estado centralizó el poder, creó una base territorial, desarrolló sus propias instituciones y sustituyó el ideal feudal de lealtad por los nuevos conceptos de autoridad y obediencia .
Las formas concretas a través de las cuales se expresó la soberanía fueron muy variadas. La Señoría florentina tuvo una base democrática. El Dogo y el Gran Consejo de Venecia eran exponen de un régimen aristocrático. Los “tiranos” de Milán ejercían un poder monárquico. Pero en todos estos Estados el poder soberano fue ejercido en forma centralizada por los poderes públicos. Estas aprobaban y ejecutaban las leyes y administraban la justicia.


En la mayor parte del resto de Europa se impondría la Monarquía Absoluta, caracterizada por la concentración de todo el poder en manos del rey quien representaba el Estado y quien sólo era responsable ante Dios. “El Estado soy yo”, habría dicho Luis XIV. La soberanía se identificó con la monarquía , el soberano era el rey. A partir de la Revolución Francesa se impondría la soberanía popular. El pueblo fue comprendido como el verdadero soberano y se ensayaron diversas formas para proporcionar al pueblo una participación creciente en el ejercicio del poder.


Las características fundamentales del Estado Moderno, cualquiera que haya sido la forma concreta que éste haya adoptado en los siglos posteriores, quedaron definidas en aquellos tiempos turbulentos, en quien se constituyeron en Italia las repúblicas y las tiranías. El Estado nació entonces se constituyó como poder soberano, esto es, como un poder independiente hacia el exterior y como detentor del poder público en el interior.




El “stato”: el aparto administrativo .
En la medida en que el Estado logró superar los poderes feudales tuvo que crear sus instituciones propias que le permitiesen cumplir con sus funciones públicas.
En las Repúblicas democráticas y aristocráticas muchas de estas funciones fueron ejercidas por los mismos ciudadanos que eran elegidos para las magistraturas y los consejos: el Dogo y los miembros del Gran Consejo en Venecia; los Priores de la Señoría, el Capitano del Popolo o los distintos consejos en Florencia. Sin embargo, la creciente complejidad de los negocios públicos obligó a recurrir a especialistas y a contratar personal permanente. Esta necesidad se hizo aun más patente en las Tiranías, ya que no existiendo una participación de ciudadanos elegidos, el tirano tuvo que rodearse de personal que ejecutase las órdenes y ejerciese las tareas gubernativas. Este aparato gubernativo y administrativo recibió la designación de “stato”, que luego se impuso como nombre general de la nueva organización del poder que nació entonces, el Estado.


No sólo en las tiranías, sino también en las repúblicas y monarquías el aparato administrativo adquirió cada vez mayor importancia. Subió el nivel cultural, aumentó el número de personas que dominaba el difícil arte de leer y escribir y se recurrió cada vez más a los documentos escritos.
En la administración de justicia la ley escrita desplazó la tradición oral. Hubo que contratar a secretarios, archiveros y copistas. Hubo que organizar oficinas públicas para la ejecución de las leyes. Pero ante todo la administración fiscal requirió de un personal numeroso. Hubo que hacer los catastros. Hubo que distribuir y recaudar los impuestos. Hubo que vigilar las obras púbicas. Hubo que controlar la aplicación de las ordenanzas comerciales e industriales y recaudar los derechos de aduana .


Conjuntamente con el Estado moderno nació la burocracia administrativa y apareció el funcionario público. La burocracia sería uno de los pilares del Estado Moderno .


El Ejército: condotieros y mercenarios .
Durante la Edad Media las fuerzas militares habían estado formadas por los ejércitos de los señores feudales y sus vasallos y por las milicias urbanas. Más esta organización militar resultó a la larga ineficiente. Por contrato de vasallaje, los señores sólo estaban obligados a prestar servicio militar durante cuarenta días y se resistían a ausentarse de sus tierras por más tiempo. Los reyes nunca pudieron disponer incondicionalmente de los ejércitos feudales. Los vecinos de las ciudades, interesados en sus actividades económicas y acostumbrados a las comodidades de la vida urbana, estuvieron cada vez menos dispuestos a someterse a los duros sacrificios de la acción bélica, de modo que las milicias urbanas perdieron con el tiempo todo valor militar. Las interminables contiendas de la Baja Edad Media y del Renacimiento obligaron a crear nuevas formas de la organización militar .


En e. curso del siglo XIV y XV las bandas feudales fueron reemplazadas por ejércitos de oficio. El caballero feudal fue desplazado por el mercenario a sueldo, el soldado . En Italia apareció el condotiero (conductor) , el capitán de guerra que contrataba a los soldados para hacer la guerra. En analogía con las compañías comerciales de la época, el condotiero, actuando como empresario, constituía una sociedad con sus soldados. La unidad militar básica, que era a la vez una unidad administrativa y económica, era el regimiento . Dueño y comandante del regimiento era el capitán . El regimiento se dividía en compañías , al frente de cada cual figuraba un teniente , el lugarteniente del capitán . El capitán actuaba como un verdadero empresario. Contrataba a los soldados y firmaba los contratos con los reyes, príncipes o ciudades que requerían su servicio. En estos contratos se estipulaban las obligaciones financieras del empleador y las obligaciones militares del capitán.
Un capitán rico y poderoso disponía de suficiente capital para mantener su ejército en forma permanente. En otros casos, un capitán enrolaba a los soldados con el dinero que obtenía del empleador. Era necesario tener fama y haber conquistado victorias para poder pactar contratos favorables y encontrar buenos soldados.
En el caso de los Estados más grandes y de acciones militares de mayor envergadura no bastaba con un regimiento, sino que se hacía necesario contratar a varios capitanes. Como era indispensable coordinar la acción, se generalizó la costumbre de pactar con un solo capitán que recibió el nombre de capitán general o, simplemente, general . Este firmaba el contrato y se hacía responsable de su cumplimiento y se encargaba de contratar, por su parte, los servicios de otros capitanes que quedaban bajo sus órdenes.
Cada capitán debía ser, no sólo un militar experimentado, sino también un hábil empresario. Con el dinero que recibía del empleador debía pagar a los soldados, comprar el material de guerra y financiar a los agentes que los proveían de mercenarios. Debía saber administrar su capital que se componía del dinero que recibía de los empleadores y de su parte en el botín de guerra.
Con la nueva organización militar la guerra se convirtió en negocio y en oficio pagado. Los conductores de la guerra eran grandes empresarios y “traficantes de la guerra”. En este negocio bastante sangriento las viejas virtudes del caballero perdieron sentido. Cierto que la valentía seguía siendo una virtud, porque no podía haber soldados cobardes. Cierto que también la lealtad seguía siendo un valor, porque el capitán desleal que traicionaba a su empleador o que engañaba a sus soldados perdía todo prestigio. Más estas virtudes ya no correspondían a un ideal de vida como la concepción del caballero cristiano que había animado al señor feudal. La guerra se convirtió en negocio. Era un oficio, una manera de ganarse la vida, una forma específica de existencia económica.
Los capitanes y sus tenientes ya no pertenecieron a un determinado estamento feudal . Cierto que entre los oficiales siguió habiendo muchos nobles, ya que éstos siguieron dedicándose al oficio de las armas, su actividad tradicional. Pero al lado de los nobles hubo también muchos comunes. La conducción de la guerra dejó de ser un privilegio aristocrático. Entre los soldados había numerosos aventureros, elementos sociales y personas que, por una razón u otra, abandonaban su casa, su trabajo y su medio social tradicional. Constituían un conjunto de personas que sólo podían ser mantenidas unidas mediante la más rigurosa disciplina. Los castigos eran feroces y era frecuente imponer la pena de azotes y la pena de muerte.
Los soldados provenían de todas partes. Salían de los lugares más poblados o de las regiones que, por su pobreza, no podían dar trabajo a toda su población. En Italia los primeros mercenarios provinieron del mismo país. Más tarde se empleó con frecuencia a los mercenarios suizos, considerados entonces como los mejores soldados de Europa. En aquel tiempo nació la Guardia Suiza del Vaticano . Famosos también eran los lansquenetes alemanes.
Los capitanes y soldados se contrataban en cualquier parte donde se requerían sus servicios y donde creían que les podía favorecer la suerte, donde podía haber un buen sueldo, vino, mujeres y otros placeres. Terminada la guerra o cumplido el contrato, el capitán con su regimiento probaba suerte en otra parte. Fueron frecuentes los casos en que un capitán firmaba contrato con el príncipe contra quien acababa de hacer la guerra.
Los ejércitos no quedaron limitados a Italia sino que se impusieron en toda Europa. Así como Francisco Sforza dispuso en Milán de un ejército permanente, así también las grandes monarquías formaron ejércitos permanentes ya que no podían quedar en ningún momento sin el debido resguardo militar. La mantención de los ejército mercenarios originó grandes gastos los cuales obligaron a los gobiernos a aumentar las contribuciones, perfeccionar el sistema fiscal y crear los organismos administrativos. El ejército permanente, fuera de su función en la guerra y la política internacional, cumplió también un importante papel en el desarrollo interno de los Estados y permitió a éstos afianzar su soberanía. El ejército fue, junto con la burocracia administrativa, el segundo pilar del Estado Moderno.

 4. El Príncipe como mecenas .


Según el pensamiento medieval los supremos deberes de los emperadores y reyes consistían en apoyar a la Iglesia y mantener la paz y la justicia. El Estado Renacentista asumió conscientemente una función cultural. Ella tuvo su origen, en parte, en aquel entusiasmo que la sociedad renacentista sentía en general por las artes y letras. Los humanistas señalaron que únicamente el hombre culto era auténticamente humano. La culta sociedad renacentista tuvo un agudo sentido de la belle una gran receptividad artística.
Las artes y las letras no fueron simple decoración y entretención, sino que se convirtieron en parte integrante y elemento necesario de la vida. Los miembros de la clase dirigente se construyeron magníficos palacios y lujosas villas campestres y las llenaron de hermosas obras de arte. Este entusiasmo no estuvo imitado a los particulares, sino que correspondió a un sentir general de la comunidad y fue compartido por los gobernantes de las comunas y por los príncipes.
En la Edad Media , los fieles lo habían considerado su deber natural dedicar sus esfuerzos más nobles a la construcción de capillas, iglesias y catedrales. Durante el Renacimiento la autoridad pública se encargó conscientemente de fomentar las artes. Se siguieron construyendo iglesias, pero a éstas se agregaron todas las manifestaciones de las artes profanas. La ciudad medieval se sintió orgullosa de sus santos y de las reliquias de sus iglesias. La ciudad renacentista se sintió orgullosa de sus obras de arte y de sus ciudadanos famosos que sobresalían por su genio creador. Los gobiernos comunales y los príncipes dieron especial importancia a la arquitectura, la más pública y más popular de las artes, cuyas creaciones daban testimonio del poder y de la riqueza del Estado y conferían fama a sus constructores. Llenaron las plazas públicas de pórticos, estatuas y artísticas fuentes y contrataron los servicios de los más famosos pintores.
El artista medieval había sido, fundamentalmente, un artesano que había formado parte de un gremio y de su cofradía. Las grandes construcciones arquitectónicas habían sido obras colectivas. En muchos casos se ignora el nombre de los arquitectos y escultores.
El artista del renacimiento fue individuo, con plena conciencia de su individualidad. Vivía de su talento y de su capacidad creadora. Como ya no estaba integrado a una comunidad que lo mantuviera , dependía de las personas que contrataran sus servicios.
Como figura particularmente típica del Renacimiento surgió el Mecenas , algún particular rico o un príncipe que, impulsado por su interés artístico, siente un profundo placer en contraer la amistad de algún humanista, poeta o pintor y por eso lo acoge en su casa o en su corte, lo mantiene materialmente y le ofrece la oportunidad de hacer uso de su talento. La fama de los poetas y artistas recaía, a su vez, sobre el Mecenas. Los “tiranos”, los nuevos dinastas, tenían además un interés muy particular en fomentar las artes y letras. Por haber llegado al poder por vías ilegales, necesitaban una nueva legitimidad. Esta podía ser conferida por la fama que les brindaban las artes y letras. La sociedad renacentista, tan ávida de belleza y fama, estuvo dispuesta a reconocer la autoridad del “tirano” que llenaba la ciudad de obras de arte y era pródigo con sus autores. El poeta que vivía de la munificencia de un mecenas , cantaba su fama en entusiastas versos. Miguel Ángel inmortalizó en la Capilla de los Médicis en Florencia a Juliano y Lorenzo de Médicis .
En Florencia, la comuna entera brindó su apoyo a las artes y letras llenando la ciudad de maravillosas creaciones. En el siglo XVI asumió Lorenzo el Magnífico el papel de Mecenas. Entre los príncipes destacaron por su generoso mecenazgo Francisco Sforza y Ludovico Moro. Entre los príncipes menores sobresalió Federico de Montefeltro duque de Urbino, famoso como gobernante, jefe militar y hombre culto . Poseía un fino gusto estético y una gran cultura filosófica, literaría e histórica. Conocía los principales escritos de Aristóteles y las obras de los historiadores antiguos. Hizo traducir numerosas obras clásicas griegas. Se construyó un palacio que impresiona por su belleza clásica . Este palacio albergaba la célebre biblioteca formada por el mismo Federico de Montefeltro, quien ya en su niñez comenzó a coleccionar libros. Posteriormente mantuvo ocupados continuamente a unos cuarenta copistas que, repartidos por toda Italia, debían copiar los manuscritos de obras famosas. La Biblioteca contenía numerosas obras clásicas griegas, entre ellas todas las tragedias de Sófocles y las poesías de Píndaro, los autores latinos, los padres de la Iglesia y os grandes teólogos medievales, los escritos de Dante y de Bocaccio y de 25 otros humanistas italianos. Todas las obras estaban debidamente registradas. La Biblioteca disponía de los inventarios de la Biblioteca Vaticana en Roma, de la Biblioteca de San Marcos en Florencia, de la Biblioteca de los Visconti en Pavia y de la Biblioteca de la Universidad de Oxford.
Grandes mecenas fueron también los Papas, Julio II (1503-1513) encomendó al arquitecto Bramante la construcción de la nueva Catedral de San Pedro para la cual Miguel Ángel diseñó posteriormente la grandiosa cúpula. Rafael decoró con sus frescos los aposentos pontificios. Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina la Creación y el Juicio Final. El Papa León X (1513-1521), un hijo de Lorenzo de Médicis, hizo de la corte pontificia la corte más esplendorosa de Europa. Coleccionó piedras preciosas, enriqueció las colecciones de arte del Vaticano, fomentó generosamente la Universidad de Roma en la cual introdujo el estudio de las lenguas semitas y brindó su especial protección a Rafael. Los mejores artistas debían realzar por medio de sus obras la grandeza del Papado.
Hubo algunos mecenas que, en vez de sentir una auténtica admiración por las artes, sólo buscaron la adulación y la satisfacción de su vanidad. Sin embargo, también hubo muchos que, dotados de un fino sentido estético, gozaron con las letras y artes por el valor que poseían en sí y que hicieron suya la posición humanista de que el hombre, siendo por naturaleza un ser racional, debía realizar su humanidad y alcanzar su dignidad por medio de los más altos valores del espíritu.
Desde los tiempos del Renacimiento el Estado lo ha considerado como un deber ineludible y como su función más noble contribuir al desarrollo de los valores culturales.




5 . Las relaciones internacionales. La diplomacia. La guerra: nuevas técnicas y tácticas .

La Edad Media había comprendido la paz como un ideal y como el orden normal que debía existir entre los pueblos cristianos. Ciertamente no había podido reprimir la guerra, pero había tratado de suavizar y dignificar la acción bélica. Sólo había autorizado la guerra justa, o sea la acción militar emprendida para resguardar el derecho o restaurar un derecho lesionado. Había preconizado la guerra santa dirigida contra los infieles. La iglesia había auspiciado y respaldado las Treguas de Dios . El Concilio de Letrán en 1139 había prohibido convertir en esclavos a los prisioneros cristianos. De la fusión de los valores religiosos y de la ética guerra germana había nacido la figura ideal del caballero cristiano, quien debía defender con la espada a la Iglesia y a los débiles. Hubo teólogos que sostuvieron que la guerra era el medio de que Dios se valía para restablecer la armonía en la sociedad y era opinión generalizada que la guerra podía ser un juicio divino cuyo desenlace demostraba de qué lado estaba la razón.
Muchas de estas ideas se mantuvieron aun durante el siglo XVI. Los generales solían solicitar la ayuda de Dios e invocar a los santos antes de lanzarse a la batalla. Se bendecían las armas. Los cañones de artillería recibían el nombre de un apóstol o de algún santo. Las espadas y alabardas llevaban grabadas escenas de los Evangelios. Los españoles y los venecianos que triunfaron sobre los turcos en la batalla de Lepanto en el año 1571 alabaron a Dios y le dieron gracias por esta victoria conquistada sobre los infieles.
Sin embargo, estos signos religiosos no pueden ocultar el hecho de que las guerras en este tiempo obedecieron en su mayor parte a intereses casi exclusivamente terrenales. Durante los siglos XV y XVI las guerras se sucedieron en forma casi ininterrumpida. En España tuvo lugar el último acto de la secular lucha de la Reconquista en que los Reyes Católicos pudieron conquistar Granada (1492). Franceses e ingleses se midieron en la Guerra de los Cien Años. Alemania fue devastada por las sangrientas guerras de los hussitas. Italia fue el escenario de interminables guerras internas y de la invasión extranjera. En la península de los Balcanes y el Mediterráneo Oriental se produjeron encarnizados combates entre las fuerzas cristianas y los musulmanes. El siglo XVI presenció prolongadas guerras entre las casas de Austria y de Francia y el comienzo de las guerras religiosas desencadenadas por la reforma protestante . Con una profunda resignación declaraba un contemporáneo que “ en todo el tiempo de su vida no había visto otra cosa que guerras”. La guerra, en realidad, era permanente.
Muchas de estas guerras fueron conflictos internos cuyos protagonistas fueron los reyes que se esforzaban por imponer la autoridad de la Corona y los rebeldes señores que trataban de mantener sus privilegios. Pero las grandes acciones militares fueron guerras entre los Estados cuyas fuerzas se fueron acrecentando y que trataron de afianzar su soberanía. En vez de las interminables querellas entre los señores de la Edad Media se produjeron ahora guerras incesantes entre los Estados. Por otra parte, la guerra contribuyó en forma decisiva a moldear las estructuras internas del Estado Moderno y la fisonomía de las naciones europeas. Todos los Estados se armaron para las confrontaciones militares, organizaron escuadras y ejércitos permanentes y perfeccionaron los mecanismos tributarios y fiscales para financiar los gastos bélicos. Conjuntamente con el Estado Moderno nació un nuevo orden internacional y surgieron nuevos instrumentos para definir las relaciones entre los Estados en tiempos de paz y de guerra .


Uno de los instrumentos más importantes fue la diplomacia permanente .
Hasta fines del siglo XIV sólo había existido una diplomacia ocasional. Los Papas , emperadores y reyes se habían hecho representar por algún cardenal o príncipe para concertar un matrimonio, firmar un tratado de paz o declarar la guerra. Una vez cumplida su misión, el embajador se retiraba y regresaba a su país. Este procedimiento se mantuvo aun en los siglos siguientes y se ha seguido empleando hasta la fecha con ocasión de los acontecimientos más importantes: la coronación de un rey, la investidura de un gobernante, el fallecimiento de un estadista, la ratificación de un tratado. Más tales embajadores extraordinarios no permitían establecer relaciones permanentes entre los Estados.
Ya en la Italia renacentista, con su agitada actividad política y militar, los gobiernos sintieron la necesidad de mantener representantes estables ante los demás Estados. Venecia fue la primera potencia que estableció relaciones diplomáticas permanentes nombrando a embajadores con residencia continuada en diversas capitales europeas. La invención veneciana sirvió de modelo en el resto de Italia y en toda Europa.
El embajador era el representante oficial de su gobierno. Al iniciar su misión debía presentar sus credenciales y debía quedar debidamente acreditado. El embajador era inviolable y gozaba de inmunidad. Uno de los objetivos esenciales de la misión diplomática consistía en profundizar las relaciones recíprocas, estudiar la posibilidad de concertar una alianza o una acción común, negociar y firmar un tratado. Pero su función más importante consistía en reunir amplia información sobre los recursos económicos, el potencial bélico y las intenciones del gobierno ante el cual estaba acreditado. Un embajador en aquel tiempo era un verdadero espía que mantenía un extenso sistema de espionaje para obtener toda la información que pudiera ser útil a su gobierno. Se hacía amigos, acudía a la corte, participaba de las fiestas, organizaba recepciones. Se servía del soborno, hacía regalos, distribuía pensiones, mantenía agentes secretos, explotaba las debilidades de los reyes y sus ministros, mantenía contactos con los enemigos de los gobernantes y los posibles traidores, empleaba ardides, mentía y perjuraba. El embajador daba cuenta de su actividad y enviaba regularmente extensos informes en que comunicaba sus impresiones, sus conversaciones con personajes importantes, noticias referentes al carácter y la salud del gobernante e información detallada sobre asuntos políticos, militares y económicos .A pesar de que el despacho diplomático gozaba oficialmente de inmunidad, ésta muchas veces no era respetada, por lo que se generalizó la costumbre de redactar la correspondencia en lenguaje cifrado .
En Venecia era costumbre que el embajador a su regreso , redactara un informe completo sobre su misión. Esta relación era leída en sesión solemne en el Consejo. Como embajador solía durar entre dos y tres años, el gobierno veneciano tenía siempre una información muy completa de la situación política y económica de los demás países. Las relaciones venecianas constituyen una valiosa fuente histórica que proporciona una abundante información sobre la compleja situación política europea en aquel tiempo.
En el inestable mundo de entonces, no existían combinaciones políticas permanentes. No había amistades tradicionales ni valían las promesas de los tratados. La moralidad política era baja y con gran ligereza se rompían los más solemnes compromisos. El amigo de hoy podía convertirse mañana en enemigo. Se producían los más sorpresivos virajes y dos adversarios que parecían irreconciliables podían unirse súbitamente en una alianza defensiva u ofensiva. Era frecuente pasar inadvertidamente de la discusión diplomática a la oposición bélica. Después de haber dado el primer golpe y haberse apoderado de alguna ciudad o algún castillo que podía servir de prenda, muchas veces se reanudaban las negociaciones. La guerra y la diplomacia se complementaban y la guerra era considerada un medio natural y legítimo para decidir cualquier conflicto internacional.
Las acciones bélicas casi permanentes ya no pudieron ser sostenidas por la antigua hueste medieval. Esta fue reemplazada por el ejército de profesionales. La guerra se convirtió en oficio. En Italia se impuso la condota: la guerra hecha por mercenarios reclutados y controlados y contratados por el condotiero.
Conjuntamente con la aparición del ejército mercenario surgieron también nuevas armas y tácticas bélicas. El arte militar adquirió caracteres nuevos.
A principios del siglo XIV se usaban para la lucha a distancia el arco y la ballesta . En la lucha cuerpo a cuerpo se empleaban la lanza, la pica, la alabarda y la espada.
El arco que se usaba en Italia era el arco francés que medía 1 metro y con el cual se disparaban flechas de unos 70 cms. de largo . Los ingleses debieron sus triunfos en la Guerra de los Cien Años en gran parte a sus excelentes arqueros que usaban arcos que medían hasta 2 metros y flechas de 1 m de largo. El arco tenía un alcance efectivos de unos 200 a 230 metros. Se podían disparar hasta 6 flechas por minuto.
Más mortífera aunque más lenta que el arco era la ballesta, arma de acero en que el arco estaba montado sobre una culata que tenía un dispositivo para sujetar la cuerda. La flecha corría por una canaleta en la culata. Había varios tipos de ballestas. Había ballestas pequeñas portátiles usadas por ballesteros a pie o a caballo. Pero, también había ballestas inmensas que se montaban sobre ruedas y que necesitaban de un mecanismo especial para tensar la cuerda. Con la ballesta se disparaban flechas o dardos. El alcance efectivo de una ballesta era de unos 200 metros y se podía disparar 1 flecha o 1 dardo por minuto.
El descubrimiento de la pólvora, una mezcla de azufre, salitre y carbón, hizo aparecer, en el siglo XII, las primeras armas de fuego. Estas fueron perfeccionadas cada vez más hasta que en el siglo XV apareció el arcabuz, inventado quizás por Nüremberg, un cañón largo de acero, montado sobre una culata. Se cargaba por delante y se encendía una mecha para hacer explotar la pólvora. Su alcance mortal era de unos 350 metros y sus balas tenían un poder de penetración mucho mayor que la flecha y los dardos. Posteriormente apareció el mosquete, arma pesada que se debía colocar sobre una horqueta. Ella tenía la ventaja de que el tirador podía hacer mejor la puntería. La eficacia de las armas de fuego fue tan superior que desplazaron totalmente al arco y la ballesta .
Hasta el siglo XIV se siguieron usando las armas tradicionales para atacar los castillos y las ciudades amuralladas: grandes ballestas y las catapultas con que se lanzaban proyectiles de piedra. En la segunda mitad del siglo XIV apareció el mortero con que se lanzaban piedras de hasta 70 kilos. En el siglo XV se reemplazó la bala de piedra por el proyectil de hierro, más pequeño, pero de mayor fuerza de penetración. Solía tener un diámetro de 10 centímetros y pesar unos 25 kilos.
En el siglo XV se inventó el cañón de artillería que en un comienzo fue usado solamente en los sitios de las ciudades y los castillos. Sólo cuando se aprendió a montar el cañón sobre un carro, se creó también una artillería ligera capaz de acompañar a los ejércitos y participar en las batallas.
El desarrollo de las nuevas armas se combinó con profundos cambios del arte de la guerra y de la organización de las fuerza militares. Los ejércitos medievales habían sido ejércitos de caballería que se enfrentaban en el campo de batalla sin realizar operaciones estratégicas o tácticas. A iniciarse la batalla, cada caballero partía a galope tendido, lanza en ristre, y trataba de derribar a un adversario. No había evoluciones en conjunto. No se mantenían reservas. El combate era la suma de las individualidades.
Con el poderoso desarrollo de las ciudades en la Baja Edad Media y la formación de las milicias urbanas , la infantería se convirtió en el arma más importante. En la famosa “batalla de las espuelas”, de Courtrai (1302), la infantería de las ciudades flamencas triunfó sobre los caballeros franceses. En la batalla de Crécy, los arqueros ingleses vencieron al ejército de caballería de la nobleza francesa.
En el curso del siglo XV la infantería pudo perfeccionar cada vez más sus tácticas y formas de lucha. Especial fama adquirieron los ejércitos suizos que se convirtieron en modelo para todo el resto de Europa. Los suizos combatían en escuadras compactas de unos seis mil hombres, de ochenta y cinco en fondo, en un frente de cien metros y con unas setenta filas . Los soldados de las primeras filas estaban armados de picas , los de las siguientes de alabardas. En los flancos se colocaban los ballesteros. Constituían un sólido muro contra el cual se estrellaba inútilmente una carga de caballería. Estos cuerpos compactos se formaban en el campo de batalla y evolucionaban y atacaban colectivamente. Su éxito dependía de una disciplina rigurosa y de una instrucción cuidadosa.
Al introducirse las armas de fuego, los ballesteros fueron reemplazados por los arcabuceros y, después, por los mosqueteros. Los movimientos de la infantería fueron reforzados por los disparos de artillería, a la vez que se aprendió a utilizar la caballería como fuerza de ataque. La gran batalla de Pavia del año 1525, en que las tropas de Caros V triunfaron sobre el ejército francés y tomaron prisionero a Francisco I, constituyó el primer ejemplo de una acción coordinada de infantería, caballería y artillería, las tres armas básicas del ejército.
El empleo de la artillería en el asedio de los castillos, ciudades y plazas fuertes produjo importantes cambios en la arquitectura militar. Las altas y estrechas murallas que habían sido resistentes a los disparos altos de las catapultas, resultaron ineficientes para el fuego horizontal de las balas de metal de los cañones . Fue necesario construir murallas más espesas. Como elemento arquitectónico nuevo se desarrolló el bastión de una construcción sólida que sobresalía sobre el muro defensivo y en que se asentaban los cañones capaces de rechazar de flanco cualquier ataque .
El arte de la guerra se tornó cada vez más complicado. Se emplearon ejércitos cada vez más grandes. La guerra se hizo cada vez más costosa. Sólo el Estado Moderno , racionalmente organizado, fue capaz de sostener la pesada y costosa máquina bélica la cual, por su parte, contribuyó a afianzar al Estado.
Fuente: Krebs W , Ricardo: Libro Historia Universal 2º Medio, Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1980, pp 117-119

Comentarios

WWW.INFOCONTINENTAL.COM ha dicho que…
WWW.INFOCONTINENTAL.COM

Creo que si la gente se decide a leer blogs como este puede que la sociedad vaya cambiando poco a poco. Es la esperanza que tenemos todos los autores a la hora de escribir un articulo.

Por cierto, buen post!

Entradas populares de este blog

Las 3 banderas de Chile

FALLECE ROY GARBER, UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA SERIE “GUERRA DE ENVÍOS” EN A&E

Falleció hija de dos años de la periodista Mónica Rincón.Clara Galdames dejó de existir en horas de esta mañana, tras llevar días internada en la UTI por problemas al corazón. La niña había presentado complicaciones físicas desde su nacimiento.