diputados: Académico francés dictó conferencia sobre el estado laico, la religión y las garantías constitucionales en sede parlamentaria de Santiago

Publicado el 27 de octubre del 2011



La charla del profesor de derecho público Guillaume Drago fue organizada por la Academia Parlamentaria y contó con el respaldo de la Corporación Alianza Francesa.





El complejo desafío que presenta al estado laico francés, la creciente presencia de la comunidad musulmana en la vida social de ese país y su exigencia de hacer prevalecer sus rasgos identitarios frente a la neutralidad religiosa que caracteriza el orden jurídico galo fue el tópico central de una conferencia que dictó este jueves en la sede de Santiago de la Cámara de Diputados el jurista Guillaume Drago.



El profesor Drago, doctor en derecho por la Universidad de París II, disertó sobre “Estado Laico, Religión y Garantías Constitucionales” en el marco de una actividad organizada por la Academia Parlamentaria de la Cámara de Diputados, dirigida por el abogado Gonzalo Vicente, en conjunto con la Corporación Alianza Francesa, que preside el ex diputado Gonzalo Ibáñez.



En su exposición, el experto afirmó que el laicismo es un concepto muy propio de la cultura francesa que pese a impregnar todo el ordenamiento jurídico de ese país no tiene una definición precisa en el mismo. “El carácter laico es una noción fundamental del derecho francés que se impone a los poderes públicos y a los ciudadanos”, dijo.



Luego esbozó dos definiciones posibles del término; uno caracterizado por la neutralidad de los poderes públicos frente a la religión, y otra noción más combativa donde se impone al Estado la obligación de impedir toda injerencia religiosa en la actividad social y en el ámbito civil.



El académico hizo luego un recorrido por las fuentes históricas y jurídicas del laicismo francés, situando sus orígenes en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, surgida de la Revolución Francesa de 1789, y plasmándose luego con más propiedad en la separación constitucional de la Iglesia y el Estado, en 1905.



Explicó Guillaume Drago que el laicismo en su país se garantiza en tres niveles: estableciendo la neutralidad del Estado frente a la religión, consagrando la igualdad de todos ante la ley (excluyendo diferenciaciones por origen cultural o religión) y asegurando una educación pública, gratuita y laica en todos los niveles de la enseñanza.



En la parte final de su exposición el jurista entró de lleno a los actuales ámbitos de aplicación del laicismo, destacando la reciente dictación de leyes que prohíben los signos religiosos en las escuelas públicas y que proscriben de los espacios públicos las vestimentas que cubran el rostro, como ocurre con algunos atavíos femeninos islámicos.



“Francia posee una especie de arsenal legislativo y de jurisprudencia sumamente completo para asegurar el respeto del principio de laicidad, que permite a los jueces definir caso a caso respetando la libertad de conciencia y el libre ejercicio de los cultos. Pero la presión de ciertas comunidades religiosas ha sido muy fuerte para el reconocimiento de su especificidad y en particular de su vestimenta, donde naturalmente predomina la religión musulmana y sus costumbres particulares”, sostuvo.



“La ley del 15 de marzo de 2004 plantea la aplicación del principio de laicidad al uso de señales o de ropa que manifiesten una pertenencia religiosa en las escuelas, colegios y liceos públicos. Esta ley dice que en esos lugares el uso de signos o de ropa por la cual los estudiantes manifiesten ostensiblemente una pertenencia religiosa está prohibida y establece que la comunidad educativa debe entrar el diálogo con esos alumnos acerca de este tema. Si bien la jurisprudencia del Consejo de Estado y la práctica legislativa hasta ese año eran sobre todo de afirmación de la libertad de conciencia, en la cual la libertad era la regla y la restricción era la excepción, esta ley no fue concebida en ese espíritu liberal sino que manifiesta una cierta crispación de las autoridades públicas debido a que el Gobierno se encontraba frente a situaciones muy conflictivas en los colegios y el diálogo con los estudiantes y comunidades religiosas ya no era posible, así que el legislador debió intervenir para definir la situación”, expresó el académico.



“Esta legislación ha tenido desarrollos todavía más recientes ya que una ley del 11 de octubre de 2010 prohíbe la disimulación del rostro en el espacio público. En ésta el legislador plantea que nadie puede en el espacio público llevar una ropa destinada a disimular su rostro, prohibiéndolo en las vías públicas, calles, lugares abiertos al público y servicios estatales. Esta norma prevé sanciones penales de multas y también la obligación de cumplir un curso de ciudadanía donde se transmiten los principios de laicidad. La ley va todavía más lejos porque también condena la disimulación forzada, a quienes imponen a una o varias personas disimular su rostro por la amenaza, por la violencia, por la obligación, por el abuso de autoridad, el abuso de poder debido a su sexo. Esto se castiga con prisión y multa y la pena se duplica cuando se aplica respecto a menores. Aunque es de aplicación general, evidentemente esta legislación en realidad está destinada a una comunidad religiosa en particular, la comunidad islámica radical, que considera que usar ropa que disimula el rostro expresa una cierta visión del Islam”, agregó el experto.



El profesor Drago finalizó su disertación manifestando que “la libertad de religión, de conciencia y la libertad personal están bien preservados en nuestro país. La laicidad fue durante mucho tiempo una laicidad de combate opuesta claramente a la religión católica, que era vista como enemiga, pero hoy, por lo menos hasta la dictación de las leyes de 2004 y 2010, tenemos una laicidad más tranquila y apacible, donde la iglesia católica, las iglesias protestantes, la judía y la musulmana tienen una libertad real y concreta".



A lo que agregó que sin embargo "estamos asistiendo a la manifestación de reivindicaciones de identidad, incluso entre los católicos, que se opone a mi modo de ver a una sociedad unitaria y unificada. Mi inquietud hoy día por nuestro país es que detrás de la libertad de conciencia y religión se manifiesten antagonismos fundados sobre una identidad religiosa. Yo soy favorable a una cierta neutralidad del Estado y me parece esencial asegurar una libertad de religión que esté en correlación y sea coherente con los valores culturales, históricos y filosóficos de Europa”.