Documento de Trabajo: Piratas y Corsarios: la agresión extranjera contra España




La defensa española contra la agresión extranjera .

Aspectos generales :

La expansión colonial europea fue iniciada por Portugal y España. Estas dos naciones descubrieron las nuevas rutas marítimas y se beneficiaron con los frutos del comercio directo con Asia y la explotación de las riquezas de América. Ambas potencias , dividiendo el mundo entre sí, trataron de perpetuar su monopolio. Sin embargo, no lograron mantener la supremacía marítima ni pudieron impedir que otras naciones europeas participaran en la expansión colonial..

Las demás potencias no se contentaron con fundar colonias propias en las regiones que España y Portugal no pudieron ocupar , sino que trataron de penetrar también en los dominios coloniales que estos dos países habían fundado en Asia y América. Los holandeses lograron apoderarse de la mayor parte de las colonias portuguesas en las Indias Orientales a la vez que trataron de sentar pie en Brasil.

Los ataques contra los españoles se dirigieron, en primer lugar, contra los galeones que transportaban a España la plata de Zacatecas y Potosí. Para proteger a sus barcos contra esos peligros, el gobierno español organizó el sistema de convoyes.

Los ataques enemigos se dirigieron, además, contra los puertos y las plazas fuertes, con el fin de apoderarse de las riquezas allí acumuladas y de obligar a los españoles al pago de rescate. Estas acciones fueron llevadas a cabo, en gran parte, por piratas y filibusteros, siendo el siglo XVII el período de mayor auge de la piratería.

Patente de corso:

En tiempos de guerra, las acciones militares fueron ejecutadas por barcos de guerra; pero frecuentemente los gobiernos concedieron “patente de corso” a particulares, los cuales hacían la guerra por cuenta propia, debiendo entregar una parte del botín a su gobierno. Muchas veces no hubo gran diferencia entre piratas y corsarios.

Piratas y Corsarios

La piratería y el corso: estuvieron estrechamente vinculados al contrabando. El gobierno español trató de asegurar a sus súbditos el monopolio del comercio con Indias y dictó rigurosas medidas para defender este monopolio. Más la industria española no estuvo en condiciones de abastecer totalmente a las colonias. Además los derechos aduaneros y otras contribuciones y el sistema de convoy encarecieron enormemente los productos. Por este motivo el contrabando resultó un pingüe negocio. Los mismos colonos lo favorecieron, puesto que les convenía y, a veces, era la única manera para proveerse de mercaderías europeas.

Tiempos posteriores han revestido los actos de los filibusteros y corsarios de una belleza romántica y han alabado las audaces proezas y los actos de arrojo y hombría. Más si bien no faltaron las acciones heroicas y nobles, no debe olvidarse que la realidad misma fue dura y despiadada y que entre los piratas abundaron los crueles y deshumanizados.

El principal centro de estas acciones fue el Caribe . Con el fin de disponer de refugios y de poder controlar la navegación en este mar, los atacantes se establecieron en lagunas de las Antillas. Pronto surgió, además, el deseo de explotar las riquezas de estas islas, cuyos productos tropicales eran altamente codiciados en Europa. A ello se debió que en el curso del tiempo los holandeses, ingleses y franceses se apoderaran de algunas islas de las Antillas.

Los adversarios de España penetraron también en el Pacífico con el fin de atacar los puertos de la costa occidental de América y de interceptar el comercio entre Centroamérica y las Filipinas.

España pudo conservar sus dominios centro y sudamericanos casi en su totalidad. Las pérdidas territoriales fueron , a pesar de todo, secundarias. Sin embargo, la agresión extranjera tuvo inmensa importancia, ya que obligó al gobierno español a organizar un amplio y costoso sistema defensivo y a crear una organización especial para el intercambio comercial entre la península y las colonias.



LAS EXPEDICIONES DE LOS INGLESES Y HOLANDESES EN EL PACÍFICO .

Los españoles no encontraron a ningún adversario en el Mar del Sur y no sólo tuvieron que temer los peligros de la navegación. Se podía hacer tranquilamente el tráfico entre Panamá y los puertos de Perú y Chile entre las Filipinas y México. Más esta paz del océano Pacífico fue bruscamente interrumpida a fines del siglo XVI.

Francisco Drake:

El capitán inglés Francisco Drake había participado en algunas expediciones en el Caribe y allí había concebido el proyecto de penetrar en el Pacífico, donde nadie contaba con un ataque extranjero. De vuelta a Inglaterra había logrado despertar el interés de la reina Isabel, la cual aportó una considerable suma para costear la expedición , a pesar de que se trataba de una empresa de piratería, en vista de que Inglaterra y España vivían en aquel momento en paz, Drake partió con cinco barcos de Inglaterra (1577) y cruzó el Atlántico. Cuatro barcos se perdieron, pero con el quinto Drake logró cruzar el Estrecho de Magallanes. Su aparición en el Pacífico tomó a los españoles por sorpresa. Drake pudo saquear los puertos de Chile y Perú y conquistar rico botín. Capturó el galeón “Cacafuego” con un gran cargamento de oro y plata. Saqueó impunemente los puertos de Nicaragua y México. Luego continuó viaje a lo largo de la costa de California y buscó paso del noroeste para regresar directamente a Inglaterra. Como no encontró la pasada, siguió rumbo hacia el oeste cruzó el Pacífico y, dando la vuelta por África, regresó a Inglaterra (1580).

Desde el punto de vista marítimo, Drake realizó una hazaña extraordinaria. Llevó a cabo el segundo viaje alrededor del mundo. En su honor cabe decir que trató muy caballerosamente a sus adversarios y prisioneros. Sin embargo, sus acciones fueron actos de piratería. Y el hecho de que la reina de Inglaterra le confiriera un título de nobleza en reconocimiento de sus méritos, fue interpretado por España como una grave ofensa.

Las autoridades españolas tomaron precauciones para que no se repitiese la sorpresiva hazaña de Drake. El virrey del Perú envió al gran navegante Sarmiento hacia el sur , para que organizara la defensa del estrecho de Magallanes. Sarmiento fundó algunas plazas fuertes en el estrecho (1584), pero éstas no pudieron sostenerse. Sus habitantes fueron exterminados por el hambre y las enfermedades. El estrecho quedó sin defensa.

Corsario Tomás Cavendish

Sin encontrar resistencia , el corsario, el corsario inglés Tomás Cavendish pudo atravesar el canal y penetrar en el Pacífico (1587). Los españoles estuvieron ahora mejor preparados. Sin embargo, Cavendish pudo nuevamente saquear varios puertos y conquistar un gran botín. Su mayor éxito fue la captura del “Santa Ana”, el galeón de Manila. Luego el audaz corsario tomó el camino de África y volvió a Inglaterra.

Ricardo Hawkins

Menos afortunado fue Ricardo Hawkins, quien, después de haber saqueado el puerto de Valparaíso, fue apresado por los españoles en la costa peruana y enviado a España (1594). El fracaso de Hawkins y, por otra parte, los cambios que se produjeron en Inglaterra después de la muerte de la reina Isabel hicieron que los navegantes ingleses renunciaran por largo tiempo a los viajes del Pacífico. En cambio, aparecieron ahora los holandeses.

Los holandeses

Los holandeses interesados ante todo en las Indias Orientales, exploraron el estrecho de Magallanes y el Pacífico principalmente con el fin de conocer esta ruta y ver si era más ventajosa que la vuelta por África. En el año 1616, la expedición de Shouten y Le Maire descubrió el extremo austral de América. Los capitanes dieron al promontorio el nombre de Cabo de Hornos, en honor a la ciudad holandesa de Horn, donde se había organizado la expedición. Se confirmaba que Tierra del Fuego no formaba parte de un continente austral que se prolongaba hasta el polo, sino que constituía el extremo austral de América y que más al sur se extendía el mar abierto.

Las distintas expediciones holandesas causaron alarma entre los españoles. Pudieron apoderarse de algunos barcos y saquear algunos puertos. Sin embargo, en general tuvieron poco éxito. Los holandeses se convencieron de que la ruta de Magallanes no era ventajosa y prefirieron concentrar sus esfuerzos en la conquista de Brasil y de las Indias Orientales.

Los ingleses aparecen de nuevo

Los ingleses volvieron a aparecer en el Pacífico en 1688. Unos piratas ingleses cruzaron el istmo de Panamá y se apoderaron de varios barcos españoles. Un grupo de ellos , bajo el mando del capitán Sharp, se embarcó y se dedicó a atacar los puertos de la costa occidental de América. Saqueó e incendió la ciudad de La Serena y regresó con rico botín por el Cabo de Hornosa las Antillas.

A un barco pirata perteneció Alejandro Selkirk quien fue castigado por su capitán y abandonado en la isla Juan Fernández, donde permaneció durante cinco años, hasta que fue recogido por otro barco inglés (1704-1709). El relato de sus aventuras inspiró a Daniel Defoe su famosa obra “Robinson Crusoe”.

Las Luchas en el Caribe

Los ataques de los piratas y corsarios en el Pacífico no fueron nunca un peligro serio para el poder español. Distinta fue la situación en el Caribe. Las Antillas, el mar Caribe y Centroamérica eran la arteria vital del imperio colonial español. Allí se concentraba todo el comercio, de allí partían las flotas que transportaban a España los tesoros americanos.

Las Antillas y los puertos de Centroamérica fueron, por este motivo, el principal blanco de los ataques enemigos.

En el año 1527 apareció el primer pirata inglés en el Caribe. En los decenios siguientes la piratería y el contrabando aumentaron rápidamente . Los filibusteros establecieron escondrijos y refugio en las Antillas. El centro más importante fue la Isla de la Tortuga, al norte de Haití, donde se juntaron los piratas de todas las nacionalidades. Algunos de éstos alcanzaron triste fama, como Francois L’Olonais, un criminal deportado a las Antillas que se destacó por su valor, su energía y su inhumana crueldad y que logró reunir bajo su mando una escuadra de seis barcos con 700 hombres . Su muerte fue digna de su terrible vida: en la costa de Darién cayó en manos de unos indios caníbales y fue devorado por ellos.

Los piratas fueron una grave plaga para los españoles. Sin embargo, la sola piratería no habría sido nunca un peligro mortal para el imperio colonial español. La situación se tornó peligrosa porque las potencias que lucharon contra España en Europa intervinieron también en Indias; dieron a los filibusteros patente de corso, enviaron sus barcos de guerra y autorizaron la fundación de colonias con el fin de debilitar a España y de tener participación en las riquezas americanas.

Los primeros ataques serios y en mayor escala fueron llevados a cabo por los franceses. El almirante Coligny fomentó la expansión colonial francesa por razones políticas, económicas y religiosas. Varios grupos de hugonotes trataron de establecerse en las Indias Occidentales, sin embargo estos intentos no tuvieron éxito duradero.

Apenas fueron rechazados los franceses cuando aparecieron los ingleses. En los últimos decenios del siglo XVI actuaron los grandes piratas , cuyas empresas alcanzaron a tener importancia histórica y que influyeron en el desarrollo político: John Hawkins, el primero que organizó la trata de negros en gran escala , y Francis Drake, quien logró capturar numerosos barcos españoles y saquear ricas y grandes ciudades.

La piratería aumentó tanto e infligió tanto daño a España, que Felipe II, después de haber presentado innumerables protestas por vía diplomática, se decidió a iniciar la guerra contra Inglaterra. Los piratas se convirtieron ahora en corsarios y sus actividades fueron legitimadas. Drake conquistó ahora sus mayores éxitos: se apoderó de Santo Domingo y Cartagena (1588) e incendió Nombre de Dios (1595). Después de la catástrofe de la Invencible Armada, España tuvo que tolerar que Inglaterra conquistara la supremacía en los mares.

En estos años, los ingleses empezaron también a establecer en Indias sus primeras colonias. Comenzaron por la periferia y eligieron las islas que los españoles no habían ocupado. En 1612 se establecieron en las Bermudas. Luego pasaron a las Pequeñas Antillas, donde los españoles no habían sentado pie, principalmente porque estas islas estaban habitadas por los salvajes del caribes. En 1624, los ingleses tomaron posesión de San Cristóbal y lograron colonizarla después de violentas luchas con los aborígenes, los cuales fueron exterminados. Luego los ingleses lograron apoderarse de algunas otras islas de las Pequeñas Antillas, entre las cuales tuvo cierta importancia Barbados. Otro paso más en dirección hacia el Caribe fue la ocupación de las Bahamas en 1648..

Finalmente, los ingleses iniciaron el ataque contra las Grandes Antillas. Cromwell encauzó las fuerzas inglesas hacia la grandeza colonial. Él concibió el “proyecto occidental” (western design), el plan de hacer participar a Inglaterra de las riquezas americanas. Declarada a España, una escuadra inglesa se dirigió a las Antillas con orden de apoderarse de Santo Domingo. Más los españoles supieron defender su principal posesión en el Caribe, por lo que el almirante inglés se apoderó de Jamaica , la “perla de las Antillas”, que se convirtió en los decenios siguientes en el centro del contrabando inglés, del tráfico negrero y de la piratería.

España estaba en decadencia y, al mismo tiempo que perdió su hegemonía en Europa, tuvo que reconocer la intromisión extranjera en sus dominios coloniales. En la Paz de los Pirineos (1659) reconoció el triunfo de Francia. Y cuando en la Paz de Madrid (1670) renunció formalmente a Jamaica, renunció por primera vez oficialmente a su monopolio comercial y admitió a una nación extranjera en el hemisferio que le había sido designado por el Tratado de Tordesillas.

Henry Morgan

Cuando ya se había concluido la Paz de Madrid, tuvo lugar uno de los hechos más extraordinarios y grotescos de las luchas del Caribe. El pirata más famoso a la fecha era Henry Morgan quien durante la guerra había ejercido su oficio con la autorización de la corona. La noticia de que se estaba negociando la paz llenó de honda preocupación a todos los corsarios, ya que el fin de la guerra significaba para ellos que su oficio volvía a ser ilícito. Morgan se decidió por dar un último gran golpe y recibió la tácita autorización del gobernador inglés de Jamaica quien tenía noticias de que ya se había concertado la paz en Madrid, pero se basó en una cláusula del tratado según la cual la paz sólo se haría efectiva después de algún tiempo.

A la noticia de que Morgan organizaba una gran empresa, se juntaron todos los piratas y corsarios del Caribe. Morgan pudo partir con 28 barcos ingleses y 8 franceses y una tripulación total de casi 2.000 hombres. Los piratas desembarcaron en la costa de Darién, atravesaron el istmo y cayeron sorpresivamente sobre la ciudad de Panamá. La ciudad fue saqueada e incendiada y muchos de sus habitantes fueron muertos.

Morgan demostró ahora que era, realmente, el más grande de todos los piratas: engañó a sus compañeros y los abandonó, huyendo solo con el tesoro conquistado. De regreso a Jamaica fue recibido con los máximos honores por el gobernador , y la corona inglesa le concedió título de nobleza. Sir Henry Morgan fue nombrado gobernador de Jamaica y en esta calidad procedió con férrea energía contra sus antiguos compañeros y logró en gran parte suprimir la piratería.

Los franceses

La intervención francesa en las Antillas se realizó de manera similar a la inglesa. Primero, los franceses se establecieron en las Pequeñas Antillas. Con la autorización del cardenal Richelieu se fundó la “Compañía de las islas de América” (1635), que colonizó Guadalupe, Martinica y otras islas. El mayor éxito de los franceses fue la conquista de la parte occidental de Santo Domingo (Haití) en 1660, ratificada por la Paz de Ryswick (1697)

Los holandeses

La intervención de los holandeses en el Caribe fue menos intensa . Su posesión más importante fue la isla de Curazao.

España tuvo que admitir a las principales potencias coloniales en su imperio americano. Sim embargo, logró conservar la mayor parte de sus dominios.



Fuente: Krebs Wilckens, Ricardo: Historia Universal, tomo II, volumen II, Empresa editora Zigzag, Santiago de Chile ,1955, pp 913-922





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