Mali: la temporada de siembra en peligro, es vital apoyar a la agricultura




El Director General de la FAO y el Ministro de Agricultura de Malí subrayan la necesidad de reiniciar la producción local de alimentos y aumentar la resiliencia de las comunidades

15 de febrero de 2013, Roma - Con el inicio de la próxima temporada agrícola de Malí en mayo, se plantea la necesidad urgente de ayudar a que los campesinos desplazados regresen a sus tierras y reanuden la producción de alimentos cuándo y dónde la evolución de la situación de seguridad lo permita, informó hoy la FAO tras un encuentro entre su Director General, José Graziano da Silva, y el Ministro de Agricultura de Malí, Baba Berthé.

Berthé destacó la importancia de dirigir la ayuda a los agricultores retornados en las zonas que han experimentado una mejora en su situación de seguridad, así como la necesidad de aumentar la resiliencia de los pequeños agricultores en todo el país.

"La principal temporada de siembra en Malí comenzará en mayo. A medida que la situación de seguridad sigue evolucionando, la FAO, nuestros organismos asociados y la comunidad internacional deben hacer todo lo posible para que el gobierno apoye a los campesinos que regresan a sus tierras, donde sea seguro hacerlo, y que vuelvan a cultivar alimentos ", explicó Graziano da Silva. "Mali -añadió- simplemente no puede permitirse cancelar la próxima temporada de siembra".

En total, se calcula que 2 millones de personas en el país de África occidental sufren inseguridad alimentaria. La mitad de ellos están en el norte, pero los efectos persistentes de la crisis de seguridad alimentaria y nutricional de 2011-12, causada por una combinación de sequía, los altos precios del grano y la degradación del medio ambiente, junto con los desplazamientos internos decir, significan que otro millón más de personas en el sur sigue en situación de inseguridad alimentaria.

Situación cambiante

Más de 400.000 personas han huido de sus hogares desde que estalló el conflicto en el norte de Malí el año pasado, lo que agrava la crisis preexistente.

Muchos de los desplazados son campesinos, quienes permanecen en campamentos de refugiados o familias de acogida en la vecina Mauritania, Burkina Faso y Níger. Otros pequeños campesinos se han trasladado temporalmente al sur de Malí, lo que supone una mayor presión sobre los recursos alimentarios locales.

Aunque algunas personas han comenzado a regresar a sus hogares y reanudar sus actividades agrícolas, no han sido capaces de cultivar sus tierras, ya que tienen poco o ningún acceso a los aperos, semillas y animales necesarios para comenzar la producción.

Mientras tanto, a pesar de las mejoras en la situación de seguridad en el norte, la mayoría de los mercados en esta región permanecen cerrados.

Las familias están utilizando las reservas de alimentos del hogar, y se verán obligadas a recurrir a los mercados justo al comienzo de la temporada de carestía, cuando los precios son más altos. Para salir adelante podrían recurrir a consumir o vender la reserva de semillas destinadas a la siembra, así como la venta de otros activos, como aperos y suministros para la labranza.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) trabaja para suministrar alimentos de emergencia a los desplazados (leer más), con ayuda alimentaria a unas 564.000 personas en Malí y países vecinos.

Pero en su reunión, Berthé y Graziano da Silva destacaron que además de esta ayuda de emergencia, también es una necesidad vital lograr que arranque la producción local de alimentos antes de la próxima temporada agrícola, que se extiende de mayo a julio.

Resolver el conflicto en curso y restaurar la seguridad en todo el país será fundamental para mejorar la seguridad alimentaria de Malí a largo plazo.

Crear resiliencia, restaurar los medios de subsistencia

La FAO ha solicitado cerca de 12 millones de dólares EEUU en ayuda humanitaria destinada a ayudar a 490 000 familias, no sólo frente a los impactos de las sequías pasadas, sino también para construir medios de subsistencia más sólidos y sistemas agrícolas más resistentes a través de un amplio abanico de apoyo agrícola y ganadero. La FAO calcula que se necesitan 10 millones de dólares adicionales para ayudar a los nuevos desplazados, repatriados y familias de acogida en Malí.

Aquí se incluye el suministro de semillas de calidad, aperos y suministros agrícolas, y servicios veterinarios, así como programas de extensión dirigidos a dar a los agricultores los medios para producir, procesar y conservar mejor su producción (más detalles).

En su encuentro con el responsable de la FAO, Berthé hizo hincapié en la importancia de fortalecer los proyectos de riego existentes, que han sido muy eficaces en la recuperación de la sequía. Los ganaderos de todo el país necesitan asistencia para restablecer una cabaña que se encuentra esquilmada, aseguró el ministro maliense.

El conflicto ha afectado la capacidad de la FAO para vigilar los movimientos de la langosta en Malí, y Berthe y Graziano da Silva insistieron en la necesidad de reanudar las actividades de vigilancia lo antes posible, a fin de prevenir cualquier brote potencial de la plaga después de las lluvias de verano.

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