Papa Francisco: “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!


“¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”. Casi una confesión del Papa Francisco ante los representantes de la prensa internacional, recibidos el sábado 16 de marzo por la mañana en el Aula Pablo VI. No por casualidad el Pontífice aprovechó la ocasión del encuentro con los periodistas para explicar de dónde nació la elección del nombre Francisco. “Algunos no sabían por qué el obispo de Roma ha querido llamarse Francisco”, dijo. Así que había que explicarlo. ¿Y qué mejor que hablar con la prensa? “Os contaré una historia”, añadió con la sencillez a la que ha acostumbrado enseguida a sus interlocutores.
Entonces el Pontífice confió emociones y sentimientos compartidos en cónclave con el cardenal que se sentaba a su lado, el brasileño Cláudio Hummes, su amigo personal. Y contó que de éste recibió consuelo y aliento. Y cuando el 13 de marzo su elección se hizo segura “él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres»”.
Esa palabra “entró aquí”, explicó el Papa señalando la cabeza. Y el pensamiento se dirigió inmediatamente a Francisco de Asís, que “para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena”.
Poco antes el Santo Padre había dado las gracias a los periodistas por el trabajo desarrollado, “especialmente a quienes han sabido observar y presentar estos acontecimientos de la historia de la Iglesia, teniendo en cuenta la justa perspectiva desde la que han de ser leídos, la de la fe”. “Los acontecimientos de la historia ―añadió― requieren casi siempre una lectura compleja, que a veces puede incluir también la dimensión de la fe. Los acontecimientos eclesiales no son ciertamente más complejos de los políticos o económicos. Pero tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas; y precisamente por eso, no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado”. Por esto “debería quedar muy claro que todos estamos llamados, no a mostrarnos a nosotros mismos, sino a comunicar esta tríada existencial que conforman la verdad, la bondad y la belleza”.
Finalmente, en el momento de impartir la bendición, expresó que lo haría con el corazón y en silencio, porque muchos de los presentes “no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes”. Así “de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios”, concluyó.
 
17 de marzo de 2013



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