Discurso 21 de mayo del Presidente Piñera


El Presidente de la República, Sebastián Piñera, entregó hoy ante el Congreso Nacional en Valparaíso, su Cuenta Pública sobre el estado administrativo y político de la Nación. A continuación, el texto íntegro del discurso del Mandatario:
“Señor Presidente del Senado, señor Presidente de la Cámara de Diputados, señoras y señores parlamentarios, autoridades civiles, religiosas y militares, queridos compatriotas:
Hoy es 21 de mayo, fecha en que los chilenos nos unimos para homenajear a los héroes de la Esmeralda que, al sacrificar sus vidas por la Patria, transformaron lo que en apariencia fue una derrota naval, en una victoria sublime del espíritu del pueblo de Chile.
Ya lo anunciaba Arturo Prat en las horas previas al combate, cuando afirmaba que, enfrentado al enemigo o al peligro, no vacilaría ni un segundo en abordarlos. Y así lo quiso también la Providencia, al disponer que las iniciales de los cinco barcos que estaban esa madrugada en la bahía de Iquique -la Covadonga, el Huáscar, la Independencia, el Lamar y la heroica Esmeralda- formaran precisamente la palabra “Chile”.
¡Cuántas veces, desde entonces, millones de compatriotas, de todas las edades, hemos cerrado nuestros ojos para revivir aquella gesta heroica del 21 de Mayo! Porque el Combate Naval de Iquique toca una fibra sensible e íntima no sólo del alma de nuestra Patria, sino que también del alma de todos los que queremos a nuestra patria y hemos tenido el privilegio de ser parte de ella. Porque si observamos la escena con atención, comprobaremos que el espíritu que impulsó a nuestros héroes no nació ni se extinguió aquella mañana de mayo.
Quizás porque durante tres siglos fuimos la colonia española más pobre de América; o porque a lo largo de nuestra historia hemos recibido los golpes demoledores de una naturaleza tan hermosa como arrebatada; o porque estamos ubicados al final del mundo, en la llamada Finis Terrae; lo cierto es que a lo largo de nuestra historia los chilenos hemos debido enfrentar y superar infinidad de desafíos y adversidades, que han templado a fuego el alma, el espíritu y el carácter de nuestro pueblo.
Este espíritu nos lleva a veces a preferir conmemorar aparentes derrotas militares, como la de Rancagua, la Concepción o el propio Combate Naval de Iquique, antes que celebrar nuestras victorias, como las de Maipú, Chacabuco o Yungay. Porque sabemos que éstas últimas no hubieran sido posibles sin las primeras.
Y este espíritu también hace que rara vez fijemos nuestra atención en lo que tenemos y casi siempre lo hacemos en lo que nos falta. Porque tan pronto alcanzamos una cumbre, los chilenos ya estamos pensando en la próxima.
Hoy, en que por mandato constitucional me corresponde dar cuenta al país del estado de la Nación, quiero invitar a todos mis compatriotas a que hagamos una pausa, una reflexión, breve pero integral, y volquemos por un instante nuestras miradas, mentes y corazones hacia este gran país que juntos estamos construyendo.
Sin duda, gobernar nunca ha sido una tarea fácil. Hemos cometido errores, pero también hemos entregado nuestro mejor esfuerzo para cumplir nuestros compromisos con los chilenos. Y hoy podemos comenzar esta cuenta diciendo: Chile está creciendo con fuerza; estamos cerca de alcanzar el pleno empleo; la pobreza y las desigualdades han vuelto a disminuir y los salarios están aumentando con vigor. Todas las mediciones coinciden en que la calidad de la educación está mejorando y que la delincuencia ya está retrocediendo. Hoy estimulamos más la innovación y el emprendimiento y protegemos mejor a nuestros consumidores, trabajadores y también al medio ambiente. Y en sólo tres años hemos reconstruido gran parte de lo que el terremoto y maremoto del 27 de febrero destruyeron.
Queridos compatriotas: Nada de esto es casualidad. Porque hemos sembrado con esfuerzo, hoy podemos cosechar con responsabilidad. Tal como lo han reconocido los más prestigiosos organismos internacionales, como Naciones Unidas, la OCDE y el Banco Mundial, Chile es hoy un mejor país para nacer, para estudiar, para trabajar, para emprender, para formar una familia y para envejecer. En síntesis, un mejor país para vivir que el que era hace tan sólo tres años.
¿Significa esto que estamos conformes? Por supuesto que no. Todavía hay compatriotas que no reciben los beneficios y el impacto profundo de lo que juntos estamos construyendo y siguen esperando que este país pueda cambiar sus vidas y las de sus familias para mejor. A ellos les digo hoy que no los vamos a defraudar, que no los vamos a dejar solos y que ningún obstáculo o dificultad, ni grupo de presión, por fuerte o poderoso que sea, nos va a impedir seguir entregando lo mejor de nosotros mismos para cumplir nuestros compromisos con todos los chilenos.
Ese fue mi principal compromiso como candidato. Es y seguirá siendo mi mayor motivación como Presidente.
Chilenas y chilenos: Hace tres años, aún conmovidos por la tragedia del 27 de febrero, desde este mismo Congreso convoqué a todos los chilenos a abrazar una causa grande, noble y audaz, pero plenamente factible: Alcanzar para nuestra generación, la generación del Bicentenario, a hacer de Chile, antes que termine esta década, un país desarrollado y sin pobreza, un país capaz de darles a todos sus hijos las oportunidades de desarrollo material y espiritual que sus padres y abuelos siempre soñaron, pero nunca alcanzaron, para que puedan llegar tan lejos como sus sueños, talentos y esfuerzos se los permitan. Un Chile capaz de garantizar a todos, pero especialmente a los más vulnerables, a los enfermos, a los ancianos, a los que sufren alguna discapacidad, las seguridades de una vida digna, por el solo hecho de haber nacido en esta patria bendita por Dios. Un país fundado sobre sólidos valores, como la protección de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, el fortalecimiento de la familia, la promoción de la libertad, la justicia, la paz, el respeto, la igualdad de oportunidades, la tolerancia y el cuidado del medio ambiente, porque son estos valores los que habrán de guiarnos, una y otra vez, cuando la oscuridad de la noche, del pesimismo o de la división pretendan inundarnos el alma.
Pero si bien este espíritu puede hacer que muchas cosas sean posibles, no necesariamente hacen que sean fáciles. Por eso, para avanzar hacia esta sociedad de oportunidades, seguridades y valores, pusimos en marcha un ambicioso programa de Gobierno, con metas y plazos concretos en cada área, y le pedimos a los chilenos que no nos juzgaran por nuestras buenas intenciones, sino que por nuestros resultados y nuestros logros.
Hoy es tiempo de balance, hoy corresponde que sean los hechos los que hablen con toda su fuerza y elocuencia.

¿Podemos alcanzar el desarrollo?

Muchos compatriotas dudan que un país como Chile pueda alcanzar el desarrollo durante esta década. Porque lo cierto es que en nuestros primeros 203 años de vida, a pesar de haberlo buscado, no hemos sido capaces de lograrlo. Esto llevó a algunos intelectuales del siglo pasado, como Enrique Mac Iver, en su famoso discurso en el Ateneo sobre la crisis moral de  nuestro país, donde se preguntaba ¿qué ataja el poderoso vuelo que había tomado la República? O a Francisco Antonio Encina y Aníbal Pinto, en sus famosos libros “Nuestra Inferioridad Económica” y “Chile: Un Caso de Desarrollo Frustrado”, a intentar explicar nuestro subdesarrollo apuntando a factores estructurales de la sociedad chilena, muy difíciles, sino imposibles, de modificar, como nuestra raza, cultura, religión, o nuestra estructura social o  ubicación geográfica.
Afortunadamente, hoy sabemos que estaban equivocados. No estamos condenados al subdesarrollo ni por designio divino, ni por las fuerzas de la naturaleza, ni por circunstancias históricas. Hoy sabemos que el desarrollo se puede alcanzar en el frío polar de los países nórdicos o en el calor tropical de los tigres asiáticos. El desarrollo es consecuencia de la adopción de instituciones sólidas, políticas públicas adecuadas y, por sobre todo, de nuestra unidad, voluntad, compromiso y el esfuerzo que pongamos por sacar adelante a nuestra patria.
Ser desarrollados requiere tiempo y esfuerzo, pero podemos lograrlo. La mejor prueba de ello es que Chile, la colonia más pobre de España, el año 1980 tenía sólo el séptimo mayor ingreso per cápita en América Latina, y hoy, con casi 20 mil dólares de ingreso per cápita, somos el líder de la región y estamos avanzando a pie firme hacia el desarrollo.
Y si podemos hacerlo, ya no es solamente un objetivo político o económico, es un verdadero imperativo moral. En definitiva, nada debería atajar nuestro poderoso vuelo hacia el desarrollo.

Gobernando en tiempos difíciles

Nos ha tocado gobernar en tiempos difíciles, muy difíciles. Cuando asumimos, la economía estaba perdiendo su capacidad de crecer, de crear empleos y de incrementar los salarios. La pobreza y las desigualdades estaban aumentando. La calidad de la educación permanecía estancada. La inversión y la productividad estaban cayendo y nos estábamos alejando de los necesarios equilibrios macroeconómicos.
Además de eso, estábamos, y seguimos estando, inmersos en un mundo en crisis, que comenzó el año 2008 y que aún no termina. Una crisis que tiene a Europa sumida en una profunda recesión y con altos niveles de desempleo, a Estados Unidos con una recuperación débil y errática, a los gigantes asiáticos perdiendo fuerza, a países como Argentina y Brasil, con una severa desaceleración.
Adicionalmente, la tragedia del 27 de febrero no sólo significó la pérdida de muchas vidas humanas, sino que también la más grande y devastadora destrucción de nuestra infraestructura y patrimonio en toda nuestra historia.
Como Presidente de Chile, me siento orgulloso de haber liderado un Gobierno y haber visto a un país entero mostrar tanta fortaleza ante la adversidad, compasión ante el sufrimiento y tanta voluntad ante el desafío, como lo demostró durante y después de esa tragedia.
Y la mejor prueba de ello es que, al día de hoy, los chilenos hemos sido capaces de reconstruir más del 90% de las escuelas, hospitales, viviendas, puertos, aeropuertos, embalses, carreteras y puentes, que ese terremoto y maremoto dañaron o destruyeron. Esos puentes, aeropuertos y puertos hoy día están reparados, están reconstruidos y están en pleno funcionamiento. Y antes que termine nuestro Gobierno esperamos cumplir el compromiso de terminar de reconstruir, y mejor, el país que ese terremoto y maremoto golpearon.
En materia de vivienda, los 222 mil subsidios comprometidos ya están entregados, 155 mil soluciones habitacionales están terminadas y entregadas  a las y 57 mil adicionales están en plena construcción. Esto significa que 212 mil soluciones habitacionales, es decir, el 96% del total, están terminadas, habitadas o en plena construcción.
Pero aún nos falta un 4%, y detrás de ese 4%, hay 10 mil familias chilenas esperando una oportunidad para rehacer sus vidas. Por esas familias vamos a seguir trabajando hasta reconstruir todas y cada una de las 222 mil viviendas comprometidas.
Hace tres años les pedí también guardar un minuto de silencio por las víctimas del terremoto. Hoy quiero pedirles otro minuto para que apreciemos lo que juntos los chilenos hemos sido capaces de lograr.
En un país tan expuesto a las catástrofes naturales, nadie puede garantizar que la adversidad no volverá a golpearnos. Pero sí podemos asegurar que cuando ello ocurra, estaremos mejor preparados.
Por eso, estamos creando una nueva Agencia Nacional de Emergencia y Protección Civil, que reemplazará a la actual ONEMI, y que contará con la participación de nuestras Fuerzas Armadas, Carabineros y Bomberos.

Un chile de oportunidades para todos

Crecimiento, empleo, salarios y emprendimiento
En materia de crecimiento, en los últimos tres años Chile ha crecido en promedio al 5,8% anual, superando ampliamente el crecimiento del período anterior, el de América Latina y el del mundo, y alcanzando el primer lugar entre los países de la OCDE. Nuestro producto per cápita, que el 2009 rondaba los 15 mil dólares, hoy se acerca a los 20 mil. y como Presidente de todos los chilenos no puedo dejar de sentir orgullo por Chile, cuando en medio de un mundo con tanta incertidumbre, estos logros son reconocidos y admirados en el exterior.
Hemos creado más de 800 mil nuevos empleos, casi el doble que en el período anterior, lo que nos ha permitido acercarnos al pleno empleo. Más de la mitad de estos nuevos trabajos han favorecido a nuestras mujeres, y más de dos tercios de ellos, son con contrato escrito, plazo indefinido, jornada completa, con cotización previsional y de salud y con seguro de cesantía. Es decir, empleos más estables y de mayor calidad.
Y la diferencia entre un país con alto desempleo y otro cercano al pleno empleo es muy simple. En el primero abundan los letreros que dicen “No hay vacantes”. En el segundo, los que dicen “Se necesitan trabajadores”. En el primero los salarios se estancan. En el segundo los salarios aumentan. En el primero, los trabajadores viven con temor y en el segundo, los trabajadores viven con oportunidades.
También hemos favorecido el surgimiento de más de 170 mil nuevos emprendedores, generando no solamente nuevas oportunidades, sino que también una mayor igualdad para emprender.
Pero aún enfrentamos grandes desafíos. Dada la futura incorporación de los jóvenes a la fuerza de trabajo, en nuestra meta de alcanzar la tasa de participación de las mujeres en los países desarrollados, necesitamos crear otro millón de trabajos durante esta década. Ese será un desafío para el próximo Gobierno.
En los últimos tres años, los salarios reales han crecido un 10%. Y con mayor intensidad en los grupos más vulnerables, acortando así, según los datos de la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile, la brecha salarial que teníamos en nuestro país.
Y, adicionalmente, este mayor crecimiento económico ha incrementado en 17 mil millones de dólares la recaudación tributaria en tres años, lo que anteriormente requería toda una década lograr.
Estos recursos adicionales nos han permitido reducir los impuestos a la clase media y a las Pymes, financiar responsablemente nuestro programa de Gobierno, y especialmente el programa social, y también la nueva infraestructura para el desarrollo, recuperar los equilibrios fiscales y restituir los ahorros externos.
Por otra parte, hemos sembrado para que este mayor dinamismo sea sostenido y sustentable, casi triplicando el crecimiento de la inversión, transformando las pérdidas en ganancias de productividad, aumentando la inversión en ciencia y tecnología, promoviendo la innovación y el emprendimiento y también poniendo en marcha una profunda reforma educacional.
Creemos en una economía social de mercado, en que la libertad, la innovación y el emprendimiento son sus más poderosos motores. También creemos en la libre competencia, la protección de los derechos de nuestros trabajadores y de nuestros consumidores. Y estas dos creencias lejos de ser contradictorias, son absolutamente consecuentes, porque para que la economía de mercado tenga eficacia y legitimidad, es absolutamente necesario tener mercados competitivos y proteger rigurosamente los derechos de nuestros consumidores y trabajadores.
Por eso creamos el Sernac Financiero, por eso, hemos fortalecido la Fiscalía Nacional Económica y por eso, hemos modernizado la Dirección del Trabajo.
Igualmente, seguimos profundizando la exitosa estrategia de inserción internacional en la economía mundial que han seguido  todos los gobiernos durante los últimos 30 años. Hace pocos meses entraron en vigencia los nuevos acuerdos comerciales con Turquía, Nicaragua, Hong Kong y Tailandia, y muy pronto se sumarán Vietnam y Malasia. De esta forma seguimos avanzando también en nuestro acuerdo con la Unión Europea y estamos progresando hacia el Trans Pacific Partnership (TPP), que constituye el proceso de integración más audaz entre las principales economías de ambos lados del Océano Pacífico y que busca crear el área de libre comercio más grande del mundo.
A eso se suma la Alianza del Pacífico, de la cual Chile, junto a Colombia, México y Perú, es país fundador. Esta alianza, en conjunto, suma una población de más de 200 millones de habitantes, representa un tercio del PIB y la mitad del comercio latinoamericano y busca crear un área de libre circulación no solamente de bienes y servicios, sino que también de capitales y personas a nivel regional.
Este esfuerzo no ha sido en vano. En los últimos tres años nuestras exportaciones aumentaron más de un 40%, pasando de 55 mil millones de dólares a 80 mil millones de dólares. El año pasado Chile fue el segundo mayor receptor de inversión extranjera directa en América Latina, con cerca de 30 mil millones de dólares, sólo superado por Brasil.
También es necesario mejorar nuestro sistema de capacitación, porque en la sociedad moderna la educación es un proceso permanente, desde la cuna hasta el último día de nuestras vidas. Por ello, enviaremos próximamente a este Congreso una reforma a nuestro sistema de capacitación, que permitirá aumentar la empleabilidad, la productividad y los salarios de nuestros trabajadores, y muy especialmente de los más vulnerables.
Pero lo más importante no es sólo cuánto crecemos, sino que cómo este crecimiento mejora la calidad de vida, las oportunidades y el futuro de todos los chilenos.
Sin duda, los 800 mil nuevos empleos y los 2,3 millones de chilenos que han obtenido una solución habitacional durante estos tres años, significan una mejor calidad de vida para los chilenos. Sin embargo, también es conveniente destacar algunos indicadores no tradicionales del bienestar. Por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que además de ingresos considera otros indicadores, como la calidad de la educación y la salud, ubica a Chile en el primer lugar de América Latina, y superando por primera vez a muchos países desarrollados. Este año, 8,5 millones de chilenos pudieron veranear, lo que casi duplica el número de veraneantes del año 2009, y el número de viajes de chilenos al extranjero creció en 50%, bordeando los cuatro millones de viajeros.
La cantidad de libros escritos en Chile alcanzó su máximo nivel histórico, y entre el 2009 y el 2012, el tamaño promedio de las viviendas creció de 66 a 77 mts2, lo que significa agregar una nueva pieza nueva. Los asistentes al cine aumentaron de 14 a 20 millones. El número de automóviles vendidos se duplicó. Las conexiones a televisión digital o por cable crecieron en un 23%. Los teléfonos celulares aumentaron en un 50%. El acceso a Internet móvil creció en siete veces. El porcentaje de hogares con conexión a Internet pasó de 38 a 56%. El número de deportistas saltó de dos a tres millones de chilenos. E igualmente tuvimos niveles récord de construcción de viviendas, de ventas del comercio y restaurantes, de asistencia a espectáculos culturales y deportivos y de adquisición de computadores, electrodomésticos y línea blanca.
Todos estos indicadores reflejan el objetivo último de todos nuestros esfuerzos: mejorar la calidad de vida y las oportunidades de progreso de todos los chilenos, pero muy especialmente de los más vulnerables y de clase media, que están marchando y permiten que Chile hoy día sea un país que  avanza con todos y no deja a nadie atrás.
Sin embargo, para consolidar estos avances tenemos tres desafíos fundamentales que estamos abordando como país: la energía, el agua y la infraestructura.
En materia de energía, qué duda cabe, nos ha costado más de la cuenta. Al alza de los precios internacionales del petróleo, del carbón y del gas natural, se suma una severa sequía, que a pesar del alivio del último fin de semana, ya se extiende por más de cuatro años consecutivos, y que ha reducido a menos de un tercio las reservas hídricas de nuestros embalses.
Es cierto que el abastecimiento de energía en nuestro país está asegurado para los próximos tres o cuatro años, pero nuestro Gobierno también está comprometido con lo que ocurrirá más allá de ese período. Requerimos no sólo duplicar nuestra capacidad de generación durante los próximos 12 años, sino que también necesitamos una energía más económica, segura y limpia.
Por ello, y con el concurso de una comisión de expertos, desarrollamos una Estrategia Nacional de Energía para las próximas dos décadas. Y si bien hemos logrado avances significativos en eficiencia energética y en energías limpias y renovables, quisiera detenerme en dos aspectos críticos, como son la generación y la transmisión eléctrica.
En lo que respecta a generación, y velando por el estricto cumplimiento de nuestra normativa ambiental, el Gobierno ha aprobado permisos para la construcción de cerca de 11.500 MW en estos tres años, suficientes para cubrir el abastecimiento requerido en toda la próxima década.
Sin embargo, hemos experimentado un creciente proceso de judicialización, que incluso ha paralizado proyectos que estaban aprobados por los organismos técnicos competentes.
Por ello, modernizamos la institucionalidad ambiental, que incluye los nuevos tribunales ambientales, y aprobamos una normativa más estricta para las centrales termoeléctricas, con estándares propios de los países de la OCDE.
En materia de transmisión, estamos impulsando la creación de una Carretera Eléctrica Pública, la que recientemente fue aprobada en general en el Senado, y que fortalece el rol del Estado en la planificación, definición de trazados y otorgamiento de permisos para levantar líneas troncales de transmisión, de forma de proteger mejor nuestra capacidad de transmisión, pero también nuestro medio ambiente y nuestras comunidades.
Además, estamos ad portas de aprobar una reforma a la Ley de Concesiones Eléctricas, que simplificará los procedimientos y reducirá los tiempos para el otorgamiento de los permisos para líneas de transmisión desde los más de 700 días actuales a tan sólo 150 días. Adicionalmente, en junio enviaremos a este Congreso un Proyecto de Ley para avanzar en la interconexión de los Sistemas Eléctricos del Norte Grande y Central, lo que hará más robusto nuestro sistema eléctrico, introducirá más competencia y favorecerá el ingreso de fuentes alternativas a nuestra matriz, como las energías renovables no convencionales.
También hemos aumentado los niveles de inversión en transmisión, desde los 100 millones de dólares anuales en la década pasada, a los 900 millones de dólares del año 2012.
Estas obras multiplicarán por seis la capacidad del sistema de transmisión entre Santiago y Copiapó y duplicarán la capacidad del sistema de transmisión entre Concepción y Santiago, permitiendo que la energía pueda fluir desde los centros de generación hacia los hogares e industrias de nuestro país.
Un segundo desafío para el desarrollo es el agua. La falta de inversiones en infraestructura hídrica, unido a los efectos que está teniendo el cambio climático, expone a nuestro país a períodos cada día más recurrentes y severos de sequía, como el que hoy estamos viviendo. Ello no sólo está afectando a sectores fundamentales de nuestra economía, como la minería o la agricultura, sino que también amenaza el abastecimiento para el consumo humano, especialmente en el norte del país.
Por ello, además de declarar zona de catástrofe a todas las comunas de la región de Coquimbo y también de La Ligua, Petorca y Cabildo en la región de Valparaíso, para ir en ayuda de los damnificados,  hemos reimpulsado la construcción de grandes embalses, cuya carencia hoy explica que en un país tan rico en agua dulce, como es el nuestro, el 84% de esa agua termine perdiéndose en el mar.
Entre los años 2000 y 2011 prácticamente no se inauguró ningún embalse en nuestro país. Hoy estamos impulsando la construcción de 16 nuevos embalses, de forma de aumentar en más de un 30% nuestra actual capacidad de almacenamiento de agua. Ya se inauguró el Embalse Ancoa, en la región del Maule, los canales matrices del Embalse El Bato, en la región de Coquimbo, y muy pronto entrará en operaciones el Embalse Chacrillas, en la región de Valparaíso, reanudaremos las obras del Embalse Convento Viejo, en la región de O’Higgins, que fueron suspendidas el 2009, y estamos próximos a iniciar la construcción del entubamiento del Canal Azapa y de los embalses Chironta en Arica y Parinacota, Punilla en el Biobío y Valle Hermoso, en la región de Coquimbo.
Finalmente, el tercer desafío es la infraestructura. Chile necesita más y mejores carreteras, puertos y aeropuertos. Por eso, en nuestro Gobierno invertiremos más de 12 mil millones de dólares en infraestructura para el desarrollo. Con estos recursos estamos construyendo más de 3.500 kilómetros de nuevos caminos básicos, equivalentes al 40% de todos los que existían cuando llegamos al Gobierno, la mayor parte de ellos en nuestras regiones.
Destaco, por ejemplo, las dobles vías entre La Serena y Vallenar y Vallenar y Caldera, o entre Puerto Montt y Pargua, lo que nos  va a permitir alcanzar 2 mil kilómetros de doble calzada entre Caldera y el Canal de Chacao.
Destaco igualmente el mejoramiento de la cuesta Las Chilcas, al norte de Santiago, la nueva ruta entre La Serena y Ovalle; la Autopista Concepción-Cabrero; además de los nuevos accesos a la ciudad de Iquique; los nuevos puentes Industrial y Bicentenario sobre el Biobío; y el anhelado puente Cau Cau en Valdivia, el primer puente basculante en la historia de nuestro país.
También estamos enfrentando el creciente flujo de pasajeros en nuestros aeropuertos que, gracias al rápido desarrollo del país, ha pasado de 8 a 24 millones de personas en los últimos 10 años. Las obras que estamos impulsando permitirán aumentar en un 30% la capacidad de los aeropuertos concesionados, a través de nuevos o renovados aeropuertos en Iquique, Antofagasta, Calama, Temuco y Chiloé, por mencionar sólo algunos. A eso se suma la licitación del nuevo aeropuerto de Santiago, que lanzaremos este año, y que nos permitirá triplicar su capacidad actual.
Una tarea relevante ha sido la ampliación y modernización de nuestro sistema de puertos, que incluye nuevos desarrollos portuarios en Antofagasta, Iquique, Coquimbo, Valparaíso, San Antonio, Talcahuano, Puerto Montt y Chacabuco, lo que nos va a permitir duplicar la capacidad de nuestros puertos y permitir así que siga el desarrollo de nuestras exportaciones y de nuestro comercio exterior.
Otro esfuerzo importante en estos tres años ha sido la revitalización del Sistema de Concesiones, con proyectos de inversión que en nuestra administración bordearán los 7.000 millones de dólares, entre los que destaco la construcción de Vespucio Oriente, que licitaremos el segundo semestre de este año y que permitirá, por fin, completar el anillo de Américo Vespucio y, también, el plan de hospitales concesionados.
No puedo dejar de mencionar el Puente de Chacao y la Carretera Austral, porque un país que quiere alcanzar el desarrollo no puede mantener aisladas o con serios problemas de conectividad a zonas tan vastas de nuestro territorio, como son los casos de Chiloé, Aysén y Magallanes.
Respecto al puente sobre el Canal de Chacao, que comprometimos el año pasado en este Congreso, ayer las bases de licitación fueron aprobadas por la Contraloría y durante el segundo semestre realizaremos la licitación internacional que permitirá su construcción.
En cuanto a la Carretera Austral, entre Puerto Montt y Coyhaique, las obras en desarrollo permitirán aumentar en más de 50% los kilómetros pavimentados, de forma de pasar de 220 a más de 315 durante este periodo. Es decir, en sólo cuatro años habremos avanzado un 40% adicional a lo que había a inicios de nuestro mandato.
Y seguimos avanzando para conectar el territorio nacional por territorio chileno y los 365 días del año, de forma tal que la Región de Aysén y la Provincia de Palena puedan integrarse plenamente al resto de nuestro país.
También estamos completando el camino que unirá el Estrecho de Magallanes con el Canal del Beagle, a través de nuestra maravillosa Tierra del Fuego.
Queridos compatriotas: Llegar al desarrollo también requiere resolver cuellos de botella y potenciar las oportunidades que brindan sectores tan importantes como la Agricultura y Silvicultura, en el que viven o trabajan más de 2,5 millones de chilenos.
La minería, que representa la gran riqueza de Chile, la pesca y la acuicultura, que se fundan en nuestros más de cuatro mil kilómetros de costa, o las telecomunicaciones, que es un sector clave para la nueva sociedad del conocimiento y la información.
Quisiera compartir con ustedes algunos esfuerzos y avances en cada uno de estos sectores.
Próximamente, enviaremos a este Congreso el Proyecto de Ley que crea el nuevo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentos, para avanzar hacia un Chile potencia agroalimentaria. A través de Indap, hemos duplicado el apoyo técnico y productivo a la agricultura familiar campesina, llegando a más de 132 mil pequeños agricultores. Y esperamos que este Congreso apruebe el nuevo Estatuto Laboral Agrícola, que fue fruto de un amplio acuerdo entre las partes, para proteger más y mejor a los cerca de 800 mil compatriotas que laboran en el campo y, muy especialmente, a las mujeres temporeras.
Porque creemos y defendemos una competencia leal, hemos fortalecido el funcionamiento de la Comisión de Distorsiones, extendiendo al doble el plazo de aplicación de posibles salvaguardias. Y en el campo interno, hemos fortalecido a Cotrisa, hemos regulado mejor el sistema de muestras y contramuestras, y creamos una oficina especializada en la Fiscalía Nacional Económica, para prevenir atentados y abusos a la libre competencia y para que nuestros agricultores reciban el precio justo por los productos que con tanto esfuerzo cultivan en sus campos.
El año pasado, la minería representó un 13% de nuestro Producto Interno Bruto, 62% de nuestras exportaciones y 25% de los ingresos fiscales. Hoy contamos con una cartera de inversiones cercana a los 100 mil millones de dólares para la próxima década, la que permitirá que Codelco pueda crecer, invirtiendo casi un cuarto de esa cifra, y consolidar así su condición de primer productor mundial de cobre.
Para mantener este liderazgo, Codelco está experimentando un verdadero renacimiento y está trabajando en los proyectos estructurales Ministro Hales, Radomiro Tomic II, el nuevo nivel de la Mina El Teniente, la nueva Chuquicamata Subterránea y la expansión de Andina, que en conjunto sumarán una producción cercana a los dos millones de toneladas métricas de cobre, lo que equivale a un tercio de toda la producción actual del país.
Para que estos proyectos sean exitosos y para asegurar la fortaleza de Codelco y su necesario aporte al Presupuesto Fiscal, es fundamental mejorar sustancialmente la eficiencia y competitividad de Codelco, lo que requiere un exigente programa de reducción de costos y de control de emisiones.
En materia de pesca, ya está en marcha el nuevo Indap pesquero y aprobamos la nueva Ley de Pesca, que permitirá el uso sustentable de nuestros recursos pesqueros.
Por otra parte, la eliminación de la larga distancia y la creación de la portabilidad numérica han permitido a más de un millón de personas cambiar libremente de compañía, manteniendo su número telefónico, y también reducir a la décima parte el costo de las antiguas llamadas de larga distancia y en casi un 30% los precios de los planes de celular y de Internet. Y pronto tendremos a disposición de todos los hogares de Chile, y en forma gratuita, la nueva televisión digital o televisión de alta definición.
En la página Web del Gobierno de Chile se expone con mayor profundidad la situación y perspectivas de éstos y otros sectores.

Educación

Pero quisiera hoy día concentrar nuestra mirada en el desafío de la educación. Sabemos que un buen empleo y una educación de calidad son los instrumentos más poderosos para crear verdaderas oportunidades, para el desarrollo integral tanto de las personas como del país. Nuestro sistema educacional, a pesar de los evidentes progresos de las últimas décadas, presenta al menos tres graves problemas. Primero, su calidad es en general baja, muy desigual y ha estado estancada. Segundo, su acceso es muy inequitativo y segrega, muchas veces, a los niños desde muy temprana edad, en función de la situación socioeconómica de sus padres. Y tercero, impone sobre los hombros de nuestros estudiantes y de sus familias, a veces un costo imposible de sustentar. Estas dificultades son inaceptables, y su superación constituye un desafío moral para toda la sociedad.
Por eso, una educación de calidad para todos está en el corazón de los compromisos y prioridades de este Gobierno. Por eso, hemos puesto en marcha una reforma educacional que hemos denominado 3×3, porque abarca los tres niveles de nuestro sistema educacional: preescolar, escolar y superior. Y porque incorpora los tres desafíos de nuestra educación: calidad, acceso y financiamiento.
Sobre estas reformas se había hablado mucho, pero no se había hecho lo suficiente. Por eso hemos congregado una enorme cantidad de voluntades, trabajo y recursos. Por ejemplo, si el año 2009 el Estado invertía 8.900 millones de dólares en educación, este año invertiremos casi 14 mil millones, lo que representa un 50% de incremento y refleja el compromiso de nuestro Gobierno. Adicionalmente, hemos creado un Fondo para la Educación, que será alimentado con 4 mil millones de dólares y que permitirá financiar responsablemente las necesarias inversiones que deberemos hacer en el futuro en el campo de la educación.
Pero esta reforma no sólo requiere de mayores recursos. Requiere, sin duda, de la unidad y colaboración de toda la sociedad y también de resguardar el valor esencial de la libertad, requisito indispensable de la vida humana y particularmente en el campo de la educación.
Por ello, la reforma propuesta por el Gobierno se basa en principios muy arraigados en la sociedad chilena, que es sano y necesario explicitar.
Creemos en una sociedad docente, en que tanto el Estado como la sociedad civil participen del esfuerzo educacional en todos sus niveles y ninguno de ellos pretenda monopolizar el esfuerzo de la educación.
También debemos respetar la libertad de enseñanza y la necesaria autonomía de los establecimientos educacionales, para desarrollar sus propios proyectos educativos. Y también creemos en la libertad de los padres para seleccionar el colegio de sus hijos y de los jóvenes para elegir la institución de educación superior en que quieren estudiar.
Esta reforma también reconoce y promueve la dignidad de los profesores, la necesidad de una formación y capacitación adecuada, y de una compensación justa en función de su desempeño, al igual que el liderazgo y mayor autonomía que necesitan los directores de escuelas. Pero esta reforma asigna al Estado la responsabilidad de velar por la calidad de la educación en todos los niveles de nuestro sistema educacional y con una preocupación especial por la calidad de la educación pública, por cuidar el buen uso de los recursos públicos y por informar oportuna y verazmente a los estudiantes y a sus padres respecto de las características de las distintas alternativas educacionales existentes. Y también es responsabilidad del Estado garantizar un financiamiento adecuado, a través de becas o a través de préstamos en condiciones favorables a todos los estudiantes de la educación superior que lo necesitan.
¿En qué consiste esta reforma educacional?
Esta reforma comienza con la educación preescolar, porque debemos nivelar la cancha desde la más temprana infancia, de forma de poder compensar con eficacia las carencias de origen antes que estas carencias se hagan irreversibles.
Por eso, durante estos tres años hemos duplicado el presupuesto público para la educación preescolar. Por eso, hemos garantizado la cobertura de kinder y pre kinder gratuito a todos los niños pertenecientes al 60% de los hogares más vulnerables. Por eso, hemos incorporado nuevas exigencias de calidad a nuestra educación preescolar, de forma tal que además de cuidar a nuestros niños, ella cumpla un rol educativo, de motivación, sociabilidad y estimulación adecuado para los niños de esa edad.
Porque, aunque sabemos que estos niños no marchan, el Estado tiene el deber de priorizar la educación preescolar. Es ahí donde se hace la verdadera diferencia y es ahí donde se construye una sociedad más justa.
Por eso, así como el año 1920 el ex Presidente Sanfuentes estableció la instrucción primaria obligatoria de cuatro años; el año 1965, el ex Presidente Frei Montalva hizo lo mismo con la educación básica de ocho años; y el año 2003, el ex Presidente Lagos instauró la educación media obligatoria, hoy quiero anunciar que para avanzar hacia la universalidad y gratuidad de la educación preescolar, próximamente enviaré a este Congreso una Reforma Constitucional que establece el kinder obligatorio para todos los niños de Chile. Y de esta forma, empezaremos a nivelar la cancha y a igualar las oportunidades desde la más temprana infancia, cuando todavía podemos hacer una diferencia. De esa forma, tendremos un país que asegura y garantiza educación gratuita y de calidad por trece años a todos nuestros niños y jóvenes.
Y para esto, enviaremos próximamente al Congreso una ley que crea gradualmente la Subvención Universal para los niños desde los tres años, incluyendo también una subvención preferencial para los niños más vulnerables.
En materia de educación escolar, los cambios también han sido profundos. No sólo hemos incrementado en un 20% la subvención escolar preferencial, también la estamos ampliando a más estudiantes. El año 2009 esta subvención beneficiaba a 605 mil alumnos en nuestro país. Hoy la estamos extendiendo gradualmente, desde la educación básica hasta la educación media, beneficiando a 1,1 millón de alumnos. Y si este Congreso aprueba el proyecto que enviamos para crear la subvención preferencial también para la clase media de nuestro país, aumentando este beneficio del 40 al 60% de los estudiantes más vulnerables, entonces, en régimen, la subvención escolar preferencial beneficiará a 2,2 millones de estudiantes chilenos, contribuyendo así a dar un paso importante hacia una mayor igualdad de oportunidades en nuestro país.
¿Qué significa esto? Que si hace tres años un estudiante prioritario de primero medio se educaba con una subvención de 66 mil pesos mensuales, hoy lo hace con una subvención de 95 mil pesos mensuales.
Lejos de descuidar la educación municipal, hemos redoblado nuestros esfuerzos por fortalecerla. Si el 2009, además de las subvenciones escolares, se destinaban 184 mil millones de pesos a los establecimientos municipales, el año pasado más que duplicamos esa cifra, alcanzando los 400 mil millones de pesos. Si hace tres años había sólo un puñado de liceos de excelencia, como el Instituto Nacional o el Carmela Carvajal, este Gobierno ya ha inaugurado 60 liceos de excelencia en todas nuestras capitales regionales y en lugares tan postergados como Alto Hospicio, Puente Alto, Renca, Cerro Navia, Conchalí, Quilicura, San Bernardo, Loncoche, Purén, Angol, Lota, Coronel y Lebu.
Los resultados de estos liceos son alentadores. ¿Quién hubiera pensado que el mejor puntaje en la prueba de matemáticas de la última prueba Simce no lo obtendría un colegio particular pagado, sino que uno municipal y gratuito, como el Liceo Bicentenario San Pedro de Puente Alto, que fue creado durante este Gobierno?
Hoy, gracias a la Beca Vocación de Profesor tenemos cerca de 6 mil estudiantes de pedagogía con más de 600 puntos en la Prueba de Selección Universitaria, es decir, buenos estudiantes, preparándose para ser buenos profesores para educar bien a nuestros hijos.
En estos tres años hemos triplicado el número de computadores y el número de establecimientos educacionales conectados a Internet, permitiendo a más de tres millones de estudiantes incorporarse a esta sociedad del conocimiento y la información y, adicionalmente, 237 mil familias de clase media han postulado para recuperar parte de los gastos incurridos en la educación de sus hijos, a través del descuento tributario creado por este Gobierno.
En los últimos tres años, hemos desarrollado un amplio programa de inversión en equipamiento de los liceos técnico-profesionales, multiplicando por más de 10 veces la inversión que hacíamos en el periodo anterior. Hemos fortalecido el liderazgo y las atribuciones de los directores de escuela, quienes hoy son seleccionados por medio de la Alta Dirección Pública en los colegios municipales. Y hemos flexibilizado el estatuto docente, para premiar más a los buenos profesores y para ayudar mejor a los que requieren perfeccionamiento.
Todo este esfuerzo, incluyendo por cierto el esfuerzo de los gobiernos anteriores, ya empieza a rendir sus primeros frutos.
Las últimas pruebas Simce muestran que, después de décadas de estancamiento, la calidad de la educación está mejorando y las brechas de desigualdad están disminuyendo. Lo mismo muestran pruebas internacionales, como las pruebas TIMSS y PISA.
En materia de educación superior también estamos avanzando. Si el año 2009 teníamos 123 mil becas para jóvenes necesitados, hoy superamos las 300 mil, y el próximo año podemos llegar a 400 mil y, de esta forma, aseguramos a todos los jóvenes con mérito pertenecientes al 60% de los hogares más vulnerables, el derecho a una beca garantizado por el Estado. Y a todos los demás, con la sola excepción del 10% más favorecido, el derecho a obtener préstamos en condiciones subsidiadas y favorables. Por eso, bajamos la tasa de interés del crédito con aval del Estado del 6 al 2%, lo que puede significar una rebaja de hasta 40% en la cuota, y establecimos que esa cuota nunca podrá superar el 10% de los ingresos que tengan los estudiantes. Y si este Gobierno aprueba el Proyecto de Ley, al cabo de quince años, cualquiera sea la deuda que exista, se va a extinguir por el solo mandato de la ley. También redujimos de 8 a 2% la tasa de interés de los créditos Corfo.
Todas estas reformas apuntan a cumplir con nuestro compromiso: que ningún joven con mérito se quede fuera de la educación superior por falta de recursos y que ninguna familia chilena vea transformado el sueño de un hijo profesional, en una verdadera pesadilla, por la mochila de deudas que ello pudiera significar.
Pero también lo queremos decir con toda claridad: No nos parece justo que con los recursos de todos los chilenos, que siempre son escasos frente a las múltiples necesidades de nuestra sociedad, estemos financiando la educación superior de los jóvenes más privilegiados de nuestro país.
Sin duda, lo más importante es asegurar a todos nuestros niños y jóvenes una educación de calidad en todos los niveles del sistema educacional. En consecuencia, si un establecimiento, público o privado, con o sin ganancias, sistemáticamente no es capaz de otorgar esa educación de calidad, ese establecimiento debe dejar de existir. Y, por el contrario, si un establecimiento educacional, público o privado, entrega educación de calidad, cumple con la ley, ese establecimiento tiene derecho subsistir.
Pero para avanzar hacia una mayor calidad de la educación superior, esperamos que este Congreso alcance pronto los consensos necesarios para aprobar los proyectos de ley que establecen un nuevo Sistema Único de Financiamiento, la nueva Superintendencia y el nuevo Sistema Nacional de Acreditación de Instituciones de Educación Superior. Y, adicionalmente, y luego de recoger opiniones y aportes de la comunidad educacional, en las próximas semanas enviaremos a este Congreso un proyecto de ley que crea la Subsecretaría de Educación Superior.

Un Chile con seguridades para todos

No basta con crecer o crear oportunidades. La sociedad de seguridades debe también garantizar a todos los chilenos, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra, una vida digna, lo que exige derrotar la pobreza y reducir las desigualdades excesivas.
En los últimos tres años, tanto la pobreza como las desigualdades recobraron su tendencia a la baja. Entre el año 2009 y el año 2011, 148 mil compatriotas lograron superar su condición de pobreza extrema y las desigualdades de ingreso entre el 10% más rico y el 10% más pobre, se redujeron de 46 a 36 veces.
Derrotar la pobreza y reducir las desigualdades requiere de políticas públicas que apunten a eliminar sus causas, pero también a atenuar sus consecuencias.
Las herramientas más poderosas son: crear buenos empleos y con salarios justos para todos los que quieran trabajar; otorgar educación de calidad a todos nuestros niños y jóvenes y entregar una capacitación más útil a nuestros trabajadores; y, definitivamente, fortalecer la familia.
Pero estas poderosas herramientas requieren tiempo para que surtan sus efectos. Y ese tiempo no lo tenemos.
En consecuencia, también debemos implementar políticas que mitiguen ahora las dolorosas consecuencias de la pobreza y desigualdades excesivas.
Por eso creamos el Ministerio de Desarrollo Social y lo ubicamos en La Moneda, para que esta lucha esté siempre en el corazón de las prioridades y compromisos del Gobierno. Junto con ello, hemos evolucionado desde un enfoque asistencialista, que muchas veces ahogaba las capacidades y creaba dependencias en las familias vulnerables, hacia un enfoque que confía y apela a las capacidades y esfuerzos de las propias familias. En dos palabras, ayudarlos para que se puedan ayudar a sí mismos, y respetando siempre su libertad.
A eso apunta la filosofía del Ingreso Ético Familiar, que constituye una verdadera alianza estratégica entre el Estado, la sociedad civil y las familias vulnerables, que establece derechos y obligaciones para todas las partes, incluyendo los 700 mil chilenos más vulnerables que participan o han participado de este programa.
El Ingreso Ético Familiar está construido sobre tres pilares básicos. Primero, el pilar de la dignidad, que significa una transferencia incondicional y que incluye asistencia social y laboral. Segundo, el pilar de los deberes, que premia a aquellas familias que logran altos índices de asistencia a las escuelas de sus hijos, o que mantienen al día los controles de salud de los mismos. Y tercero, el pilar de los logros, que beneficia al 30% de la población más vulnerable y que a través del Bono Mujer Trabajadora complementa hoy día los salarios de más de 170 mil mujeres en hasta 34 mil pesos mensuales, y premia con un Bono Escolar de hasta 50 mil pesos anuales a los 200 mil niños de mejor rendimiento escolar, bono que empezará a ser pagado por primera vez en el mes de junio de este año, y de esta forma el Estado ayuda a todas las familias vulnerables, pero ayuda más a aquellas familias que más se esfuerzan, creando incentivos para la superación y no para la dependencia.
También estamos implementando una nueva Agenda de Impulso Social, con diez medidas que van al corazón de la lucha contra la pobreza. Como la entrega gratuita de 67 mil camas, para que todo niño en nuestro país tenga su propia cama donde dormir, o el programa Noche Digna, que con su red de más de 40 albergues, entrega alimentación, hospitalidad y atención médica a los chilenos que aún viven en la calle.
Los resultados de este nuevo trato, unidos a la vigorosa creación de empleos y mejora de los salarios y al esfuerzo de las propias familias vulnerables, están ya dando frutos. Todas las mediciones, incluyendo la Cepal y la Universidad de Chile, muestran que la pobreza, la indigencia y la desigualdad han recuperado, por fin, su tendencia a la baja.
Sin embargo, debemos revisar y modernizar la institucionalidad con que medimos la pobreza en nuestro país, creando criterios más exigentes y estableciendo variables que no solamente tengan relación con el ingreso, sino que también con carencias en materia de salud, educación o vivienda.
Por eso le hemos pedimos a una comisión, presidida por Rodrigo Jordán, que nos proponga una nueva forma más exigente de medir la pobreza en nuestro país y que sea más acorde al Chile del siglo XXI.

Mejor salud para todos

Cuando una persona está enferma, está vulnerable y necesita acceso a una salud de calidad, digna y también eficaz. A eso apunta la Reforma a la Salud que hemos puesto en marcha.
Siempre es mejor prevenir que curar. A eso apunta el programa “Elige Vivir Sano”, que dirige la Primera Dama, y que hace pocos días, gracias a una ley aprobada por este Congreso, se transformó en una política de Estado y de naturaleza permanente, que apunta a crear una cultura de vida sana a través de cuatro pilares: alimentarnos mejor, practicar más deporte, compartir más con la familia y disfrutar mejor de nuestra maravillosa naturaleza.
Por eso aprobamos la Ley de Tolerancia Cero con el Alcohol, que no solamente ha reducido en un 30% las víctimas fatales, sino que también está reduciendo el consumo de alcohol. Por eso impulsamos la Ley que restringe el consumo de cigarrillos, no solamente para proteger a los no fumadores, sino que también para reducir el tabaquismo en nuestro país. Por eso aprobamos la Ley de Etiquetado de Alimentos y hemos reformulado el Programa de Alimentación Escolar, para que nuestros niños y jóvenes reciban una dieta más sana y más balanceada.
El mensaje de fondo del Programa Elige Vivir Sano es que, más allá de las responsabilidades que corresponden al Estado, la principal responsabilidad con nuestra salud está con nosotros mismos. Somos cada uno de nosotros los mejores guardianes de nuestra propia salud y tenemos que cambiar nuestra cultura y aprender a cuidarnos mejor y vivir una vida más sana.
Por eso, quiero agradecer sinceramente a Cecilia, la Primera Dama, por el compromiso, el amor, el entusiasmo y la entrega que ha puesto en promover una cultura de vida más sana entre todos los chilenos. Gracias Cecilia.
En materia de infraestructura de salud, sufrimos un doble terremoto. Primero, el del 27 de febrero que destruyó o dañó uno de cada tres de nuestros hospitales. Y, segundo, la creciente obsolescencia que mostraban nuestros hospitales y nuestros consultorios, debido a la falta de inversiones.
En los primeros tres años de este Gobierno ya hemos inaugurado 19 hospitales, como los de Arica y Punta Arenas, algunos de los cuales fueron iniciados en el Gobierno anterior. Además, tenemos 43 hospitales adicionales en plena construcción o por iniciar obras, incluyendo los mega hospitales de La Florida y Maipú.
En otras palabras, durante este Gobierno se construirán o iniciarán su proceso 62 nuevos hospitales, es decir, seis veces más que en la década anterior.
En materia de salud primaria, hemos construido 48 nuevos consultorios y están en proceso 71 Centros de Salud Familiar adicionales, lo que nos permitirá completar 119 nuevos consultorios y Centros de Salud Familiar.
Y con esta significativa inversión, hemos puesto en marcha una verdadera red de salud en acción al servicio de los chilenos.
Para dotar a esta red de los médicos especialistas necesarios, hemos duplicado sus becas de formación, llegando hoy a casi mil médicos formándose cada año, lo que nos permitirá contar con tres mil nuevos médicos especialistas, particularmente en las regiones, atendiendo en la red de salud pública.
Pero no basta con construir nuevos hospitales y consultorios o dotarlos de equipamiento y tecnología moderna, necesitamos también a esos médicos especialistas y necesitamos también que los pacientes y enfermos sean atendidos con la dignidad, cariño oportunidad y eficacia que merecen.
Por eso aprobamos la Ley de los Derechos y Deberes de los Pacientes, que había sido presentada por el ex Presidente Lagos, y creamos un Bono por el Buen Trato a los Pacientes, porque queremos construir una cultura de  cariño, cuidado y respeto por nuestros enfermos.
Por eso, nos esforzamos tanto por terminar con las listas de espera de enfermedades Auge que afectaban a más de 300 mil chilenos cuando asumimos el Gobierno. Por eso, estamos trabajando tan duro para terminar con las esperas excesivas de enfermedades no Auge, cuya meta es junio de este año. Ya hemos reducido de 90 mil el 2009 a 8.300 en la actualidad esas esperas. Por eso, aumentamos de 69 a 80 las enfermedades cubiertas por las garantías Auge, incluyendo enfermedades tan recurrentes y dolorosas como los trastornos bipolares, el lupus sistémico, el cáncer de colon, el cáncer de ovarios, el cáncer de huesos, el cáncer de vejiga y el hipertiroidismo. Y hasta hoy los tratamientos dentales están cubiertos por las garantías Auge sólo para los niños de seis años.
Hoy quiero hacer un importante anuncio en materia de salud dental. En las próximas semanas implementaremos la libre elección, con bonificación del 40% por parte del Estado, para niños beneficiarios mayores de 12 años y menores de 18, en los grupos B, C y D del Fonasa, para tratamientos de obturaciones y endodoncia dental, y aumentaremos en 300 los dentistas con especialización atendiendo en nuestra red pública, dando así un gran paso adelante para aliviar el grave problema dental que afecta a nuestra población.
También le devolvimos a más de 660 mil pensionados asegurados en Fonasa la modalidad de libre elección, los que pudieron recuperar su libertad de elegir dónde y con quién atenderse.
Y para asegurar un Plan Básico de Salud a todos los afiliados de Isapres y terminar con las discriminaciones arbitrarias que perjudican a mujeres y adultos, y con las preexistencias que afectan a tantos cotizantes de nuestras Isapres, enviamos al Congreso un Proyecto de Ley que crea un Plan Garantizado de Salud, accesible para todos, a un precio uniforme para todos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos.
Y hoy quiero pedir encarecidamente a este Congreso la pronta aprobación de esa Ley de mejoramiento de nuestro sistema de Isapres y también de la Ley de Fármacos que están en este Congreso.
Esta última ley, la Ley de Fármacos, permitirá exigir a los médicos indicar las alternativas genéricas de los remedios que receten, pues éstas son mucho más baratas; permitirá autorizar la venta en supermercados y otros establecimientos comerciales de los medicamentos que no requieren receta médica; y permitirá establecer su venta unitaria para que las personas sólo compren lo que realmente necesitan y no lo que los laboratorios le quieren vender. Todo esto va a facilitar el acceso a los medicamentos y va a reducir hasta en un 30% el precio de los mismos.
Finalmente, hemos enfrentado la amenaza de la bacteria W-135, que puede producir meningitis, a través de un programa de vacunación en tiempo record de más de un millón de nuestros niños entre nueve meses y cinco años, evitando así la propagación de esta peligrosa bacteria y también los estragos que ella ha producido en otros países de la región.

Un Chile más seguro y en paz

La delincuencia y el narcotráfico son enemigos crueles y poderosos, que no respetan a nada ni a nadie, y que producen mucha angustia y dolor en la ciudadanía.
Hace cuatro años se cometieron en Chile 2,2 millones de delitos. Una de cada tres familias fue víctima de un delito y uno de cada cinco compatriotas vivía con un alto grado de temor. Y en materia de narcotráfico, las cifras eran aún más alarmantes. Según Naciones Unidas, ese año, el 2009, Chile lideró el consumo de drogas a nivel escolar en Sudamérica, el que había crecido un 21% entre el 2005 y el 2009.
Sabemos que la batalla contra la delincuencia y el narcotráfico es dura y difícil y que probablemente durará para siempre. Sin embargo, tenemos que darla siempre con toda la fuerza del mundo y con todo el rigor de la ley.
Frente a la triste y angustiante realidad antes descrita, este Gobierno diseñó una Estrategia Nacional de Seguridad y lanzó el Plan Chile Seguro, y se comprometió frente a los chilenos con metas concretas, exigentes y medibles de reducción de los delitos, del temor y del consumo de drogas.
En efecto, nos comprometimos a reducir en un 15% los hogares victimizados y en un 25% los delitos cometidos en los espacios públicos.
En esta lucha contra la delincuencia participan muchas instituciones, no sólo el Gobierno, también las Policías, la Fiscalía, el Poder Judicial, Gendarmería y, por cierto, la sociedad civil. Todos sabemos que si falla un eslabón, falla toda la cadena.
Por eso, hemos puesto tanto esfuerzo en fortalecer la colaboración y coordinación entre todas estas instancias.
Y este enorme esfuerzo está rindiendo sus primeros frutos. Sin perjuicio de reconocer lo mucho que nos falta por avanzar, en estos últimos tres años hemos logrado reducir la victimización en un 22%, lo que significa que 300 mil hogares chilenos dejaron de ser víctimas de la delincuencia.
El porcentaje de chilenos que reconocen vivir con alto temor ha bajado en un 34%.
Hemos implementado el Plan Frontera Norte, para proteger mejor la frontera del norte de nuestro país contra el narcotráfico, el crimen organizado y el contrabando. Entre el 2010 y el 2012, el total de drogas incautadas en procedimientos policiales creció en un 50%, pasando de 18 a 27 toneladas, lo que significa que millones y millones de dosis dejaron de envenenar a nuestros jóvenes y a nuestros compatriotas.
Y éstas no son promesas o buenas intenciones, son cifras y avances objetivos. Y es bueno destacarlos, no para bajar los brazos, todo lo contrario, para fortalecer nuestra voluntad en la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico.
Pero no estamos conformes. Falta mucho trabajo y camino por recorrer para que las familias chilenas puedan dormir tranquilas y para que las madres, cuando estén con sus hijos en los parques o en las plazas, tomen sus manos por amor y no por temor.
Por eso, para enfrentar este desafío aprobamos la Ley que creó el nuevo Ministerio de Interior y Seguridad Pública y la Subsecretaría de Prevención del Delito, donde radicamos la dependencia de Carabineros e Investigaciones, e iniciamos un plan a cuatro años para incrementar en 10 mil los Carabineros y en mil los oficiales de Investigaciones en las calles de Chile, combatiendo a los delincuentes y protegiendo a la gente inocente.
Implementamos los programas Barrio en Paz y Residencial Comercial en más de 130 barrios de mayor concentración delictual y hemos expandido a más de 50 nuevas comunas el Plan Cuadrante, que hoy día protege mejor a 9 de cada 10 chilenos.
Aprobamos la Reforma Constitucional que permite otorgar defensa jurídica gratuita a las víctimas, a la cual, aunque parezca increíble, antes sólo tenían derecho los delincuentes. También creamos el nuevo Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, que ha más que duplicado los tratamientos de rehabilitación, llegando a 30 mil niños y jóvenes de nuestro país. Y estamos implementando un eficaz sistema de seguridad comunitaria, a través del uso del teléfono celular como una alerta y alarma temprana, que ya cuenta con más de 300 mil inscritos en 153 comunas de Chile, y vamos a llegar a un millón de chilenos incorporados a este nuevo sistema de seguridad.
Pusimos en marcha el Plan Plaza Segura, que nos ha permitido ya recuperar más de 200 sitios eriazos abandonados, que eran foco de delincuencia y narcotráfico, y transformarlos en lugares de esparcimiento para la familia. Y este año vamos a llegar a las 500 plazas en todo el país.
Queridos compatriotas: Muchas autoridades al asumir nuestros cargos juramos desempeñarlos con apego a la Constitución y la Ley, pero son muy pocos los que juran, además, hacerlo hasta dar la vida si fuera necesario. Entre ellos están nuestros Carabineros, una institución que durante sus 86 años de vida se ha ganado el respeto, el cariño y la gratitud de nuestro país y que ha debido lamentar más de mil mártires.
Hoy quisiera recordar a los tres últimos mártires de Carabineros de Chile, que perdieron sus vidas protegiendo nuestras vidas: el Sargento Segundo Hugo Albornoz, el Cabo Segundo Cristián Martínez y el Cabo Primero Florencio Arriagada. Y también recordar a los más de 700 carabineros que en estos años han resultado heridos, y algunos graves, por la acción cobarde y delictual de vándalos encapuchados, incluyendo las recientes víctimas que resultaron quemados por ácido o por bombas molotov.
Que quede muy claro: este Gobierno no va a tolerar agresiones ni insultos a nuestros carabineros. Por eso, en los próximos días enviaremos a este Congreso un Proyecto de Ley que establece como un nuevo delito el insulto grave a un carabinero o policía en ejercicio de sus funciones, y también eleva las penas del delito de maltrato de obra que cause lesiones graves a los miembros de nuestras policías.
También quiero pedir a este Congreso la pronta aprobación del Proyecto de Ley que aumenta las penas a quienes ataquen o agredan a carabineros o cometan delito en forma encapuchada durante las legítimas manifestaciones públicas. Porque en democracia todos debemos dar la cara y sólo los cobardes la esconden detrás de capuchas para atentar contra otros chilenos o contra nuestros carabineros.
Y sabemos que un carabinero mejor protegido y más respetado, es mucho más eficaz en la protección de nuestra propia seguridad y en el resguardo del orden público.
Pero la ciudadanía tiene razón cuando exige mayores niveles de seguridad ciudadana y un mejor trabajo de todas las partes involucradas en la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico. Satisfacer esta demanda ciudadana por mayor tranquilidad, por mayor seguridad, ha sido y seguirá siendo uno de los principales compromisos y prioridades de este Presidente y de este Gobierno.

Justicia y Derechos Humanos

Sin duda, la Justicia debe estar al alcance de todos, en forma ágil y oportuna. Por eso, hemos desarrollado una profunda Agenda de Modernización de nuestra Justicia, que incluye el perfeccionamiento del Código Procesal Penal, para fortalecer la lucha contra la delincuencia y proteger mejor a las víctimas. Por eso, presentamos un proyecto para modernizar el Código de Procedimiento Civil, que data del siglo XIX. Y estamos preparando un nuevo Código Penal que reemplace al actual, que es del año 1874, y estructure un mejor sistema de tipificación de delitos y asignación de penas.
También perfeccionamos la Justicia Militar y la legislación antiterrorista. De este modo, Chile cuenta hoy con una legislación antiterrorista de estándar internacional, que protege mejor a nuestra sociedad de un flagelo tan cruel e inhumano como es el terrorismo.
Las democracias tienen no sólo el derecho de protegerse frente al terrorismo, tienen la obligación de hacerlo.
En consecuencia, este Gobierno, cada vez que las circunstancias y los antecedentes lo hagan necesario, siempre dentro del Estado de Derecho, seguirá invocando la Ley Antiterrorista, no contra pueblos o contra regiones, sino que todo lo contrario, contra los terroristas que tanto daño le causan a esos mismos pueblos y a esas mismas regiones.
También hemos debido enfrentar el grave problema de hacinamiento de nuestros recintos penitenciarios, el que cuando asumimos alcanzaba cifras cercanas al 54% y en algunos casos, como la ex Penitenciaría o la Cárcel de Calama, superaba el 200%, lo que dificultaba enormemente la lucha contra la delincuencia y también atentaba contra la dignidad de los reclusos. De hecho, muchas veces nuestras cárceles son verdaderas universidades del delito, donde entran delincuentes primerizos y salen delincuentes profesionales.
Fue esta dura realidad, que se arrastraba por décadas, la que nos llevó a enfrentarla con decisión por dos vías que nos han permitido reducir el hacinamiento desde el 54% el 2009 al 22% actual.
Estas vías incluyen un plan de construcción, reparación y ampliación acelerada de nuestras cárceles, que nos ha permitido incrementar en más de 10 mil las plazas existentes, y también un uso mucho más racional de nuestros recintos penitenciarios, reservando la prisión efectiva para aquellos que realmente comprometan la seguridad de las víctimas y la sociedad, y elaboramos también un Estatuto Laboral de Reos, que incentiva la capacitación y el trabajo voluntario y remunerado de más de 16 mil reclusos hoy día, para que nunca más el hecho de estar preso sea una excusa para no capacitarse o para no trabajar.
Además, luego de años de tramitaciones, este Gobierno promulgó la Ley Antidiscriminación, legislación nueva en Chile que nos va a permitir enfrentar con mucha mayor amplitud, profundidad y eficacia los casos de discriminaciones arbitrarias que aún existen en nuestro país. Y así expresamos nuestro sólido y firme compromiso con una sociedad más inclusiva, menos discriminatoria y más tolerante.
Cumpliendo con un compromiso y satisfaciendo una necesidad real, enviamos a este Congreso un Proyecto de Ley que crea el Acuerdo de Vida en Pareja, que impulsaremos para que sea pronto Ley de la República, y que además de resguardar los derechos patrimoniales, previsionales y de salud, reconoce la dignidad y el respeto que merecen las relaciones de parejas de más de dos millones de chilenos, hétero u homosexuales, que conviven sin estar casados.

Hacia una democracia más vital, un Estado más fuerte y regiones más independientes

A medida que los pueblos avanzan, exigen mejor democracia, más participación e instituciones públicas más modernas y transparentes. Por ello, nuestro Gobierno ha llevado a cabo reformas para avanzar en estos frentes, para hacer nuestra democracia más vital y participativa.
Por eso, aprobamos la inscripción automática y el voto voluntario, que incorporó a más de cinco millones de compatriotas al padrón electoral. Creamos un sistema de primarias voluntarias y vinculantes, y organizadas por el Estado, para la selección de los candidatos, que operará por primera vez este 30 de junio, no en la magnitud que este Gobierno quería, ni en la que los chilenos merecían.
También, hace algunos días ingresamos a este Congreso una reforma a la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos, para modernizar y transparentar su estructura y financiamiento. Y seguimos impulsando el voto de los chilenos en el extranjero, en las elecciones presidenciales, que mantengan un vínculo con Chile, el que se acreditará mediante su inscripción previa en alguno de nuestros Consultados o Embajadas.
Sin duda, hemos hecho un enorme esfuerzo por mejorar la calidad de la democracia, y lo seguiremos haciendo. Ahora corresponde a los partidos, a este Congreso, a los parlamentarios y también a la ciudadanía hacer lo propio.
Gracias a diversas reformas implementadas, Chile subió en el ranking de Transparencia Internacional. Pero no estamos conformes. Quiero pedir a este Congreso la pronta aprobación de las leyes que hemos presentado para mejorar la transparencia, regular mejor el lobby y perfeccionar la ley sobre la probidad pública, incluyendo la obligación de algunas autoridades de desprenderse de la administración, o incluso de la propiedad si fuera necesario, para evitar todo asomo de conflictos de intereses.
Respecto a la modernización del Estado, y esto afecta directamente a la calidad de vida de los chilenos, pusimos en marcha el Programa ChileAtiende, que a través de sus 169 oficinas a lo largo de Chile ha integrado a más de 150 servicios y trámites públicos, para que se puedan realizar en un solo lugar físico.
En su primer año de funcionamiento, este programa ya ha realizado más de 12 millones de atenciones, que han ahorrado más de seis millones de horas a nuestros compatriotas, e implementamos el programa Chile sin Papeleo, que incrementó significativamente el número de trámites públicos que pueden efectuarse sin tener que recurrir a las oficinas públicas, sino que desde el hogar o el trabajo, a través de Internet.
También hemos dado pasos importantes para dar a nuestras regiones y comunas más autonomía y más independencia, a través de una transferencia masiva de funciones, atribuciones, responsabilidades y recursos. Así, por ejemplo, entre el 2010 y el 2013 el Fondo Nacional de Desarrollo Regional creció en un 55%. Éstos son hechos y no solamente intenciones para fortalecer a nuestras regiones. Y el Fondo Común Municipal aumentó en más de un 21%, lo que ha permitido que, en promedio, hoy día en Chile las regiones estén creciendo más rápido que el país.
Quiero agradecer a este Congreso la aprobación del Proyecto de Ley que estableció la elección directa y por los propios ciudadanos de los Consejeros Regionales.
Finalmente, en materia de modernización del Estado, y cumpliendo no solamente con un compromiso, sino que también con un mandato constitucional, próximamente enviaremos a este Congreso un Proyecto de Ley Orgánico Constitucional para modernizar a una institución tan importante para el buen uso de los recursos públicos y la transparencia en la administración pública, como es nuestra Contraloría.

Más y mejores viviendas, barrios y ciudades

Sabemos que el sueño de una casa propia donde poder desarrollar un hogar y crecer junto a nuestros seres queridos, es un sueño que vive profundamente en el alma de la familia chilena.
Durante nuestro Gobierno entregaremos 750 mil soluciones habitacionales, cambiando para mejor la vida de 2 millones 600 mil compatriotas, a través de una inversión que alcanzará a los 12.000 millones de dólares, lo que significa un 50% de incremento respecto del período anterior.
Y este enorme esfuerzo, a pesar del terremoto, nos permitirá reducir significativamente el déficit de viviendas en nuestro país, y si mantenemos el ritmo, este déficit podremos terminarlo antes que termine esta década.
Pero además de la cantidad, también importa la calidad de las viviendas. Por eso hemos aumentado el promedio de metros cuadrados de 42 a 47, y sobre 50 mts2, para las familias más numerosas que acojan a adultos mayores o personas con discapacidad en su propio seno.
También hemos mejorado sustancialmente la calidad de los barrios y de las viviendas, exigiendo mejores estándares e incorporando más áreas verdes, sedes sociales, bibliotecas, juegos infantiles y centros deportivos. E iniciamos un programa, que lo necesitábamos hacía mucho tiempo, de intervención de los verdaderos guetos de pobreza que habíamos construido en el pasado, donde se concentraba no solamente la pobreza, sino que también la droga, el alcoholismo, la delincuencia y la desesperación, como por ejemplo ocurre en Bajos de Mena, en Puente Alto, o en La Legua, en San Joaquín.
Y también estamos trabajando para mejorar nuestras ciudades, mejorando la infraestructura, lo que nos ha permitido transformarnos en el primer país de América Latina en alcanzar un 100% de tratamiento de las aguas servidas urbanas y en aumentar las áreas verdes y los parques a lo largo y ancho de Chile.
Esto incluye la recuperación del Parque Metropolitano de Santiago, uno de los parques más grandes del mundo, en el Cerro San Cristóbal, para transformarlo en un verdadero pulmón verde y lugar de recreación y encuentro para sus habitantes. E incluye también la primera etapa del proyecto Mapocho Navegable, que inauguraremos a comienzos del próximo año, junto con el Parque Renato Poblete.
También lanzamos un programa nuevo, Un Árbol para cada Chileno, el compromiso de plantar un nuevo árbol por cada uno de nuestros compatriotas, lo que significa plantar 17 millones de árboles en las ciudades y pueblos de nuestro país, de los cuales seis millones ya están plantados, creciendo, purificando el aire, dando sombra y hermoseando nuestros barrios.
A través del programa Legado Bicentenario, estamos avanzando en un plan maestro para recuperar los barrios cívicos y nuestros centros históricos en muchas de nuestras ciudades. Y también, una comisión de expertos, presidida por la Premio Nacional de Arquitectura, Antonia Lehman, ha elaborado una completa propuesta para una Nueva Política de Desarrollo Urbano, que permita guiar las políticas públicas y llegar a  tener ciudades más integradas, más seguras y más amigables con sus habitantes.

Un sistema de transporte para el siglo XXI

En materia de transporte, para mejorar nuestro sistema, tanto en Santiago como en nuestras regiones, y hacerlo más seguro, más cómodo y más económico, hemos iniciado un ambicioso programa de inversión para mejorar sustancialmente el Transantiago, que significa más vías exclusivas, más buses, más paraderos y menos tiempo de espera, menos tiempo de viaje y menos trasbordos. También estamos implementando los trenes de cercanía, por ejemplo, entre Santiago y Rancagua o entre Santiago y Melipilla, y mejorando la calidad del Merval, en la región de Valparaíso, y del Biotren, en la región del Biobío, extendiendo su red para llegar hasta la ciudad de Coronel.
Respecto al Metro, en estos tres años hemos ampliado su cobertura de 85 a 103 kilómetros, de 93 a 108 estaciones, de 832 a 1.030 carros, incrementando en más de 40 millones el número de pasajeros que transporta cada año, lo cual ha beneficiado, particularmente, a las comunas de Maipú y Pudahuel.
Con las nuevas Líneas 3 y 6 del Metro, que ya están en plena construcción y que en conjunto aumentarán en un 40% la red actual del Metro, vamos a poder reducir en hasta la mitad los tiempos de traslado de más de un millón y medio de compatriotas, especialmente en las comunas de Conchalí, Huechuraba, Independencia, Santiago, Ñuñoa, Providencia, La Reina, Cerrillos, Pedro Aguirre Cerda, Estación Central, San Miguel y San Joaquín.
Porque mejorar el transporte público en nuestro país no es sólo una exigencia económica y social, es también un requisito para una mejor calidad de vida.
El día tiene 24 horas y si descontamos los tiempos de trabajo, de sueño, de alimentación y de otras actividades necesarias, la mayoría de los chilenos cuenta con muy pocas horas de tiempo libre. Y cuando le quitamos una hora al transporte, le agregamos una hora al tiempo libre, que es el tiempo más importante, el que destinamos a lo que más afecta a la calidad de nuestras vidas, como la familia, los amigos, la cultura, el deporte, la recreación, la reflexión y la oración.

Sociedad de valores

Un desarrollo integral incluye no solamente lo material, también debe incluir lo espiritual. No sacamos nada con llenar los bolsillos, si terminamos vaciando el alma. No sacamos nada con superar los problemas de la pobreza, si nos precipitamos sin darnos cuenta en los problemas de la riqueza que afectan hoy a tantos países que se dicen desarrollados, como por ejemplo, el materialismo excesivo, la destrucción de la familia, la pérdida del respeto por la vida humana, que se manifiesta en los altos índices de abortos y suicidios, o el excesivo alcoholismo y drogadicción y, en último término, la pérdida del sentido de la vida.
Ciertamente, no es ese el desarrollo que queremos para Chile. Tiene que ser un desarrollo integral. Y para lograrlo no basta con el crecimiento económico, tiene que ir acompañado de una mayor justicia social, pero también tiene que ir acompañado de los valores, que son parte y viven en el alma de nuestro pueblo, que son como la tierra fértil que permite que la semilla dé frutos, o como el faro que ilumina y guía cuando la oscuridad o el pesimismo de la noche pretenda inundarnos el alma.
Por eso, nuestro Gobierno está profundamente comprometido con valores esenciales, como el valor de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso, defendemos con tanto compromiso la vida de ese ser inocente e indefenso que está por nacer y por eso nos oponemos con tanto vigor al aborto. Por eso nos comprometimos tan profundamente con encontrar y rescatar vivos y salvos a los 33 mineros de la Mina San José.
Y también tenemos un fuerte compromiso con valores fundamentales, como la familia, los derechos humanos, la libertad, la responsabilidad, la solidaridad, la justicia, la tolerancia, la honestidad y la paz.
Creemos en la libertad religiosa, en la igualdad de cultos y en el respeto e inclusión que le debemos a nuestros compatriotas que viven la vida con capacidades diferentes.
Son estos valores, que estoy seguro comparten la inmensa mayoría de los chilenos, los que han guiado e iluminado cada una de las políticas públicas y cada una de las acciones que hemos emprendido durante nuestro Gobierno.
La Constitución, en su artículo primer, dice que la familia es el pilar de la sociedad. Sin embargo, sabemos que en Chile la familia se está debilitando, y este debilitamiento ha traído y seguirá trayendo muchos males a la sociedad chilena si no lo enfrentamos con decisión. A la familia la necesitamos tanto, y sin embargo, no la apoyamos lo suficiente.
Nuestro Gobierno tiene un claro y fuerte compromiso con el fortalecimiento de la familia y con el apoyo a las mujeres, que son el verdadero pilar de la familia chilena.
Por eso, extendimos el posnatal de tres a seis meses, ampliamos la cobertura del posnatal de una de cada tres mujeres, a todas las mujeres trabajadoras de Chile, para que esos niños puedan tener el apoyo y el cariño de sus padres durante los primeros seis meses de vida, que es cuando más lo necesitan, y para que nunca más el hecho de ser madre, sea un obstáculo para el trabajo, o el hecho de trabajar sea un obstáculo para la maternidad.
Por eso estamos extendiendo la calidad y cobertura de las salas cuna y de la educación preescolar, para que nuestras madres nunca más tengan que optar entre el trabajo que necesitan y el cuidado del hijo que aman.
Creamos el Bono Bodas de Oro, para reconocer y premiar a aquellas parejas que cumplen 50 ó más años de matrimonio.
Estamos eliminando todas las discriminaciones legales que existen en contra de nuestras mujeres y luchando contra los sesgos culturales que aún las afectan.
Por eso implementamos una política de tolerancia cero contra la violencia intrafamiliar, que en el fondo, sabemos, es violencia contra nuestras mujeres, contra nuestros niños y contra nuestros adulos mayores.
Pero hay un tema que merece nuestra atención. Sin duda, nos preocupa la brusca caída en la tasa de natalidad que está afectando a nuestra sociedad. Si los índices de natalidad que teníamos a comienzos de los 90 hubieran permanecido constantes, hoy tendríamos un millón de niños adicionales jugando y alegrándonos nuestras vidas. Y, además, si los índices actuales continúan con su tendencia, en muy pocos años más la población de nuestro país, en lugar de crecer, se va a empezar a reducir.
Para contribuir a recuperar esos índices de natalidad perdidos, hoy quiero anunciar el pronto envío del Proyecto de Ley del tercer hijo, que premiará con un Bono de Maternidad a todas las parejas que a futuro tengan tres o más niños. Este bono comenzará con el tercer hijo e irá subiendo a medida que la familia se compromete con la maternidad.
Y también, para facilitar los tratamientos contra la infertilidad, que en nuestro país afecta a una de cada cinco parejas, hemos decidido duplicar el número de tratamientos contra la infertilidad de baja complejidad, que presta nuestra Red Pública de Salud o las instituciones con convenios.

Protegiendo nuestro medio ambiente

En materia de cuidado del medio ambiente y de la naturaleza, hemos implementado una institucionalidad mucho más moderna y eficaz y con normas mucho más estrictas y severas, porque el verdadero desarrollo tiene que ser sustentable o simplemente no lo es.
Ya tenemos en funcionamiento el nuevo Ministerio del Medio Ambiente, con representación en todas las regiones del país, el  nuevo Servicio de Evaluación Ambiental, la nueva Superintendencia del Medio Ambiente, y recientemente entraron en funcionamiento los primeros Tribunales Ambientales y el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad.

Tercera edad: Más vida a nuestros años

Junto con la caída en la tasa de natalidad, se ha producido un incremento en la expectativa de vida que está produciendo un envejecimiento de nuestra población, lo que significa que cada día tenemos más adultos mayores y menos niños y, sobre todo, cada día más adultos mayores no autovalentes.
Hay un viejo proverbio chino que dice que “el grado de civilización de una sociedad se mide por la forma en que trata a sus niños y a sus ancianos”. Si queremos ser una sociedad verdaderamente civilizada, tenemos que tratar mejor a nuestros adultos mayores, porque si bien muchos de ellos han dejado de trabajar, ninguno de ellos ha dejado de vivir y tienen derecho, en la tercera etapa de sus vidas, de cosechar lo mucho que sembraron durante sus vidas anteriores.
Por eso, eliminamos el descuento del 7% a más de un millón de adultos mayores y lo redujimos a todos los demás. Por eso, establecimos un subsidio adicional de vivienda para aquellas familias que quieran acogerlos en su hogar. Por eso, este mes empezamos a pagar el Bono Invierno de 49.500 pesos a más de 640 mil de nuestros pensionados.
Hoy quiero anunciar que hemos puesto en marcha una Política Integral de Envejecimiento Positivo, que crea subvenciones especiales para financiar la atención en sus propios domicilios de nuestros adultos mayores, que crea subvenciones para nuestros centros diurnos, donde los adultos mayores puedan ir durante el día, para educarse, para compartir con otros, para recrearse y al mismo tiempo liberar a sus familias de la difícil carga que significa atender 24 horas al día a nuestros adultos mayores.
También hemos creado la subvención para los hogares de estadía prolongada, para aquellos adultos mayores vulnerables y no autovalentes, a través de una subvención para que instituciones como el Hogar de Cristo o la Fundación Las Rosas, puedan ampliar la cobertura y el acogimiento que entregan a nuestros adultos mayores.

Un Chile orgulloso de sus raíces

Más de un millón de chilenos se identifican con nuestros pueblos originarios: los Aymarás, Atacameños, Quechuas, Diaguitas, Collas, Rapa Nui, Mapuches, Alacalufes o Yaganes. Todos ellos estaban en esta tierra mucho antes que llegaran los conquistadores españoles. Sin embargo, sabemos que muchos integrantes de nuestros pueblos originarios no han tenido las oportunidades de progreso que necesitan o las oportunidades que nuestra sociedad es capaz de otorgarles.
Por esta razón, cuando asumimos el Gobierno iniciamos un Nuevo Trato con nuestros Pueblos Originarios, que al igual como su acervo cultural se funda en cuatro pilares, la tierra, el aire, el agua y el fuego, también se basa en cuatro pilares fundamentales: primero, una reforma constitucional que reconozca que bajo una misma nación, un mismo territorio y bajo la jurisdicción y soberanía de un mismo Estado, conviven muchas culturas diferentes, lo que hace a nuestro país una nación multicultural.
Segundo: Para dejar atrás la estrategia de asimilación y reemplazarla por una verdadera estrategia de integración, para lo cual requerimos un nuevo y consensuado mecanismo de consultas, y crear el Consejo de nuestros pueblos originarios.
Tercero, promover, y con decisión, el desarrollo económico y social de nuestros pueblos originarios, para reducir las brechas existentes y recuperar el tiempo perdido.  Por eso lanzamos el Plan Araucanía.
Y cuarto, reconocer, valorar y promover su historia, su cultura, sus tradiciones, su idioma, de los cuales nos sentimos profundamente orgullosos.

Una cultura libre y para todos

Una sociedad de valores requiere una cultura libre, diversa y participativa. Por eso estamos desarrollando un ambicioso Plan de Infraestructura, que incluye la rehabilitación de cinco teatros regionales: Iquique, La Serena, Rancagua, Concepción y Punta Arenas. Y hemos pasado de tres centros culturales el año 2009 a 27 en la actualidad, y hay 24 más en etapa de diseño o construcción.
El programa Red Cultura, que ya está en plena acción en 172 municipios a lo largo de Chile, tiene por misión llenar esos nuevos espacios de la cultura con arte, cine, literatura, música, baile y todas las demás expresiones de nuestra cultura.
Hemos aumentado en un 30% los fondos públicos para promover nuestra cultura y este Congreso acaba de aprobar la Ley de Donaciones Culturales, que amplía tanto los receptores como los donantes y fortalece y flexibiliza sus mecanismos para promover y alimentar más y mejor la cultura de nuestro país.
Y hace pocos días enviamos a este Congreso el Proyecto de Ley que crea el Ministerio de Cultura y Patrimonio y una nueva y moderna institucionalidad cultural.

Chile: un país de deportistas

Pero también queremos que el deporte sea parte del alma de nuestro país. Mente sana en cuerpo sano. Y el deporte no solamente mejora el estado físico, la salud y el estado de ánimo. No solamente es un poderoso antídoto contra males como la delincuencia, la drogadicción y el alcoholismo. También enseña valores dentro y fuera de la cancha: el valor del compañerismo, el valor esfuerzo, el valor del respeto por el rival, el valor de la libertad, son valores que nacen del deporte, pero que son valores que necesitamos en toda la actividad de nuestra sociedad.
Por esa razón, nos propusimos transformar a Chile en un país de deportistas, dejando atrás una larga cultura de sedentarismo. Y estamos desarrollando planes para duplicar, pasando de dos a cuatro, los deportistas que tenemos en nuestro país, y hemos iniciado un ambicioso plan de fortalecimiento de nuestra infraestructura deportiva, que nos permitirá durante este Gobierno inaugurar 13 estadios profesionales de fútbol, algunos de los cuales fueron iniciados durante el Gobierno anterior, como los Estadios de Arica, Copiapó, Antofagasta, Quillota, Curicó y Talca. Y además, estamos avanzando en las remodelaciones y modernizaciones de Estadios como los de Calama, La Serena, Viña del Mar, Valparaíso, Rancagua, Concepción y Puerto Montt.
Pero no solamente queremos estadios para el fútbol profesional, también queremos mini estadios, donde los ciudadanos de nuestro país puedan ir de pantalón corto a practicar deporte. Por eso lanzamos un programa para construir 156 mini estadios a lo largo y ancho de nuestro país, que cuentan con canchas de pasto natural o sintético, luminarias, camarines y todas las facilidades para que nuestros compatriotas puedan practicar deporte. Ya hemos inaugurado 85 de los 156 mini estadios que construiremos durante nuestro Gobierno
Pero no sólo de fútbol vive el hombre. También estamos construyendo 30 polideportivos de alto nivel, con multicanchas para la práctica del básquetbol, vóleibol, handbol, tenis y muchos otros deportes, como gimnasia entretenida o gimnasia rítmica, y algunos de ellos con piscinas temperadas al servicio de la comunidad, en comunas tan diversas como Mejillones, Vicuña, Valparaíso, San Bernardo, Rancagua, Santa Bárbara, Panguipulli, Aysén y Cochrane, por mencionar solamente algunos.
El año pasado, más de medio millón de chilenos participaron en las actividades de corridas, maratones o cicletadas, que organizó el Instituto Nacional de Deportes, para ir así masificando el deporte en nuestro país.
Pero no solamente eso, en los próximos meses y años Chile se va a transformar en una verdadera Capital Internacional del Deporte, porque seremos sede de los Juegos Odesur el 2014, de la Copa América y el Mundial Sub-17 el 2015 y, probablemente, de los Juegos Panamericanos el año 2019.
Ya está en este Congreso el Proyecto de Ley que crea el Ministerio del Deporte, que va a beneficiar a todas esas chilenas y chilenos que hoy día practican deporte y va a motivar a esos chilenos y chilenas que aún no lo hacen, pero estoy seguro van a abrazar la causa del deporte.

Defensa para el Siglo XXI

Los chilenos contamos con Fuerzas Armadas calificadas, profesionales y modernas, que están preparadas para defender nuestra soberanía territorial, aérea y marítima y así garantizar la paz.
Actualmente, nuestras Fuerzas Armadas están integradas por 62 mil miembros activos, un quinto de los cuales son mujeres. Y a ellos se suman 50 mil reservistas y miles de jóvenes que cada año acuden a realizar voluntariamente su servicio militar.
Como una forma de reconocer mejor los servicios de estos jóvenes voluntarios, acabamos de aumentar en un 60% la asignación económica que ellos reciben.
Y no nos hemos olvidado del sector pasivo de nuestras Fuerzas Armadas, más de 105 mil pensionados y sus familiares, que entregaron su vida al servicio de la Patria a través de nuestras Fuerzas Armadas. Por eso, enviamos a este Congreso, y esperamos una pronta aprobación, el Proyecto de Ley que elimina o reduce la cotización del 6% de salud, tal como lo hicimos con los pensionados civiles.
Hace pocos meses, tuve la oportunidad de participar personalmente en el inicio de las obras de la primera base Antártica chilena, que va a estar dentro del Círculo Polar Antártico, la base Glaciar Unión, dando así un paso importante hacia el fortalecimiento de la vocación y compromiso que tenemos los chilenos con nuestro territorio antártico, al cual estamos unidos por lazos históricos, lazos geográficos y lazos de derecho, desde los tiempos de la colonia.

Un Chile más integrado al mundo

Chile continúa con su estrategia de inserción internacional y con una presencia cada día más activa en los mercados y en todas las instancias políticas, culturales, civiles, científicas, a nivel regional y mundial, sobre la base de una política exterior que está fundada en valores muy sólidos y muy arraigados en el pueblo chileno y que constituyen una verdadera política de Estado, como el respeto irrestricto al derecho internacional y a los tratados internacionales; la solución pacífica de las controversias; la no intervención y autodeterminación de los pueblos; el comercio leal entre las naciones; la promoción de la democracia y del respeto a los derechos humanos en todo tiempo, lugar y circunstancia.
Respecto a nuestros vecinos, seguimos profundizando nuestra relación con Argentina, que con tanta fuerza impulsó nuestro embajador Adolfo Zaldívar, particularmente en materia de infraestructura física y de complejos fronterizos. Para eso, estamos implementando nuevos pasos y nuevas Aduanas Integradas y seguimos avanzando en los estudios de los túneles de Agua Negra y el Trasandino Central.
Y esperamos con tranquilidad la pronta resolución que tendrá que asumir la Corte Internacional de Justicia de La Haya en el tema de límites que Perú nos ha planteado.
Chile ha enfrentado este litigio con plena convicción y responsabilidad, porque sabemos que nuestra causa es justa, es sólida y es contundente, porque está amparada en el Derecho Internacional y en los tratados limítrofes válidamente celebrados entre Perú, Chile y Ecuador los años 52 y 54, que los países signatarios nos comprometimos a honrar y cumplir, y por la forma en que los tres países y la comunidad internacional hemos interpretado esos tratados y los hemos aplicado por más de 50 años.
Pero también lo hemos asumido con responsabilidad, porque en la defensa de nuestros intereses nacionales no hemos escatimado esfuerzos ni tiempo ni recursos y, además, porque hemos mantenido una hermosa tradición de nuestro país, que los temas internacionales constituyen política de Estado, donde no existe Gobierno ni oposición, sino un solo país unido detrás un mismo objetivo. Agradezco a todas las fuerzas políticas de nuestro país por el aporte, actitud y compromiso que han observado durante estos últimos tiempos.
Con Bolivia hemos hecho nuestros mejores esfuerzos para profundizar nuestros lazos y nuestra integración. De hecho, personalmente he sostenido más de diez encuentros con el Presidente Morales, y lo mismo ha hecho en muchas ocasiones nuestro Canciller.
Sin embargo, el 23 de marzo del año 2011, en forma brusca y sorpresiva, el Gobierno boliviano cambió su posición y anunció una estrategia para no solamente judicializar su aspiración marítima, sino que también para llevar a todos los foros internacionales su pretensión marítima. Me alegro que en la próxima Cumbre de la OEA los países de América Latina hayan resuelto que ese tema no va a ser parte de la agenda, logrando un gran triunfo para la diplomacia chilena.
Respecto a la presentación ante la Corte Internacional de La Haya, hoy quiero reafirmar la invariable y categórica posición de nuestro país: no tenemos ni mantenemos ningún diferendo limítrofe con Bolivia. Tenemos un Tratado de Paz, Amistad y Límites que fue válidamente celebrado el año 1904 y que se encuentra hoy día plenamente vigente.
Y quiero reafirmar, una vez más, que Chile ha cumplido y seguirá cumpliendo de manera íntegra y de buena fe los términos y condiciones que ese tratado estableció. Por lo mismo, tenemos el pleno derecho de exigir a Bolivia, que también firmó ese tratado, que también lo cumpla en forma íntegra y de buena fe.
Hoy quiero asegurar a mis compatriotas, quiero que tengan la más plena fe, confianza y seguridad que junto a todos mis compatriotas, este Presidente y este Gobierno va a hacer todo lo que permite el Derecho Internacional, los tratados internacionales, para defender con toda la fuerza del mundo lo que legítimamente nos pertenece: nuestro territorio, nuestro mar, nuestros cielos y nuestra soberanía.
Quisiera terminar estas palabras haciendo una breve reflexión. Nos ha tocado gobernar en tiempos difíciles, sin embargo, juntos hemos demostrado una y mil veces que con voluntad y con unidad, Chile es capaz de conquistar las más altas cumbres, por difíciles y exigentes que ellas aparezcan cuando iniciamos ese ascenso. Pero también, reconocer que aún no hemos llegado a la cumbre, estamos todavía a mitad de camino para lograr ser un país desarrollado y sin pobreza y poder darle a todos nuestros ciudadanos la garantía de una vida digna y las oportunidades para poder desarrollar en plenitud los talentos que Dios les dio, realizarse como personas y alcanzar una vida más plena y más feliz.
Todos hemos trabajado duramente para hacer de Chile un mejor país para nacer, para crecer, para estudiar, para trabajar y también para envejecer.
Pero estamos recién comenzando, esta misión no ha terminado. Debemos preguntarnos ¿en qué país queremos que vivan nuestros hijos, nuestros nietos y los vendrán? Porque es nuestra responsabilidad hacer hoy día nuestro mejor aporte para construir ese país que queremos legar a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Estoy seguro que el coraje con que enfrentamos la reconstrucción después del terremoto, la fe con que rescatamos a nuestros mineros, la unidad con que celebramos nuestro Bicentenario y la voluntad con que hemos recuperado nuestro dinamismo económico, nuestra capacidad de crecer y de crear trabajos, muestran que en Chile tenemos un pueblo sano y fuerte y capaz de seguir enfrentando grandes desafíos.
Después de todo, no hay nada que una tanto a un pueblo como una misión noble y exigente, que convoque a todos el esfuerzo de realizarla, pero que también garantice a todos una justa participación de sus beneficios.
Y hoy quiero convocarlos a cumplir con la misión de nuestra generación, la generación del Bicentenario, y antes que termine esta década, no solamente seamos capaces de derrotar la pobreza y el subdesarrollo, sino algo mucho más grande, construir una sociedad de valores y una sociedad que le dé dignidad a todos y oportunidades a todos, de forma tal de poder garantizar a todos y cada uno de nuestros hijos, que por el solo hecho de haber nacido en esta patria bendita por Dios, van a tener esa vida digna que merecen y van a tener esas oportunidades que necesitan.
Para cumplir esta misión debemos creer y practicar la unidad nacional y reconocer que más allá de nuestras legítimas diferencias, lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos divide.
La historia chilena nos ha enseñado siempre, que cada vez que nos dividimos, Chile retrocede, y cada vez que nos unimos, Chile avanza y avanza con todos.
Pero no basta con la unidad nacional. Cada uno de nosotros nació libre y la libertad significa derechos, pero también deberes. En los últimos tiempos hemos visto que muchos de nuestros compatriotas sienten que sólo tienen derechos y no reconocen los derechos de los demás, y a veces actúan como si no tuvieran deberes y les asignan todos los deberes a los demás. Ese no es el camino adecuado para construir esa patria más libre, más justa y más próspera.
Por eso, hoy día quiero aprovechar esta última cuenta pública para enfatizar una vez más que todos tenemos derechos, y este Gobierno va a resguardar esos derechos, pero también tenemos responsabilidades, y este Gobierno va a exigir esas responsabilidades.
Asimismo, quiero aprovechar esta última cuenta pública para reconocer, como ya lo he hecho antes, que sin duda he cometido errores, pero también para asegurarles a todos y cada uno de nuestros compatriotas que siempre, siempre hemos puesto nuestro mejor esfuerzo, hemos entregado lo mejor de nosotros mismos y hemos actuado de buena fe con un solo norte: mejorar la vida de los chilenos y facilitar su camino hacia una vida más plena y más feliz, y que seguiremos trabajando con esa misma inspiración y con la misma fuerza hasta el último día de este Gobierno.
Y terminar agradeciendo a tantas y a tantos compatriotas que a lo largo de estos años nos han acompañado con compromiso, con fe, sin muchas veces pedir nada a cambio. Agradecer sincera y profundamente a los ministros, a los subsecretarios, a los intendentes, a los gobernadores, a los Seremis, a los jefes de servicio y a tantos y a tantas que han abrazado generosamente la función pública, que a pesar de todas las críticas, es una función noble y una función necesaria.
Agradecer a este Congreso por el apoyo y el aporte que ha hecho no solamente de aprobar las leyes, sino que también muchas veces a mejorarlas.
Y agradecer también a mi mujer, Cecilia, que no sólo es lo mejor que me ha pasado en la vida, sino que siento que ha sido una Primera Dama que se ha volcado a su trabajo y a sus responsabilidades con un amor, con una pasión y con un compromiso que me emociona.
Agradecer a mis hijos y a mis nietos, por la inmensa felicidad que me han regalado, al igual como todos los hijos y todos los nietos de nuestra patria alegran a sus padres y a sus abuelos.
Y agradecer a mis compatriotas por el privilegio y la responsabilidad de haberme elegido Presidente de Chile y haberme dado la oportunidad de trabajar por todos y cada uno de ustedes.
Que Dios los bendiga a todos, que Dios bendiga a nuestra patria, buenos días y muchas gracias”.

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