Misa del Papa en Santa Marta. La llamada de Abrahán

Misa del Papa en Santa Marta.

La llamada de Abrahán

El camino hacia la paz en Oriente Medio es el indicado por la «sabiduría» de Abrahán, padre común en la fe para judíos, cristianos y musulmanes. Lo dijo el Papa Francisco en la misa celebrada en la capilla de la Domus Sanctae Marthae –el martes 25 de junio– al referirse a la «lucha por la tierra» entre Abrahán y Lot, que narra el capítulo 13 del Génesis (2.5-18). «Cuando leo esto, pienso en Oriente Medio y pido mucho al Señor que nos dé a todos la sabiduría, esta sabiduría: no peleemos —tú aquí y yo allá— por la paz», dijo al inicio de la homilía. Y Abrahán  nos recuerda también —agregó— que «nadie es cristiano por casualidad», porque Dios nos llama por nuestro nombre y con «una promesa».
            Concelebraron, entre otros, los cardenales Camillo Ruini y Robert Sarah, presidente del Consejo pontificio Cor Unum, que acompañaba a un grupo de oficiales y colaboradores del dicasterio; el obispo Ignacio Carrasco de Paula, presidente de la Academia pontificia para la vida, con sus colaboradores; y el jesuita Gabriel G. Funes, director del observatorio astronómico del Vaticano, con el personal.
            Existe una promesa —recordó el Pontífice— en la raíz de la historia de Abrahán, que está preparado para dejar su tierra «e ir sin él saber dónde, sino donde Dios le indicara». El  Santo Padre recorrió sus vicisitudes, el paso por Egipto y, precisamente, la disputa y luego la paz con Lot por la cuestión de la tierra.  El Papa Francisco repitió las bellísimas palabras del Génesis: «El Señor dijo a Abrahán: “Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el septentrión y el mediodía”, por todas partes, todo es tuyo, todo será tuyo, de tu descendencia». Y —agregó— «este hombre, tal vez ya con noventa años, mira todo y cree en la Palabra de Dios que le invitó a salir de su tierra. Cree. Y luego se establece en el encinar de Mambré, el lugar donde el Señor le hablará muchas veces».
            Abrahán —subrayó el Pontífice— «parte de su tierra con una promesa. Todo su camino consiste en ir hacia esta promesa. Y su itinerario es también un modelo para nuestro camino. Dios llama a Abrahán, una persona, y de esta persona hace un pueblo. Si vamos al libro del Génesis, al inicio, en la creación, encontramos que Dios crea las estrellas, crea las plantas, crea los animales». Todo en plural. Pero «crea al hombre: singular. Uno. Dios siempre nos habla a nosotros en singular, porque nos creó a su imagen y semejanza. Dios nos habla en singular y habló a Abrahán, le hizo una promesa y le invitó a salir de su tierra».
            También «nosotros, cristianos —prosiguió el Papa—, hemos sido llamados en singular. Ninguno de nosotros es cristiano por pura casualidad: ninguno. Hay una llamada a ti, a ti, a ti», recalcó. Es una llamada «con el nombre, con una promesa: sigue adelante, yo estoy contigo, yo camino a tu lado».
            «Esto lo sabía también Jesús —explicó—, quien en los momentos más difíciles, se dirige al Padre», como sucede «en el huerto de los Olivos. Y al final, cuando siente esa oscuridad tan honda», dice: «Padre, ¿por qué me has abandonado?». Por lo tanto, «siempre en relación con el Padre que le llamó y envió. Incluso cuando nos deja el día de la Ascensión, nos dice esas bellas palabras: yo estaré todos los días con vosotros, junto a vosotros: a tu lado, a tu lado, a tu lado. Siempre».
            «Dios nos acompaña, Dios nos llama por nuestro nombre, Dios nos promete una descendencia» —subrayó el Pontífice—. «Y ésta es la seguridad del cristiano: no es una casualidad, es una llamada. Una llamada que nos hace seguir adelante. Ser cristiano es una llamada de amor, de amistad. Una llamada a ser hijo de Dios, hermano de Jesús, a ser fecundo en la transmisión de esta llamada a los demás, a ser instrumento de esta llamada».
            Ciertamente «hay tantos problemas, momentos difíciles, reconoció el Papa. También Jesús los pasó, pero siempre con esa seguridad: el Señor me llamó, el Señor está conmigo, el Señor me hizo una promesa. Pero, ¿tal vez el Señor se ha equivocado conmigo? El Señor es fiel, porque Él nunca puede negarse a sí mismo. Él es la fidelidad».
            Precisamente «pensando en Abrahán, en este pasaje de la Escritura, donde él es ungido padre por primera vez, padre del pueblo, pensemos también en nosotros —prosiguió el Pontífice—, que hemos sido ungidos en el bautismo, y pensemos en nuestra vida cristiana». Y a quien dice: «Padre, pero yo soy pecador», el Papa recordó que todos lo somos. Lo importante es «seguir adelante, con el Señor. Seguir adelante con la promesa que nos hizo, con la promesa de fecundidad; y decir a los demás, contar a los demás, que el Señor está con nosotros, que el Señor nos eligió  y que Él nunca nos deja solos. Esa certeza del cristiano nos  hará bien».

            El Papa Francisco concluyó con el deseo de que «el Señor nos dé a todos nosotros estas ganas de seguir adelante que tuvo Abrahán», incluso en medio de las dificultades. Seguir adelante, con la seguridad de Abrahán, la seguridad de que el Señor «me ha llamado, me ha prometido tantas cosas bellas, y está conmigo».


fuente: http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/vaticano/2013/145q13-Messa-del-Papa-a-Santa-Marta-La-chiamata-di.html&title=La%20llamada%20de%20Abrah%C3%A1n&locale=es

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