El Papa Francisco propone una reflexión sobre catolicidad, universalidad y unidad en la diversidad de la Iglesia. La orquesta de Dios. Nuevos llamamientos a la oración por la paz en Oriente Medio y por las víctimas de Lampedusa

 una reflexión sobre catolicidad, universalidad y unidad en la diversidad de la Iglesia.

La orquesta de Dios.

Nuevos llamamientos a la oración por la paz en Oriente Medio y por las víctimas de Lampedusa

La Iglesia es como una gran orquesta, “la orquesta de Dios”, en la que se expresan todos, cada uno con las propias características y sus singularidades dando vida a una armoniosa sinfonía cuyo maestro es el Espíritu Santo. Es la imagen de la Iglesia propuesta por el Papa Francisco en la mañana de este miércoles 9 de octubre, durante la audiencia general. Prosiguiendo con la serie de catequesis dedicadas al Credo, el Santo Padre se detuvo en la “nota” referida a la “Iglesia una, santa, católica...”, explicando su sentido, empezando por la catolicidad, término que deriva “del griego 'kath'olòn', que quiere decir 'según el todo', la totalidad”. La Iglesia es católica porque “es el espacio, la casa en la que se anuncia 'toda entera la fe', en la que la salvación que nos ha traído Cristo se ofrece a todos”.
En cuanto a la universalidad de la Iglesia el Papa Francisco precisó  que el término permite entender  cómo la Iglesia es una casa abierta a la “totalidad de las personas”. No sólo: quiere decir también que ella está presente en toda su universalidad también en el más pequeño de sus componentes, como puede ser una comunidad parroquial.
Finalmente, la unidad. Unidad, precisó el Pontífice, que ha de entenderse en la diversidad de las personas que la forman. Es más, como insistió el Papa, está precisamente en la diversidad su riqueza. Y “esto es lo bello de la Iglesia: cada uno trae lo suyo, lo que Dios le ha dado, para enriquecer a los demás”. Por tal motivo “si hay habladurías -advirtió- no existe armonía, sino lucha. Y ésta no es la Iglesia. La Iglesia es la armonía de todos: jamás parlotear uno contra otro; jamás pelear”.
Aceptemos, por lo tanto, al otro; “aceptemos que haya una justa variedad”, recomendó el obispo de Roma, porque la uniformidad mata la vida. La vida de la Iglesia es variedad, “y cuando queremos poner esta uniformidad sobre todos matamos los dones del Espíritu Santo”. Es por lo tanto necesario mantener viva esta diversidad que enriquece a la Iglesia.
Al saludar a los grupos presentes, el Santo Padre renovó su llamamiento a la oración por la paz en todo Oriente Medio y por las víctimas de la enorme tragedia que se consumó en el mar de Lampedusa en los últimos días.

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