La Cultura Maya : Documento 11:Sacrificios humanos entre los mayas .
La Cultura
Maya :
Documento
11:Sacrificios humanos entre los mayas .
…………….” Que sin las fiestas , en las cuales para
solemnizarlas se sacrificaban animales, también por alguna tribulación o
necesidad les mandaba el sacerdote o chilanes sacrificar personas y para esto
contribuían todos. Algunos daban para que se comprasen esclavos o por devoción
entregaban a sus hijitos los cuales eran muy regalados hasta el día y fiesta de
sus personas, y muy guardados (para) que no se huyesen o ensuciasen de algún pecado carnal; y mientras les
llevaban de pueblo en pueblo con bailes los sacerdotes desayunaban con los chilanes y oficiales.
Para hacer estos sacrificios, había en los patios de los
templos unos altos maderos labrados y enhiestos y cerca de las escaleras del
templo tenían una peana redonda y ancha y en medio de una piedra de cuatro a
cinco palmos de alto, enhiesta, algo delgada, arriba de las escaleras del
templo había otra tal peana.
Y llegado el día
juntábanse en el patio del templo y si había
el esclavo de ser sacrificado a saetazos, desnudábanle en cueros y
untábanle el cuerpo de azul (poniéndole) una corona en la cabeza; y después de
echado el demonio, hacía la gente un
solemne baile con él, todos con flechas y arcos alrededor del palo y bailando subían en él y atábanle siempre
bailando y mirándole todos.
Subía el sucio del
sacerdote vestido y con una flecha le hería la parte verenda, fuese mujer u
hombre, y sacaba sangre y untaba con ella los rostros del demonio; y haciendo
cierta señal a los bailadores, ellos como bailando paraban de prisa y por orden le comenzaban a
flechar el corazón el cual tenía señalado con una señal blanca; y de esta
manera poníanle al punto los pechos como un erizo de flechas.
Si le habían de
sacar el corazón, le traían al patio un gran aparato y compañía de gente y
embadurnado de azul y su corona puesta, le llevaban a la grada redonda que era
el sacrificadero y después que el sacerdote y sus oficiales untaban aquella
piedra con color azul y echaban al demonio
purificando el templo, tomaban los chaces al pobre que sacrificaban y
con gran presteza le ponían de espaldas en aquella piedra y asíanle de las
piernas y brazos que le partían por en medio. En esto llegaba el sayón nacón
con un navajón de piedra y dábale con mucha destreza y crueldad una cuchillada
entre las costillas del lado izquierdo debajo de la tetilla y acudíale allí
luego con la mano y echaba la mano al corazón como rabioso tigre arrancándosele
vivo, y puesto en un plato le daba al sacerdote el cual iba muy de prisa y
untaba a los ídolos los rostros con aquella sangre fresca.
Algunas veces hacían
este sacrificio en la piedra y grada alta del templo y entonces echaban el
cuerpo ya muerto a rodar gradas abajo y tomábanle abajo los oficiales y
desollábanle el cuerpo entero, sallvo los pies y la manos, y desnudo el sacerdote, en cueros vivos, se forraba con
aquella piel y bailaban con él todos los demás, y esto era cosa de mucha
solemnidad entre ellos …… A estos sacrificados tenían por santos. Si eran
esclavos en guerra, su señor tomaba los huesos para sacarlos como divisas en los bailes, en señal de victoria………”
Landa, Diego, “Relación de las cosas de Yucatán”. Capítulo XXXIII, México , 1938
Fuente: Krebs, Ricardo, et
al: “Ciencias Sociales e Históricas”. Vol. 3. CPEIP. Lo Barnechea, Santiago de
Chile abril de 1968, pp 29-30
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