En algunos lugares del norte de Argentina, aún hoy las mujeres dedican entre 4 y 6 horas diarias al acarreo del agua, en baldes o bidones de hasta 30 litros. En Nueva Pompeya, en la región del Gran Chaco, sus habitantes caminan como mínimo medio kilómetros hasta la laguna más cercana, para conseguir agua de una calidad que está lejos de ser la adecuada.

En algunos lugares del norte de Argentina, aún hoy las mujeres dedican entre 4 y 6 horas diarias al acarreo del agua, en baldes o bidones de hasta 30 litros. En Nueva Pompeya, en la región del Gran Chaco, sus habitantes caminan como mínimo medio kilómetros hasta la laguna más cercana, para conseguir agua de una calidad que está lejos de ser la adecuada.
En el mejor de los casos, las comunidades rurales se abastecen a través de aljibes, represas, molinos de viento, y agua de lluvia acumulada en depresiones naturales o en reservorios. Esto se complementa con la explotación de aguas subterráneas  y la distribución de agua en camiones cisterna.
Argentina es un país con grandes recursos hídricos que permite una cobertura del 80% para el abastecimiento de agua de red. Pero a la vez presenta situaciones de extrema marginación y pobreza en las provincias del norte, con niveles de servicio deficientes, contaminación y escasa disponibilidad de fuentes de agua, grandes déficits de inversión y financiamiento limitado.
Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires el promedio diario de consumo de agua por persona es de 500 litros, en el norte de Argentina esta cifra se reduce a 20.
Una de las zonas más afectadas es Chaco, donde ahora se están enfocando todos los esfuerzos en el desarrollo de obras que permitan el abastecimiento constante de agua limpia a una de las áreas más pobres del país.


Un plan de obras para los chaqueños
Actualmente se lleva a cabo el Programa de Infraestructura Hídrica del Norte Grande, focalizado en nueve provincias del norte.
El trabajo comenzó en Chaco, donde se está construyendo una planta potabilizadora en Presidencia Roca, que sumada a una red de acueductos, implicará mejoras para 48.000 habitantes de siete localidades, de los cuales un 40% está en situación de pobreza.
“Es un claro ejemplo de cómo reducir la pobreza a través de la provisión de un servicio básico, como es el agua potable”, afirma Christophe Prevost, especialista en agua y saneamiento del Banco Mundial.

Asimismo, se está planeando la construcción de una planta de tratamiento y un acueducto para las comunidades de Wichi, Nueva Pompeya y Fuerte Esperanza, en el Impenetrable Chaqueño, donde habitan 42.000 personas, en su mayoría de las etnias Toba y Wichi.
“Las consultas con comunidades indígenas y criollos permiten maximizar los beneficios sociales y minimizar el impacto ambiental desde el momento del diseño del proyecto”, explica Alejandro Salamon, especialista ambiental del Programa Norte Grande.
Gracias a esta herramienta de participación, el proyecto inicial se amplió hasta cubrir a poblaciones dispersas, donde se instalarán grifos públicos que estarán conectados al acueducto. En áreas aún más remotas, se colocarán 750 cisternas para recolectar agua de lluvia.
A estos esfuerzos, se suma la iniciativa Sed Cero, que reúne a diversos actores sociales que buscan promover el desarrollo socio-productivo y la inclusión social, priorizando el agua. Impulsado por el Movimiento Agua y Juventud, la Fundación Avina y Redes Chaco, Sed Cero trabajará en la región Gran Chaco, compartida por Argentina, Bolivia y Paraguay, con el fin de proveer soluciones de acceso al agua para 100.000 familias antes del 2016.


fuente: Banco Mundial 

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