La historia de una maestra vietnamita sorda arroja luz sobre cómo superar barreras para integrarse en la sociedad
Nguyen Thi Ngoc Anh nació sorda, creció enfrentando barreras lingüísticas y, como consecuencia, con una sensación de aislamiento y soledad... pero no se rindió. Al contrario, aceptó el reto y se convirtió en maestra de educación primaria, y en una luchadora por un futuro sin barreras lingüísticas en el que niñas y niños con discapacidad auditiva puedan desarrollarse igual que quienes pueden oír.
Lectura de los labios en la niñez
Los padres de Ngoc Anh se entristecieron al saber que su hija no podía oír, pero estaban decididos a darle la misma educación que recibían los demás niños. Primero asistió a una guardería de Hanoi para niños sordos, donde Ngoc Anh no podía jugar con sus compañeros porque no entendía lo que decían. Posteriormente, sus padres la matricularon en la escuela Xa Dan, donde Ngoc Anh y sus compañeros aprendieron a leer los labios y a asociarlos con las palabras. Día a día, observando pacientemente los movimientos de los labios de su profesor, Ngoc Anh pudo finalmente balbucear algunas palabras.
Poder leer los labios no era suficiente para la vida cotidiana de Ngoc Anh. La lengua y el aprendizaje seguían siendo barreras que necesitaba romper para poder socializar con sus compañeros, su familia y otras personas.
Ngoc Anh sintió que quedaría atrapada en un futuro incierto de conversaciones triviales, frases incompletas y vocabulario indescifrable, por lo que tomó la firme decisión de comunicarse, hacerse entender y formar parte de su comunidad. Deseaba encontrar una institución que impartiera una buena formación en lenguaje de señas y que ampliase sus conocimientos y mejorase su capacidad de comunicación de forma integral.
El lenguaje de señas: “la luz y la fe” de mi vida
Dominar el lenguaje de señas aprendiendo de sus compañeros abrió a Ngoc Anh el camino para cursar estudios superiores en la Facultad Nacional de Educación, en la que el personal docente se esforzaba por aprender el lenguaje de señas de los estudiantes con discapacidad auditiva y donde, durante la mayoría de las clases, lo combinaban con métodos visuales. Era un entorno de colaboración y apoyo para los alumnos sordos.
Cuantos más conocimientos acumulaba, más confianza adquiría. Comenzó a participar en actividades en el Club de Personas Sordas de Hanoi, que recibe apoyo del Proyecto de Divulgación de la Educación Intergeneracional para las Personas Sordas (IDEO), una iniciativa financiada por el Banco Mundial. Una de las experiencias más inolvidables y de la que se siente más orgullosa fue enseñar a niños sordos en la etapa preescolar en el marco del proyecto IDEO. Ngoc Anh recordó que “las niñas y los niños sordos pueden aprender de forma similar a sus compañeros oyentes si se les enseña el lenguaje de señas lo antes posible. Si comienzan su educación con la ayuda de símbolos, pueden absorber las lecciones rápidamente y estar preparados para el primer grado. La lengua actúa como base para que los estudiantes amplíen sus conocimientos para los niveles de educación superior”.
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