Empleos calificados ayudan a jóvenes de zonas rurales a cumplir sueños largamente acariciados

Nacida y criada en una choza de una sola habitación con techo de paja en la zona rural de Tamil Nadu, Enita, de 22 años, ahora pasa sus días en medio de pilas de encaje de colores brillantes, cosiendo sofisticada lencería para tiendas de alta costura de las capitales occidentales. Un dejo de jazmín perfuma el aire y la cadenciosa música de Bollywood acompaña el suave murmullo de las máquinas en la fábrica con aire acondicionado.
La vida de Enita contrasta fuertemente con la de su madre. La mujer mayor todavía trabaja duramente bajo el riguroso sol de India realizando tareas manuales extenuantes en el marco de un programa de empleo patrocinado por el Gobierno. La gran brecha entre las generaciones es una señal del cambio que se está extendiendo por gran parte de Tamil Nadu en apenas una generación.
El empleo de la joven en el sector manufacturero ha mejorado las condiciones de la familia. En cuatro años, ha reunido una generosa dote para su hermana mayor y ahora está pagando los gastos universitarios de su hermana menor. “Si me hubiera quedado en casa, ahora estaría casada y tendría dos hijos”, dijo Enita.
En cambio, se siente orgullosa de ser el principal sostén de la familia después de su padre, un trabajador agrícola, que murió dejando una esposa y tres hijas sin dinero. “Una vez que mi hermana menor esté encaminada, voy a ahorrar para mi dote”, agregó Enita alegremente. Al igual que sus pares, ella está segura de que la dote la ayudará a encontrar una mejor pareja en el mercado del matrimonio y le dará un buen comienzo a su vida matrimonial a partir de entonces.
La historia de Enita está lejos de ser un caso único en este cinturón industrial en constante crecimiento alrededor de Chennai, la capital de Tamil Nadu. Sucede una y otra vez en las vidas de las aproximadamente 1200 jóvenes que comparten la residencia con ella en Intimate Fashions, una fábrica de ropa interior en el distrito de Kanchipuram, así como en las vidas de las otras miles que trabajan en plantas de manufactura de prendas de vestir similares cercanas.
Los salarios de las niñas ayudan a cumplir pequeñas aspiraciones y sueños largamente acariciados. La mayoría de las familias primero gasta en mejor comida, o en sustituir las chozas con techo de paja por casas de ladrillo. Mientras las niñas más jóvenes por lo general entregan sus tarjetas de cajero automático a sus madres, las mujeres de más edad apartan sus ganancias para dar a sus hijos la mejor educación posible, renunciando a menudo a pequeñas comodidades como la compra de un refrigerador a pesar del abrasador calor tropical.
Trabajo calificado: la mejor manera de transformar las vidas rurales
“Los puestos de trabajo calificados permiten a las familias rurales pobres cambiar su vida para siempre”, dijo R.V. Shajeevana, directora estatal de proyectos adicionales para el proyecto de medios de subsistencia en zonas rurales respaldado por el Banco Mundial. “Pero aunque los campesinos sin tierra quieren sacar a sus hijos de las miserias de la vida agrícola, no saben cómo hacer para lograrlo y carecen de las habilidades para ello”.
Aquí es donde entra en juego el proyecto respaldado por el Banco Mundial, que acertadamente se denomina “Pudhu Vaazhvu” o “nueva vida” en idioma tamil. En una situación ventajosa para todos, el proyecto se basa en su amplia base de datos de jóvenes pobres de zonas rurales, centrándose primero en los que abandonaron la escuela, y los vincula con trabajos mejor remunerados en la nueva economía a través de ferias de empleo y campañas de contratación.
También hace que sea más fácil para los empleadores conseguir trabajadores estables en una de las regiones más industrializadas del estado, donde los índices de abandono laboral han alcanzado picos históricos. “Antes, la mayoría de nuestros trabajadores venían de los pueblos de los alrededores, y los autobuses de la empresa los iban a buscar en un radio de 30 kilómetros”, dijo Malarvannan Fernando, jefe de recursos humanos de la fábrica de lencería.
“Pero desde 2005, cuando se establecieron aquí industrias como Samsung, Nokia, etc., se ha vuelto muy difícil encontrar buenos trabajadores, porque las personas pudieron conseguir trabajo más cerca de su casa. Nuestros autobuses cubren ahora un radio de 90 kilómetros, y las jóvenes que permanecen en  nuestra residencia provienen de hasta 350 kilómetros de distancia”.
Las jóvenes de la industria del vestido ganan 6000 rupias al mes, y obtienen además comida gratuita, viajes, gastos médicos, horas extraordinarias, primas y otras pequeñas ventajas, todo lo cual representa una suma considerable para las empobrecidas familias rurales.



oportunidades económicas. En el instituto de capacitación del área de ingeniería de Larsen & Toubro en el vecino distrito de Thiruvallur, Selva Kumar, de 23 años, de una familia tribal pobre, recibe una capacitación intensiva de tres meses en albañilería. Una vez que la formación se haya completado, Kumar –que tiene educación primaria– podrá trabajar en las obras de construcción más complejas de India o en el extranjero usando la última tecnología. Hasta entonces, el joven disfruta de llevar puesto el primer par de zapatos que ha tenido.
El doctor M. V. Venkatesan, director del instituto, hace hincapié en la importancia de desarrollar habilidades modernas en los jóvenes de zonas rurales de India: “La formación profesional es esencial para que India pueda competir en el mundo globalizado de hoy. El proyecto funciona llegando a los más necesitados. Ellos serán los que más se beneficien y es probable que permanezcan en los siete oficios que enseñamos, entre ellos carpintería, electricidad, doblaje de tubos y soldadura”.
Hasta la fecha, el proyecto ha ayudado a colocar a unos 240 000 jóvenes en empleos calificados en una amplia gama de industrias y el 46 % de ellos han sido niñas.
Formar a las generaciones venideras
La mayoría de las niñas en la industria del vestido que viven en alojamientos proporcionados por sus empleadores trabajarán aproximadamente durante cuatro años hasta que se casen y ya no les sea posible vivir en una residencia. Por lo tanto, los empleadores ofrecen clases de conversación en inglés y otras para que las jóvenes, una vez que se han habituado a obtener ingresos, puedan seguir trabajando en el futuro.
Los años de trabajo cambian a las jóvenes para siempre. “Adquieren confianza, pueden hablar por sí mismas, y recuerdan este tiempo como uno de los más felices de su vida. También están más conscientes de su salud e higiene personal, y tienden a casarse más tarde, tener menos hijos y espaciar sus embarazos”, dijo Shajeevana, explicando cómo su experiencia está transformando las normas sociales y repercutiendo en las futuras generaciones.
No es sorprendente que madres, abuelas y tías deseen haber tenido también estas oportunidades cuando eran jóvenes.

Fuente: Banco Mundial

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