República Checa: La pintoresca población de Jičín ha vencido a 37 rivales nominados para el título de la Ciudad Histórica de 2016.
Dominika Bernáthová
29-07-2017
29-07-2017
La pintoresca población de Jičín ha vencido a 37 rivales nominados para
el título de la Ciudad Histórica de 2016. El galardón le fue otorgado
por su ejemplar cuidado de los monumentos históricos y el buen uso de
subvenciones para su restauración.
El auge de la ciudad, cuya historia data del siglo XIII, llegó tres siglos después de su fundación, durante el gobierno del duque Alberto de Vallenstein, jefe militar que gozó de un enorme poder político en las Tierras Checas, según indicó para la Radiodifusión Checa el vicalcalde de Jičín, Petr Hamáček.
“La presencia de Vallenstein en Jičín fue crucial, ya que el caudillo puso en marcha numerosos proyectos. Eso sí, terminó pocos de ellos. La verdad es que nos ha dejado muchas incógnitas sobre el concepto y la verdadera utilidad de los edificios”.
La visión de Alberto de Vallenstein era la de convertir Jičín en una extensa ciudad con universidad, obispados y monasterios. De hecho, llegó a ser la capital del Ducado de Frýdlant, una institución estatal autónoma, o más bien “un estado dentro de un estado”, creado en la primera mitad del siglo XVI por Vallenstein.
Este estatuto dio lugar al mito de que Jičín iba a convertirse en la capital del Reino de Bohemia. No es la única leyenda vinculada con la ciudad. La otra tiene que ver con el origen de su nombre, explica Petr Hamáček.
“Todos creen que el nombre de Jičín se relaciona con la reina Jitka, pero probablemente es una fábula. Más bien deriva de la palabra dičín, que se refería al alto número de animales salvajes que vivían en el lugar”.
Muchas de las obras más antiguas se sitúan en la céntrica Plaza de Vallenstein (Valdštejnovo náměstí), rodeada de unas pintorescas arcadas. En este lugar se alza también el símbolo de la urbe, la Puerta de Valdice (Valdická brána), una majestuosa torre renacentista construida en el siglo XVI como parte de la fortificación municipal. En favorables condiciones climáticas, su altura de más de 50 metros permite a observar hasta los lejanos Montes Gigantes (Krkonoše) o la montaña de Ještěd.
Otro de los atractivos de la plaza principal es el Palacio de Vallenstein, construido a principios del siglo XVII. El edificio de estilo barroco representa en la actualidad la sede de la Galería Municipal con más de 120.000 obras de arte. Alberga asimismo el Museo Regional, que permite conocer la historia de forma lúdica. Los visitantes pueden probar a tejer en un telar o moler cereales en un molino de la época, entre otras actividades cotidianas del pasado.
En el palacio se halla también la Sala de la Coalición Antinapoleónica, donde se reunieron en 1813 los representantes de Austria, Rusia y Alemania para pactar la “Santa Alianza”, cuyo objetivo era derrotar a Napoleón Bonaparte. Durante las Guerras Napoleónicas, el palacio se convirtió en la oficina del emperador Francisco I, donde el aristócrata llevó a cabo importantes negociaciones.
Otras de las joyas de la plaza son la Fuente de Coronación (Korunovační kašna), que tiene forma de un pequeño templo de estilo imperio, y el pilar mariano con la estatua de la Virgen María, situada encima de un globo terrestre rodeado de cuatro ángeles.
Por una extensa restauración pasó recientemente la Galería de Vallenstein (Valdštejnská lodžie), una mansión situada al pie de la colina de Zebín, conectada con el centro de Jičín con una alameda de más de dos kilómetros de longitud. Este edificio formó parte de un sofisticado plan paisajístico, proyectado por el duque Vallenstein. El concepto se basó en la idea de unir con una imaginaria línea de seis kilómetros las obras más emblemáticas de la urbe. La idea al final no se llevó a cabo, explica Petr Hamáček.
“La Galería de Vallenstein fue concebida originalmente como una residencia de veraneo. Es un edificio misterioso, ya que no fue aprovechado del todo. Durante un periodo sirvió como granero, después albergó viviendas, y sirvió asimismo como una sala de conciertos. En el siglo XIX pernoctó allí incluso el emperador austrohúngaro”, indicó el vicealcalde.
Para muchos checos, Jičín es una ciudad de cuentos de hadas. Este
atributo no lo debe sólo a su pintoresco casco histórico, sino
especialmente a la ficticia figura del bandolero Rumcajs, el protagonista
de los cuentos escritos por el oriundo de Jičín, Václav Čtvrtek, con
cuyas hazañas crecieron varias generaciones de checos.
El auge de la ciudad, cuya historia data del siglo XIII, llegó tres siglos después de su fundación, durante el gobierno del duque Alberto de Vallenstein, jefe militar que gozó de un enorme poder político en las Tierras Checas, según indicó para la Radiodifusión Checa el vicalcalde de Jičín, Petr Hamáček.
“La presencia de Vallenstein en Jičín fue crucial, ya que el caudillo puso en marcha numerosos proyectos. Eso sí, terminó pocos de ellos. La verdad es que nos ha dejado muchas incógnitas sobre el concepto y la verdadera utilidad de los edificios”.
La visión de Alberto de Vallenstein era la de convertir Jičín en una extensa ciudad con universidad, obispados y monasterios. De hecho, llegó a ser la capital del Ducado de Frýdlant, una institución estatal autónoma, o más bien “un estado dentro de un estado”, creado en la primera mitad del siglo XVI por Vallenstein.
Este estatuto dio lugar al mito de que Jičín iba a convertirse en la capital del Reino de Bohemia. No es la única leyenda vinculada con la ciudad. La otra tiene que ver con el origen de su nombre, explica Petr Hamáček.
“Todos creen que el nombre de Jičín se relaciona con la reina Jitka, pero probablemente es una fábula. Más bien deriva de la palabra dičín, que se refería al alto número de animales salvajes que vivían en el lugar”.
En Jičín se escribió la historia de Europa
El casco histórico de Jičín fue declarado a mediados del siglo XX Reserva Municipal de Monumentos. La población cuenta con un total de 74 monumentos culturales, que incluyen edificios de diversos estilos, desde góticos y barrocos hasta funcionalistas.Muchas de las obras más antiguas se sitúan en la céntrica Plaza de Vallenstein (Valdštejnovo náměstí), rodeada de unas pintorescas arcadas. En este lugar se alza también el símbolo de la urbe, la Puerta de Valdice (Valdická brána), una majestuosa torre renacentista construida en el siglo XVI como parte de la fortificación municipal. En favorables condiciones climáticas, su altura de más de 50 metros permite a observar hasta los lejanos Montes Gigantes (Krkonoše) o la montaña de Ještěd.
Otro de los atractivos de la plaza principal es el Palacio de Vallenstein, construido a principios del siglo XVII. El edificio de estilo barroco representa en la actualidad la sede de la Galería Municipal con más de 120.000 obras de arte. Alberga asimismo el Museo Regional, que permite conocer la historia de forma lúdica. Los visitantes pueden probar a tejer en un telar o moler cereales en un molino de la época, entre otras actividades cotidianas del pasado.
En el palacio se halla también la Sala de la Coalición Antinapoleónica, donde se reunieron en 1813 los representantes de Austria, Rusia y Alemania para pactar la “Santa Alianza”, cuyo objetivo era derrotar a Napoleón Bonaparte. Durante las Guerras Napoleónicas, el palacio se convirtió en la oficina del emperador Francisco I, donde el aristócrata llevó a cabo importantes negociaciones.
Otras de las joyas de la plaza son la Fuente de Coronación (Korunovační kašna), que tiene forma de un pequeño templo de estilo imperio, y el pilar mariano con la estatua de la Virgen María, situada encima de un globo terrestre rodeado de cuatro ángeles.
Por una extensa restauración pasó recientemente la Galería de Vallenstein (Valdštejnská lodžie), una mansión situada al pie de la colina de Zebín, conectada con el centro de Jičín con una alameda de más de dos kilómetros de longitud. Este edificio formó parte de un sofisticado plan paisajístico, proyectado por el duque Vallenstein. El concepto se basó en la idea de unir con una imaginaria línea de seis kilómetros las obras más emblemáticas de la urbe. La idea al final no se llevó a cabo, explica Petr Hamáček.
“La Galería de Vallenstein fue concebida originalmente como una residencia de veraneo. Es un edificio misterioso, ya que no fue aprovechado del todo. Durante un periodo sirvió como granero, después albergó viviendas, y sirvió asimismo como una sala de conciertos. En el siglo XIX pernoctó allí incluso el emperador austrohúngaro”, indicó el vicealcalde.
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