Relaciones transatlánticas: un océano de incertidumbre
Relaciones transatlánticas: un océano de incertidumbre
Las últimas reuniones entre los líderes políticos europeos y estadounidenses han hecho surgir preguntas sobre sus relaciones. Con una historia de colaboraciones y diferencias, las opiniones son diversas.
Hace pocas semanas, el presidente de Estados Unidos Barack Obama recibió un “curso acelerado“ en política europea, tal y como él mismo lo llamó bromeando. “Hay una buena cantidad de reuniones aquí”, explicó durante una conferencia de prensa al cierre de la cumbre del G-20 en la ciudad francesa de Cannes. “Todos este interés para la coordinación es tedioso y lento”, agregó. No sólo para el Presidente es difícil de entender el por qué los europeos se reúnen tanto sin llegar a resultados concretos.
Ahora, Europa fue el invitado en Washington. El lunes se reunían el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso y el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy con el presidente Obama para la cumbre anual EEUU-UE. Y tampoco se consiguieron grandes resultados. Se trata de un “diálogo continuo”, según los círculos diplomáticos de Washington. Al mismo tiempo, se sugiere que es la primera ocasión en la que la Unión Europea habla con Estados Unidos en una cumbre sólo de políticos “europeos”, y ya no de jefes de Estado o de Gobierno de alguno de los países miembros. Europa habla ahora de verdad con su voz propia.
Temas y preocupaciones
A pesar de que la economía y la crisis financiera fueron los principales temas de conversación entre los líderes políticos europeos y el presidente estadounidense, son muchos otros los temas que también deben ser tratados: la amenaza del terrorismo internacional, tanto en el mundo real como en el ciberespacio; la seguridad energética y el cambio climático; el desarrollo del mundo árabe; el proceso de paz de oriente medio; las ambiciones nucleares de Irán…
A los europeos les preocupa que los Estados Unidos se orienten de forma más fuerte hacia Asia. Al fin y al cabo, el presidente de EEUU tiene a sus espaldas un viaje de cien días a la región, y ha afirmado que está amaneciendo en el siglo del Pacífico.
El vaso medio lleno...
Pero las preocupaciones de los europeos son innecesarias, dice Daniel Hamilton, director del Centro de Relaciones Transatlánticas en la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales Avanzados en Washington DC. Las extensas relaciones económicas entre ambas potencias son muestra de lo estrechamente entrelazados que están. “Somos una potencia tanto pacífica como atlántica, y esto es así desde hace ya dos siglos”, afirma Hamilton.
Los políticos tienen la posibilidad de asentar la dirección del desarrollo, según Hamilton. Es imperativo hacer frente a la difícil situación económica que en ambos lados del Atlántico es asimismo una crisis política. Para seguir dando ejemplo international y tener influencia, deben demostrar, según Hamilton, que los propios ciudadanos se benefician de ello.
Y la función más importante de la comunidad transatlántica debe seguir fortaleciéndose y expandiéndose, según el director de la Escuela Paul H. Nitze: “Cuando nos unimos a nivel transatlántico, logramos casi siempre formar el núcleo de una coalición global más grande para lograr un objetivo, cualquiera que sea”. Pero cuando no se da una unidad transatlántica, tampoco se crea otra coalición que se encargue de ello. Hamilton se muestra optimista en que se resolverán los problemas, y en que las relaciones transatlánticas seguirán siendo significativas en el futuro.
... O medio vacío
Stephen Szabo, director de la Academia Transatlántica de la capital estadounidense, no lo ve tan claro: “Los EEUU están perdiendo la fe en que la Unión Europea es la voz de Europa en vista de lo que está pasando en Europa durante los últimos años”. Según Szabo, a Estados Unidos le encantaría que la UE actuara de forma conjunta, pero aumentaría el escepticismo de que ello ocurriera. En Washington se tiene la impresión de que el centro del poder en Europa se encuentra en Berlín.
Europa se ve como un problema, no como un aliado.
En cualquier caso, tanto los optimistas como los pesimistas tienen razón en una cosa: el cambio de las relaciones transatlánticas ya no puede ser detenido. Es en la dirección de este cambio, en lo que ambas partes pueden colaborar.
Autora: Christina Bergmann / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López Magallón
fuente: Deutsche Welle, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,15564297,00.html
Las últimas reuniones entre los líderes políticos europeos y estadounidenses han hecho surgir preguntas sobre sus relaciones. Con una historia de colaboraciones y diferencias, las opiniones son diversas.
Hace pocas semanas, el presidente de Estados Unidos Barack Obama recibió un “curso acelerado“ en política europea, tal y como él mismo lo llamó bromeando. “Hay una buena cantidad de reuniones aquí”, explicó durante una conferencia de prensa al cierre de la cumbre del G-20 en la ciudad francesa de Cannes. “Todos este interés para la coordinación es tedioso y lento”, agregó. No sólo para el Presidente es difícil de entender el por qué los europeos se reúnen tanto sin llegar a resultados concretos.
Ahora, Europa fue el invitado en Washington. El lunes se reunían el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso y el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy con el presidente Obama para la cumbre anual EEUU-UE. Y tampoco se consiguieron grandes resultados. Se trata de un “diálogo continuo”, según los círculos diplomáticos de Washington. Al mismo tiempo, se sugiere que es la primera ocasión en la que la Unión Europea habla con Estados Unidos en una cumbre sólo de políticos “europeos”, y ya no de jefes de Estado o de Gobierno de alguno de los países miembros. Europa habla ahora de verdad con su voz propia.
Temas y preocupaciones
A pesar de que la economía y la crisis financiera fueron los principales temas de conversación entre los líderes políticos europeos y el presidente estadounidense, son muchos otros los temas que también deben ser tratados: la amenaza del terrorismo internacional, tanto en el mundo real como en el ciberespacio; la seguridad energética y el cambio climático; el desarrollo del mundo árabe; el proceso de paz de oriente medio; las ambiciones nucleares de Irán…
A los europeos les preocupa que los Estados Unidos se orienten de forma más fuerte hacia Asia. Al fin y al cabo, el presidente de EEUU tiene a sus espaldas un viaje de cien días a la región, y ha afirmado que está amaneciendo en el siglo del Pacífico.
El vaso medio lleno...
Pero las preocupaciones de los europeos son innecesarias, dice Daniel Hamilton, director del Centro de Relaciones Transatlánticas en la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales Avanzados en Washington DC. Las extensas relaciones económicas entre ambas potencias son muestra de lo estrechamente entrelazados que están. “Somos una potencia tanto pacífica como atlántica, y esto es así desde hace ya dos siglos”, afirma Hamilton.
Los políticos tienen la posibilidad de asentar la dirección del desarrollo, según Hamilton. Es imperativo hacer frente a la difícil situación económica que en ambos lados del Atlántico es asimismo una crisis política. Para seguir dando ejemplo international y tener influencia, deben demostrar, según Hamilton, que los propios ciudadanos se benefician de ello.
Y la función más importante de la comunidad transatlántica debe seguir fortaleciéndose y expandiéndose, según el director de la Escuela Paul H. Nitze: “Cuando nos unimos a nivel transatlántico, logramos casi siempre formar el núcleo de una coalición global más grande para lograr un objetivo, cualquiera que sea”. Pero cuando no se da una unidad transatlántica, tampoco se crea otra coalición que se encargue de ello. Hamilton se muestra optimista en que se resolverán los problemas, y en que las relaciones transatlánticas seguirán siendo significativas en el futuro.
... O medio vacío
Stephen Szabo, director de la Academia Transatlántica de la capital estadounidense, no lo ve tan claro: “Los EEUU están perdiendo la fe en que la Unión Europea es la voz de Europa en vista de lo que está pasando en Europa durante los últimos años”. Según Szabo, a Estados Unidos le encantaría que la UE actuara de forma conjunta, pero aumentaría el escepticismo de que ello ocurriera. En Washington se tiene la impresión de que el centro del poder en Europa se encuentra en Berlín.
Europa se ve como un problema, no como un aliado.
En cualquier caso, tanto los optimistas como los pesimistas tienen razón en una cosa: el cambio de las relaciones transatlánticas ya no puede ser detenido. Es en la dirección de este cambio, en lo que ambas partes pueden colaborar.
Autora: Christina Bergmann / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López Magallón
fuente: Deutsche Welle, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,15564297,00.html
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