En la Catedral de Puerto Montt se celebró la tradicional Misa de Nochebuena, presidida por el Arzobispo de Puerto Montt, Mons. Fernando Ramos
Foto Arzobispado de Puerto Montt
A las 20:00 horas, en la Catedral de Puerto Montt se celebró la tradicional Misa de Nochebuena, presidida por el Arzobispo de Puerto Montt, Mons. Fernando Ramos, en un clima de recogimiento, esperanza y alegría por el nacimiento del Señor.
Durante la liturgia, numerosos fieles se reunieron para conmemorar el nacimiento de Jesucristo, una noticia profundamente significativa para la fe cristiana. En su homilía, el Arzobispo recordó que el nacimiento de un niño es, en toda circunstancia, una buena noticia para una familia y para la sociedad, y que la Navidad nos convoca a celebrar un nacimiento que ocurrió hace siglos, en un lugar lejano, pero que sigue iluminando la vida del mundo entero: el nacimiento de Jesús de Nazaret.
Mons. Ramos destacó que Jesús nació en una tierra marcada por conflictos a lo largo de la historia, una realidad que continúa hasta nuestros días. Sin embargo, subrayó que la fe cristiana contempla este acontecimiento a la luz de la esperanza anunciada por los profetas, especialmente por Isaías, quien presenta al niño que nace como signo de consuelo y de futuro para un pueblo herido.
El Arzobispo explicó que la tradición cristiana reconoce en Jesús a aquel que el profeta describe con rasgos profundamente humanos y divinos a la vez: Consejero Maravilloso, Dios Fuerte, Padre para siempre y Príncipe de la Paz. Estas expresiones, señaló, ayudan a comprender quién es Jesús y qué significa su presencia para la vida de las personas hoy.
Al reflexionar sobre Jesús como Consejero Maravilloso, Mons. Ramos invitó a reconocer que su palabra orienta la vida hacia la maravilla del don de vivir, incluso en medio de las dificultades. Su consejo no impone, sino que ilumina y abre caminos de sentido y esperanza.
Al referirse a Jesús como Dios Fuerte, destacó que su fortaleza no se manifiesta desde la imposición o la violencia, sino desde la convicción, la cercanía y la fuerza transformadora de su presencia. Es una fortaleza que invita, pero no obliga, y que se ofrece como luz para quienes libremente la acogen.
Como Padre para siempre, Jesús acompaña a las personas en el paso de toda forma de esclavitud hacia la verdadera libertad. El Arzobispo señaló que, aunque hoy no existan esclavitudes visibles como en otros tiempos, persisten ataduras interiores como el miedo, la inseguridad o las falsas expectativas, de las cuales Cristo viene a liberarnos al recordarnos nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios.
Finalmente, Mons. Ramos presentó a Jesús como el Príncipe de la Paz, aquel que trae una paz auténtica al corazón humano y que, cuando su mensaje es acogido, hace posible construir relaciones de fraternidad y reconciliación. Esta paz, afirmó, es el sueño de Dios para la humanidad: reconocernos como hermanos y hermanas, hijos de un mismo Padre.
La celebración concluyó con un llamado a vivir la Navidad como una verdadera buena noticia, acogiendo al Salvador que nace y renovando el compromiso de construir una vida personal y comunitaria marcada por la fe, la esperanza y la paz. El Arzobispo deseó a todos los presentes y a la comunidad arquidiocesana una muy feliz y bendecida Navidad.
Fuente: Arzobispado de Puerto Montt

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