Para qué sirve reciclar aluminio
El aluminio se puede reciclar de forma indefinida sin pérdida de sus propiedades y se evita que acabe abandonado o en vertederos. Los consumidores son una parte esencial en este proceso. Reciclar estos envases es fácil, y el medio ambiente y la economía salen beneficiados.
Para qué sirve reciclar aluminio
Cada español consume una media de 90 latas al año y genera unos 13 kilos de residuos de este tipo de envases que, si llegan a la naturaleza, pueden permanecer en estado sólido durante 500 años.
El impacto ambiental y económico de utilizar aluminio primario se puede reducir en gran medida con el reciclado. El papel de los consumidores es esencial: si el residuo recuperado está contaminado con otros materiales se dificulta el proceso de selección y preparación para su reciclado. Para evitar que acabe abandonado o depositado de forma incorrecta, las latas se pueden depositar en el contenedor amarillo, de manera que se puedan tratar de forma correcta.
El reciclaje del aluminio es muy agradecido. Se aprovecha el 100% del material y, gracias a ello, se ahorra el 95% de la energía, si se compara con la producción a partir del mineral (bauxita). La producción con aluminio reciclado genera sólo un 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
El proceso de reciclado de latas es más sencillo que con otro tipo de residuos: no hay que eliminar otros materiales, ya que tanto la tapa como el envase son de aluminio. Además, las latas vacías se pueden aplastar sin problemas. De esta manera, ocupan muy poco volumen y son fáciles de transportar (no se rompe, no arde y no se oxida).
El aluminio reciclado no disminuye de calidad: el producto que se obtiene tiene las mismas propiedades que otro elaborado a partir del mineral original. A diferencia del papel, que sólo se puede reciclar unas pocas veces, los residuos de este material se pueden aprovechar de manera indefinida. El aluminio recuperado, una vez seleccionado y prensado, se funde y, con él, se fabrican nuevos lingotes de aluminio que se utilizan para cualquier aplicación.
Desde el punto de vista económico, el reciclado es un proceso rentable porque el aluminio es un metal valioso: las latas de bebidas usadas recogidas alcanzan un valor en el mercado de más de 0,6 euros el kilo.
Reciclaje de aluminio en Europa y España
En Europa, el aluminio alcanza tasas de reciclado muy altas que oscilan entre el 50% en envases, el 85% en construcción y el 95% en transporte. Estas cifras se traducen en una producción anual en torno a los cuatro millones de toneladas de aluminio reciclado.
Los europeos consumen más de 400.000 toneladas de latas. Suecia, con el 92% y Suiza, con el 88%, son los países que más reciclan en Europa. España se sitúa también por encima de la media: dos de cada tres latas de bebidas (tanto de aluminio como de hojalata) se reciclan.
Durante 2008, España ha recuperado 13.393 toneladas de envases de aluminio, que equivalen al 27,7% del total de envases consumidos, según la Asociación para el Reciclado de Productos de Aluminio (Arpal).
La crisis económica ha afectado al reciclaje de aluminio en nuestro país. La menor demanda y, sobre todo, la fuerte bajada de precios (está sujeto a la cotización de la Bolsa de Metales de Londres y del dólar) ha provocado un menor consumo y una disminución en la cantidad de material recuperado. En cualquier caso, los responsables de Arpal recuerdan que la tasa de reciclado ha aumentado en 0,7 puntos respecto al año anterior. Por ello, concluyen que la recuperación y el reciclado de los envases y otros productos de aluminio en España es una actividad de presente y de futuro.
Cómo reduce la industria su impacto ambiental
El sector del aluminio ha asumido en los últimos años un programa para reducir su impacto medioambiental durante todas las etapas del material. El aumento del reciclaje conlleva disminuir la extracción de bauxita. En las minas se llevan a cabo labores de restauración para devolverlas a sus condiciones naturales. Según sus responsables, el 80% de estos yacimientos vuelven a su estado original.
El uso de energía para el tratamiento del material representa un 25% de los costes asociados a la producción del aluminio primario. La reducción de este consumo es uno de los objetivos principales de la industria. A través de la tecnología de alimentación puntual en la electrólisis se ha disminuido el gasto en electricidad en un 33% desde 1950.
El sector ha introducido diversos avances en el diseño y fabricación de los productos. Las latas de aluminio actuales necesitan un 40% menos de metal que las fabricadas hace 25 años y menos energía y materia prima.
La industria del aluminio en España promociona la recogida y reciclaje de este metal mediante diversas campañas. Blipvert lleva a cabo, desde hace quince años, el programa "Catalunya Platja Neta", que recupera latas de bebidas en las playas de esta comunidad autónoma durante el verano. La Fundación Trinijove, en colaboración con Arpal, puso en marcha en 1995 una iniciativa para la inserción social de jóvenes a través del reciclado de latas de bebidas en Barcelona.
Cómo es el ciclo de reciclaje del aluminio
El aluminio usado llega a las plantas de reciclado por dos canales principales. Por un lado, los desechos de consumo doméstico e industrial (latas, cables, planchas litográficas, desguace de vehículos, derribos, etc.). Por otro lado, los recortes y virutas producidos durante la fabricación de productos de aluminio.
Una vez en la planta, el aluminio se separa de otros elementos que puedan contaminarlo. Tras eliminar las impurezas, el material se prensa, se embala y se envía a fundición. Desde aquí se traslada a instalaciones específicas para su refabricación. El nuevo material se utilizará para crear nuevos productos de consumo.
La duración de este ciclo depende de cada producto. Una lata de bebida puede tardar unos 45 días en dar la vuelta a este proceso, mientras que los cables eléctricos pueden tardar unos 40 años.
Ventajas y aplicaciones del aluminio
El mineral original del aluminio, la bauxita, es el tercer elemento más común de la corteza terrestre: se calcula que hay reservas para dos siglos. Los consumidores pueden encontrar este material en multitud de aplicaciones de su vida cotidiana, gracias a sus características únicas. Es muy ligero y proporciona una protección óptima: ofrece una barrera metálica impermeable a la luz, a los rayos ultra-violetas, a la corrosión, al vapor de agua, a los aceites y grasas, al oxígeno y a los microorganismos.
El sector de la alimentación lo utiliza porque es higiénico, no tóxico y no afecta al sabor de los productos. Por ello, es ya indispensable en la fabricación de latas, como papel de envolver, en la capa intermedia de los envases "tetra brick", en las tapas de los yogures, etc.
En el campo de la medicina, se emplea en equipos médicos y en algunos medicamentos, como los tratamientos de úlceras gástricas. También se utiliza para el tratamiento del agua: además de no ser tóxico, filtra las bacterias y las partículas no deseadas y, por ello, mantiene limpios los abastecimientos de agua.
En la industria del transporte, el aluminio se utiliza en especial en la construcción de aviones. En 1920 se fabricó el primer prototipo y desde entonces es un elemento indispensable en el sector aeronáutico, gracias a su resistencia, ligereza y maleabilidad.
El ferrocarril también se ha beneficiado de este material: un tren de aluminio aporta un ahorro de energía del 87% a lo largo de los 40 años de vida media, en comparación con otros trenes fabricados con elementos más pesados. Su resistencia a la corrosión y al agua del mar lo hace indispensable en cascos de barco y mecanismos acuáticos.
La industria del automóvil incluye cada vez más este elemento en sus modelos. Algunos coches deportivos, berlinas de alta gama y utilitarios ya se fabrican sólo con aluminio. Su ligereza permite reducir el peso del vehículo en un 30%: la reducción en combustible y en emisiones contaminantes es considerable.
El sector de la construcción ha aumentado el uso del aluminio en los últimos 50 años de forma importante. Este elemento se puede ver en estructuras de ventanas y puertas, y en cubiertas para grandes superficies y estadios.
Las comunicaciones y el sector energético han sustituido al cobre por el aluminio de forma progresiva desde la década de los cincuenta: es más eficiente y más económico para transportar electricidad. También se utiliza en reactores nucleares a baja temperatura porque absorbe pocos neutrones.
La industria química no está al margen de esta tendencia: una misma proporción de aluminio pesa un tercio menos que el acero. Por ello, es un material ideal para la fabricación de tubos, recipientes y aparatos muy diversos.
Breve historia del aluminio
La utilización industrial del aluminio se remonta al siglo XIX. En 1825, el físico y químico danés Hans Christian Oersted conseguía separar una pequeña cantidad de aluminio impuro. Pero no fue hasta 1854 cuando el químico francés Henri-Etienne Sainte-Claire Deville lograba un proceso para obtener aluminio en cantidades más grandes y establecía una planta experimental a gran escala. En esa época, el aluminio se consideraba un metal precioso.
El primer aluminio comercial se logró en 1888. Su principal impulsor, Charles Martin Hall, recibió la idea de un profesor suyo de la Universidad de Ohio. El docente, Frank Jewett, aseguró a sus alumnos que la persona que consiguiera fabricar aluminio y venderlo a un precio económico se haría rica. La empresa creció hasta convertirse en Alcoa, en la actualidad una de las mayores productoras del mundo de este material.
Alex Fernández Muerza -
fuente: http://www.ecoticias.com
Para qué sirve reciclar aluminio
Cada español consume una media de 90 latas al año y genera unos 13 kilos de residuos de este tipo de envases que, si llegan a la naturaleza, pueden permanecer en estado sólido durante 500 años.
El impacto ambiental y económico de utilizar aluminio primario se puede reducir en gran medida con el reciclado. El papel de los consumidores es esencial: si el residuo recuperado está contaminado con otros materiales se dificulta el proceso de selección y preparación para su reciclado. Para evitar que acabe abandonado o depositado de forma incorrecta, las latas se pueden depositar en el contenedor amarillo, de manera que se puedan tratar de forma correcta.
El reciclaje del aluminio es muy agradecido. Se aprovecha el 100% del material y, gracias a ello, se ahorra el 95% de la energía, si se compara con la producción a partir del mineral (bauxita). La producción con aluminio reciclado genera sólo un 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
El proceso de reciclado de latas es más sencillo que con otro tipo de residuos: no hay que eliminar otros materiales, ya que tanto la tapa como el envase son de aluminio. Además, las latas vacías se pueden aplastar sin problemas. De esta manera, ocupan muy poco volumen y son fáciles de transportar (no se rompe, no arde y no se oxida).
El aluminio reciclado no disminuye de calidad: el producto que se obtiene tiene las mismas propiedades que otro elaborado a partir del mineral original. A diferencia del papel, que sólo se puede reciclar unas pocas veces, los residuos de este material se pueden aprovechar de manera indefinida. El aluminio recuperado, una vez seleccionado y prensado, se funde y, con él, se fabrican nuevos lingotes de aluminio que se utilizan para cualquier aplicación.
Desde el punto de vista económico, el reciclado es un proceso rentable porque el aluminio es un metal valioso: las latas de bebidas usadas recogidas alcanzan un valor en el mercado de más de 0,6 euros el kilo.
Reciclaje de aluminio en Europa y España
En Europa, el aluminio alcanza tasas de reciclado muy altas que oscilan entre el 50% en envases, el 85% en construcción y el 95% en transporte. Estas cifras se traducen en una producción anual en torno a los cuatro millones de toneladas de aluminio reciclado.
Los europeos consumen más de 400.000 toneladas de latas. Suecia, con el 92% y Suiza, con el 88%, son los países que más reciclan en Europa. España se sitúa también por encima de la media: dos de cada tres latas de bebidas (tanto de aluminio como de hojalata) se reciclan.
Durante 2008, España ha recuperado 13.393 toneladas de envases de aluminio, que equivalen al 27,7% del total de envases consumidos, según la Asociación para el Reciclado de Productos de Aluminio (Arpal).
La crisis económica ha afectado al reciclaje de aluminio en nuestro país. La menor demanda y, sobre todo, la fuerte bajada de precios (está sujeto a la cotización de la Bolsa de Metales de Londres y del dólar) ha provocado un menor consumo y una disminución en la cantidad de material recuperado. En cualquier caso, los responsables de Arpal recuerdan que la tasa de reciclado ha aumentado en 0,7 puntos respecto al año anterior. Por ello, concluyen que la recuperación y el reciclado de los envases y otros productos de aluminio en España es una actividad de presente y de futuro.
Cómo reduce la industria su impacto ambiental
El sector del aluminio ha asumido en los últimos años un programa para reducir su impacto medioambiental durante todas las etapas del material. El aumento del reciclaje conlleva disminuir la extracción de bauxita. En las minas se llevan a cabo labores de restauración para devolverlas a sus condiciones naturales. Según sus responsables, el 80% de estos yacimientos vuelven a su estado original.
El uso de energía para el tratamiento del material representa un 25% de los costes asociados a la producción del aluminio primario. La reducción de este consumo es uno de los objetivos principales de la industria. A través de la tecnología de alimentación puntual en la electrólisis se ha disminuido el gasto en electricidad en un 33% desde 1950.
El sector ha introducido diversos avances en el diseño y fabricación de los productos. Las latas de aluminio actuales necesitan un 40% menos de metal que las fabricadas hace 25 años y menos energía y materia prima.
La industria del aluminio en España promociona la recogida y reciclaje de este metal mediante diversas campañas. Blipvert lleva a cabo, desde hace quince años, el programa "Catalunya Platja Neta", que recupera latas de bebidas en las playas de esta comunidad autónoma durante el verano. La Fundación Trinijove, en colaboración con Arpal, puso en marcha en 1995 una iniciativa para la inserción social de jóvenes a través del reciclado de latas de bebidas en Barcelona.
Cómo es el ciclo de reciclaje del aluminio
El aluminio usado llega a las plantas de reciclado por dos canales principales. Por un lado, los desechos de consumo doméstico e industrial (latas, cables, planchas litográficas, desguace de vehículos, derribos, etc.). Por otro lado, los recortes y virutas producidos durante la fabricación de productos de aluminio.
Una vez en la planta, el aluminio se separa de otros elementos que puedan contaminarlo. Tras eliminar las impurezas, el material se prensa, se embala y se envía a fundición. Desde aquí se traslada a instalaciones específicas para su refabricación. El nuevo material se utilizará para crear nuevos productos de consumo.
La duración de este ciclo depende de cada producto. Una lata de bebida puede tardar unos 45 días en dar la vuelta a este proceso, mientras que los cables eléctricos pueden tardar unos 40 años.
Ventajas y aplicaciones del aluminio
El mineral original del aluminio, la bauxita, es el tercer elemento más común de la corteza terrestre: se calcula que hay reservas para dos siglos. Los consumidores pueden encontrar este material en multitud de aplicaciones de su vida cotidiana, gracias a sus características únicas. Es muy ligero y proporciona una protección óptima: ofrece una barrera metálica impermeable a la luz, a los rayos ultra-violetas, a la corrosión, al vapor de agua, a los aceites y grasas, al oxígeno y a los microorganismos.
El sector de la alimentación lo utiliza porque es higiénico, no tóxico y no afecta al sabor de los productos. Por ello, es ya indispensable en la fabricación de latas, como papel de envolver, en la capa intermedia de los envases "tetra brick", en las tapas de los yogures, etc.
En el campo de la medicina, se emplea en equipos médicos y en algunos medicamentos, como los tratamientos de úlceras gástricas. También se utiliza para el tratamiento del agua: además de no ser tóxico, filtra las bacterias y las partículas no deseadas y, por ello, mantiene limpios los abastecimientos de agua.
En la industria del transporte, el aluminio se utiliza en especial en la construcción de aviones. En 1920 se fabricó el primer prototipo y desde entonces es un elemento indispensable en el sector aeronáutico, gracias a su resistencia, ligereza y maleabilidad.
El ferrocarril también se ha beneficiado de este material: un tren de aluminio aporta un ahorro de energía del 87% a lo largo de los 40 años de vida media, en comparación con otros trenes fabricados con elementos más pesados. Su resistencia a la corrosión y al agua del mar lo hace indispensable en cascos de barco y mecanismos acuáticos.
La industria del automóvil incluye cada vez más este elemento en sus modelos. Algunos coches deportivos, berlinas de alta gama y utilitarios ya se fabrican sólo con aluminio. Su ligereza permite reducir el peso del vehículo en un 30%: la reducción en combustible y en emisiones contaminantes es considerable.
El sector de la construcción ha aumentado el uso del aluminio en los últimos 50 años de forma importante. Este elemento se puede ver en estructuras de ventanas y puertas, y en cubiertas para grandes superficies y estadios.
Las comunicaciones y el sector energético han sustituido al cobre por el aluminio de forma progresiva desde la década de los cincuenta: es más eficiente y más económico para transportar electricidad. También se utiliza en reactores nucleares a baja temperatura porque absorbe pocos neutrones.
La industria química no está al margen de esta tendencia: una misma proporción de aluminio pesa un tercio menos que el acero. Por ello, es un material ideal para la fabricación de tubos, recipientes y aparatos muy diversos.
Breve historia del aluminio
La utilización industrial del aluminio se remonta al siglo XIX. En 1825, el físico y químico danés Hans Christian Oersted conseguía separar una pequeña cantidad de aluminio impuro. Pero no fue hasta 1854 cuando el químico francés Henri-Etienne Sainte-Claire Deville lograba un proceso para obtener aluminio en cantidades más grandes y establecía una planta experimental a gran escala. En esa época, el aluminio se consideraba un metal precioso.
El primer aluminio comercial se logró en 1888. Su principal impulsor, Charles Martin Hall, recibió la idea de un profesor suyo de la Universidad de Ohio. El docente, Frank Jewett, aseguró a sus alumnos que la persona que consiguiera fabricar aluminio y venderlo a un precio económico se haría rica. La empresa creció hasta convertirse en Alcoa, en la actualidad una de las mayores productoras del mundo de este material.
Alex Fernández Muerza -
fuente: http://www.ecoticias.com
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