Según la Cepal , El ESTADO DEBE SER UN AGENTE DECISIVO PARA UNA AGENDA DE DESARROLLO CON IGUALDAD
(Brasilia, 30 de mayo, 2010) ¿Cómo se crece y se genera desarrollo al tiempo que se reducen la pobreza y las desigualdades? La CEPAL considera que éste es el principal desafío que enfrenta hoy América Latina y el Caribe por lo que ofrece una nueva hoja de ruta para la región en el documento La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir, presentado hoy en Brasilia, Brasil.
El documento, lanzado durante el Trigésimo tercer período de sesiones de la CEPAL, coloca a la igualdad en el centro de todos los esfuerzos por alcanzar un mayor bienestar de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
No se trata solamente de la igualdad como acceso a las oportunidades, sino como titularidad de derechos. “El solo hecho de nacer en algún país de la región debería ya significar que esa persona tiene derechos: a educación de calidad, a salud en todo el ciclo de vida, a una pensión digna y a un empleo decente”, señaló Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la presentación del informe.
Pese a los avances alcanzados en materia económica y social en los últimos años, América Latina continúa presentando la peor distribución del ingreso del mundo y tiene todavía niveles importantes de pobreza y una fuerte heterogeneidad productiva, que a su vez deriva en un deterioro del mundo del trabajo y la segmentación de la protección social.
Y persisten otros desafíos de largo plazo como la discriminación étnica y de género, la vulnerabilidad frente al cambio climático y la transición demográfica.
Frente a esta realidad, la CEPAL señala que igualdad social y dinamismo económico no están reñidos entre sí e invita a los gobiernos a encontrar las sinergias entre ambos y repensar el desarrollo. El organismo propone crecer para igualar e igualar para crecer. En el largo plazo, igualdad, crecimiento económico y sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano, afirma.
Para lograr este objetivo es necesario, según la CEPAL, potenciar las capacidades humanas y revertir las disparidades, universalizando derechos y logrando convergencias entre sectores y territorios. Esta visión estratégica requiere también políticas públicas de Estado que trasciendan la frontera de una simple administración y la construcción de grandes acuerdos sociales y políticos de largo aliento. En suma, se trata de alcanzar una nueva ecuación Estado-mercado-sociedad.
Tras realizar un diagnóstico pormenorizado de la situación actual y de un conjunto de evidencias históricas recientes sobre los problemas del desarrollo en la región, el documento de la CEPAL plantea un amplio abanico de políticas de Estado que concurren en dinamizar el crecimiento, promover la productividad, fomentar mayor articulación territorial, generar mejores condiciones de empleo e institucionalidad laboral y proveer bienes públicos y protección social con clara vocación universalista y redistributiva.
Este nuevo enfoque está basado en seis grandes pilares:
1) Una política macroeconómica para un desarrollo inclusivo: La región puede crecer más y mejor. No sólo es necesario lograr un mayor dinamismo económico, sino también mayores niveles de inclusión e igualdad social, menor exposición a los impactos de la volatilidad externa, más inversión productiva y más generación de empleos de calidad. El rol de las políticas macroeconómicas es esencial.
2) Convergencia productiva con igualdad: Las economías latinoamericanas y caribeñas se caracterizan por una notoria heterogeneidad estructural que explica en gran medida la aguda desigualdad social de la región. Esta heterogeneidad está dada por las brechas internas y externas de productividad. Para ayudar a cerrar estas brechas, la CEPAL propone transformar la estructura productiva a partir de tres ejes de políticas: el industrial, con énfasis en la innovación; el tecnológico, centrado en la creación y difusión de conocimiento; y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pyme).
3) Convergencia territorial: El territorio sí importa. Las brechas sociales y de productividad también tienen su expresión espacial. De allí la urgencia de crear políticas que aborden la heterogeneidad territorial al interior de los países. En la corrección de disparidades territoriales las transferencias intergubernamentales son decisivas, así como los fondos de cohesión territorial.
4) Más y mejor empleo: El empleo es la llave maestra para resolver la desigualdad. Para superar las brechas que se producen en los ingresos, el acceso a la seguridad social y la estabilidad laboral –además de la discriminación que sufren las mujeres, minorías étnicas y jóvenes-, la CEPAL propone una hoja de ruta centrada, entre otros temas, en el impulso de un pacto laboral que genere dinamismo económico y proteja al trabajador.
5) El cierre de las brechas sociales: El Estado tiene un rol decisivo en revertir la desigualdad, lo que implica un aumento sostenido del gasto social, avanzar en la institucionalidad social y hacia sistemas de transferencias de ingresos para mejorar la distribución hacia los sectores más vulnerables.
6) El pacto fiscal como clave en el vínculo entre el Estado y la igualdad: Es necesario dotar al Estado de mayor capacidad para redistribuir recursos y promover la igualdad. Se trata de un Estado de bienestar y no de un Estado subsidiario, que avance hacia una estructura tributaria y un sistema de transferencias que privilegie la solidaridad social. Con una nueva ecuación Estado-mercado-sociedad se podrá alcanzar un desarrollo con empleos de calidad, cohesión social y sostenibilidad ambiental.
El documento, lanzado durante el Trigésimo tercer período de sesiones de la CEPAL, coloca a la igualdad en el centro de todos los esfuerzos por alcanzar un mayor bienestar de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
No se trata solamente de la igualdad como acceso a las oportunidades, sino como titularidad de derechos. “El solo hecho de nacer en algún país de la región debería ya significar que esa persona tiene derechos: a educación de calidad, a salud en todo el ciclo de vida, a una pensión digna y a un empleo decente”, señaló Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la presentación del informe.
Pese a los avances alcanzados en materia económica y social en los últimos años, América Latina continúa presentando la peor distribución del ingreso del mundo y tiene todavía niveles importantes de pobreza y una fuerte heterogeneidad productiva, que a su vez deriva en un deterioro del mundo del trabajo y la segmentación de la protección social.
Y persisten otros desafíos de largo plazo como la discriminación étnica y de género, la vulnerabilidad frente al cambio climático y la transición demográfica.
Frente a esta realidad, la CEPAL señala que igualdad social y dinamismo económico no están reñidos entre sí e invita a los gobiernos a encontrar las sinergias entre ambos y repensar el desarrollo. El organismo propone crecer para igualar e igualar para crecer. En el largo plazo, igualdad, crecimiento económico y sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano, afirma.
Para lograr este objetivo es necesario, según la CEPAL, potenciar las capacidades humanas y revertir las disparidades, universalizando derechos y logrando convergencias entre sectores y territorios. Esta visión estratégica requiere también políticas públicas de Estado que trasciendan la frontera de una simple administración y la construcción de grandes acuerdos sociales y políticos de largo aliento. En suma, se trata de alcanzar una nueva ecuación Estado-mercado-sociedad.
Tras realizar un diagnóstico pormenorizado de la situación actual y de un conjunto de evidencias históricas recientes sobre los problemas del desarrollo en la región, el documento de la CEPAL plantea un amplio abanico de políticas de Estado que concurren en dinamizar el crecimiento, promover la productividad, fomentar mayor articulación territorial, generar mejores condiciones de empleo e institucionalidad laboral y proveer bienes públicos y protección social con clara vocación universalista y redistributiva.
Este nuevo enfoque está basado en seis grandes pilares:
1) Una política macroeconómica para un desarrollo inclusivo: La región puede crecer más y mejor. No sólo es necesario lograr un mayor dinamismo económico, sino también mayores niveles de inclusión e igualdad social, menor exposición a los impactos de la volatilidad externa, más inversión productiva y más generación de empleos de calidad. El rol de las políticas macroeconómicas es esencial.
2) Convergencia productiva con igualdad: Las economías latinoamericanas y caribeñas se caracterizan por una notoria heterogeneidad estructural que explica en gran medida la aguda desigualdad social de la región. Esta heterogeneidad está dada por las brechas internas y externas de productividad. Para ayudar a cerrar estas brechas, la CEPAL propone transformar la estructura productiva a partir de tres ejes de políticas: el industrial, con énfasis en la innovación; el tecnológico, centrado en la creación y difusión de conocimiento; y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pyme).
3) Convergencia territorial: El territorio sí importa. Las brechas sociales y de productividad también tienen su expresión espacial. De allí la urgencia de crear políticas que aborden la heterogeneidad territorial al interior de los países. En la corrección de disparidades territoriales las transferencias intergubernamentales son decisivas, así como los fondos de cohesión territorial.
4) Más y mejor empleo: El empleo es la llave maestra para resolver la desigualdad. Para superar las brechas que se producen en los ingresos, el acceso a la seguridad social y la estabilidad laboral –además de la discriminación que sufren las mujeres, minorías étnicas y jóvenes-, la CEPAL propone una hoja de ruta centrada, entre otros temas, en el impulso de un pacto laboral que genere dinamismo económico y proteja al trabajador.
5) El cierre de las brechas sociales: El Estado tiene un rol decisivo en revertir la desigualdad, lo que implica un aumento sostenido del gasto social, avanzar en la institucionalidad social y hacia sistemas de transferencias de ingresos para mejorar la distribución hacia los sectores más vulnerables.
6) El pacto fiscal como clave en el vínculo entre el Estado y la igualdad: Es necesario dotar al Estado de mayor capacidad para redistribuir recursos y promover la igualdad. Se trata de un Estado de bienestar y no de un Estado subsidiario, que avance hacia una estructura tributaria y un sistema de transferencias que privilegie la solidaridad social. Con una nueva ecuación Estado-mercado-sociedad se podrá alcanzar un desarrollo con empleos de calidad, cohesión social y sostenibilidad ambiental.
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