La fe no es un fraude dice Papa Francisco
La fe no es un fraude
Entre los concelebrantes el obispo Giorgio Corbellini, presidente de la Oficina del trabajo de la Sede apostólica (Ulsa) y de la Comisión disciplinar de la Curia romana, y el salesiano Sergio Pellini, director de la Tipografía Vaticana-Editrice L’Osservatore Romano. Entre los presentes, el Consejo de superintendencia y los revisores de cuentas de la Tipografía Vaticana, un grupo de agentes del Cuerpo de la Gendarmería, empleados de la Oficina del trabajo de la Sede apostólica y de L’Osservatore Romano.
El Papa Francisco centró su homilía en el pasaje evangélico de san Juan (14, 1-6): «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
«Estas palabras de Jesús —comentó el Pontífice— son precisamente palabras muy bellas. En un momento de despedida, Jesús habla a sus discípulos propiamente desde el corazón. Él sabe que sus discípulos están tristes, porque se dan cuenta de que la cosa no va bien». He aquí, entonces, que Jesús los alienta, los anima, los tranquiliza, les propone un horizonte de esperanza: «No se turbe vuestro corazón. Y comienza a hablar así, como un amigo, incluso con la actitud de un pastor. Yo digo: la música de estas palabras de Jesús es la actitud del pastor, como se comporta el pastor con sus ovejas. “No se turbe vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí”».
Al pronunciar estas palabras, según la narración evangélica de san Juan, Jesús —dijo el Papa— «comienza a hablar: ¿de qué? Del cielo, de la patria definitiva. “Creed también en mí: yo soy fiel”, es como si dijera esto». Y utilizando la metáfora, «la figura del ingeniero, del arquitecto, les dice lo que irá a hacer: “Voy a prepararos un lugar, en la casa de mi Padre hay muchas moradas”. Y Jesús va a prepararnos un lugar».
«Cómo es —se preguntó el Papa Francisco— esta preparación? ¿Cómo se realiza? ¿Cómo es ese lugar? ¿Qué significa preparar el lugar? ¿Alquilar una habitación en las alturas?». Preparar el lugar significa «preparar nuestra posibilidad de gozar, ver, sentir, comprender la belleza de aquello que nos espera, de la patria hacia la cual caminamos».
«Y toda la vida cristiana —prosiguió el Pontífice— es un trabajo de Jesús, del Espíritu Santo, para prepararnos un lugar, prepararnos los ojos para ver». «“Pero, padre, ¡yo veo bien! No necesito gafas”. Pero se trata de otra visión. Pensemos en quienes están enfermos de catarata y tienen que operarse: ellos ven, pero después de la operación, ¿qué dicen? “Nunca pensé que se podía ver así, sin gafas, tan bien”. Nuestros ojos, los ojos de nuestra alma necesitan, tienen necesidad de ser preparados para contemplar el rostro maravilloso de Jesús». Se trata, entonces, de «preparar el oído para escuchar cosas bellas, palabras bellas. Y principalmente preparar el corazón: preparar el corazón para amar, amar más».
«En el camino de la vida —explicó el Pontífice— el Señor siempre hace esto: con las pruebas, con las consolaciones, con las tribulaciones, con las cosas buenas. Todo el camino de la vida es un camino de preparación. Algunas veces el Señor lo debe hacer de prisa, como hizo con el buen ladrón: tenía sólo pocos minutos para prepararlo y lo hizo. Pero la normalidad de la vida es ir así: dejarse preparar el corazón, los ojos, el oído, para llegar a esta patria. Porque esa es nuestra patria».
El Papa Francisco alertó sobre el perder de vista esta dimensión fundamental de nuestra vida y del camino de fe, y de las objeciones de quien no reconoce una perspectiva de eternidad: «“Pero, padre, yo fui a un filósofo y me dijo que estos pensamientos son una alienación, que nosotros estamos alienados, que la vida es esta, lo concreto, y del más allá no se sabe lo que es…”. Algunos piensan así. Pero Jesús nos dice que no es así, y nos dice: “Creed también en mí. Esto que te digo es la verdad: yo no te engaño”. Estamos en camino hacia la patria, nosotros hijos de las estirpe de Abrahán, como dice san Pablo en la primera lectura» (Hechos de los apóstoles 13, 26-33).
«Y desde la época de Abrahán —afirmó el Papa— estamos en camino, con la promesa de la patria definitiva. Si leemos el capítulo de la Carta a los Hebreos encontraremos la bella figura de nuestros antepasados, de nuestros padres, que hicieron este camino hacia la patria y la contemplaban desde lejos. Prepararse para el cielo es comenzar a contemplarlo desde lejos». Y «esto no es alienación: esta es la verdad, esto es permitir que Jesús prepare nuestro corazón, nuestros ojos para esa belleza tan grande. Es el camino de la belleza. También el camino del regreso a la patria».
El Papa concluyó la homilía deseando «que el Señor nos done esta esperanza fuerte» y «nos dé también la valentía de contemplar la patria desde lejos». Y finalmente «nos done la humildad de dejarnos preparar, es decir, permitir al Señor que prepare la morada, la morada definitiva, en nuestro corazón, en nuestros ojos y oídos».
fuente: http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/vaticano/2013/097q13-Messa-del-Pontefice-a-Santa-Marta-La-fede-n.html&title=La%20fe%20no%20es%20un%20fraude&locale=es
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