Inaugurada Semana Internacional de Cine de Valladolid
¡Qué cosas!. Fue fugaz, sí. Tal vez sólo el amago de unos pocos, una invitación para que más les secundaran, pero lo cierto es que la Semana Internacional de Cine de Valladolid escuchó su primer pateo antes incluso de que diera comienzo la 53 edición. Tuvieron la culpa los 40 minutos de retraso con los que empezó una gala inaugural larga y algo atropellada –los presentadores Jorge Sanz y Jose Toledo solventaron los fallos, propios y ajenos, con guiños a un público que siguió el juego–. Cosas de la alfombra roja, es de suponer, que pisaron más que nunca las gentes del cine.
Una gala que empezó trepidante, con una coreografía de acción a la que siguió una escena más pausada y sensual, con música de películas como 'El piano' o '300'.
Un toque dinámico que rompió con la tónica de los últimos años. Novedosa también fue la presencia sobre el escenario del Teatro Calderón de numerosos actores, uno de ellos un simpático Imanol Arias que ejerció de padrino de la 53 edición y leyó una carta del director de la Seminci Javier Angulo antes de despedirse con un ¡Viva el cine!
Y el responsable del certamen lanzó un mensaje de "apoyo cerrado y convencido al cine europeo y español", en unos "tiempos difíciles". Y quiso "levantar la voz para reivindicar el cine en las salas", para que "no deje de ser el séptimo arte". Además, Angulo se comprometió a "mantener la apuesta de la Seminci por el cine de autor y a insuflar nuevos aires sin arruinar las señas de identidad" labradas en los 52 años de historia del certamen.
En líneas generales, la gala transcurrió por donde solía. No faltó una mirada a la propia historia, porque, como bien apuntó Jorge Sanz, "hay que saber lo que tenemos detrás para poder ver lo que tenemos delante". También se recordó a los que se fueron, desde Fernando Fernán Gómez a Rafael Azcona, Paul Newman –sus ojos azules ‘llenaron’ toda la pantalla del Calderón– o Rafael Gómez Yáñez, director en años de crisis de la Seminci, a cuya memoria dedican esta edición.
Emotivo y divertido fue el reconocimiento de la Semana a Gonzalo Suárez, brindado por Carmelo Gómez y Juan José Millás. El actor leonés destacó del realizador asturiano que se haya "pasado la vida imaginando cosas y contándolas, sin límite". El Premio Nacional de Narrativa confesó que fue Suárez, su "amigo", quien le enseñó "hacia donde mirar para descubrir la trampa de la realidad".
Y los aplausos sonaron. También cuando Carlos Saura entregó al productor Elías Querejeta la Espiga de Honor de la Seminci. El homenajeado quiso ‘repartirla’ –"partirla en 1.000 pedazos", dijo– entre sus colaboradores.
Y entre presentaciones de los respectivos jurados –Sección Oficial, Tiempo de Historia– y las apariciones de algunos de los protagonistas de las películas que se proyectarán –desde Mariana Gatell y Luis Tosar a Antonio Dechent, que no ejercieron más que de portavoces de sí mismos y de sus películas. ¡Qué poco elegante!– en Spanish Cinema y Punto de Encuentro se agotó la gala de inauguración.
Quedan por delante ocho días para disfrutar del cine, de esas películas "que tan difícil tienen encontrar un hueco en las salas de cine comercial", como apuntó Tosar. Ocho días para, en palabras de Dechent, "celebrar una fiesta: la fiesta del cine".
fuente: http://www.elmundo.es
Una gala que empezó trepidante, con una coreografía de acción a la que siguió una escena más pausada y sensual, con música de películas como 'El piano' o '300'.
Un toque dinámico que rompió con la tónica de los últimos años. Novedosa también fue la presencia sobre el escenario del Teatro Calderón de numerosos actores, uno de ellos un simpático Imanol Arias que ejerció de padrino de la 53 edición y leyó una carta del director de la Seminci Javier Angulo antes de despedirse con un ¡Viva el cine!
Y el responsable del certamen lanzó un mensaje de "apoyo cerrado y convencido al cine europeo y español", en unos "tiempos difíciles". Y quiso "levantar la voz para reivindicar el cine en las salas", para que "no deje de ser el séptimo arte". Además, Angulo se comprometió a "mantener la apuesta de la Seminci por el cine de autor y a insuflar nuevos aires sin arruinar las señas de identidad" labradas en los 52 años de historia del certamen.
En líneas generales, la gala transcurrió por donde solía. No faltó una mirada a la propia historia, porque, como bien apuntó Jorge Sanz, "hay que saber lo que tenemos detrás para poder ver lo que tenemos delante". También se recordó a los que se fueron, desde Fernando Fernán Gómez a Rafael Azcona, Paul Newman –sus ojos azules ‘llenaron’ toda la pantalla del Calderón– o Rafael Gómez Yáñez, director en años de crisis de la Seminci, a cuya memoria dedican esta edición.
Emotivo y divertido fue el reconocimiento de la Semana a Gonzalo Suárez, brindado por Carmelo Gómez y Juan José Millás. El actor leonés destacó del realizador asturiano que se haya "pasado la vida imaginando cosas y contándolas, sin límite". El Premio Nacional de Narrativa confesó que fue Suárez, su "amigo", quien le enseñó "hacia donde mirar para descubrir la trampa de la realidad".
Y los aplausos sonaron. También cuando Carlos Saura entregó al productor Elías Querejeta la Espiga de Honor de la Seminci. El homenajeado quiso ‘repartirla’ –"partirla en 1.000 pedazos", dijo– entre sus colaboradores.
Y entre presentaciones de los respectivos jurados –Sección Oficial, Tiempo de Historia– y las apariciones de algunos de los protagonistas de las películas que se proyectarán –desde Mariana Gatell y Luis Tosar a Antonio Dechent, que no ejercieron más que de portavoces de sí mismos y de sus películas. ¡Qué poco elegante!– en Spanish Cinema y Punto de Encuentro se agotó la gala de inauguración.
Quedan por delante ocho días para disfrutar del cine, de esas películas "que tan difícil tienen encontrar un hueco en las salas de cine comercial", como apuntó Tosar. Ocho días para, en palabras de Dechent, "celebrar una fiesta: la fiesta del cine".
fuente: http://www.elmundo.es
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