Edad Media La Cultura Medieval

Durante la Edad Media la cultura tuvo manifestaciones variadas debido a los cambios que experimenta la vida misma en el curso de sus diez siglos de duración como también por las influencias de los diferentes pueblos que invaden el continente europeo.
La base de la cultura medieval en Europa es la civilización greco-latina sobre ella se deja sentir en forma especial el aporte germano. La fusión de ambos elementos culturales fue un proceso lento.
Nacieron lenguas nuevas, base de cada una de las nacionalidades, las que van poco a poco construyéndose y diferenciándose. La enseñanza de las primeras letras adquiere especial desarrollo al amparo de los conventos y parroquias con el renacimiento carolingio.
El desarrollo de las ciudades y del comercio a partir del siglo XI dio gran impulso a los Institutos Máximos de Enseñanza o Universidades. En el siglo XIII funcionaban ya las Universidades de París y Montpelier en Francia; las de Bolonia, Pavía, Pisa y Padua en Italia; Oxford y Cambridge en Inglaterra; las de Palencia y Salamanca en España y la de Coimbra en Portugal.
Los estudiantes, muchos de ellos sacerdotes, pasaban de una a otra universidad con el deseo de aumentar cada vez más sus conocimientos. Las ciudades donde había universidades se caracterizaban por la agitación estudiantil.
En la Baja Edad Media hubo también algunos escritores notables como Santo Tomás de Aquino autor de la Summa Teológica; Raimundo Lulio que escribió Arte Magna y algunos que fueron precursores del Renacimiento como Dante y Petrarca.
Las discusiones de carácter religioso propias de la época, conducen al desarrollo de la Escolástica en que se trata de afirmar verdades, partiendo del arte de razonar o dialéctica. Los filósofos que aceptan la lógica y las teorías aristotélicas tratan de conciliar la doctrina cristiana con el pensamiento de los autores clásicos. Entre ellos figuran Abelardo, Santo Tomás y Rogerio Bacon.
En el arte, es la arquitectura medieval la que ha dejado sus exponentes más bellos en los estilos románico y gótico.
Los documentos adjuntos se refieren sólo a algunos aspectos de la cultura: “Las pruebas de la existencia de Dios”, pertenecen a la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino y constituyen un fiel exponente de pensamiento aristotélico-tomista.
El segundo texto, es una fuente secundaria extraída de la obra del historiador Luis Weckmann “La Cultura Medieval” en la que hace especial referencia a la Universidad Medieval que es el tema seleccionado.
El tercer documento pertenece a la época medieval misma y permite ilustrar algunas de las necesidades estudiantiles de la época.

1. Pruebas de la existencia de Dios .

“La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías:

La Primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v.gr. el fuego, hace que un leño, que está caliente en potencia pase a estar caliente en acto.

Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto de lo mismo, sino respecto a cosas diversas, lo que v.gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. Es , pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve , es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Más no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.

La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las cosas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, sino existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.

La tercera vía considera al ser posible o contingente y al necesario y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como es posible según hemos visto al tratar las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.

La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Veamos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más o el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto ha de existir algo que sea verísimo, nobilísmo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el filósofo, lo que es más verdad es máxima entidad. Ahora bien lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego que tiene el máximo de calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios.

La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Veamos, en efecto qué cosas carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre obran de la misma manera para conseguir lo que más conviene, por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios”.

2. La universidad medieval .

La universidad tal como hoy la conocemos, traza sus orígenes hasta los siglos XII y XIII. Su florecimiento se explica en función de la actividad intelectual que despertará el Renacimiento del siglo XII. No tiene propiamente hablando, una conexión directa con las escuelas de la Antigüedad Clásica, como las de Atenas y Alejandría.

Las universidades se formaron , por regla general, a la sombra de las catedrales y recibieron en un principio el nombre de “Studium generales”. Sus estudios tuvieron por algún tiempo un exclusivo sabor monástico. El nombre “universidad”, que acabó por sustituir al de “Studium”, no trajo consigo pretensión alguna de “universalidad”; derivó más bien, de la primera o primeras palabras que aparecían en la Carta que consagró su existencia en tanto que corporación-carta. La fórmula utilizada en ese documento, salvo excepciones, principiaba por: “Universis presentes litteras inspectoris….”o por : “Universitas societas magistrorum discipulorumque….”. La universidad fue una corporación de los Burgos de la duodécima y décimotercera centurias, corporación integrada por maestros y estudiantes, aun cuando las hubo sólo de maestros o, exclusivamente de estudiantes.

Las universidades más antiguas de la Europa occidental funcionaron con anterioridad a la fecha en que su existencia fue consagrada por una Carta que les reconoció un Estatuto. Por ejemplo la Universidad de París, que recibió su primera Carta en 1200, existía ya en el siglo XII, habiendo surgido en relación con las enseñanzas que dispensaba Pedro Abelardo. La universidad, como escuela, recibió su estructura definitiva con el advenimiento del escolasticismo del “nuevo Aristóteles”, y con el interés suscitado por los estudios de Derecho Civil y Canónico del “ars dictaminis”, de los clásicos y de las ciencias naturales.

El programa de estudios universitarios se basaba en el examen de las siete artes liberales. La enseñanza de la teología “reina de los estudios”, dio por resultado la creación de una escuela profesional (facultad), a la que vinieron a agregarse otras más para el estudio del Derecho, de la Medicina, y finalmente de las Artes. No poseemos datos exactos acerca de las matrículas de la universidad medieval; pero puede afirmarse que el número de estudiantes que a ellas asistían fue muy considerable ( unos veinte mil en Boloña; veinticinco mil en París; treinta mil en Oxford, en el siglo XIII, y quizás sesenta mil en la época de Wycliffe). Los profesores se desplazaban con relativa frecuencia de una universidad a otra, y a menudo eran seguidos por sus alumnos, fenómeno migratorio que se facilitaba por el uso universal del latín como idioma de enseñanza. Entre los discípulos universitarios, se contaban lo mismo clérigos que laicos.

La universidad más antigua en Occidente fue la de Boloña, que reivindica a Teodosio II por fundador, pero cuyas labores databan en realidad de los días de Irnerio y de Graciano; esto es, fines del siglo XI y principios del siguiente. Barbarroja le otorgó una Carta en 1158, en la que se enumeran grandes privilegios a favor de los estudiantes, quienes por sí solos ( esto es, con exclusión de maestros) integraban la corporación. La universidad estaba dividida en gremios, a cada uno de ellos correspondía una “nación”: Germania, Italia, Inglaterra, Provenza. Los gremios establecían el reglamento de los estudios y contrataban a los profesores. Los grados ( bachiller, maestro, doctor), eran, sin embargo, concedidos por los maestros, de quienes también dependía el permiso para enseñar, o “licencia docenti”.
Menos antigua , pero más famosa que la de Boloña, fue la Universidad de París (corporación de maestros), cuya estructura fue imitada en todo el norte de Europa. En el siglo XI, ya existía una escuela anexa a la catedral de París, cuyo canciller otorgaba la “licentia docenti”. El virtual fundador de la Universidad fue, sin embargo, Abelardo; y París se interesó desde entonces, en forma especial por la Filosofía y la Teología, llegando a ser como la “fábrica de sabiduría” y verdadero sanedrín de la Iglesia para los asuntos teológicos. Recibió su primera Carta de manos de Felipe Augusto, privilegio que fue posteriormente confirmado por el Papa. Se componía de cuatro facultades: Artes, Derecho, Medicina y Teología las que respectivamente, se identificaban por los colores azul, rojo, amarillo y negro. Cada facultad estaba encabezada por un decano; el rector presidía el conjunto.

El curso elemental-basado-en la enseñanza de la Lógica y de la Retórica-duraba seis años y consistía fundamentalmente, en una serie de conferencias o lecturas, unas ordinarias y otras extraordinarias, esto es, matutinas y vespertinas. Se leían y explicaban las glosas; había, además dictados y discusiones. Para obtener un grado había que pasar por una réplica (diputatio), seguida de un banquete (“inceptio”) equivalía a la presentación de una prueba de eficacia, o sea, a la “obra maestra” que requerían los otros gremios de la ciudad. La afluencia de estudiantes hizo cada vez más agudo el problema de alojamiento y fue menester organizar dormitorios o colegios(sistema que prevalece aún hoy en día en Oxford y en Cambridge) , entre los cuales el más famoso fue el que fundara, en el siglo XIII, destinado a los estudiantes pobres de Teología, el capellán de San Luis, Roberto de Sorbon.

Luis Weckmann: Panorama de la Cultura Medieval

3. La manera que tenían los estudiantes de pedir dinero a los padres.

A nuestros queridos y venerados padres, saludos y obediencia filial. Os suplicamos que os enteréis que, gracias a Dios, nosotros gozamos de buena salud en la ciudad de Orleans y que nos consagramos por entero al estudio. Nos albergamos en una casa cómoda y hermosa y no hay entre ellas y las escuelas y el mercado más que una ligera construcción, de manera que podemos ir todos los días al patio sin mojarnos los pies. Tenemos también buenos compañeros, sobresalientes y muy recomendables en todos los aspectos.

Pero, para que la falta de útiles no comprometa los resultados propuestos creemos nuestro deber apelar a vuestra paternal ternura y rogaros os dignéis enviaros con el portador de ésta, el dinero suficiente para comprar pergamino, tinta, un pupitre y otros objetos que nos son muy necesarios.

Os rogamos que no dejéis en esta inconfortable situación y vigiléis para que terminemos convenientemente nuestros estudios y podamos así regresar con honor a nuestra ciudad. El portador se encargará también de los zapatos y calcetines que tengáis a bien enviarnos. También podriáis enviarnos noticias vuestras por el mismo medio.

Roux : Textos relativos a la civilización de la Edad Media. París. Editorial Natan. 1908.

Fuente: De la Jara, Fernando; Duchens, Nancy; Frei R.T; Irene: “Antología de Documentos de Historia Universal”. CPEIP. Lo Barnechea, Santiago de Chile abril de 1991.

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