Alteraciones del sueño: el insomnio

¿Que es el insomnio?
El insomnio es la percepción de incapacidad para dormir de una manera adecuada según las necesidades físicas de cada persona. Esta incapacidad puede darse de diferentes maneras:

dificultad para conciliar el sueño
despertarse frecuentemente durante la noche y con problemas para volverse a dormir
despertarse espontáneamente más temprano de lo que es habitual
sensación subjetiva de sueño no reparador

Es uno de los trastornos más frecuentes en nuestra sociedad. Alrededor del 25% de la población padece frecuentes o esporádicas alteraciones relacionadas con el sueño.

El insomnio no viene señalado necesariamente por el número de horas que una persona duerme, ya que esta cifra puede variar ampliamente. Los niños o jóvenes, las personas que realizan esfuerzo físico o psíquico mayor necesitan dormir más horas, mientras que las personas de edad avanzada duermen menos horas. Como media se puede considerar que la mayoría de los adultos necesitan una media de ocho horas de sueño continuado.

La cantidad de horas necesarias para cada persona se la dará su experiencia personal. Si, por ejemplo duerme siete horas, y se encuentra somnoliento, irritable y cansado al día siguiente, indica que precisa dormir algo más. Si alguien con seis horas de sueño se siente despejado, con fuerzas, sin somnolencia al día siguiente, su descanso es suficiente. También influye la calidad del sueño ya que cinco horas de sueño profundo y reparador pueden descansar más que ocho horas de sueño inquieto y con pesadillas. Existen también diferencias en las personas respecto al patrón de sueño a lo largo del día, de modo que algunos sujetos que se podrían denominar matutinos tienden a levantarse y acostarse más temprano, mientras que otros sujetos vespertinos tienden a levantarse y acostarse más tarde. Estos últimos además presentan un adormecimiento mucho más lento. Según esto, los matutinos tendrían mayor nivel de activación y un tiempo de reacción más corto a primera hora de la mañana que los vespertinos, mientras que la desventaja sería para los matutinos por la tarde.

El insomnio puede ser clasificado como transitorio, si dura menos de tres semanas, y generalmente es debido a alguna causa específica también transitoria fácil de determinar, intermitente si el problema para dormir aparece solo una noche de vez en cuando, y crónico si diariamente se duerme mal durante más de dos meses.



¿Qué es el sueño y cómo se produce?
El sueño es absolutamente necesario para un adecuado funcionamiento físico y psíquico del individuo. Esta necesidad hace que el sueño sea considerado como una función pasiva, es decir, nos dormimos aunque no queramos.

Mientras dormimos no todo el cuerpo está en reposo y existe una actividad cerebral, muscular, del sistema nervioso vegetativo perfectamente reconocible y que varía a lo largo de la noche en lo que se denomina fase del sueño REM y fase no REM. Esta última, a su vez, se divide en fase I y II que suponen el sueño superficial y las fases III y IV que abarcan el sueño profundo. El sueño suele comenzar por la fase I y va avanzando hasta la fase IV, durante la cual suele aparecer con más frecuencia alteraciones del sueño como el sonambulismo, los terrores nocturnos, hablar en sueños, la enuresis. Es en la fase IV en la que el sueño es más profundo y en la que el efecto reparador del sueño es mayor. Estos periodos de sueño no REM se ven interrumpidos por periodos REM, el primero de los cuales se presenta alrededor de 90 minutos después de haberse dormido. Durante una noche normal de ocho horas se presentará 4 o 5 veces este sueño REM. En la fase REM, que ocupa alrededor del 20% del total del sueño y denominada así por que en ella se producen movimientos rápidos de los ojos bajo los párpados cerrados, también se produce el nivel más bajo de tono muscular mientras que otros procesos fisiológicos se aceleran como el ritmo cardiaco, la respiración, la tensión arterial o la estimulación sexual. Es en esta fase también donde fundamentalmente se producen los sueños.

Este patrón del sueño varía según las edades. Así en los recién nacidos el tiempo total de sueño alcanza las 17-18 horas con un sueño REM de casi el 50%. El sueño no REM no se instaura hasta que se alcanza el año de vida al tiempo que se va reduciendo progresivamente el tiempo REM. En el adulto el porcentaje de sueño REM permanece constante y su cantidad se ha relacionado con un adecuado funcionamiento cognitivo. En la vejez tiende a reducirse considerablemente la fase IV, mientras que la fase I aumenta mucho, produciéndose frecuentes despertares y deteriorándose considerablemente la calidad del sueño.



¿Qué produce el insomnio?
Aparte de las condiciones naturales de la persona que pueden afectar al sueño como es la edad avanzada, la dificultad para dormir puede venir dada por causas internas o externas.

Causas internas de insomnio: la mayor parte se deben al padecimiento de otras enfermedades orgánicas. Son muchas las enfermedades que directa o indirectamente alteran el reposo del sueño.

Enfermedades reumáticas, musculares o de las articulaciones que generan dolor de manera periódica o constante.
Enfermedades endocrinas o metabólicas como el aumento de la función tiroidea que provoca un aumento de la actividad metabólica general y por tanto ansiedad e inquietud.
Enfermedades respiratorias como el asma donde es frecuente que los ataques se produzcan por la noche, o la insuficiencia respiratoria crónica con dificultad para respirar y tos frecuente.
Enfermedades digestivas como el reflujo gastroesofágico que provoca despertar del sueño con sensación de ardor de estómago.
Enfermedades neurológicas como la enfermedad de Alzheimer donde es frecuente la presencia de deterioro del ritmo de sueño-vigilia, periodos de insomnio, agitación nocturna y somnolencia diurna. Los accidentes cerebrovasculares entre cuyas secuelas se encuentra también la alteración del ritmo del sueño, insomnio y agitación nocturna. La enfermedad de Parkinson que frecuentemente produce insomnio de inicio y fragmentación del sueño. Las cefaleas y migrañas que también pueden aparecer durante el sueño especialmente en la denominada cefalea en racimo.
Enfermedades psiquiátricas. Casi todos los trastornos psiquiátricos más frecuentes se acompañan de alteración del sueño, incluso en ocasiones son el primer signo que nos señala su aparición. En la depresión puede producirse un despertar precoz e imposibilidad para volverse a dormir. Los trastornos de ansiedad, en los cuales el problema suele estar en la dificultad para conciliar el sueño. La esquizofrenia, donde pueden observarse periodos de vigilia con muy pocas horas de sueño. La manía, en la que característicamente existe una disminución de la necesidad de horas de sueño sin que exista repercusión en forma de cansancio o somnolencia. Otros problemas psicológicos como la ansiedad o estrés, preocupaciones excesivas, acontecimientos vitales estresantes también pueden influir en la calidad del sueño.

Causas internas de insomnio:

La conciliación y mantenimiento del sueño requiere habitualmente unas condiciones ambientales adecuadas. La existencia de ruidos intermitentes no habituales, la presencia de luz ambiental que por la mañana puede producir un despertar más temprano, la temperatura que provoca que si hace calor cueste conciliar el sueño y si hace frío el sueño sea más superficial y haya mayor número de despertares, la incomodidad de la cama o del lugar donde se duerme, los movimientos de la persona con la que se comparte cama, etc.
El consumo de sustancias tóxicas tales como la heroína, cocaína, anfetaminas, éxtasis, etc., afecta al Sistema Nervioso Central y por lo tanto pueden alterar el sueño. Otras sustancias, socialmente más extendidas y que también alteran el sueño son las Xantinas (café, té, cacao, colas). El consumo excesivo de estas últimas o incluso su uso moderado en personas sensibles puede dificultar especialmente la conciliación del sueño. La nicotina, en los grandes fumadores, puede dificultar el inicio del sueño y puede generar despertares durante la noche debido a la abstinencia de unas horas. El alcohol, aunque posee cierto efecto sedante inicial, dificulta que el sueño llegue a fases profundas y por lo tanto que sea reparador.
Son muchos los medicamentos que pueden ocasionar alteraciones del sueño y por lo tanto hay que tenerlos en cuenta cuando se busca la causa de un posible insomnio. Grupos farmacológicos como los corticoides, las teofilinas, los sustitutivos tiroideos, anticancerígenos, diuréticos, etc. pueden provocar insomnio.
Otros factores individuales que pueden influir son el conocido síndrome de cambio de zona horaria en largos viajes o cambios frecuentes de horario de sueño por motivos laborales que generan un problema crónico de sueño.



¿Cómo confirmar y analizar el insomnio?
Es fácil detectar la presencia de un problema para dormir. Resulta algo más complicado determinar si existe o no alguna causa y que tipo de problema se padece. Para ello el médico recogerá todos los datos posibles a través de una historia clínica y una historia del sueño: tipo de inicio, duración, progresión, síntomas durante el día, factores que empeoran o mejoran el insomnio, antecedentes médicos, psiquiátricos y medicaciones, etc. Será siempre necesario antes de tratar un insomnio determinar que no existe otra enfermedad orgánica o psiquiátrica de base que lo provoque.

Es posible realizar una exploración física del sueño a través de una Polisomnografía. Se trata de una técnica neurofisilógica que permite observar el sueño del individuo a través del control de diversos parámetros biológicos: el movimiento de los ojos, el tono muscular, la actividad eléctrica del cerebro y del corazón, la respiración y el movimiento de las piernas. Esta prueba aporta información acerca del tiempo total de sueño, eficiencia del sueño, número de despertares, movimientos musculares durante el sueño, tiempo de cada fase del sueño, presencia de apneas del sueño, frecuencia cardiaca, etc. Esta técnica no está indicada para todos los insomnios. Se ha de sospechar la presencia de problemas respiratorios (apneas), movimientos periódicos de las piernas (mioclonías), narcolepsia, somnolencia excesiva diurna, sonambulismo o crisis epilépticas nocturnas.



¿Cómo se soluciona el insomnio?
El insomnio transitorio puede no requerir ningún tipo de tratamiento. Si es debido por ejemplo a un cambio de ritmo de sueño o cambio de zona horaria solamente habrá que esperar a que se reajuste de nuevo el reloj interno del ritmo sueño-vigilia.

En algunos casos de insomnio transitorio o intermitente que genera deterioro importante del rendimiento durante el día puede ser recomendable la toma de algún medicamento inductor del sueño de acción corta y durante unos días con lo que el riesgo de dependencia se hace mínimo. En cualquier caso, siempre la toma de cualquier medicación será tras el consejo de un médico.

En los insomnios crónicos primero habrá que detectar problemas médicos o psicológicos que puedan estar influyendo. En estos casos el tratamiento de la enfermedad de base puede solventar el problema. Se deberá también identificar comportamientos que pueden empeorar el insomnio y tratar de reducirlos o evitarlos. Se deberán al mismo tiempo promover conductas higiénicas favorecedoras del sueño. En el caso de prolongación del problema de insomnio con repercusión importante en la vida diaria está indicado el uso de medicamentos hipnóticos. Se busca con estos fármacos inducir el sueño poco después de ser ingeridos, con efectos que se prolonguen lo suficiente para mantener un sueño nocturno de calidad y evitar efectos secundarios al día siguiente. Existen hipnóticos de vida media corta, media o larga. En general se recomiendan las de vida media corta para aquellas personas que tienen dificultades para conciliar el sueño y las de vida media larga para las que presentan despertares frecuentes o despertar precoz. El uso de este tipo de medicamentos debe ser indicado siempre por un médico. Su uso crónico, sin control médico, puede llevar a casos de abuso o dependencia, teniendo que aumentar las dosis para conseguir el mismo efecto. Por supuesto, nunca han de ser combinados con la toma de alcohol, en un intento de potenciar efectos hipnóticos.



¿Cómo lo evito?
Existen distintos medios de tipo higiénico que favorecen un sueño regular y reparador o que pueden ayudar a solventar algunas dificultades ligeras con el sueño. Algunos consejos al respecto son:

Horario regular de acostarse y levantarse, también incluyendo el fin de semana.
Ejercicio físico durante el día, evitando las últimas horas del día
No comer excesivamente antes de dormir
No tomar sustancias excitantes después del mediodía
Evitar trabajos o actividades que exciten especialmente en las horas previas al sueño
Comer o beber algo antes de acostarse
No beber alcohol antes de acostarse
No utilizar la cama para actividades distintas de dormir como comer, estudiar, ver televisión.
Dormir en oscuridad, con silencio y temperatura entre 18 y 22 ºC.
Cortar el ritmo excesivamente estresante durante el día con pequeñas interrupciones de unos minutos para relajarse.
No angustiarse si no se puede dormir. Levantarse y hacer algo relajante y volver a acostarse cuando se note algo de somnolencia. Es importante no coger fobia a la cama.


fuente. www.saludalia.com

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