Dresde, el Silicon Valley de Alemania, en pie de lucha

Hay lugares en donde hasta la persona más pulcra está llena de suciedad, uno de esos lugares es la empresa Infineon in Dresde. No cualquiera puede entrar, tan sólo por el secretismo que rodea la producción en este sector punta. Pero además para evitar una posible contaminación. Toda persona que entra a la fábrica tiene que quitarse hasta la ropa interior, tiene que librarse de todo maquillaje y joyería y ponerse un traje y zapatos especiales.



Al pasar a la siguiente habitación al visitante le espera otro traje que debe ponerse encima, un gorro, tapabocas, guantes y botas de plástico. Posteriormente se debe pasar por una especie de esclusa de aire, donde hay que levantar los brazos para que el viento se lleve lo que quede de polvo.



Hasta que por fin se llega a lo más cuidado: la habitación esterilizada. Como si fuera una película de ciencia ficción aquí hay sólo robots y computadoras. Seres humanos hay muy pocos, entre ellos Johannes Sturm, portavoz de Infineon, quien durante años ha trabajado en la producción.



Bildunterschrift: Abeja con chip en la feria de Hannover.


Aire que limpia todo



“Esta habitación esterilizada es constantemente purificada, en el transcurso de tres a cuatro segundos se renueva regularmente el aire, de lo que no se percata uno, porque el aire fluye de manera homogénea. Hace poco logró colarse una mosca, pero no pudo ni volar porque desapareció enseguida”, afirma Sturm.



Tanto esfuerzo obedece a que lo que aquí se produce es sumamente vulnerable: semiconductores. Muchos de ellos son quemados sobre un disco de un milímetro de grueso del tamaño de un plato de cocina. Son los llamados wafer, generalmente de silicón.



“En cuanto la partícula más pequeña se incrusta en los delgados wafer, ya se ha dañado el chip. Por ello el arte consiste en mantener una estrecha vigilancia de los wafer, para que nada se pegue y eso significa un enorme esfuerzo”, añade Sturm.



Frente a los pabellones de Infineon se encuentran las instalaciones purificadas del productor de chips Qimonda, una filial de Infineon. El equipo no han sido desmontado, aunque Qimonda se declaró en insolvencia desde enero. La búsqueda de un nuevo inversionista fue vana, lo que ha dado paso a temores de que se acerca el fin del desarrollo de la microelectrónica en Dresde.





Buen comienzo



Y todo había empezado tan bien. Poco después de la reunificación alemana Siemens estableció aquí la fábrica más moderna de chips del mundo, a la que le siguieron otras empresas. Dresde se convirtió en el centro más exitoso en el desarrollo de la microtecnología y el futuro parecía brillante.



“Dresde es un lugar de producción desde hace décadas. Desde 1990 las inversiones no han cesado, primero en el área de microprocesores, primero impulsados por la empresa AMD (Advanced Micro Devices) y luego por Siemens, posteriormente Infineon y Qimonda, en el área de tarjetas de memoria y chips”, afirma Thomas Jurk, que hasta septiembre de 2009 todavía era ministro de Economía de Sajonia.



Tras las huellas de los grandes consorcios siguieron las pequeñas. Se necesitaban proveedores y prestadores de servicios y con el transcurso de los años se sumaron medianas y pequeñas empresas de la región. Paralelamente fueron fundados institutos de investigación que trabajaban estrechamente con las empresas. Dresde se convirtió en el polo líder en Europa en la investigación y producción de la microelectrónica. Una de cada dos chips era producida en Sajonia y alrededor de 1.500 empresas daban trabajo a unas 44.000 personas.



Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Fabrica de AMD en Dresde.


Comienzan las dificultades



Los tres grandes productores de Dresde, AMD, Infineon y Qimonda se encuentran entre tanto en dificultades. AMD registró pérdidas hace dos años y a partir de entonces en Dresde se temía lo peor. La empresa dividió la producción de chips y continuó existiendo con el apoyo de un nuevo inversionista. Infineon se encontraba todavía durante la primera mitad del año presionado por fuertes deudas y un negocio débil. Entre tanto el grupo es al que mejor le va desde el punto de vista financiero. Pero con la insolvencia de Qimonda unas 3.000 personas perdieron sus puestos de trabajo.



En Dresde fluyeron fuertes cantidades de dinero provenientes de subvenciones para adecuar a la ciudad como polo de producción de alta tecnología. Pero eso sucedió también en otras partes del mundo, sobre todo los gobiernos asiáticos promovieron su industria microelectrónica. “De momento quien sigue invirtiendo fuertemente en su industria es Taiwán y Corea del Sur”, afirma Oliver Pfirrmann, del Instituto de investigación Prognos.



Con subvenciones como en Asia, que representan hasta un 90 por ciento del volumen de inversión, Dresde no puede competir. Tampoco lo permitiría la Comisión Europea, que limita el apoyo de los gobiernos a las empresas, para impedir que haya una distorsión de la competencia dentro del mercado europeo. A cambio, los países fuera de la Unión Europea pueden apoyar a sus empresas tanto como quieran. No hay un lineamiento en torno a la subvención que tenga vigencia mundial, como en el marco de la Organización Mundial de Comercio.





Producción masiva



Los chips son cada vez más baratos, por lo que sólo se pueden mantener las empresas en el mercado que puedan producir grandes cantidades. Y se producen grandes cantidades ahí en donde existe la demanda. En Asia.



Alemania, actúa en el marco de sus posibilidades y ha convocado a un concurso. Se buscan regiones que sean punta, que reúnan empresas innovadoras e institutos de investigación. Dresde tiene buenas posibilidades de figurar bajo la consigna: Cool Silicon, que pretende utilizar energías renovables para mejorar la eficiencia energética en el área de la microelectrónica. “El objetivo de Cool Silicon es hacer posible que todos en el mundo tengan acceso al Internet, pero bajo el actual nivel de consumo de energía”, afirma Gerhard Fettweiss, coordinador del proyecto.



La ciudad sigue siendo atractivo para otros inversionistas. Una de las empresas más jóvenes de la capital sajona es la empresa británica Plastic Logic, que produce un display para un lector electrónico que saldrá al mercado a principios del 2010.



Autora: Insa Wrede/ Eva Usi

Editor: José Ospina Valencia

fuente: http://www.dw-world.de

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