La colaboración entre seis países del sur de Sudamérica fortalecerá la región ante el riesgo de sequías
ENTREVISTA / 25 ABR, 2019
La colaboración entre seis países del sur de Sudamérica fortalecerá la región ante el riesgo de sequías
Foto Naciones Unidas Cambio Climático
Noticias ONU Cambio Climático, Bonn, 24 de abril de 2019. En septiembre de 2008, Paraguay declaró el estado de emergencia por una sequía que provocó una grave crisis alimentaria y pérdidas de unos 950 millones de USD en el sector agropecuario. Diez años más tarde, en 2018, el país registró el abril más seco de los últimos 58 años.
Recientemente, Chile también ha sufrido la peor sequía desde que existen registros. Han sido casi diez años consecutivos con déficit de lluvias que han tenido consecuencias catastróficas para la agricultura.
Según los expertos, la sequía es el desastre natural más dañino y, al mismo tiempo, el más difícil de gestionar. El contexto actual de cambio climático no hará más que empeorar los impactos y consecuencias de las sequías, que serán más frecuentes y severas. A menudo, estas consecuencias traspasan fronteras y es necesaria una acción regional para poder gestionar los riesgos.
La sequía tiene considerables impactos sociales, económicos y ambientales en el sur de América del Sur. La región depende de la lluvia para sostener la gran producción de cereales y plantas oleaginosas (como la soja, el maíz o el lino, por ejemplo), destinados en su mayoría a alimentar al mundo. De hecho, cinco de los diez principales productores mundiales de soja (Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay) están en esta región.
El sur de América del Sur depende también del agua para generar hidroelectricidad. Brasil y Paraguay son especialmente dependientes de esta fuente de energía. Si hubiera que reemplazarla, por ejemplo, con petróleo, los costos económicos y ambientales serían altísimos.
Es por ello por lo que el aumento de las sequías por el cambio climático puede causar en ambos sectores —agricultura y energía—pérdidas económicas multimillonarias e implicaría graves consecuencias para la sociedad. Ante esta situación, la prevención del riesgo por sequías es clave en la adaptación de la región al cambio climático.
El Servicio Meteorológico Nacional de la República Argentina (SMN), en representación del Centro Regional del Clima para el sur de América del Sur, ha puesto en marcha un plan para reducir el riesgo de desastres causados por sequías e inundaciones.
El proyecto, financiado por EUROCLIMA+ e implementado por la AECID y la AFD, se centra especialmente en la capacitación para prevenir, preparar, responder y restaurar los efectos de estos episodios climáticos extremos en el sur de América del Sur (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, y una parte de Brasil).
El proyecto está liderado por la doctora Celeste Saulo, directora del Servicio Meteorológico Nacional de Argentina y vicepresidenta 2ª de la Organización Meteorológica Mundial. La doctora Saulo ha explicado el proyecto a ONU Cambio Climático.
Dentro del componente de reducción del riesgo de desastres, ¿por qué han optado por un proyecto sobre sequías e inundaciones?
Ambas amenazas son altamente frecuentes en nuestra región y es necesario planificar acciones coordinadas entre los países para tener sistemas de alerta temprana. Sólo a partir de esfuerzos conjuntos y análisis a niveles de cuencas, que son compartidas entre dos o más países, se puede alcanzar mayor efectividad en cualquier medida de adaptación y mitigación de desastres e impactos asociados al cambio climático.
¿A cuántos millones de personas afecta la problemática de la sequía en el sur de América del Sur?
Sin lugar a duda, afecta a decenas de millones, dado que impacta directamente en la producción de alimentos, así como en la generación de energía hidroeléctrica, entre otros.
¿Quiénes son los principales beneficiarios del proyecto y cuándo se esperan los primeros resultados?
Los principales beneficiarios del proyecto serán los tomadores de decisión tanto del campo productivo como social, que contarán con información adaptada a sus necesidades. El proyecto dura 3 años y los resultados irán apareciendo gradualmente.
¿El proyecto comprende la creación de empleo o se basa sobre todo en equipamiento y refuerzo de las capacidades para la recogida y análisis de los datos?
El proyecto apunta directamente a la generación de capacidades en los seis países que participan: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Esas capacidades van desde la recopilación de datos, hasta su análisis y control de calidad, lo cual permite un monitoreo del estado del sistema en términos de la situación hídrica y meteorológica. A ello se le sumarán herramientas para el pronóstico de situaciones meteorológicas que restrinjan o pongan en riesgo la disponibilidad de agua. Además, se diseñará un sistema basado en los usuarios de la información y no en los proveedores de esta. Ese cambio paradigmático es central si queremos que la información se inserte plenamente en los esquemas de decisión y en el manejo de recursos.
¿Exactamente cuáles serán las acciones prácticas que se llevarán a cabo?
El trabajo interdisciplinario será esencial. Toda la información estará disponible en plataformas que sean accesibles a esos usuarios y se mantendrán de modo operativo una vez terminado el proyecto. Por eso es clave la participación de los servicios meteorológicos e hidrológicos de la región, que somos los responsables de mantener operativos estos sistemas.
Antes de contar con este proyecto, ¿era posible predecir de alguna manera el riesgo de desastres relacionados con sequías o episodios climáticos extremos?
Cada país tiene algunos recursos para poder anticipar eventos extremos. Y, sin dudas, todos necesitamos mejorarlos, adaptarlos y redefinirlos continuamente. Este proyecto contribuirá a generar una plataforma común, acorde al estado actual del conocimiento, con el importante valor agregado que deviene de la coordinación, el intercambio de buenas prácticas y la existencia de un sistema al que tendrá acceso toda la región.
Los pueblos indígenas y las minorías suelen ser los más afectados por la degradación de las tierras. ¿Van a contar con los conocimientos de los pueblos autóctonos para predecir, o en su defecto, mitigar, los efectos de las sequías y las inundaciones?
Seguramente intentaremos trabajar con esas minorías a partir de proyectos piloto. Pretender que un único sistema llegue a todos es imposible. Pero desde una base que haya tratado de contemplar diversos actores y necesidades, es más probable que lleguemos a más personas. El trabajo territorial es el engranaje más sensible y al que debemos llegar usando los saberes tradicionales de los pobladores. Pero en esa escala, es necesario ir por proyectos más enfocados. Será, muy probablemente, una fase que seguirá a este proyecto.
En la COP24, el Secretario General de la ONU exhortó a los países a que aumentaran la ambición de sus contribuciones para conseguir el objetivo de los 1,5 grados del Acuerdo de París. ¿Cómo puede contribuir este proyecto a conseguir este objetivo?
Este proyecto puede contribuir al logro de esa meta, si bien no apunta directamente a ella. Si logramos un sistema que permita gestionar mejor los recursos hídricos y consecuentemente la generación de energías limpias, no hay duda de que se puede contribuir a bajar la emisión de gases de efecto invernadero.
¿Le gustaría destacar algún aspecto en concreto de este proyecto no tanto a nivel técnico sino más a nivel comunitario?
En mi visión, lo más destacable de este proyecto es la participación de seis países de Sudamérica, de forma conjunta, con la de expertos de otros países y regiones, como por ejemplo Estados Unidos y México, así como también el apoyo de la Organización Meteorológica Mundial. Esta articulación es un capital muy valioso que no sólo acelerará la obtención de resultados, sino que tiene el potencial de ser reproducido por otros países con economías en desarrollo, como las nuestras. La idea de capitalizar las fortalezas regionales, sumar buenas prácticas y abrirse a compartirla con otros países u organizaciones es muy poderosa y me satisface que Argentina aporte su grano de arena en esta construcción colectiva.
Fuente: ONU Cambio Climático
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