“COLONIZACIÓN ALEMANA EN EL TERRITORIO DE LLANQUIHUE : LA FE PUESTA A PRUEBA EN LA ADVERSIDAD”

 Puerto Varas
 Llanquihue
 Capilla Colegio Inmaculada Concepción

 Llanquihue

Los colonos alemanes que llegaron a Puerto Montt a diferencia de los que se radicaron en Valdivia y Osorno, que son ciudades que estaban relativamente organizadas, donde hay casas, comercio, servicios, transportes, caminos; se van a encontrar con que en el Territorio de Llanquihue , no había nada , que tenían que fundar y crear todo, en otras palabras el colono de habla alemana que llega a Puerto Montt entre 1852 y 1875 , debe partir de cero, se los instala provisoriamente en la llamada Casa Grande que era un galpón , pero cuando deben ocupar sus hijuelas , es el colono el que debe construir su casa, galpones, bodegas, es el colono el que debe preocuparse de confeccionar su vestuario, vivienda, sembrar, cosechar, calefaccionarse del frío, es el colono el que debe procurar satisfacer sus necesidades y las de su familia ,es el colono quien debe curar sus heridas a falta de médicos u hospitales, es el colono el que debe atender la educación de sus hijos a falta de profesores , y es el colono el que se las debe arreglar para mantener su fe, y así satisfacer su necesidad espiritual.
En sus inicios el colono de habla alemana lo pasó mal, muy mal durante su estancia en el Territorio de Llanquihue, construyó un mundo nuevo:
- Donde no existía una ciudad, la creó;
-Donde no habían escuelas, la fundó
- Donde no habían industrias, comercio y servicios, las instaló.
La inmigración alemana le dio otro rostro a la zona,, en una nota que efectuamos en 2010 para el Semanario “Cóndor” y cuyo título era “Los otros héroes del bicentenario: La aventura de los colonos alemanes en un viaje sin retorno. Sus 8 primeros años en el territorio de Llanquihue. 1852-1860”, señalábamos que “ los colonos alemanes tienen el mérito, que en un período tan corto, y con un trabajo intenso, de muchas privaciones y sacrificios , logran en tan sólo 8 años comenzar a cambiar el paisaje geográfico de la zona, y no sólo eso, sino mejorar sus propias condiciones de vida, para él, sus hijos y los nietos que cosecharán lo sembrado en ambientes hostiles al principio, y amigables al final de sus vidas. Donde había selvas ahora hay extensas praderas, campos de cultivos, industrias, ciudades y mucha actividad” .
Pero no debemos olvidar que para llegar a lo anterior, pasaron por muchas penurias, sólo la fe sostuvo a estos colonos. Se debieron esforzar mucho, encontraron un paisaje hostil , con mucha lluvia y viento; selvas casi impenetrables , y con la obligación de procurarse alimentación, casa , ropa, etc, al colono de habla alemana no le quedaba más que rogar a Dios para que le vaya bien .
Al respecto el Padre José Neudorfer (Q.E.P.D), en una nota titulada “125 años de Colonización alemana, obra de cultura y esfuerzo”, que fue publicada en el anuario 1977 del Colegio Germania decía:
“No hace mucho tiempo estuvo en nuestra región el P. Enrique Geyer Toelg, editor de la revista “Braunauer Rundbrief” en Alemania. Se destacan sus impresiones de ese viaje al sur de Chile, y dice, aludiendo a la Colonización Alemana: “Esos audaces colonos pusieron desde el principio las dos bases de la cultura: educación y religión”.
El primer grupo de colonos procedentes de Westfalia, había ocupado las tierras más cercanas y accesibles desde Puerto Montt. Luego vinieron los de Silesia y los de Braunau, que salieron desde el puerto con el hacha al hombro y algunos víveres en busca de lugares apropiados donde establecerse. Una parte se radicó en Río Pescado y Los Riscos; otro grupo en Línea Pantanosa y Quilanto. Pero, el resto siguió el curso del río Maullín por la Línea Nueva, sin hallar nada y debió regresar a Puerto Montt con gran decepción.
Pero había alguien que les daría ánimo para proseguir en la búsqueda de tierras para vivir. El Gobernador de la entonces joven e inexplorada provincia de Llanquihue, don Natalio Lastarria les dijo: “Traten de cruzar el río Maullín y exploren los terrenos…….”
Y los colonos lograron cruzar el río a cinco kilómetros del desagüe en un lugar angosto, pero pantanoso y lleno de matorrales.
Al principio se refugiaron entre las raíces de los árboles más grandes, y en chozas provisorias construidas con techos de corteza. Pero estos se enrollaron con el sol y el viento los voló. En tales circunstancias lo único que quedaba era, al parecer, rezar: los padres lo hacían con sus hijos, y el único libro de lectura fue un Catecismo o Historia Sagrada que alguien había llevado consigo.
Transcurrieron dos largos años antes de que tuvieran ya construidas algunas casas. Entonces llamaron al P. Matías Sevels, s.j, quien predicó la primera misión en la bodega de un hombre llamado Benito Scholz. En recuerdo de esta misión erigieron en la chacra de don Arturo Werner una gran cruz, como símbolo de la fe que sentían aquellos hombres sacrificados, y como bendición de sus campos. En torno a esa cruz se reunían para rezar, especialmente los domingos, y fue a sus pies donde sepultaron a los primeros difuntos.
Ese monumento significativo y auténtico debió soportar lluvias y vientos, de ella contaba Juan Hitschfeld, fallecido en 1976 a la edad de 95 años: “Como yo entendía de carpintería, mi padre me mandó a construir una nueva cruz que llevaba como base un tronco de tepú, y en el cual injerté el palo de alerce”. Alguien colocó más tarde un Cristo recortado y policromado. La tercera cruz la levantaron los braunianos con ocasión del Centenario de 1975 y que resultó muy hermosa, con su Cristo de plástico, una placa recordatoria en el zócalo y un alero pequeño para proteger esa obra de tanto valor histórico y religioso.
En 1886 fue construida la primera iglesia , que sirvió a los feligreses del lugar durante medio siglo. Los domingos y festivos don Antonio Knittel tocaba la campana, y todos acudían a su iglesia para rezar el rosario con letanías, agregando oraciones para los difuntos. Uno leía el Evangelio del día, que era explicado por Goffine, mientras otro entonaba los cánticos”.
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Para los bautizos como los sacerdotes eran escasos, cuando había misa, se bautizaban todos los que habían nacido en un solo año tal como lo cuenta Bernardo Gotschlich Hausdorf en el libro “100 años de Nueva Braunau 1875-1975” de Enrique Kinzel :
“La colonia quedó aislada y los medios de transporte eran difíciles; uno o a lo sumo dos veces al año venía un padre jesuita de Puerto Montt a dar misiones: el primero fue el P. Matías Savels, quien celebró los oficios religiosos en un granero perteneciente a Benedicto Scholz. El 24 de octubre de 1877 fuimos bautizados varios que nacimos en ese año. En años subsiguientes se aprovechaban para misiones las casas pertenecientes a Augusto Reinsch y a Carlos Meixner, y visitaban la colonia los padres jesuitas Juan Mundwiler (murió en Puerto Varas a principios de 1913), Tilly, Pedro Fink, Juan Mellwig, Baltasar Eichborn y otros.
Los habitantes de Nueva Braunau tuvieron siempre iniciativa propia, por sus propias fuerzas edificaron una iglesia y una escuela, elementos necesarios para el progreso.
En 1884 construyeron su capilla en terreno cedido por Antonio Knittel, en la “línea larga”, al lado del camino, en la que se reunían los domingos y fiestas de guarda, a rezar el rosario, las letanías, a leer el evangelio del día explicado por Goffine, a rezar por sus muertos y a cantar cánticos religiosos".
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Importante para mantener la unidad religiosa en la familia fue el aporte de la mujer, así lo explica Juan Carlos Velásquez, profesor e historiador autor de "Especial 150 años de la Colonización Alemana", que fuera publicado en el Anuario Colegio Germania 2002
“Eran mujeres poseedoras de una auténtica fe en Dios. Un testimonio nos señala, "Cuando amanecían las primeras luces del alba, la campana del templo, llevando hasta muy lejos sus sonidos, despertaba a los laboriosos campesinos, convidándolos a pensar en Dios. A las 5 de la mañana los veían cada día llegar al templo: hombres robustos, vigorosos como los robles de un bosque.........al otro lado las mujeres, las madres y los hijos, los niños pequeños, rubios sonrosados.......Pocos momentos después la iglesia estaba llena.
Comenzaban las oraciones: las rezaban en común, como si fueran todos una sola familia unida. Alternaban con la oración, el canto. Cantaban en alemán y en castellano; las voces poderosas, robustas, rudas de los hombres primero; las voces suaves y delicadas de las mujeres enseguida".
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Por su parte, el Padre Tampe decía que : A las pocas semanas de llegar los colonos “se fundó la ciudad de Puerto Montt y en los años siguientes continuaron llegando nuevos inmigrantes. La población crecía y se construían nuevas casas. Faltaba, sin embargo, un sacerdote que les hablara en su propio idioma a los inmigrantes. El único sacerdote de Puerto Montt desconocía el alemán. El Obispo de Ancud, monseñor Francisco de Paula Solar y el Arzobispo de Santiago, invitó entonces a trabajar en su Diócesis a los Padres Jesuitas. El 22 de marzo de 1859 llegaron los primeros sacerdotes PP. Teodoro Schwerter y Bernardo Engbert, naturales ambos de Westfalia, acompañados del Hermano José Schroer, S.J .Los tres religiosos prestaron muy buenos servicios en esos tiempos a la colonia”.
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Puerto Varas fue un lugar importante para la propagación del evangelio, desde ahí, los sacerdotes recorrían diferentes localidades de la cuenca del lago Llanquihue llevando la palabra de Dios.
En este “Reportaje de Domingo” queremos destacar la fe de los colonos ante la adversidad, porque pese a los infortunios, desgracias, desamparo y abandono , nunca dejaron de creer en Dios, siempre se las arreglaban para que en una casa pudieran rezar, recibir al sacerdote, o construir su capilla, siempre van a estar conectados con Dios, pese a las dificultades de la vida diaria, que no eran pocas.
Finalmente, para los colonos de habla alemana creer en Dios, era sinónimo de esperanza , que su situación en el futuro mejoraría, que con el tiempo progresarían y vendrían tiempos de bonanza. Así no más fue para el conjunto de colonos que llegaron al Territorio de Llanquihue hace casi 165 años.
A continuación ofrecemos dos documentos, uno con la llegada de los westfalianos católicos a la zona, y un segundo que nos ilustra sobre la importancia de Puerto Varas en la evangelización de la cuenca del lago Llanquihue.
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DOCUMENTO N°1 “DESDE WESTFALIA AL LAGO LLANQUIHUE. LOS ALEMANES CATÓLICOS”.
Por Eduardo Tampe s.j
La emigración germana hacía el sur de Chile, a mediados del siglo XIX, incluye un importante grupo de familias westfalianas.
Los primeros inmigrantes germanos arribaron al puerto de Melipulli el 28 de noviembre de 1852, “primer Domingo de Adviento””. Era un grupo más bien heterogéneo, toda vez que estaba formado por familias procedentes de Sajonia, Silesia, Prusia, etc.
A las pocas semanas se fundó la ciudad de Puerto Montt y en los años siguientes continuaron llegando nuevos inmigrantes. La población crecía y se construían nuevas casas.
Faltaba, sin embargo, un sacerdote que les hablara en su propio idioma a los inmigrantes. El único sacerdote de Puerto Montt desconocía el alemán. El Obispo de Ancud, monseñor Francisco de Paula Solar y el Arzobispo de Santiago, invitó entonces a trabajar en su Diócesis a los Padres Jesuitas.
El 22 de marzo de 1859 llegaron los primeros sacerdotes PP. Teodoro Schwerter y Bernardo Engbert, naturales ambos de Westfalia, acompañados del Hermano José Schroer, S.J .
Los tres religiosos prestaron muy buenos servicios en esos tiempos a la colonia. Al año siguiente arribó otro westfaliano, Fernando Schwerter, hermano del Padre Teodoro, el cual se dedicó a la enseñanza en la escuela que los jesuitas habían fundado y destinado a los hijos de los colonos.
El P. Teodoro Schwerter, nació en Werl el 2 de junio de 1819. Concluidos sus estudios humanísticos ingresó a los Seminarios de Münster y Paderborn, donde cursó la teología; se ordenó presbítero el 26 de julio de 1844.
Después de 8 años de labores parroquiales en Bielefeld y Westonia, solicitó su ingreso a la Compañía. Fue recibido en el Noviciado en Munster el 1 de septiembre de 1853.
Son los años en que el Provincial de Alemania, P. Enrique Bahrens recibe el pedido de enviar sacerdotes al sur de Chile, a fin de ayudar a la colonia germana que estaba estableciéndose. Decidido el envío de una misión, la responsabilidad recayó en el P. Schwerter. En compañía del P. Engebert y del Hno Schroer ,tomó la nave en Burdeos el 24 de octubre de 1858, llegando a Puerto Montt el 23 de marzo de 1859. Con ellos surgió la residencia de Puerto Montt .
Por influjo y cartas de estos primeros westfalianos, llegaron entre los años 1862 y 1864, treinta familias provenientes de Westfalia; fue este un avance decisivo en la colonización después que desde 1860-62 no hubo inmigración. La presencia, pues de estos tres religiosos fue determinante para el progreso de la colonización.
Este grupo de inmigrantes westfalianos, claramente delimitado entre enero de 1862 y marzo de 1864, provenía de 15 localidades situadas entre las ciudades de Soest y Dortmund, donde la distancia no es mayor que un centenar de kilómetros.
Por designar solamente algunos de aquellos lugares como:
Werl, del cual procedían 13 familias: Biewer, Potthof, Bohle (3), Billike, Brahm, Fehring, Freibose, Kamann, Marx, Rehbein , hermanos Schwerter, Werner, Koert y Koch.
O bien como Welwer, y del cual procedían las familias: Belz, Glade, Haeger, Hering, Jünemann.
Y finalmente como Buderich, de donde procedían :Los hermanos Dropppelmann, Schnetler, Gerdes, hermanos Kapstein, Loos, Kortmann y Menge.
Y para trasladarse al sur de Chile, utilizaron algunas de las siguientes naves que zarparon desde el puerto de Hamburgo:
“Steinwaerder”: llegó a Puerto Montt el 25 de enero de 1862;
“Helene”: llegó a Corral el 21 de enero de 1863 (los pasajeros se trasladaron a Puerto Montt días después);
“Augusto”, llegó a Puerto Montt el 6 de marzo de 1864.
A medida que se acercaban a puerto de destino, sus ojos captaban la diferencia de la naturaleza existente entre el país que dejaron con el que estaban viendo. La “loca geografía” los conducía por lugares jamás imaginados. La topografía era totalmente diversa, pues la cercanía de la cordillera con sus volcanes al alcance de la mano, rompía toda experiencia que hasta entonces poseían. Sólo el verde de los bosques era similar al verde de la patria lejana.
Ese grupo de westfalianos fue también el primero de un contingente totalmente católico, para ellos la oración y la piedad ocupaban un lugar importante en la vida diaria. El hecho tan trascendental para la vida de una familia, como es la emigración, encontró consuelo también en las Sagradas Escrituras: “ El Señor protege a los emigrantes” (Ps.145,9), aumentando así su confianza en el porvenir. Esa experiencia de iglesia católica encarnada en ellos, no la abandonaron en los años siguientes y fue motivo de discordias para los autores protestantes.
Fácil será comprender además que la presencia en Puerto Montt de los religiosos jesuitas aliviaría el arribo de sus compatriotas sobre todo durante los primeros días o semanas, cuando se necesitaba un descanso para reponer el organismo, tras una navegación de tres o más meses, como acontecía en aquellos años.
En las semanas siguientes las familias fueron tomando posesión de las tierras que les entregaban. La mayoría de ellas cercanas al Lago Llanquihue; fundaron las colonias de “Línea Vieja” y “Línea Nueva” en dirección de  Puerto Varas al desagüe del río Maullín, entre otras fueron las familias Schwerter, Brintrup, Kneer, Rehbein, Kortmann, Langenbach, Ricke, Holtheuer, Glade, Schnettler, Wiehoff,etc. Y otras como las Brahm y Schwerter en distintas ramas, se ubicaron en Puerto Montt y alrededores.
Sin embargo, los tres grupos anteriores no fueron los primeros ni tampoco los últimos inmigrantes westfalianos. En los meses de octubre y diciembre de 1851 habían llegado los Wulf y los Klagges, respectivamente al puerto de Corral y pocas semanas después se ubicaron en Playa Maitén al norte del Lago Llanquihue.
No constituyó una familia, pero, fue notable su influencia en la educación de muchos discípulos que pasaron por las aulas del colegio “San Francisco Javier” de Puerto Montt. Fue el caso del Hno. Caros Degener S.J., quien llegó en el “Augusto” en 1864: abandonó la Westfalia natal y se embarcó hacia América del Sur en busca de trabajo. Dios, empero, tenía asignada otra misión para este hombre.
Desembarcó en Puerto Montt y allí conoció a los jesuitas; en ellos vio la mano de Dios y al poco tiempo solicitó su ingreso al noviciado. Se ganó el aprecio y la confianza de cuantos lo conocieron en las distintas ciudades donde vivió, sean éstas en Chile, Argentina y Uruguay. En las celebraciones fueron siempre celebradas las felicitaciones del Hermano Degener: empezaba con una dedicatoria en castellano, seguía con unos versos en alemán, continuaba con un buen párrafo en latín, y concluía con un afectuoso saludo en francés.
Cerca de 28 años continuos ejerció el magisterio en el Colegio de Puerto Montt. “ De trato exquisito, su conversación y sus lecciones eran amenísimas, su expresión bondadosa, su inteligencia y escrutadora mirada, eran dones naturales perfeccionados con el estudio y la práctica de las grandes virtudes cristianas”. El Hermano Degener fue un verdadero misionero del evangelio.
Igualmente procedentes de Westfalia, más precisamente de Paderborn, eran las Hermanas de la Inmaculada Concepción, quienes en 1875 llegaron a Puerto Montt. Comenzaron cuidando enfermos del hospital “Santa María”, al año siguiente iniciaron el colegio “ San José”, destinado a niñas huérfanas y más tarde se amplió con internado para las hijas de los colonos.
Pues la “presencia femenina” no sólo es para acompañar al esposo y asegurar la descendencia; había otras necesidades ”espirituales”, como la educación de las hijas, el cuidado de los enfermos, la formación cristiana,etc., absolutamente necesarias
Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt, miércoles 29 de octubre de 1997 pp A7.
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DOCUMENTO N° 2 “PUERTO VARAS PUERTA DE ACCESO DE LA FE HACIA LA RIBERA DEL LAGO LLANQUIHUE”
Antes de que arribaran los colonos a la zona, los terrenos que circundan el lago Llanquihue estaban despoblados por cuanto los españoles sólo seguían la ruta del Camino Real y evitaban viajar más al interior temiendo emboscadas de los aborígenes.
Tampoco los indios poblaban esta zona por cuanto los españoles en uso de una real autorización para convertir esclavos a los indios varones mayores de 10 años y medio y niñas de 9 y medio, efectuaban constantes incursiones desde Calbuco buscando sus presas que después eran vendidas hasta por 150 y 200 pesos. Vestigios históricos muestran en la zona de El Manso (Argentina) que los indígenas huyeron hacia la Patagonia a través del Paso El León junto al río Manso .
Por otro lado, el lago era todo un misterio y muchas supersticiones se tejían en torno a los volcanes Osorno y Calbuco a los cuales los nativos atribuían características maléficas por las antiguas erupciones y sismos que se transmitieron de generación en generación.
Bernardo Philippi rescató del abandono al lago iniciando excursiones por lugares pantanosos en sus riberas adentrándose en la espesura del bosque. Luego conseguía ser nombrado ante Alemania para contratar colonizadores. Después de muchas gestiones desembarcaban en Corral las primeras familias que poblaron las riberas del lago.
Con su arribo , el Obispado de Ancud comenzó a preocuparse del servicio religioso de estos nuevos pobladores ya que en ese entonces la parroquia más cercana era la de Calbuco.
Se solicitaron sacerdotes de la Orden Mercedaria, lo que no logró concretarse en Alemania; a instancias del Arzobispado de Santiago se escribió entonces al General de los Jesuitas pidiéndole que enviara religiosos alemanes para la asistencia espiritual de los colonos. Resultaba trascendente el idioma para poder comunicarse con los feligreses que por entonces vivían diseminados en torno al lago.
Debe tenerse presente que estas esforzadas personas estaban por largos períodos aislados debido a la falta de caminos y su único medio de comunicación con Puerto Varas era a través de las pequeñas embarcaciones que navegaban el lago. Muchas veces, la desesperación se apoderaba de ellos , ya sea por enfermedades que afectaban a algún miembro familiar, incendios que destruían sus modestas viviendas, o el sólo hecho de flaquear ante la fuerza de la naturaleza a la que debían dominar para hacer sus siembras y criar sus animales.
Primera visita de un sacerdote a la cuenca del lago
La primera visita de uno de estos padres llegados a la colonia que se registra en torno al lago fue la efectuada por el Padre Teodoro Schwerter al colono Winibaldo Klenner quien vivía en el sector de La Fábrica. Corría el mes de mayo de 1859. Se relata que fue todo un acontecimiento y la familia Klenner preparó una pieza para Oratorio en la que el sacerdote celebraría la Santa Misa y administraría los sacramentos.
Varias familias informadas del arribo del sacerdote se congregaron al día siguiente asistiendo devotamente a misa, confesándose y comulgando. Entre ellos se mencionan a las familias Bittner, Nettig y Gebauer.
Oratorio
Uno de los primeros Oratorios se instaló en la casa de la familia Droppelmann, radicada en la chacra N° 20 en el camino de Puerto Varas a Puerto Montt por Alerce. Este santuario ha sido perpetuado y todos los años se efectúa una romería recordando que allí tuvo su inicio la vida espiritual de la nueva patria de los emigrantes alemanes. Esta se efectúa el 11 de febrero, fiesta de Lourdes.
TEMPLOS
Según Vicente Pérez Rosales, en el verano de 1855 ya existía en Puerto Varas una capillita provisoria y los sacerdotes periódicamente, en especial los sábados se trasladaban desde Puerto Montt a caballo para celebrar misa regresando los domingos.
El primer templo parroquial de Puerto Varas data de 1870 y estuvo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Se incendió en 1890.
El segundo templo estaba en el sitio que hoy ocupa la Plaza de Armas hasta que fue incendiado en 1890. La labor extensiva desarrollada por la Compañía de Jesús en Puerto Varas determinó que en 1894 se adquiriera otro sitio adyacente a la parroquia para casa de descanso de los religiosos del Colegio San Javier y el profesorado. Se le añadiría luego una capillita para el servicio religioso.
Pero cada día se hacía más imperiosa la necesidad de los portovarinos de contar con un cura párroco con domicilio en esa ciudad. Se hicieron las peticiones y el 1 de diciembre de 1893 se erige la nueva vice parroquia de Puerto Varas, designándose como primer Vice Párroco al Reverendo Padre Juan Evang Mellwig, s.j, teniendo como ayudantes al P. Huberto Düffels  y al Hermano Juan Ternhardt.
PRIMERA CAPILLAS
El primer párroco, con mucha visión inauguró una serie de capillas y oratorios en el territorio de la colonización alemana como las de :
- “San José” en Playa Maitén en 1869
- “San Javier” en La Fábrica
- “San Estanislao”
- “Virgen del Carmen” en Puerto Rosales, 1875
- “Virgen de la Inmaculada” en Frutillar en 1884
- “Virgen de Lourdes” en Línea Nueva en 1880
- “María Auxiliadora” en Nueva Braunau en 1884
- “San Pedro Claver” en La Ensenada en 1892
- “San Juan Evangelista” en Colegual en 1893
- “San Alonso Rodríguez” en Arenales
- “Santa María” en Línea Santa María
- “San Agustín” en Puerto Octay elevada a Parroquia en 1904
- Capilla “Santa Rosa” de Nueva Braunau Sur en 1895
- “Nuestra Señora de Lourdes” en Paraguay Chico en 1902
- De la capilla de Línea Nueva que data de 1868 sólo queda el cementerio que por mucho tiempo permaneció abandonado. En este lugar fueron sepultados los primeros 40 colonos que arribaron al lugar.
PUGNA RELIGIOSA
En 1890 se sucedió una desagradable pugna religiosa que dio cuenta de cuatro templos destruidos por las llamas; unos luteranos en Puerto Montt y Puerto Varas y otros católicos en Puerto Varas y Puerto Octay. Sin embargo, con el tiempo esta pugna desapareció y en la actualidad está superada.
En mayo de 1901 la vice parroquia es elevada a la categoría de Parroquia quedando el mismo Padre Mellwig como párroco. Con gran abnegación ejerció su apostolado hasta el año 1902 en que se hizo cargo de la parroquia el Padre Guillermo Sander , principal impulsor de la construcción del Colegio de la Sagrada Familia en 1903 y del Hospital San José en 1906.
COLEGIO SAGRADA FAMILIA
Este colegio fue fundado el 19 de marzo de 1903, siendo su primera superiora la Madre Theodora Sherpel, alemana, que contó con la colaboración de otras religiosas de la misma nacionalidad. La matrícula comenzó con 24 alumnas descendientes de colonos alemanes. Juntamente con las clases habituales, había una sección de costura y moda.
DESTRUIDA PARROQUIA
La casa e iglesia parroquial fue incendiada por un insano el 11 de junio de 1911, fiesta de la Santísima Trinidad a las 2 de la mañana mientras todos esperaban tranquilamente ese día que un grupo de niños haría su Primera Comunión. El fuego consumió todos los edificios con sus archivos e incluso el templo estaba en la misma manzana.
Se hicieron esfuerzos por construir un nuevo templo y ya el 4 de diciembre de 1911, día de San Esteban protomártir fue bendecida la primera piedra de la nueva casa parroquial que se levantaría en una colina al lado sur del pueblo en terrenos obsequiados por Isabel Felmer viuda de Droppelmann y adquiridas por ella un poco antes al señor Juan Dietz en $ 3.000.00 la cuadra. Estos terrenos fueron donados gracias a diligencias del Padre Duschl.
NUEVA CONSTRUCCIÓN
A cargo de las obras de la nueva iglesia estuvieron los constructores Edmundo Niklitschek, Bernardo Klenner y Adalio Morales, bajo la supervisión del Padre Sander. Este templo fue levantado con las mejores maderas de la zona , sobre todo con pellín, en base a planos conseguidos en Alemania de la Marienkirche de la Selva Negra, de estilo barroco monumental, y que hasta hoy luce su erguida silueta siendo admirada por todos. Su interior a pesar de su sobriedad , semeja a una iglesia del renacimiento. Cuatro años demoró su construcción, poco después se inauguraba el nuevo templo en una solemne ceremonia.
SE ALEJAN LOS JESUITAS
En mayo de 1927 se alejan de Puerto Varas los sacerdotes jesuitas por no contar con refuerzos de religiosos de la misma Orden.
Con la entrega de la Parroquia por parte de los jesuitas a los sacerdotes del clero diocesano comienza una nueva etapa en la labor parroquial.
Un hecho trascendental para la iglesia puertovarina fue la realización del Segundo Congreso Eucarístico Diocesano en 1951 convocado por Monseñor Ramón Munita, Obispo de Puerto Montt y al cual concurrieron el Cardenal y Arzobispo de Santiago José María Caro y otros diez obispos chilenos. Como recuerdo de este extraordinario acontecimiento se erigió en la cumbre del cerro Philippi una Cruz Monumental que cada noche es iluminada como testimonio de la fe de esa comunidad.
SISMO DEL ‘60
El templo parroquial resistió heroicamente el sismo de 1960 con pocos deterioros sin importancia, no así la casa parroquial que quedó en ruinas. Sin embargo, un año más tarde ya se había restaurado.
En 1954 llegó a la Parroquia la “Virgen Peregrina”, imagen de Nuestra Señora de Fátima traída desde Portugal.
En 1970 se hace cargo de la Parroquia Monseñor Nicanor García Cárdenas.
Fuente: Diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, sábado 4 de abril de 1987
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Fotos
- Diario “El Llanquihue” de Puerto Montt
- Libro “100 años de Nueva Braunau 1875-1975”, Enrique Kinzel
- Libro “Frutillar genealogías de familias alemanas” , Patricio Legarraga
- “Llanquihue entre lago y río” : , O.N.G. Corporación Cultural Ciudad de Llanquihue
- Libro “Puerto Varas 131 años de Historia”. Bernardo Horn y Enrique Kinzel
- Página de facebook “Fotos antiguas de Puerto Varas”

Comentarios

sur32 ha dicho que…
"LA FE PUESTA A PRUEBA EN LA ADVERSIDAD", gran título para la nota, refleja fielmente el sentimiento de los colonos de la época. Gracias por permitir que la grandeza de nuestra historia nunca se diluya.

El territorio cambia, para bien y para mal. Qué pena ver el campo de don Arturo Werner y muchos otros fragmentados en pequeños sitios de 5.000 m². El paisaje fértil se desvanece, el nuevo habitante lo desfigura y transforma en olvido. El pasado y presente ya no dialogan.
Mi alma se cubre de sombras nostálgicas, por aquellas jornadas de amor y trabajo, donde el espíritu pionero resplandecía.

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