Senado brasileño destituye a Dilma Rousseff


En un fallo histórico el senado brasileño decidió destituir de su cargo a la presidente Dilma Rousseff, declarándola culpable de violar leyes presupuestarias en un juicio político que ha dividido a América Latina.
La decisión fue contundente. Una mayoría de 61 senadores (más de los 54 votos que se necesitaban) se pronunciaron a favor de la destitución de Rousseff. Apenas 20 respaldaron a la exmandataria.
"Hoy es el día en que 61 hombres, muchos de ellos acusados y corruptos, lanzaron a la basura 54 millones de votos brasileños", dijo Rousseff en Twitter poco después de la votación.
El exvicepresidente Michel Temer, de 75 años, actualmente encargado de la presidencia, asumirá oficialmente el poder esta misma tarde antes de viajar a China para la Cumbre del G20, el fin de semana. Temer gobernará hasta 2018, el resto del mandato de la destituida gobernante.
Rousseff, fue suspendida en mayo tras ser acusada de manipular las cuentas públicas para asegurar su reelección en 2014 y continuar con esa práctica al año siguiente.
Durante la votación los senadores arremetieron y defendieron apasionadamente a la expresidenta.
Aecio Neves, uno de los senadores que votó por el sí, dijo: "No es un día feliz para ningún brasileño, pero regresaré a mi casa con toda calma. Hoy, Brasil puede decir sí tenemos democracia, sÍ respetamos la constitución y castigaremos a quien sea que no la respete".
Por su parte el senador Lindbergh Farías uno de los defensores de Rousseff, dijo que la presidenta sufrió "un golpe de estado suave" y calificó el proceso como una farsa y a sus colegas que votaron a favor de la destitución como unos "canallas".
"Todos aquí sabemos que no hay crimen impugnable. Este proceso no es más que un pretexto. Repito. La evidencia utilizada en la corte es absolutamente irrelevante".
La crisis económica política de Brasil se entrelazó con un escándalo de fraude y sobornos en la estatal petrolera Petrobras que envolvió al gobierno y empañó la imagen del hasta entonces popular expresidente Luis Inacio Lula Da Silva, el político mejor valorado por los brasileños, ahora acusado de obstrucción a la justicia y corrupción.
En un irónico giro, más de la mitad de los 81 senadores del Senado que destituyó a Dilma Rousseff están siendo investigados o han sido acusados de corrupción.
En cuanto a Temer, tiene por delante una dura tarea. Además de un desempleo récord, una inflación galopante y un gigantesco déficit fiscal, el Banco Central pronosticó este miércoles que la economía brasileña se contraerá un 3,16% este año, revisando al alza sus previsiones.
El mismo Temer está involucrado en el escándalo de corrupción de Petrobras. Varios acusados que buscan reducir sus condenas lo han delatado, aunque él niega todas las alegaciones y las autoridades no han presentado cargos en su contra.
Otro difícil obstáculo será unir el fragmentado Parlamento para poder sacar al país de la crisis económica. No ha podido hacer mucho en los tres meses que tiene como presidente interino y no hay indicios de que el Congreso esté dispuesto a colaborar con él.

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