Ken Ash, director del Directorado de Comercio y Agricultura de la OCDE visita Chile

El sector agrícola se inserta en la OCDE a nivel del Directorado de Comercio y Agricultura, cuyo director es Ken Ash, quien visita Chile entre el 24 y el 26 de octubre.




Ken Ash es de origen canadiense, fue director adjunto de la OCDE desde 1999 hasta convertirse en el director del Directorado de Comercio y Agricultura en el año 2009. Destaca por haber participado exitosamente en la fusión de las direcciones de Comercio y Agricultura el año 2006, cuyo objetivo fue revitalizar las contribuciones políticas de estas dos áreas en la OCDE.



Los ámbitos de acción del referido Directorado se centran en liberalización del comercio; comercio de servicios; comercio y empleo; créditos de exportación; comercio agrícola; políticas agrícolas; Agricultura sostenible y pesca.



En lo concerniente a agricultura, la OCDE realiza proyecciones sobre la agricultura y sus mercados y asesora a sus miembros sobre políticas que promuevan un uso sustentable de los recursos. También efectúa mediciones periódicas sobre el apoyo de los gobiernos a la agricultura en los países miembros y en economías emergentes (no miembros).



El Directorado de Comercio y Agricultura constituye una instancia significativa en la Organización y se ubica en tercera línea dentro del organigrama, bajo el Secretario General y las Vicesecretarías Generales, a la par que los restantes directorados.



Cabe señalar la positiva evaluación que hace la OCDE sobre la agricultura chilena. Destaca que es una de las agriculturas más abiertas del mundo, tiene medidas de apoyo no distorsionadoras de los mercados, excelentes condiciones fito y zoo sanitarias, instituciones sólidas. Dentro de los desafíos que ha identificado dicho organismo se contempla intensificar los esfuerzos en materia de innovación y de capacitación del capital humano, tareas que está abordando el Ministerio de Agricultura a través de su política agrícola de convertir a Chile en una potencia agroalimentaria y forestal y derrotar la pobreza rural.



La apertura de la economía chilena, incluido su sector agrícola y agroindustrial, ha estado ligada a la serie de convenios comerciales suscritos en sus diversas formas: de alcance parcial, de complementación económica, de asociación, y los tratados de libre comercio.



Estos acuerdos han impuesto un exigente ritmo de adaptación a los productores y exportadores nacionales a las nuevas condiciones del comercio global. Con un total de 21 acuerdos comerciales firmados que incorporan a 58 países, Chile llegó en 2010 con sus productos silvoagropecuarios a más de 170 naciones que agrupan al 63% de la población mundial, situación que refleja lo equilibrado de nuestros mercados en términos geográficos.



Las exportaciones de productos silvoagropecuarios han crecido a una tasa media anual de 9% en los últimos 20 años, totalizando más de doce mil millones de dólares durante el año 2010. La balanza comercial arrojó un saldo positivo que ascendió a US$ 8.400 millones.



Del total de las exportaciones silvoagropecuarias, un 57% corresponden a productos agrícolas, un 35% al sector forestal y un ocho por ciento a envíos de productos pecuarios. Un aspecto importante con respecto a las exportaciones silvoagropecuarias es que el 65 por ciento corresponden a productos industriales, entre los cuales destacan los productos en conservas, deshidratados, congelados y jugos.



Cabe consignar que la actividad silvoagropecuaria es relativamente intensiva en mano de obra, constituyéndose en uno de los sectores que más genera empleo en el país: 740.000 empleos promedio al año, incluyendo el trabajo de temporada. Estas cifras significan, dentro de un total nacional de 6.595.000 empleos, una participación de 11,2% con respecto a la fuerza de trabajo nacional. Adicionalmente, las tasas de desocupación de este sector han sido persistentemente menores que las de la economía en su conjunto.

La política agrícola chilena, a juicio de la propia OCDE, refleja el compromiso del gobierno hacia la apertura de mercados y una mayor atención de los agricultores más pobres y menos competitivos. Los indicadores calculados por la OCDE muestran también que, aun cuando Chile dispone de una amplia gama de instrumentos de apoyo a los productores con el propósito de aumentar su productividad, éstos no interfieren en el buen funcionamiento de los mercados. Ello se refleja en el indicador EAP (estimación de apoyo al productor) que en Chile muestra niveles bastante más bajos que en los demás países de la OCDE.



Entendiendo a la OCDE como un organismo de buenas prácticas de políticas en el ámbito de la agricultura, Chile se está esforzando cada vez más en enfocar sus acciones en concordancia con sus decisiones y recomendaciones.





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