Edad Media: Carlomagno y la restauración imperial

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V y de su desintegración tras el avance de los pueblos germánicos, la idea de la unidad del mundo europeo y de la restauración imperial quedó latente en Europa y existieron varios intentos de reconstrucción del Imperio. Uno de ellos fue el de Carlomagno.

Hijo de Pipino el Breve, iniciador de la dinastía carolingia en Francia, gobernó por espacio de cincuenta años. Su gran inteligencia, audacia y prudencia lo llevaron a conquistar territorios en Italia, Alemania y España formando un imperio al cual dio una férrea organización y dentro de cuyas fronteras se produjo un renacimiento cultural importante.

Los documentos siguientes pertenecen a la época de Carlomagno, son textos extraídos de los Libros Pontificales de los Papas Adriano y León III, y del historiador Teófanes y de Eginardo, este último biógrafo del Emperador. Ellos permiten apreciar la estrecha relación entre el Papado y el Imperio y nos relatan la coronación de Carlomagno por parte del Papa, así como algunas de las características personales del Emperador.


1.- La confirmación de la donación de Pipino por Carlomagno ( 774. d.C )

Al cuarto día el Santo Padre se dirigió con los jueces eclesiásticos y civiles de la ciudad hacia la Iglesia de San Pedro, con el fin de sostener conversaciones con el rey franco. Le imploró con ruegos y amonestaciones paternales que cumpliera en todos sus puntos la promesa que en su tiempo su bienaventurado padre Pipino y él mismo junto con su hermano Carlomagno y todos los jueces francos habían hecho a San Pedro y a su lugarteniente, el Papa Esteban el Menor, durante la visita de éste al reino franco, y que confiriera a la Santa Sede por todos los tiempos el dominio seguro sobre las ciudades y los territorios que le correspondían.

El rey Carlos ordenó que le leyeran el acta de donación hecha anteriormente en Quierzy en el reino franco y luego dispuso, con el consentimiento de sus jueces, que su capellán y notario Iterio redactara, según el modelo del primer acta, un nuevo documento en que confirmó a la Santa Sede sus dominios anteriores y prometió entregarle un territorio cuyas fronteras debían comprender la isla de Córcega, la posesiones de Surium, Monte Bardonis, Terceto, Parma, Regio, Mantua y Monte Sílice y además el exarcado de Rávena , las provincias de Venecia e Istria y los ducados de Speleto y Beneveto.

Libro Pontificial : Vida de Papa Adriano.

2. La Coronación imperial de Carlomagno (800 d.C)

a.-) El último viaje de Carlos a Roma tuvo su origen, no sólo en el deseo de manifestar su devoción, sino también por el hecho de que el Papa León se había visto obligado a solicitar la protección del rey por causa de los numerosos padecimientos que había sufrido por parte de los romanos. El rey llegó pues a Roma y permaneció allá durante todo el invierno, con el fin de restablecer el orden en la Iglesia ya que ésta sufría de graves trastornos. Fue entonces cuando recibió el nombre de Emperador y Augusto. En un comienzo ello le desagradó tan profundamente que afirmaba que, de haber conocido anticipadamente la intención del Papa, no habría entrado en aquel día a la Iglesia, a pesar de tratarse de una fiesta religiosa tan importante. Los emperadores de Roma oriental estuvieron disgustados por haber aceptado él, el título imperial. Sin embargo, el supo vencer su orgullo con aquel espíritu generoso que , sin duda, lo colocaba por encima de ellos. Frecuentemente se comunicó con ellos por intermedio de embajadores y en sus cartas los llamaba hermanos.

Eginardo: “Vida de Carlomagno

b.-) El día del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo ( 25 de diciembre de 800 ) estaban todos reunidos en la basílica del Apóstol San Pedro. Y allí el venerable Papa coronó a Carlos con sus propias manos con la más preciosa corona. Luego todos los leales y piadosos romanos que habían observado la protección y el amor que Carlos estaba otorgando a la Santa Iglesia Romana y a su representante exclamaron al unísono y en alta voz, inspirados por Dios y San Pedro, el llavero celestial; ¡Gloria y triunfo a Carlos, el piadosísimo Augusto Coronado por Dios, al gran Pacífico Emperador! Invocando muchos santos, repitieron tres veces esta proclamación y todos lo instituyeron emperador de los romanos.

En el acto el santísimo Pontífice y Sumo Sacerdote ungió con óleo santo a Carlos, su hijo excelentísimo, el mismo día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Libro Pontificial. La Vida de León III.


c.) En el año 797 parientes del fallecido Papa Adriano trataron de quemar los ojos al Papa León III. Sin embargo, no lo privaron totalmente de la vista, puesto que las personas encargadas de ejecutar el acto eran humanos y tuvieron compasión con él. Luego el Papa huyó hacia el rey de los francos , Carlos. Éste lo libró de sus enemigos, después de un severo juicio, y lo volvió a instituir en su sede episcopal, con ocasión de lo cual Roma cayó bajo el dominio de los francos. El Papa en agradecimiento coronó a Carlos como Emperador de los romanos en la Iglesia del Apóstol San Pedro ungiéndolo con óleo desde la cabeza hasta los pies, poniéndole vestimentas y colocándole una corona.

Teófanes.

3. Así era Carlomagno.

En el comer y en el beber era templado, sobre todo en el beber, pues aborrecía la embriaguez en cualquiera, mucho más en sí y en los suyos. Del alimento no podía abstenerse mucho y aún se quejaba de que los ayunos eran perjudiciales. Rarísimos eran sus banquetes, y sólo en las grandes festividades, pero entonces con gran número de convidados. Presentábanle en la mesa no más de cuatro platos, fuera del venado asado, que era lo que más le gustaba. Mientras comía le placía oír alguna música o alguna lectura. Leíansele historias y los hechos de armas de los antiguos. También le deleitaban los libros de San Agustín principalmente los de la “Ciudad de Dios”. En el vino y en toda bebida era tan parco, que de ordinario no bebía más de tres veces en cada comida. En el verano, después de comer, tomaba alguna fruta con un trago y echaba una siesta de 2 o 3 horas desnudándose como por la noche. Interrumpía el sueño nocturno despertándose cuatro o cinco veces y hasta se levantaba. Recibía a sus amigos mientras se calzaba y se vestía, y también, si se le decía que había algún litigio pendiente, hacía entrar a los litigantes, dictaminando allí, como si estuviera sentado en el tribunal.

Eginardo. Vida de Carlomagno. Madrid. B.C.A. 1933

Fuente. De la Jara, Fernando; Duchens S, Nancy; Frei R.T, Irene: “Antología de Documentos de la Historia Universal”, Centro de Perfeccionamiento Experimentación e Investigaciones Pedagógicas, CPEIP, Lo Barnechea, Chile, 1991.pp 49-51

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