EL COMERCIO DE PUERTO MONTT DURANTE EL PRIMER SIGLO DE LA COLONIZACIÓN ALEMANA






LOS INICIOS DEL COMERCIO EN PUERTO MONTT
No todos los colonos de habla alemana que llegaron el 28 de noviembre de 1852 a Puerto Montt se van a trasladar a las hijuelas asignadas, muchos de ellos renunciarán a sus chacras para optar y establecerse junto a sus familias en un lugar apartado formando pequeñas localidades como Puerto Octay, Frutillar, Desagüe-actual Llanquihue-, Nueva Braunau, Puerto Varas y Puerto Montt .
En el caso específico de Puerto Montt, y al igual que los otros asentamientos anteriormente mencionados , los colonos se instalan y establecen sus propios negocios, como hoteles, almacenes, destilerías, cervecerías, molinos, etc, así lo cuenta la señora Siebald de Michael, en un artículo de Fritz Gaedicke citado en el libro “Puerto Varas 131 años de Historia” de Bernardo Horn y Enrique Kinzel:
“Durante 1856 llegué con mis padres y muchos otros emigrantes a Chile. No fuimos los primeros, porque en los tres años anteriores muchas familias de emigrantes alemanas ya se habían instalado en las riberas del lago, gran parte venidas a través de Puerto Montt, y los menos por la vía Valdivia-Osorno.
Puerto Montt no era otra cosa, que un predio pantanoso de junquillos y malezas, en que se fabricaban tejuelas de alerce provenientes de trozos de árboles, por habitantes venidos desde las islas cercanas que parecían fantasmas. Entremedio raleaban algunas chozas de los chilotes, y algunas casas empezadas por alemanes que aquí determinaron construir sus habitaciones y vivir del comercio con los insulares……………………………………….”
Cuatro años más tarde la situación en Puerto Montt parece haber mejorado mucho más aún , según consigna el Diario “El Llanquihue” de Puerto Montt del 28 de noviembre de 2002 :
“En 1860,Puerto Montt ya se había convertido en una aldea 2.500 habitantes que contaba con todo lo necesario: hospital, escuelas, escribanía, cárcel y cuartel de guardias nacionales. Incluso se había organizado una sociedad orfeónica, una biblioteca y el cuerpo de voluntarios de bomberos, paralelamente surgieron algunas industrias de aceites, linaza, cervecerías, curtiembres , salazones , tejidos de lino, algodón y cáñamo, aguardiente, molinos harineros. Se introdujeron viñas, la apicultura y el cultivo de la seda. Los avances eran especialmente meritorios debido a que el número de inmigrantes era reducido”.
Aprovechando su condición de ciudad puerto, al que van a llegar naves de distintos puntos del país y del extranjero trayendo todo tipo de mercancías, Puerto Montt se convertirá en un gran polo de desarrollo, va satisfacer las necesidades y requerimientos de los colonos .
Agricultores, industriales, comerciantes, profesionales de los más diversos rubros no sólo encontrarán en Puerto Montt todo lo necesario para sobrevivir y desarrollar sus actividades económicas, culturales, sociales y particulares, sino que además podrán enviar sus productos al norte del país y también exportarlo .
Pasado mañana , el martes 28 de noviembre se cumplen 165 años de la llegada de los colonos alemanes a Puerto Montt , queremos entregar una mirada del comercio , industria y servicios creados en Puerto Montt durante los primeros 100 años de la colonización por inmigrantes que renuncian a sus chacras asignadas y deciden asentarse en la ciudad puerto fundando todo tipo de emprendimientos que luego continuarán sus hijos .
En los dos documentos que ofrecemos a continuación hay relatos que dan cuenta de la diversidad negocios y rubros que crearon los inmigrantes de habla alemana y que van a satisfacer las necesidades de los recién llegados, mejorando su calidad de vida y que convertirán a Puerto Montt no sólo en un gran almacén, y abastecedor de todo tipo de productos para la zona de Colonización, sino que el comercio transformará a la ciudad en un puerto , pujante y poderoso al servicio del país.
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DOCUMENTO N°1. “LA CIUDAD Y SU COMERCIO”
Puerto Montt en el año 1867, a 14 años de su fundación tendría alrededor de dos mil quinientos habitantes. Estaban alineadas las calles y se había ya construido un buen número de casas pequeñas, pero de buen aspecto. Las aceras no eran de gredas como en años anteriores, sino que eran adoquinadas con tablones de alerce; pero que daban  mal resultado, porque con las calores del sol se curvaban y molestaban el paso de los traficantes. Además hacían ruidos al pisar y estaban sometidas a frecuentes deterioros.
La Plaza de Armas tenía ya su plantación de árboles y en el centro había una bonita reja de forma circular para proteger el jardincito. El aspecto total era muy pintoresco y el aseo nada dejaba que desear. Las rompientes de las olas espumantes golpeaban hasta la acera de la plaza y en las mareas bajas se cubría la playa de lanchitas en las cuales los isleños traían para la venta todos sus productos consistentes en papas, trigo, mariscos, aves y muchos otros artículos. En las noches se iluminaban esos sitios con las fogatas que les servían para calentarse y al mismo tiempo para preparar su comida.
Frente a la plaza se construyó a partir del año 1872 la Catedral y un anexo consistente en un edificio grande para el Liceo de Hombres. Estando ya levantado este último, se desarmó y se colocó frente a las casas Stange Hnos., y Alfonso Hechenleitner, pero aún inconcluso fue devorada por un incendio que destruyó numerosas casas. La Catedral estaba sin destino y sirvió en el año 1878 para acuartelar a las tropas traídas en parte de Osorno y las llamadas en Puerto Montt. Estos hombres en número de 854 fueron llevados a Valparaíso en uno de los vapores de la carrera por sus oficiales que fueron: el mayor don Mariano Cofré, capitán Federico Stange, teniente Carlos De Castro, subteniente Daniel Christie. No fueron enviados más al norte porque se rumoreaba que los indígenas de las cercanías de Malleco preparaban un asalto y se les dio orden de vigilar esos lugares. Algunos años después la Catedral fue entregada al señor Obispo que mandó a refaccionar el techo y la destinó a parroquia.

COMERCIO: LA MADERA
Volviendo al año 1867, el comercio era floreciente y consistía principalmente en la exportación de maderas de alerce a los puertos norteños del país y que se extraían mayormente de las montañas cercanas al puerto, en aquel tiempo nombrado “Arrayán”, hoy día alrededores de la Estación Alerce.
Eran dos clases de madera que los alerceros cortaban en gran escala: el “mocho”, que servía de durmiente en las líneas férreas y las tablas para techumbre de las casas. El “mocho” de 72x6x4 valía entonces 20 centavos. La tabla corriente de 76x6 ½ se compraba por dos centavos y medio, la mejorada que era escogida se pagaba con tres, y la vitola de siete pies de largo y siete pulgadas de ancho producía cuatro centavos. La tabla corriente era muy superior a la de hoy día porque era sacada de palos muy sanos y sin nudos.
Había entonces muchos comerciantes pequeños que compraban los artículos en referencia, pagando la mitad del valor en dinero y la otra mitad en mercaderías. Tenían estos sus pequeños negocios instalados en las casitas en el mismo lugar de “Arrayán” y se surtían a la vez de mercaderías en los negocios mayoristas establecidos en Puerto Montt a quienes también le revendían lo comprado.

La casa mayorista de don Federico Schmincke que luego pasó a la firma del señor Jorge von Bischoffhausen no sólo se ocupaba en el negocio maderero, sino que surtía también con sus mercaderías a todos los negocios pequeños en la plaza y alrededores del lago Llanquihue. La administración de este negocio la tenía el señor Bernardo Meschner. Poco tiempo después regresaba don Gustavo Schminke de Alemania donde había sido llevado por sus hermanos después del fallecimiento de su padre por Elena Michael, cuidadora de la casa. Entonces se hizo cargo del negocio hasta que la casa matriz en Valparaíso se disolvió, cerrando por tal motivo el negocio en Puerto Montt.
Con tanta o más fuerza surgieron los negocios de don Federico Oelckers.
El tercer comerciante en grande era el señor Santiago Ebensperger, quien acompañado por sus hijos Adolfo y Carlos, se conquistaron el aprecio de todos los que tenían intercambio con ellos. El sobreviviente don Carlos siguió con el negocio mucho más, hasta que los años le pusieron fin a su trabajo. Si la suerte no le deparó los frutos que esperaba –no importa- pues su nombre de caballero laborioso y honrado vale mucho más que el oro.
Sigue una  categoría de comerciantes que vendían sus mercaderías sobre el mostrador y contra reembolso. Don Guillermo Briede, comerciante muy recto en sus procedimientos importaba sus mercaderías de Alemania, las vendía a precios equitativos entregando especies de primera calidad. Lo seguía don Enrique Wittwer, quien también trajo sus mercaderías del extranjero y quien después de su muerte dejó como sucesores a la firma C. Wiederhold y Cía.
Los comerciantes que se surtían en Valparaíso eran los señores Enrique Osterhold, Santiago Foltz, Guillermo Gallardo, Ambrosio Raimann, Pablo González, Juan Pío Garay, Arteche y varios otros. Aparte de estos comerciantes había también muchos minoristas que compraban maderas y las revendían a las tres grandes firmas exportadoras más arriba nombradas.
Entre otros lo eran don Conrado Ditzel, Julio Krefft, Javier Gutiérrez, Aquiles Descouvieres, Manuel Mancilla Garay y Eustaquio Rosas, el último de los cuales después sirvió el puesto de Comandante de policía y muchos otros.
En total traficaban en ese tiempo ciento veintiocho carretas patentadas de cuatro ruedas que movilizaban las especies de Arrayán a Puerto Montt. De un momento a otro quedó paralizada la exportación de alerce y la causa de esto fue la competencia de los Estados Unidos de Norteamérica con la introducción del famoso pino oregón.

INDUSTRIAS
- MUEBLERÍA: Había muchos industriales o más bien dicho dueños de pequeños talleres, pero bien montados, en los cuales se ejecutaba por los maestros Biewer, Goecke, Saffarsing, Francke y otros.
- CARPINTERÍA: Matías Doggenweiler, Augusto Trautmann, Federico Wenderoth, Juan Kerst, Augusto Lafrenz, Guillermo Krebs, Lengfeld
- CARROCERÍA: Augusto Lorenz y Fernando Michaelis
- HERRERÍA: Conrado Sprenger, Carlos Raddatz. Guillermo Dölin, Schliebener y Wittwer y el señor Bräuning eran especialistas en el herraje de caballos
- SASTRERÍA: Señores Brahm, Harnusch, Keppin, Michelis y Bartsch. Los maestros Martínez y Mascareño(chilenos)
- ZAPATERÍA: Luis Amthauer, Francisco Stockebrand , Augusto Battesch y Preuss, Tomás Gallardo; Liborio Díaz y Benito Guerrero (chilenos)
CARNICERÍA: Daniel Stange, Francisco o Franz  Backhaus, Jorge Bückle, Carlos Kallin y Guillermo Yagode
HOJALATERÍA: Antonio Hering, único con un anexo de relojería
CONFITERÍA: Carlos Hitmann, único
TALABARTERÍA: N.Briebach, único
COLCHONERÍA: Augusto Knittel, único
EMPASTADOR DE LIBROS: Hugo Finsterbusch
PINTORES AL ÓLEO: Francisco Gebauer
JARDINERÍA: Juan Heck
TORNERÍA: Arnecker Wahl
FOTOGRAFÍA: Reitz, Wahl, Baugarten
FÁBRICA DE LADRILLOS: Un señor König en la actual población Muñoz, pero que se retiró luego por no presentarse la greda para esa fabricación
CURTIEMBRES: Franz von Salis Setz, después Erardo Setz, Martin y después Röestel

FÁBRICAS
AGUARDIENTERÍA: Herz, Cort, Rehbein, Buckle
CERVECERÍAS: Carlos Keller, después Ellwanger, Francisco Hahn, Fernando Schwerter, Augusto Mechsner, Augusto Trautmann, Federico Stange y Christian Brahm.
MOLINOS: José Yuraszeck, Augusto Dickman, Federico Schwerter
ASERRADEROS: Agustín Cantín (francés)
MÉDICOS: Doctor Francisco Fonck, Chatterton (inglés), Carlos Martin, Adolfo Schürmann, Luis Sugg, Arnao(chileno)
BOTICAS: Chatterton(hijo), Doggenweiler, Röestel

Fuente: Diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, Suplemento 134 Aniversario de Puerto Montt, jueves 12 de febrero de 1987, pp 3-4
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DOCUMENTO N°2: “PRECURSORES DEL COMERCIO E INDUSTRIA”.
POR MACO
Mis recuerdos acerca de las grandes casas comerciales, por lo general de firmas alemanas datan desde el año 1922.
CASA “BRAHM”
Esta prestigiosa firma que permanece hasta hoy día en calle Varas esquina Cauquenes, era una de las más atractivas casas de comercio de la ciudad. Sus activos propietarios Luis, José, Carlos y Alfredo Brahm Appel mantenían relaciones comerciales con toda la región. En su gran comercio de abarrotes tenían varias sucursales en toda la ciudad. Su característica: los bajos precios en todos sus artículos.
CASA “PAULY”
Situada en calle Benavente, donde hoy hay un Servicentro bencinero, tenía como principales dependientes al querido y popular Manuel Maldonado (Manolo) y a Maximiliano Maragaño. En esa casa que abarcaba muchos ramos, había de todo, especialmente artículos importados.
CASA “ADOLFO EBENSPERGER”
Estaba instalada en calle Varas esquina Guillermo Gallardo. Igual que la Pauly, era una de las más grandes firmas comerciales.
CASA “OUTRIDGE”
El local de Varas esquina Chillán era de propiedad de don Guillermo Outridge. En esa casa había también de todo, hasta ferretería , y su principal característica la constituía en ser una especie de Banco Popular , especialmente para los pequeños agricultores de toda la zona los cuales inmediatamente de vender sus cosechas o sus animales venían a dejarle a don Guillermo su platita para que él se las guardara.
¿Documentos? ¡Ninguno! Todos sabían cuánto le entregaban y don Guillermo sabía cuánto les recibía. El sistema de intereses no existía en esa firma ni cuando ella recibía ni cuando ella prestaba.
Gran cantidad de pequeña maquinarias había en sus bodegas. El sistema de compra y venta era el más sencillo:
-¡Don Guillermo, necesito una máquina cultivadora! O una segadora de pasto, o uno de los motorcitos Monarch que allí había.
-Bueno. Elige una y te la llevas y cuando tengas plata la vienes a pagar……
Y jamás, según me lo dijo en una ocasión el propio don Guillermo, tuvo dificultades con sus clientes.
LA GRAN “FERRETERÍA SCHOLTBACH”
Estaba ubicada en Varas esquina Valdivia. Era atendida por el propio don Alberto y su esposa, doña Clara y en sus horas fuera de Colegio por ese inteligente hijo ALBERTITO constituido después en el Tito más popular de los Titos.
A los Scholtbach le venía en la sangre ser bomberos. Desde el primer Alberto, dueño de la Ferretería, ingeniero de máquinas, de sus hijos Antonio y Tito hasta terminar en Heino ese activo comerciante de la “Casa Weitzler”, fueron simplemente los “Caballeros del fuego y del agua”.
Y la ¡Omamá Clara! Quedaba muchas veces completamente sola porque todos los Scholtbach, desde el más grande al más chico, corrían por las calles al grito de la sirena bomberil.
Todos ellos fueron y serán siempre orgullo de Puerto Montt dentro de las diversas compañías (Segunda y Sexta) en que ellos servían.
LA FIRMA “PABLO CERNOCH”
Emplazada al final de Angelmó, era la más grande de las maestranzas existentes. Esa firma era el alma y vida de todo tipo de embarcación marina que en esos años surcaban aquello que siempre fue lo más bello de Puerto Montt: ¡Su querido y hermoso Angelmó!.
LA “HOSTERÍA HOFFMANN”
El nombre de Carlos Hoffmann no morirá jamás en el recuerdo. Este hombre corpulento tenía apellido alemán, pero era más chileno que los porotos y que las papas chilotas.
Su gran hostería, su gran parque en la Isla, sus ingenios de cal y su inolvidable “La Fragua”, fueron siempre recuerdos que todos se llevaban en su corazón y en sus máquinas fotográficas.
LA GRAN FIRMA “GERMÁN OELCKERS”
Esta firma se dedicaba al cabotaje con sus embarcaciones marítimas, entre ellas la “Nelson”, gran velero de tres palos que traía la sal, el salitre a Puerto Montt. La sal, el salitre y otros productos desde Antofagasta.
La “Nelson” ya no existe, pero ese barco se llevó el secreto de cómo y adónde en ocultos acantilados del Canal de Chacao abasteció al acorazado “Dresden” en la guerra del 14 que buscó refugio de la persecución de buques enemigos y que nos hace recordar el combate de las Malvinas.
Muchos rubros comerciales abarcó esta firma y en todos ellos siempre hubo un sello de honradez y de prestigio.
LA “CERVECERÍA STANGE”
Esta firma una de las más prestigiosas de Puerto Montt, estuvo siempre en calle Urmeneta.
Sus hijos dieron en una ocasión el más bello ejemplo que jamás olvidará Puerto Montt y que consistió en rechazar terminantemente la transferencia al pulpo de esos tiempos llamado “Cervecerías Unidas”, el cual queriendo a toda costa implantar un inmenso monopolio, les dijo, según me lo refirieron en una ocasión Osvaldo y Heriberto Stange, que se les ofrecía una gruesa suma pero muy gruesa suma para que la Cervecería Stange cerrara sus puertas. No tenemos, les contestaron en estos momentos suficiente capital para adquirir una partida de avena malta que se nos ofrece, pero nuestra firma nació en Puerto Montt desde nuestros antepasados y morirá aquí mismo, siempre de los Stange.
LA “BOTICA DOGGENWEILER”
Establecida en calle Urmeneta esquina Plaza de Armas, de propiedad primitiva de don José Doggenweiler, la cual sigue en el mismo sitio, sólo que hoy está en un edificio de departamentos y antiguamente en una casona de un piso, todo de madera. Esa botica era el Arca de Noé Puertomontina. Allí había de todo.
Los retoños herederos, Víctor, Arturo y Alfredo y demás parentela hicieron construir el actual local, lo que constituyó una novedad para Puerto Montt.
EL GRAN “HOTEL HEIN”
Estaba ubicado donde hoy está el Banco Central. Su construcción de madera era sólo de dos pisos. Su propietario era don Guillermo Hein. El Hotel Hein de antaño era un Pérez Rosales actual. Los más grandes personajes que nos visitaban moraban en él.
Los que fueran Presidentes Arturo Alessandri, Carlos Ibáñez, Juan Antonio Ríos y González Videla fueron sus ilustres huéspedes.
Su hija Martita que era “la belleza de Puerto Montt” de aquellos años, casó en 1924 con Antonito Cernoch, hijo de don Pablo , de la Maestranza Angelmó.
EL “MOLINO GOECKE”
Funcionaba en Urmeneta esquina Pérez Rosales y fue el más grande establecimiento molinero de la zona que atendió siempre ese chilenazo llamado Alberto Goecke, de grata memoria para todo Puerto Montt. El terremoto de 1960 lo dejó en ruinas.
“SUELERÍA EBEL”
Abría sus puertas desde su fundación en calle Varas. Sus propietarios eran los hermanos José, Luis e Ignacio.
Fue una casa de gran comercio y a la cual recurrían todos los compradores de suelas y cueros para calzado de la región entera.
Esta firma abarcaba también la compra de todo tipo de cueros que salaba y vendía en grandes cantidades a las curtiembres nortinas. La seriedad de esta firma era sobradamente conocida.
Separado José de esta sociedad para trasladarse a Santiago, la continuaron Luis e Ignacio. El temperamento de Luis, en especial, era la base fundamental de la firma, pues desde muy joven fue un hombre de gran corazón y de envidiable amabilidad.
“BOTICA GRASSAU”
Su propietario don Ricardo Grassau que, al parecer tenía un carácter muy reservado, aparte de ser todo un caballero, se había hecho de una fama muy grande en toda la provincia. Sus dotes de muy buen farmacéutico abarcaban grandes conocimientos médicos especialmente en niños.
Era inveterada costumbre de la gente modesta, en especial, decir y pregonar en todas partes que “don Ricardo era muy acertado” Y eso lo afirman todavía quienes lo conocieron y recurrieron a sus servicios profesionales.
Don Ricardo tenía además la especialidad de ser, en su carácter de agricultor, un competente y “acertado veterinario”.
“Don Ricardo-le dijo una vez en mi presencia un sencillo agricultor-tengo varias vacas enfermas de epizootia. Un veterinario de Osorno me dijo que las vacune y separe en el acto las sanas de las enfermas. De cuatro que vacuné se han muerto dos”.
- “¡ Y se pueden morir todas! Fue su espartana respuesta. No creas tú que todas las vacunas están siempre en buen estado. Bota las que queden: junta todos tus animales: SANOS Y ENFERMOS: cómprate una pera de goma y desinféctales el hocico con Permanganato al 10 por ciento. Las que ya tengan heridas dales pinceladas con Percloruro de Hierro y a todas: SANAS y ENFERMAS, manténlas pisando en una CANOA o depósito de cemento que puedes mandar a hacer, que contenga Creolina también al 10 por ciento. Con el máximo de dos curaciones tendrás a todos tus animales sanos”.
- ¿Cuánto le debo, don Ricardo?
- ¡Págame únicamente la pera!...
Y esa sabia y sencilla receta, circuló por toda la región y todos los agricultores que la aplicaron salvaron sus animales.
EL DOCTOR ALBERTO BURDACH
Titulado en Alemania, de paso por Santiago, rindió exámenes de medicina y cirugía en la Universidad de Chile.
Su fama de buen médico y también de cirujano se extendió en varias provincias sureñas.
¡En verdad era un gran médico y era un gran cirujano!
Y de este facultativo, Puerto Montt mantendrá siempre el recuerdo imborrable de esa terrible epidemia de la viruela que azotó a casi toda la zona sur desde los años 1921 a 1922.
Nadie se atrevía a llevar variolosos al Lazareto ubicado en Población Modelo, pero él, en su modesto y muy humilde coche cabrita los sacaba de sus casas y los llevaba personalmente.
- ¡Y usted, no se contagia, doctor? Le pregunté en una ocasión.
- ¡No tengo ni debo tener miedo! ¡El miedo en estos casos sensibiliza mucho el organismo y lo acerca al contagio!
- ¡Yo-agregó- sólo me defiendo con Formosapol, que lo riego hasta en los lomos de mi caballito!
Y así, él mismo, tocaba una campanilla cuando iba por las calles con un varioloso.
Por eso, su recuerdo es siempre con admiración y cariño.
Termino haciendo estos ligeros “Recuerdos del Ayer” con el objeto de admirar y hacer público reconocimiento a la Colonización Alemana que con tanto tesón y sacrificio nos trajera y legara don Vicente Pérez Rosales.
Fuente: Diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, sábado 28 de noviembre de 1987
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Fotos
Diario "El Llanquihue" de Puerto Montt


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