Liderazgo Masculino y Femenino: ¿Es posible complementarlos?.Por Mafalda Ferretti.Directora Ingeniería Civil Industrial.Universidad San Sebastián
OPINIÓN
En el actual siglo, los directivos pertenecientes a empresas e instituciones se están enfrentando a una realidad en la que el género no tiene nada que ver con las características femeninas o masculinas de la especie.
Mucho se ha discutido sobre la posible diferencia entre el liderazgo por género y existen opiniones confrontadas al respecto. Pero, ¿qué es el liderazgo? H. Koontz lo define como el arte o proceso de influir en las personas para que se esfuercen voluntaria y entusiastamente en el cumplimiento de metas grupales.
Son variadas las teorías que han pretendido diferenciar los estilos de hombres y mujeres al momento de dirigir. Como por ejemplo: si el hombre busca más la cultura del éxito personal y la mujer fomenta más el trabajo en equipo; y si el género masculino es más conflictivo y el femenino es más participativo. La discusión se mantiene hasta hoy en día y siempre se ha buscado diferenciar las conductas directivas de varones y mujeres, y su eficiencia cuando lideran a otros.
Hoy en día no se observan importantes diferencias, ni factores críticos en cuanto al desempeño más o menos eficiente de hombres y mujeres en materia de liderazgo. Ambos géneros, con el transcurso del tiempo, han podido demostrar similitudes en sus capacidades y resultados en el trabajo. No obstante, sí se observan diferencias en el estilo de dirigir, como por ejemplo, en materia de inteligencia relacional y emocional.
Aunque las diferencias puedan en algunas ocasiones anticipar los estilos de dirección de los hombres y mujeres, lo importante es saber reconocer y aceptar las particularidades de cada uno en la dirección del cargo que desempeñará. Y para ello se debe partir por aceptar ambos tipos de liderazgos y de la diversidad de las contribuciones por parte de ambos en una misma organización.
El equilibrio en el interior de una organización también debe estar dado por las competencias que las personas demuestren, cualquiera sea su género, de modo de no provocar injusticias y diferencias de las capacidades y necesidades entre las personas que finalmente se seleccionen.
Frente a este escenario, lo más importante en el mundo laboral será no confundir igualdad o semejanza con los méritos qu e un hombre o mujer cumplan, de forma tal que, la organización en definitiva seleccione a la persona más idónea para el cargo que desempeñará y pueda liderar de una forma adecuada con el sexo opuesto.
Por lo tanto reconocer y aceptar particularidades de hombres y mujeres en una empresa, puede llegar a ser un valioso aporte para ésta.
En el actual siglo, los directivos pertenecientes a empresas e instituciones se están enfrentando a una realidad en la que el género no tiene nada que ver con las características femeninas o masculinas de la especie.
Mucho se ha discutido sobre la posible diferencia entre el liderazgo por género y existen opiniones confrontadas al respecto. Pero, ¿qué es el liderazgo? H. Koontz lo define como el arte o proceso de influir en las personas para que se esfuercen voluntaria y entusiastamente en el cumplimiento de metas grupales.
Son variadas las teorías que han pretendido diferenciar los estilos de hombres y mujeres al momento de dirigir. Como por ejemplo: si el hombre busca más la cultura del éxito personal y la mujer fomenta más el trabajo en equipo; y si el género masculino es más conflictivo y el femenino es más participativo. La discusión se mantiene hasta hoy en día y siempre se ha buscado diferenciar las conductas directivas de varones y mujeres, y su eficiencia cuando lideran a otros.
Hoy en día no se observan importantes diferencias, ni factores críticos en cuanto al desempeño más o menos eficiente de hombres y mujeres en materia de liderazgo. Ambos géneros, con el transcurso del tiempo, han podido demostrar similitudes en sus capacidades y resultados en el trabajo. No obstante, sí se observan diferencias en el estilo de dirigir, como por ejemplo, en materia de inteligencia relacional y emocional.
Aunque las diferencias puedan en algunas ocasiones anticipar los estilos de dirección de los hombres y mujeres, lo importante es saber reconocer y aceptar las particularidades de cada uno en la dirección del cargo que desempeñará. Y para ello se debe partir por aceptar ambos tipos de liderazgos y de la diversidad de las contribuciones por parte de ambos en una misma organización.
El equilibrio en el interior de una organización también debe estar dado por las competencias que las personas demuestren, cualquiera sea su género, de modo de no provocar injusticias y diferencias de las capacidades y necesidades entre las personas que finalmente se seleccionen.
Frente a este escenario, lo más importante en el mundo laboral será no confundir igualdad o semejanza con los méritos qu e un hombre o mujer cumplan, de forma tal que, la organización en definitiva seleccione a la persona más idónea para el cargo que desempeñará y pueda liderar de una forma adecuada con el sexo opuesto.
Por lo tanto reconocer y aceptar particularidades de hombres y mujeres en una empresa, puede llegar a ser un valioso aporte para ésta.
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