Taller en Panamá sobre la valoración de los servicios de los ecosistemas, como herramienta para conservar las áreas protegidas. El evento, organizado por el PNUMA, se enmarca en el proyecto LifeWeb, financiado por el Gobierno de España.

Ciudad de Panamá, Panamá. 5 de diciembre de 2013. Los ecosistemas de las áreas protegidas aportan numerosos servicios cuyos beneficios se extienden más allá de sus territorios concretos. Ofrecen alimentos, agua, medicinas, protección frente a desastres naturales, oportunidades para el turismo, etc. Sin embargo, muchas áreas protegidas de Mesoamérica se enfrentan a una serie de retos que dificultan su conservación. Alrededor de estos territorios se desarrolla la agricultura y acuicultura a gran escala, la camaronicultura, la ganadería y los monocultivos de palma africana, café o caña de azúcar, entre otros. Pero también persisten prácticas agrícolas tradicionales como la tala, quema y roce, así como la cacería y la pesca irresponsables. A estas prácticas se suma el crecimiento demográfico, a veces desbordado, y la escasez de empleos y de medios de vida adecuados, sobre todo en las áreas rurales. Otro obstáculo es la carencia del ordenamiento territorial, que en las zonas marino-costeras se evidencia en muchos casos por la actividad económica turística, los complejos hoteleros y la infraestructura mal planeada. Tampoco facilitan la conservación de las áreas protegidas los presupuestos escasos, con una falta de recursos donde más se necesitan, y donde los pocos fondos disponibles no son capaces de cubrir el valor real de la conservación. El mapa de las dificultades lo completan los megaproyectos, la ausencia de una verdadera cultura ambiental, las especies invasoras, el cambio climático, los incendios, la minería, etc. Este es el contexto en el que se encuentra la mayoría de las áreas protegidas de Mesoamérica, amenazadas por estos fenómenos tanto en sus áreas de amortiguación como en sus áreas núcleo. Valorar para conservar Con el fin de encontrar soluciones económicas y financieras para hacer frente a estos retos, se han reunido en Panamá 20 representantes de los Ministerios de Finanzas, Planeación, Medio Ambiente y Recursos Naturales de nueve países ubicados entre Colombia y México, además de la República Dominicana. El taller, organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en el marco del proyecto LifeWeb, y con financiamiento del Gobierno de España, se ha centrado en la valoración de los servicios ecosistémicos, como herramienta para encontrar mecanismos para su conservación. “En Colombia estamos discutiendo la construcción de protocolos para aplicar la valoración económica, y evaluando la posibilidad de establecer valores de referencia para algunos tipos de servicios ambientales, para luego utilizarlos en el análisis costo-beneficio de proyectos sujetos a licenciamiento ambiental. Queremos ver cómo se podría hacer este tipo de trabajo, y si es técnicamente viable. También nos interesa ver hasta dónde es posible integrar el valor de los servicios en el cálculo de los montos a pagar en el sistema de pagos por servicios ambientales”, afirmó uno de los participantes del taller, Wilson Sandoval, de la Oficina de Negocios Verdes y Sostenibles del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia. Las áreas protegidas, dependen, en la mayoría de los países de Mesoamérica, de fondos de la cooperación internacional y de escasos recursos públicos. El taller se enfoca en encontrar soluciones adicionales, a través del involucramiento del sector privado, de la aplicación de instrumentos económicos y financieros para la regulación ambiental, y de la discusión de mecanismos que permitan incorporar los valores de los servicios de los ecosistemas en la toma de decisiones, incluyendo las relacionadas con inversiones, infraestructura y actividades productivas. Otra de las participantes, Marilyn Astorga, del Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica de Costa Rica, destacó la utilidad del taller para “relacionar las causas subyacentes de la pérdida de la biodiversidad —como el cambio en el uso de la tierra, la sobreexplotación de los recursos, o los patrones de consumo— con las políticas de desarrollo, a fin de tomar decisiones que apoyen a la conservación”. fuente: pnuma