Gripe porcina trae recuerdos de pandemia de 1918

Estamos en el 2009, pero nuestros temores harían parecer que se trata de 1918.

La primera plana de los diarios nos habla de México, de una nueva cepa de influenza porcina que ha matado a una treintena de personas ahí y que se ha propagado a Estados Unidos, Centroamérica, Europa y Asia.

Pero nuestra volátil imaginación nos lleva a otra epidemia en otro siglo. Las víctimas en ocasiones murieron en cuestión de horas, con hemorragias nasales y bucales. Los ataúdes se apilaban en las calles. En todo el mundo murieron numerosas personas --40 millones o 100 millones, nadie lo sabe de cierto--.

¿Podría repetirse todo otra vez?

Es difícil. La pandemia de influenza española fue, en palabras de la escritora Lynette Iezzoni, "la temporada más catastrófica de muertes en la historia de la humanidad". La causa fue un nuevo virus con una capacidad mortífera especial, y los científicos literalmente no sabían a qué se enfrentaban.











Los desplazamientos masivos de hombres para combatir en la Primera Guerra Mundial ayudaron a propagar la enfermedad, mientras que los funcionarios del gobierno, ansiosos por mantener alta la moral de sus pueblos en tiempo de guerra y por evitar el pánico, desestimaron la magnitud del desastre.

Hoy vivimos en una época muy distinta. Nadie sabe si la nueva gripe porcina se convertirá en algo más mortífero, pero actualmente existe un mayor conocimiento de los virus. Los funcionarios estadounidenses de salud dicen que la apariencia genética de la nueva cepa no muestra los rasgos específicos de la influenza de 1918. Las comunicaciones son más eficientes, y están disponibles tratamientos como el Tamiflu.

Y los gobiernos toman muy en serio la nueva gripe porcina, y se han preparado para lo mejor, lo peor y lo intermedio.

Pero viajamos mucho más que nuestros abuelos y bisabuelos, tomamos aviones a ciudades lejanas y conducimos nuestros automóviles al Starbucks del vecindario. En ese camino, diseminamos y adquirimos virus.

Pese a que nuestro sistema de salud es mucho más sofisticado, podría también verse abrumado por una epidemia de influenza, incluso una más leve, reconocen las autoridades. Y aunque la medicina moderna puede hacer milagros, no puede conquistar por entero a la naturaleza.

"No importa cuánto nos preparemos", consideró William Schaffner, presidente de la junta del Departamento de Medicina Preventiva en la Universidad de Vanderbilt. "Siempre habrá enfermedades y muertes".

___

Todo comenzó en el Fuerte Riley, en Kansas, el 11 de marzo de 1918, cuando el soldado del ejército Albert Gitchell se presentó en la clínica del campamento con fiebre, dolor de garganta y jaqueca.

"Es sólo un resfriado. Nada de qué preocuparse", habrían dicho los médicos, citados por Iezzoni en su libro "Influenza 1918: The Worst Epidemic in American History".

"Un minuto después, se presentó otro soldado enfermo y luego otro. Para el mediodía, el personal del hospital tenía que atender 107 casos. Para el final de la semana eran 522 y en el mes siguiente, más de 1.000".

En total, 48 soldados perecieron en esa epidemia, que se propagó a otros campamentos del ejército, a una planta de automóviles en Detroit, a la ciudad de Nueva York y a Minneapolis, entre otras urbes. El total de muertes no fue particularmente alarmante, pero las autoridades notaron algo extraño: Las víctimas eran frecuentemente adultos jóvenes y saludables, la gente que normalmente tiene menos probabilidades de morir por una gripe.

Para la mayoría de las autoridades en aquella época, la gripe fue un problema secundario. Años después, cuando Brigitte Charaus investigó la epidemia de 1918 en Milwaukee, encontró que las víctimas de la gripe no se registraban normalmente.

"Aquí estoy, mirando el año de uno de los padecimientos más significativos en la historia, y son un número escrito a lápiz", dijo Charaus, quien actualmente es profesora de historia en la Universidad de Santa Clara. "Evidentemente, esto sorprendió a todos".

La enfermedad se disipó en Estados Unidos pero se propagó al resto del mundo. Recibió el nombre de influenza española quizás porque ese país, que no estaba en guerra, no censuró los reportes sobre el número de víctimas.

Luego, en agosto, la gripe se convirtió de pronto en un despiadado asesino. Al parecer, la mutación ocurrió en Brest, Francia. Boston fue la primera ciudad estadounidense en sufrirla.

Las víctimas tosían y sufrían altas fiebres y hemorragias. La neumonía se presentaba usualmente después de la gripe, y las víctimas se ponían moradas, ahogándose en sus propias secreciones nasales.

Pronto, los cadáveres se amontonaron literalmente en las calles. En New Haven, Connecticut, John Deleno, de 6 años se fracturó la nariz al trepar a una torre de ataúdes, sin percatarse de que en el interior había cadáveres.

En final de lo peor de la epidemia coincidió con la conclusión de la guerra, en noviembre, aunque hubo algunos brotes en el mundo a comienzos del año siguiente. Al final, unos 675.000 estadounidenses perecieron, incluidos unos 57.000 soldados, 3.500 más que los muertos en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.

Entre una población de 103 millones de habitantes, casi una cuarta parte pescó la gripe.

Pero otros países padecieron aún más. Tan sólo en India, murieron incluso 20 millones de personas.


fuente: http://www.univision.com

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las 3 banderas de Chile

FALLECE ROY GARBER, UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA SERIE “GUERRA DE ENVÍOS” EN A&E

Falleció hija de dos años de la periodista Mónica Rincón.Clara Galdames dejó de existir en horas de esta mañana, tras llevar días internada en la UTI por problemas al corazón. La niña había presentado complicaciones físicas desde su nacimiento.