Ciclo “A 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial “. Documento nº4: “Ultimátum austriaco a Servia”
El 23 de
julio, a las seis de la tarde, el embajador austriaco en Belgrado entregó el
ultimátum del gobierno imperial a Servia. El ministro inglés Grey advirtió al
embajador austriaco en Londres que el documento era “la amenaza más grave que
jamás dirigiera un Estado independiente a otro también independiente”.
He aquí los términos del ultimátum:
El atentado del 28 de junio se preparó en
Belgrado y por tal motivo el gobierno austro-húngaro está firmemente decidido a
que cesen todas las conjuras de una vez para siempre. Exige, pues:
Promesa solemne del gobierno servio de no
participar en ningún movimiento paneslavista;
Represión en Servia de toda propaganda dirigida
contra el imperio austro húngaro;
“depuración” de la enseñanza servia y
destitución de todos los funcionarios que pertenecen al “movimiento para la
gran Servia”;
Presencia de agentes oficiales austriacos en
territorio servio para participar en las investigaciones organizadas contra los
responsables del atentado.
Se espera respuesta inmediata; a lo sumo , el
25 de julio a las seis de la tarde; o sea dentro de 48 horas.
Las
condiciones extremadamente duras y el tono del ultimátum agravaron la situación. De suyo ya muy tensa, sin que a nadie
se le ocultaran las posibles consecuencias.
En
opinión de Harold Nicolson, “la guerra de 1914 fue provocada por el espíritu
enfermizo de Europa, estado de ánimo colectivo creados por los errores de apreciación cometidos desde 1878”.
La movilización rusa comenzó el 24 de julio y no el 30 como se ha dicho; Servia
se sintió, a partir de entonces, dueña de la situación, como lo demuestra el
telegrama del presidente del consejo, Pacu , al ministro de Servia en París,
Vesnich:
“Belgrado, 12/25 julio-legación Servia, París
(para Vesnich)-. Muy urgente secreto desmienta, hasta recibir nuevas
instrucciones, cualquier informe medidas tomadas aquí en Petersburgo. Stop.
Afirme situación grave pero en forma alguna desesperada a pesar de la violencia
del ultimátum insista sobre nuestro profundo deseo de conciliación y confianza
en resultado intervención grandes potencias amigas. Stop. Absolutamente
necesaria opinión Parlamento francés que ignora todos los preparativos
militares aquí y en Petersburgo. Stop. Conforme deseo Zar apresuramos
movilización hemos comenzado a enviar a Nisch archivos tesoros servicios
oficiales. Stop. Terminada evacuación arsenal Kragujevatz. Stop. Informar
Tardieu Berthelot. Stop. Acuerdo Sazonov respuesta al ultimátum forma
conciliadora fondo negativo.Stop. Guerra segura. Stop. Urge facilitar viaje a
Londres donde estarán seguras Madame Paçhilch y familia. Pacu.”
Los
diversos actores del drama abandonaron sus residencias de campo para desempeñar
su papel en escena, en el vértice trágico.
El káiser regresó precipitadamente de Noruega.
Poincaré, gran viajero, visitó en compañía del
Presidente del Consejo de Ministros, Viviani, San Petersburgo y luego
Estocolmo, el 25 y 26; pero anulando las visitas a Copenhague y Oslo, regresó a
Francia.
Tirpitz, interrumpió sus vacaciones en Suiza.
La decisión se aproximaba.
Recibido el ultimátum, el gobierno servio se
puso, acto seguido, en contacto con Londres, París y San Petersburgo, para
consultar qué debía hacer. Simultáneamente, Londres y París aconsejaron
moderación y prudencia. Entonces, Belgrado envió a Viena , en el plazo
señalado, una respuesta sorprendente por su humildad: el gobierno servio
aceptaba todos los puntos del ultimátum, a excepción de uno, la admisión de
agentes oficiales austriacos en su territorio, ya que Servia no podía aceptar
tal participación en las indagaciones, sino en la medida que se adaptasen a sus
normas jurídicas.
Guillermo II quedó impresionado de la
respuesta servia: “¡ Una hazaña maravillosa, si consideramos que sólo
dispusieron de 48 horas! Supera todas las esperanzas: una gran victoria moral
para Viena, que además, elimina el motivo de guerra”. El conde Berchtold no
participaba de esa opinión; no ignoraba la movilización rusa. Ante su presión y
la de Hötzendorf, el emperador Francisco José firmó en la mañana del 28 de
julio, la declaración de guerra a Servia.
Fuente: Grimberg, Carl: “Historia Universal”.
Primera Guerra Mundial, Tomo 28, Edición Especial para Revista Ercilla, Editorial Ercilla, Impreso en Editorial Lord
Cochrane, Santiago de Chile, febrero de 1986, pp 49-51
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