Ciclo “A 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial “. Documento nº3: “El asesinato de Sarajevo”
El 5 de
junio de 1914 , el embajador de Servia en Viena visitó al ministro de Hacienda.
Al informarse de que el heredero del trono, Francisco Fernando se proponía ir a
Bosnia, juzgó que era su deber poner en guardia al ministro ante los peligros
de este viaje, ya que el archiduque corría el riesgo probable de sufrir un
atentado.
A pesar
de la advertencia, el 28 de junio, Francisco Fernando llegaba a Sarajevo, capital de Bosnia. Tras una
inspección de las tropas que se hallaban en maniobras en aquella región, acudió
con su esposa al ayuntamiento para asistir a una recepción oficial.
En el
trayecto arrojaron una bomba contra el coche, que hirió a un
oficial; sin embargo, Francisco Fernando prosiguió su ruta hacia la
alcaldía, donde tuvo efecto la ceremonia. Se le aconsejó que emprendiese otro
itinerario para el regreso, pero el archiduque quiso acudir al hospital
militar, a la cabecera del oficial herido por la explosión. De pronto, un joven
se precipitó al estribo del coche y disparó sobre el archiduque y su esposa. El
asesino era un estudiante de Bosnia llamado Gravilo Prinzip.
Durante
el proceso, Prinzip declaró que consideraba a Francisco Fernando “ como un
enemigo de los eslavos”. En efecto el archiduque se proponía, apenas ciñera la
corona, mejorar la situación de los eslavos en el seno del imperio austríaco.
Los nacionalistas como Prinzip temían que las reformas del archiduque imposibilitaran los planes
para la creación de un gran Estado nacional servio. La prensa servia no
disimuló su satisfacción ante el éxito del atentado.
El conde
Berchtold(1) hubo de abandonar sus lamentos y actuar. En la primavera de 1914
confiaba al embajador británico sombrías predicciones: el porvenir de
Austria-Hungría le parecía aún peor que
el de Turquía.
En los
dos últimos días de junio, el conde Berchtold visitó al jefe del estado mayor
austríaco Hötsendorff y se pusieron de acuerdo en la necesidad de dar ejemplo
con una expedición de castigo contra Belgrado y que lo mejor era eliminar a
Servia como factor político en los Balcanes. En consecuencia la primera medida que adoptó el conde Berchtold fue enviar un
diplomático a Berlín a exponer su punto de vista. El conde Hoyos llegó a Berlín
el 5 de julio. El emperador Guillermo lo invitó a almorzar, y tras el almuerzo
declaró que incluso en el caso de que se formase una coalición balcánica bajo
la égida rusa, Francisco José podía contar con el “apoyo total de Alemania”. En
otros términos, Berlín permitía a Viena que obrara a su antojo y, ocurriera lo
que ocurriese, Berlín asumiría las obligaciones del tratado con
Austria-Hungría. A los austriacos se les
otorgaba de nuevo carta blanca.
Después
de este mensaje al anciano Francisco José, el káiser Guillermó embarcó en su
yate rumbo a los fiordos noruegos. Bethmann-Hollweg(2) consideraba aquel viaje
totalmente oportuno: de renunciar a sus vacaciones, el káiser hubiera dado que hablar
en Europa. El conde Berthold, por su parte, con la garantía imperial en su
poder, empezó a esbozar planes para el desmembramiento de Servia. De momento
parecía que la calma imperaba en el frente diplomático.
Fuente: Grimberg, Carl: “Historia Universal”.
Primera Guerra Mundial, Tomo 28, Edición Especial para Revista Ercilla, Editorial Ercilla, Impreso en Editorial Lord
Cochrane, Santiago de Chile, febrero de 1986, pp 48-49
Nota de la Redacción:
(1)
El conde
Leopold Berchtold era Ministro de Asuntos Exteriores del Imperio Austro-Húngaro.
(2)
Teobaldo
von Bethmann-Hollweg: Canciller de Alemania entre 1909 y 1917.
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