¿Vitaminas frente al cáncer?

La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) celebró, el pasado 23 de octubre, un congreso sobre cuidados continuos de los pacientes con cáncer, una disciplina que se ocupa de las medidas para mejorar la calidad de vida y reducir la carga socio-económica y psicológica de la enfermedad.

Como en otras reuniones de este tipo, los médicos aprovecharon para poner en común su conocimiento y experiencias pero, en esta ocasión, hubo polémica.Por primera vez se incluía en el programa un apartado sobre un área de la oncología de la que algunos expertos cuestionan su valor científico: las terapias complementarias, que abarcan desde la administración de complementos nutricionales hasta la homeopatía.

En palabras del ex-presidente de la SEOM Alfredo Carrato, la inclusión de este tema se justifica en una realidad cuantificable: más del 50% de los pacientes de cáncer utiliza algún tipo de medicación complementaria al tratamiento que le asigna su oncólogo en el hospital, sea éste cirugía, quimioterapia o radioterapia. Este hecho merece que, por lo menos, la oncología tradicional “intente integrar” dichas terapias. “No me gusta el término medicina alternativa”, subrayó.

Si la inclusión en el programa de este tema era, de por sí, motivo de polémica, ésta se aceleró con la primera intervención, por parte de una defensora a ultranza de este tipo de tratamientos, la especialista en homeopatía y acupuntura Natalia Eres, que trata a diario a pacientes de cáncer en el Centro Médico de Oncología Integrativa, una entidad privada de Barcelona.

Eres, que fue durante años oncóloga en el Hospital Mútua de Terrassa, considera que existen tres áreas en las que las terapias complementarias pueden beneficiar al paciente: para evitar interacciones entre fármacos y potenciar sus efectos terapéuticos, para reforzar aspectos con impacto positivo en la evolución del cáncer, como los inmunógenos y, por último, para mejorar la prevención primaria.

Evidencia científica
Según explicó Eres se está evidenciando que las terapias complementarias pueden incrementar la eficacia de los tratamientos y ser útiles en la prevención del cáncer. Y es ahí, precisamente en la palabra evidencia, donde el choque es más fuerte entre los defensores de esta nueva medicina y los más apegados a las técnicas tradicionales.

Y es que el hecho es que los fármacos oncológicos han de pasar numerosas fases de investigación clínica y tienen que ser aprobados por las correspondientes Agencias del Medicamento. Sin embargo, el Sistema Nacional de Salud no tiene control sobre las indicaciones de la medicina complementaria. En otras palabras, si un paciente de cáncer quiere someterse a cualquier tratamiento de este tipo podrá hacerlo siempre que encuentre a quien se lo administre.

Para Eres “no existe tradición” en la investigación de calidad de este tipo de terapias por lo que “tiene valor la experiencia clínica”. A su juicio, la oncología “es reticente a ser formada e informada en medicinas complementarias”.

Rechazo de los oncólogos
Los oncólogos mostraron su rechazo frente a estas terapias. Señalaron con preocupación el hecho de que los suplementos vitamínicos –muchos de los cuáles claman en su publicidad proteger frente al cáncer– estaban registrados como complementos nutricionales. Vicente Guillem, del Instituto Valenciano de Oncología, fue claro en su intervención: “No creo en esto. ¿Cómo se evalúa el beneficio?”. Y Eres apeló a la falta de recursos y a los estudios que están llevando a cabo instituciones de prestigio como el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU.

Entre las opiniones más duras está la de Carlos Camps, del Hospital General Universitario de Valencia: “Expreso mi rechazo a la manipulación económica de la desesperanza de los pacientes”. También hubo acusaciones, como la formulada por Antonio Colmenarejo, del Hospital Central de la Defensa: “Mientras no haya estudios no se pueden recomendar estas terapias”. La defensa de la especialista: “Informo a mis pacientes de las áreas sobre las que no hay estudios”.

Más allá del debate, el hecho es que todos los estudios hechos al respecto demuestran que los pacientes recurren a las terapias complementarias. Según la farmacéutica del Hospital de Santiago de Compostela Beatriz Bernárdez, el 77% de los enfermos que lo hace no se lo cuenta a su médico, lo que puede dar lugar a peligrosas interacciones con la quimioterapia: “Hay que eliminar la idea de que los productos naturales son inocuos”.

El expresidente de la SEOM Antonio Antón contó el caso de un paciente suyo que entró en coma hepático y falleció recientemente: “Nos enteramos de que había ingerido 25 tipos de sustancias que se podían adquirir por Internet, pero era tarde”. En general, los expertos estuvieron de acuerdo en la importancia de quitarel miedo a los enfermos para conseguir que estos cuenten lo que tomen.

El debate está abierto pero la evidencia científica brilla por su ausencia. No ha de ser así por mucho tiempo. Como recordó el oncólogo Javier Dorta, en centros tan prestigiosos como el MD Anderson (EEUU) ya hay en marcha estudios para evaluar la eficacia de estas terapias en combinación con las tradicionales. En España, algunos hospitales, como el de Mataró, estudiarán con ensayos clínicos algunos de estos tratamientos.



A favor
Todo lo que mejora se acepta en la terapia

*Por Natalia Eres. Máster en Acupuntura y Homeopatía por la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista del 'Centro Médico de Oncología Integrativa' de Barcelona.
Soy oncólogo médico y hace cinco años dejé el hospital para coordinar una Unidad de Oncología Integrativa. Esta disciplina combina los mejores y más rigurosos tratamientos de medicinas complementarias con el tratamiento convencional del cáncer, para mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los enfermos. Atiende no solo los aspectos físicos, sino que tiene en cuenta a la persona en su dimensión psíquica, espiritual y comunitaria. Todo aquello que pueda mejorarla en estos registros es aceptado e incorporado a la terapéutica integrada.

Esta disciplina, que en España aún suena poco, lleva ya más de 15 años en marcha y en progresiva expansión en muchos paises de Europa y en EEUU. La Sociedad de Oncología Integrativa Americana, constituida por hospitales punteros en oncología convencional también integrantes de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), convoca cada año un congreso sobre investigación en este campo, entre otras cosas para demostrar efectos positivos en cuanto a potenciar la respuesta tumoral y paliar los efectos secundarios.

Mi labor consiste en dirigir un proyecto asistencial, basando nuestro trabajo -siempre que sea posible- en la evidencia científica existente (aún emergente, pues la comprensión científica de las medicinas complementarias es aún una ciencia joven). Coordino una red virtual de profesionales médicos acreditados y otros terapeutas para asistir las necesidades complejas de los pacientes con cáncer en sus diferentes estadios.

Este es un programa integrado que en otros países tiene existencia física dentro de los hospitales convencionales. Empezamos también a activar proyectos de investigación clínica para valorar los efectos beneficiosos de la inmunización natural sobre el cáncer, así como el valor de la homeopatía añadida al tratamiento quimioterápico convencional. Empresa esta última ardua, debido a la poca sensibilidad actual de nuestro entorno.

En contra
El orden debe ser el contrario

*Por César Rodríguez. Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario de Salamanca y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM)
La oncología médica es hoy la especialidad que dedica su tiempo al cuidado del paciente con cáncer como un todo. La formación de los oncólogos abarca desde aspectos relacionados con la prevención y el diagnóstico de los tumores hasta el seguimiento posterior y, en el caso de las recaídas no curables, el tratamiento paliativo. Es por tanto una visión integral del paciente con cáncer.

Llama por ello la atención el término, acuñado por un grupo de profesionales, oncología integrativa en la que en esencia se incorporan tratamientos que se suelen englobar dentro de las denominadas terapias alternativas o complementarias.

La oncología médica no ejerce una oposición frontal a las terapias complementarias. Más aún, las considera cuando existe una evidencia sólida de su utilidad. La oncología médica es la especialidad que, probablemente, mejor sirve de referencia a todas las demás disciplinas de cómo hacer investigación clínica rigurosa.

Por ello, el oncólogo exige a cualquier terapia lo mismo que a la suya propia, rigurosidad y evidencia científica de su eficacia. No es tolerable ofrecer a pacientes con cáncer tratamientos -ni con intención curativa, ni de soporte- que no basen su eficacia en estudios rigurosos.

Siempre estaremos abiertos al diseño y colaboración en estudios que evalúen la eficacia de terapias complementarias. La casa se empieza por los cimientos y, por tanto, no es posible ofrecer tratamientos sin efectos probados para luego decir que se quiere estudiar su eficacia. El orden debe ser el contrario. Lo demás es ofrecer falsas esperanzas, cuando no riesgos, a pacientes en ocasiones angustiados.

La modestia es algo que no olvidamos. Queda mucho camino por recorrer en el cuidado de los pacientes con cáncer. Desde la formación de nuestros jóvenes oncólogos es probable que consigamos mejorar la calidad y cantidad de vida de nuestros pacientes. Nuestro rigor es el derecho que nos asiste a exigir el rigor de los demás.

FUENTE: http://www.publico.es

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