Stuttgart y su industria automotriz son casi una sola cosa. Stuttgart tiene mucho más que ofrecer. Stuttgart es también una de las ciudades más verdes de Alemania y de las que dispone de más espacios protegidos, aunque a primera vista no se perciba su cara más idílica

Stuttgart y su industria automotriz son casi una sola cosa. Mercedes y Porsche construyen allí sus vehículos, y esta producción le concede fama internacional a la ciudad. Pero Stuttgart tiene mucho más que ofrecer.




En lo alto de la gran torre de la estación central de Stuttgart, gira sobre sí misma la estrella de Mercedes, símbolo del orgullo de esta ciudad: la industria automovilística. Allí residen Daimler, Porsche y muchas otras empresas dedicadas al motor. No es de extrañar, entonces, que buena parte de los moradores de la región dependa directa o indirectamente de las productoras de coches. Con 71.000 trabajadores, Daimler es el principal empleador –casi todo el mundo conoce a alguien que trabaja en Daimler.



Asentada en el “Kessel”



Stuttgart está asentada en un valle flanqueado por montañas llenas de viñedos y conocido como el “Kessel”, la caldera. Con sus aproximadamente 590.000 habitantes, esta ciudad se encuentra entre las más pobladas de Alemania. Y, sin embargo, la capital del estado federado de Baden-Württemberg no se asemeja en absoluto a una metrópolis. Las vías que llevan hasta su casco urbano son calles de varios carriles; pero, una vez en el centro, se disipa de inmediato la sensación de estar en una gran urbe.



No obstante, es en el corazón de Stuttgart donde se concentra la vida urbana que discurre principalmente en la calle comercial de Königstraße, en los bares y los cafés, en la Ópera de la ciudad, en los museos y en las salas de cine.



Buscando los rastros del pasado



Las apariencias engañan: Stuttgart es también una de las ciudades más verdes de Alemania y de las que dispone de más espacios protegidos, aunque a primera vista no se perciba su cara más idílica.



Severamente desfigurada durante la Segunda Guerra Mundial, Stuttgart fue reconstruida a toda prisa sin que se prestara mayor atención a las edificaciones con valor histórico. La ciudad debió amoldarse al siglo XX y adaptarse a las exigencias del tráfico: incluso inmuebles que quedaron intactos después de los bombardeos fueron derrumbados y sus parcelas rediseñadas para adecuarlas a dictámenes más contemporáneos.



Aún así, más allá de sus grandes avenidas, se vislumbran todavía vestigios de su pasado histórico. Como muestra un botón: el barrio Bohnenviertel erigido en el siglo XV, una de las primeras zonas residenciales que tuvo la ciudad. En este vecindario sobreviven los viejos adoquines y las bellas casas de época que hoy acogen a tiendas de antigüedades, cafeterías y bodegas de vino.



Estudiar en un castillo



También se han conservado en Stuttgart los palacios de duques y reyes: cinco de ellos están repartidos por toda la ciudad. El Castillo Nuevo, situado en el mismo centro, es el más famoso: sus alrededores conforman una hermosa plaza, primero, y un fascinante parque, después. Dentro de este edificio de estilo barroco se encuentran hoy las oficinas del Ministerio de Finanzas y Cultura, y el gobierno regional lo utiliza para las recepciones oficiales.



Pero también los estudiantes cuentan en Stuttgart con un palacio para su uso exclusivo: el Schloss Hohenheim, sede del centro de enseñanza superior más longevo de la ciudad, la Universidad Hohenheim, que cuenta con un total de doce escuelas superiores.





Autor: Janine Albrecht



Editor: Enrique López





fuente: http://www.dw-world.de/

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