Discurso Rector del Colegio Alemán de Santiago Don Gerhard Pschorn, GRADUACIÓN 2010. Vea también fotos de los alumnos licenciados.

GRADUACIÓN 2010




















Queridos alumnos que egresan del Colegio Alemán de Santiago,

queridos padres y familiares,

estimado Dr. Dorschfeldt, Agregado Cultural de la Embajada Alemana,

estimado señor de Witt, Presidente del Directorio,

estimados integrantes del Directorio,

queridos colegas, estimados amigos de nuestro Colegio:



El año 2010 fue un año ambivalente y lleno de suspenso. Por un lado, el terrible terremoto y la tragedia minera; por otro, las alegres actividades con ocasión del Bicentenario de Chile y la celebración de los 20 años de la Reunificación Alemana, luego la increíble liberación de los 33 mineros y, finalmente, la Graduación de nuestros 125 alumnos de IV Medio, que sin duda son el centro de esta ceremonia. Un aplauso para todos ellos.



En este día solemne para ustedes, quiero que por un momento se imaginen que están en alta mar en medio de una travesía. Ustedes ya se conocen desde hace 14 años, a bordo del barco Colegio Alemán de Santiago. El barco estuvo firmemente anclado, ustedes se encontraban relativamente en seguridad y contaban con la protección que les brindaba la tripulación. Me refiero a sus profesores, quienes les exigieron y a la vez motivaron, quienes los apoyaron y guíaron, para que no pierdan el rumbo, y trataron de prepararlos lo mejor posible para su futuro gran viaje a lo largo de los estudios y la vida. Esta tripulación merece un sincero agradecimiento; estoy seguro que ustedes reconocen el esfuerzo realizado por ellos.



Ahora llegó el momento de soltar los lienzos, de elevar anclas e iniciar al viaje a costas desconocidas. Ustedes están llenos de esperanza y expectación, tal vez también con algo de inseguridad. En su travesía por la vida, se encontrarán con diferentes vientos, que irán alternando. En ocasiones sentirán una suave brisa en la espalda, otras veces se verán enfrentados a ráfagas de vientos más fuertes, que les impedirán avanzar de la forma deseada. Pero también habrá momentos de mucha calma, e incluso tendrán la sensación de no saber hacia dónde van o si realmente llegarán a su destino.



Antes de que inicien el viaje más largo, que abarcará el resto de sus vidas y que incluirá rocas, iceberg y uno que otro huracán, les deseo que cada cierto tiempo lleguen a un puerto tranquilo, echen anclas y puedan descansar.



La vida profesional laboral, tal vez también la vida privada, en ocasiones será agotadora y agitada, y ustedes no estarán seguros si el compás está funcionando adecuadamente. Por lo mismo, este tiempo de tranquilidad en el puerto cobra aún más importancia.



Cada cierto tiempo, abandonen este barco en constante movimiento, con su ajetreado ir y venir; tomen distancia de aquellos que dicen que ustedes tienen que estar en todas partes, que tienen que experimentarlo todo y que no pueden perderse nada. Personalmente estoy convencido que cada uno de nosotros tiene el derecho, aún más, el deber de abandonar el barco de vez en cuando, aunque sea para disfrutar de un rato de ocio.



Estoy conciente que el sosiego no es precisamente una característica sobresaliente de la juventud, pero poder decir de vez en cuando: “voy a dejar esto de lado”, significa que también somos capaces de reflexionar y meditar, sin lo cual – siguiendo con el ejemplo del barco – corremos el riesgo de encallar.



Queridos egresados, el hecho de correr constantemente tras nuevas experiencias, de decir a cada rato “no tengo tiempo, estoy apurado”, sólo puede llevar al colapso. La siguiente pequeña historia de Martin Buber nos deja en claro que no podemos perseguir la felicidad.



“Un rabino sabio ve a un hombre que cruza corriendo el mercado, agitando fuertemente sus brazos, y le pregunta: “Hacia dónde va tan apurado”. “Estoy persiguiendo mi felicidad”, le responde el hombre. El rabino lo mira y le dice: “¿Y cómo sabes que la felicidad va delante tuyo? Tal vez está detrás de ti y tú sólo debes parar, para que ella logre alcanzarte.””



¿Qué deseo para ustedes? Una vida plena, obviamente con trabajo, ya que éste es importante, pero que también incluya épocas de respiro, de recuperación y de reorientación, antes de que vuelvan a elevar anclas.



Debemos aprender a volver a vivir una vida tranquila y callada, a cantar una canción suave, en medio de esta época ruidosa.



Probablemente, si ustedes hacen una retrospectiva a los últimos 14 años, si por un momento se quedan quietos y piensan en sus padres, sus amigos, sus compañeros y profesores, seguramente – y con sincero agradecimiento – podrán repetir conmigo algunas de las palabras de mi “suave canción”, que quiero compartir con ustedes a modo de despedida.







Alguien

me sonrió

me dio ánimo

me escuchó

me pidió un consejo

tuvo tiempo para mí

me golpeó cariñosamente sobre el hombro

confió en mí

me tendió la mano

me regaló flores

me mostró las estrellas

me acarició el pelo

me dio un fuerte abrazo

me tomó en serio…



Deseo todo lo mejor para ustedes y sus familiares; y un sincero agradecimiento a sus profesores.



Muchas gracias

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