Alberto Fouillioux traza una semblanza humana y deportiva del recordado arquero Francisco Fernández Q.E.P.D

Por Alberto Fouillioux
En mi extensa carrera futbolística, uno de los compañeros mas pintorescos, extrovertidos y graciosos que conocí fue quien falleció hace pocos días, el arquero Francisco Fernández. Pancho, como se le conocía en el ambiente, se inició como jugador en Unión Española. También militó en Audax Italiano, Deportes Temuco y Universidad Catolica.

En los cruzados fui su compañero en los primeros años de la década de 1960 y tuve oportunidad de apreciar su bonhomía y humor permanente para enfrentar la vida. Con Pancho Fernández en las concentraciones era imposible aburrirse. Un fiel representante del dicho "al mal tiempo buena cara", lo que para un arquero es fundamental.

En los inicios del trabajo de Fernando Riera para el Mundial de 1962 fue seleccionado chileno e integró el plantel que viajó al Sudamericano de 1959 en Buenos Aires. El portero titular era Raúl Coloma y el cuerpo técnico dispuso un partido de entrenamiento de los suplentes contra Boca Juniors en la Bombonera. Promediando el segundo tiempo los chilenos ganaban por uno a cero y además dominaban a los reservas de los xeneises. De pronto un jugador de Boca controlo el balón y de la media cancha remató al arco. Todos los rojos se dieron vuelta esperando la fácil contención de Pancho Fernández. Pero ¡oh sorpresa! el arquero no estaba en el pórtico y la pelota lentamente ingresó en el arco decretando el empate. Imagínense la reacción de Riera. Pancho estaba detrás del pórtico jugando una pichanga con unos pibes de los cuales recién se había hecho amigo.

A pesar de ello, Don Fernando respetaba sus condiciones de buen arquero y le dio una segunda oportunidad. En septiembre de 1959 debutó en una Copa O’Higgins frente a Brasil en el Maracaná. La gran figura del partido fue Pelé, quien anotó cuatro de los siete goles brasileños. Allí Fernández quedó ronco gritándole a sus defensas: ¡Otra vez viene el "negrito pillin"! No contento con eso compró varias revistas Placar con el 10 en la tapa y se las dejó en los dormitorios a los defensas Adelmo Yori, Gonzalo Carrasco, Raúl Sánchez y Sergio Navarro. Al desayuno del día siguiente los encaró: ¡A ese "negrito pillin" era al que tenían que marcar! Poco tiempo después llegó al arco de la Selección Misael Escutti quien fue el titular en el Mundial.

Una vez en Unión Española iba junto a Honorino Landa, otro loco lindo, a un partido en una tarde lluviosa a Santa Laura. Al llegar la plaza Chacabuco vio que el cine Independencia daba un programa doble de películas de cowboys. Convenció al "Nino" y los dos prefirieron entrar al teatro antes que irse a mojar a la cancha.

Jugando por Audax Italiano tuvo dos anécdotas que lo retratan de cuerpo entero. Una tarde en el estadio Nacional frente a Universidad de Chile le cobraron un penal que consideró injusto. Cuando Leonel Sánchez se aprestaba a ejecutarlo vio que Pancho se había parado de espaldas al punto penal y a la pelota. Pateó Leonel y por supuesto anotó el gol y, si mal no recuerdo, Fernández fue expulsado.

Luego del castigo y en su reaparición puso en su camiseta de arquero la inscripción Atila. Al ser entrevistado, manifestó que Atila fue el Rey de los Hunos, una tribu procedente de Asia que dominó Europa y que él era el Rey de los Unos, de la tribu de los arqueros.

Luchador y gozador de la vida, Pancho tuvo un local de parrilladas en la calle Santa Isabel, donde con sus risotadas prolongaba la noche.

En los últimos años se estableció en Nueva York con una empresa de limusinas. Finalmente volvió a Chile a pasar sus últimos años.

Cada vez que lo encontraba me saludaba con un ¡hola colega! Según él porque yo había estudiado leyes y él era especialista en derecho penal (desde los 11 metros).

En una sociedad actual tan globalizada y materialista, el buen humor y las sonrisas de Pancho Fernández probablemente no tendrían cabida. Estos atributos comienzan a desaparecer y, junto con ellos, también nos dejó el Rey de los Unos.



FUENTE: ANFP