Brasil: El Papa Francisco llama a los poderosos de la tierra a la solidaridad y a la justicia social
Brasil: El Papa Francisco
llama a los poderosos de la tierra a la solidaridad y a la justicia social
Ha elegido uno de los rincones más olvidados del mundo para llamar a los poderosos de la tierra a la solidaridad y a la justicia social, una de las periferias hacia las cuales está orientando la atención de la Iglesia desde el comienzo de su pontificado. El jueves 25 de julio, por la mañana, cuarto día de su viaje a Brasil, el Papa Francisco visitó la «favela» de
Varginha, encontrando a los habitantes, orando en su iglesia, visitando a una familia y hablando en el campo de fútbol donde una antigua gloria brasileña de este deporte, Jairzinho, entrena a unos setenta niños y muchachos de 6 a 17 años para sustraerles de los peligros de la calle. En Varginha viven de mil a tres mil personas: es, en efecto, imposible llevar al día la cuenta de los habitantes de este conjunto de casas muy pobres, a menudo construidas con material de desecho; casas en continua multiplicación. Cúmulos de chapas y de ladrillos sin desagües; no hay calles asfaltadas ni energía eléctrica. Varginha nació así, de la noche a la mañana, en los años cuarenta, cuando en la zona de un antiguo basurero entre una arteria muy transitada y una ex refinería, inmigrantes o desplazados provenientes de todo Brasil se construyeron sus “palafitos”.
Varginha, encontrando a los habitantes, orando en su iglesia, visitando a una familia y hablando en el campo de fútbol donde una antigua gloria brasileña de este deporte, Jairzinho, entrena a unos setenta niños y muchachos de 6 a 17 años para sustraerles de los peligros de la calle. En Varginha viven de mil a tres mil personas: es, en efecto, imposible llevar al día la cuenta de los habitantes de este conjunto de casas muy pobres, a menudo construidas con material de desecho; casas en continua multiplicación. Cúmulos de chapas y de ladrillos sin desagües; no hay calles asfaltadas ni energía eléctrica. Varginha nació así, de la noche a la mañana, en los años cuarenta, cuando en la zona de un antiguo basurero entre una arteria muy transitada y una ex refinería, inmigrantes o desplazados provenientes de todo Brasil se construyeron sus “palafitos”.
A su llegada, el Papa fue acogido por don Márcio Queiroz, responsable de la capilla local San Jerónimo Emiliani (que depende de la parroquia de Nossa Senhora do Bonsucesso de Inhaúma) y director de comunicaciones de la Jornada mundial de la juventud. Tras recorrer a pie un breve tramo entre los charcos de agua y barro, el Papa Francisco entró en la casa de Manoel José y Maria Luisa da Penha. El edificio pintado de amarillo estaba adornado con globos de colores y una foto del ilustre visitante. Inscripciones más antiguas testimonian la fe sencilla de la familia propietaria, capaz de hacer espacio a parientes y amigos que se presentaron de improviso, cuando se enteraron de que los visitaría el Papa. Y él no les decepcionó: se detuvo unos diez minutos con ellos, en un ambiente de no más de veinte metros cuadrados, entreteniéndose con cada uno de los presentes, tomando en sus brazos a los más pequeños y bendiciéndoles, posando para una foto-recuerdo y, por último, rezando el Padrenuestro y el Avemaría.
de nuestro enviado, Gianluca Biccin
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