Se publica la encíclica del Sumo Pontífice firmada en la solemnidad de los patronos de Roma Pedro y Pablo. Lumen fidei. Y en los jardines vaticanos el Papa Francisco encuentra a Benedicto XVI para la bendición de la estatua del arcángel Miguel
Se publica la encíclica del Sumo Pontífice firmada en la solemnidad de los patronos de Roma Pedro y Pablo.
Lumen fidei.
Y en los jardines vaticanos el Papa Francisco encuentra a Benedicto XVI para la bendición de la estatua del arcángel Miguel
La fe no nos separa de la realidad, sino que incluso nos permite percibir su significado más profundo y descubrir la intensidad del amor de Dios por este mundo, que orienta incesantemente hacia Él mismo. Es éste el mensaje central de la Carta encílica Lumen fidei, la primera del Papa Francisco, hecha pública el 5 de julio. Un mensaje que, como escribe el propio Pontífice, sintetiza algunos temas queridos para Benedicto XVI.
Son puntos que el Papa Ratzinger ya había afrontado en sus encíclicas sobre la
caridad y la esperanza y que había profundizado en la primera redacción de la
que debería haber sido su tercera encíclica, la de la fe. «Un trabajo precioso»,
lo define el Papa Francisco, por el cual expresa profunda gratitud a su
predecesor, manifestando también la voluntad de hacer suya esa labor, añadiendo
ulteriores contribuciones. Y, como hizo notar el arzobispo Gerhard Müller,
prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, presentando la encíclica
a los periodistas en la mañana de su publicación en la Oficina de Información de
la Santa Sede, el primer elemento que sobresale de la lectura del texto es que,
«más allá de las diferencias de estilo, de sensibilidad y de acentos», es
evidente «la continuidad sustancial del mensaje del Papa Francisco con el
magisterio de Benedicto XVI».Significativamente, el día en que se presenta la encíclica que, de modo totalmente original marca la continuidad del magisterio petrino, el Papa Francisco y Benedicto XVI se volvieron a encontrar para la inauguración de la estatua del arcángel san Miguel, patrono del Estado de la Ciudad del Vaticano, colocada en la plaza de la Gobernación.
Es evidente el intento de la encíclica de responder ante todo a una objeción de muchos contemporáneos nuestros, a quienes la fe resulta como una «luz ilusoria» –se lee en el documento– que impide «al hombre seguir la audacia del saber». Sin embargo, poco a poco se ha visto que la sola luz de la razón «no logra iluminar suficientemente el futuro», que al final «queda en la oscuridad, y deja al hombre con el miedo a lo desconocido». Por eso es necesario «recuperar el carácter luminoso propio de la fe».
El camino a seguir, como indica la encíclica, es aquel señalado por el amor de Dios. «La fe es un don gratuito de Dios que exige la humildad y el valor de fiarse y confiarse, para poder ver el camino luminoso del encuentro entre Dios y los hombres, la historia de la salvación».
fuente: http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/vaticano/2013/153q13-Resa-nota-questa-mattina-la-prima-lettera-e.html&title=Lumen%20fidei&locale=es
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