Francisco José I de Austria, impopular como emperador, estimado como persona. Según artículo de Radio Praga.

Francisco José I de Austria, impopular como emperador, estimado como persona. Según artículo de Radio Praga.

26-11-2016 | Dominika Bernáthová

El 21 de noviembre se cumplieron 100 años de la muerte de Francisco José I de Austria, un símbolo de la monarquía sobre cuyas ruinas nació el Estado Checoslovaco. Su vida, su relación con el pueblo checo y las alteradas interpretaciones de su legado según diferentes regímenes serán el tema de la nueva edición del espacio 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente'.


 Francisco José I de Austria fue emperador durante 68 años. Por lo que no es de extrañar que le tocó vivir numerosos vuelcos políticos, tecnológicos y personales.
El joven aristócrata llegó al trono austrohúngaro con 18 años de edad, en el agitado año 1848 que estaba marcado por una oleada de revoluciones nacionalistas.
Los disturbios en Viena causaron que su coronación se celebrara en la ciudad checa de Olomouc. Jiří Rak, autor de la biografía del emperador explica las circunstancias de su coronación.
“Se dice que las élites de la monarquía llegaron a la conclusión de que había que reemplazar al entonces emperador Fernando I de Austria con una persona que no se comprometiera con la revolución y no cumpliera sus promesas. Necesitaban nueva sangre. Además el entonces emperador ya estaba cansado. Coronaron a Francisco José I esperando que tal vez pudiera volver a instaurar el absolutismo”.
 El régimen absolutista no tuvo una larga duración. Los húngaros forzaron al emperador a tomar medidas que desembocaron en una monarquía constitucional. Para solucionar los crecientes problemas nacionalistas, Francisco José I optó en 1867 por el Compromiso Austrohúngaro, que reconocía el Reino de Hungría como una entidad autónoma dentro del Imperio.
A diferencia de los húngaros, los checos no lograron presionar a las autoridades para que tomaran en cuenta sus exigencias nacionalistas, señala el académico Jiří Pokorný, de la Universidad Carolina de Praga.
“La Revolución entre 1848 y 1849 literalmente tumbó a los Habsburgo del trono. Los checos nunca se habían atrevido a hacer algo así, al contrario, eran muy fieles al trono de los Habsburgo. Comparado con la energía y la consciencia húngara se trató de una debilidad. El emperador estaba bastante dispuesto a complacer las exigencias del pueblo checo, pero al mismo tiempo recordaba que su estatuto era de monarca constitucional, por lo cual no podía cumplir con todo. Invitaba a los políticos checos a que participaran en el Consejo Imperial para negociar sobre todo los asuntos. Los checos nunca habían asistido, ya que no reconocían esta institución que se hallaba por encima de la Asamblea Checa”.
Los checos se vieron decepcionados por el hecho de que el emperador nunca dejara coronar oficialmente al Rey Checo, a pesar de las promesas realizadas. Una piedra en el zapato del pueblo checo representaba también una decisión que según el académico de la Universidad Carolina, Jiří Pokorný, era uno de los mayores errores del imperio.
“Decidió cerrar la Asamblea de Kroměříž y no reconocer la Constitución que le habían presentado. En dicha asamblea todas las naciones del Imperio Austrohúngaro acordaron una alternativa de convivencia en el marco de la monarquía. El emperador la vetó y presentó una nueva, pero después la canceló también. Pasó a una forma de absolutismo, y entonces no era popular ni en las Tierras Checas ni en el Imperio entero”.

“En mi imperio la desgracia no conoce el ocaso”


“En mi imperio la desgracia no conoce el ocaso”

La vida personal de Francisco José I de Austria estuvo marcada por las tragedias. En 1853 se convirtió en blanco de un atentado, del que salió sano y salvo. El año siguiente se casó con su sobrina Isabel de Baviera, más conocida como la emperatriz Sissi, que fue asesinada en 1898 por un anarquista italiano en Suiza. “En mi imperio la desgracia no conoce el ocaso”, dijo el emperador al enterarse de la noticia.
Nueve años antes de la muerte de su esposa había perdido a su hijo Rodolfo, que se suicidó, y su hermano Maximiliano, que se había proclamado emperador en México, fue fusilado por los republicanos.

“El pueblo checo se opone duramente al Gobierno vienés, pero no a su emperador”

Según el historiador Jiří Rak, la relación de los checos hacia Francisco José I de Austria era ambigua, ya que distinguían entre un emperador- institución y un emperador-persona.
“Como persona era popular. Eso se debía en parte a la compasión de la gente con su trágico destino, es decir, el asesinato de su esposa y el suicidio de su hijo. Realmente lo lamentaron. Un periódico escribió entonces: -El pueblo checo se opone duramente al Gobierno vienés, pero no a su emperador-. Uno de los máximos críticos de la monarquía, Josef Svatopluk Machar, escribió en su obra que cuando en un lugar estallarían disturbios, se calmarían nada más aparecer el emperador. No es que debiera aparecer como la cabeza del Ejército, sino con su carroza, guardias y todo el esplendor. Entonces todos gritarían que viva el emperador. Ésta es la paradoja de la historia austríaca”.
 El emperador no basó su gobierno en presentar nuevas visiones políticas, sino más bien en reparar los errores cometidos en el pasado. Era adversario de las guerras que evitaba por medio de la diplomacia. No obstante, al firmar la declaración de guerra a Serbia, donde fue asesinado su sobrino Francisco Fernando d´Este, sumó a sus naciones en el devastador conflicto conocido como la Primera Guerra Mundial. La contienda representó el comienzo del fin del Imperio Austrohúngaro, apunta Jiří Pokorný.
“En la segunda parte de la contienda resultó evidente que el Imperio no podría sobrevivir. Se enfrentaba a muchos problemas en el pasado y durante la guerra apareció el peligro de su desintegración. Varios historiadores coinciden en que pese a todos los problemas que suponía el hecho de ser formado por tantas naciones y culturas, el Imperio mostraba un gran aguante”.
Francisco José I de Austria falleció el 21 de noviembre de 1916 a la edad de 86 años. En su trono le sustituyó Carlos I cuya política no logró complacer los requisitos nacionales. Su imperio, debilitado por la contienda, se desintegró en 1918.

Tras el surgimiento de Checoslovaquia, las autoridades estatales denigraban el legado del Francisco José I de Austria, un símbolo de la monarquía, según apunta Rak.
“Creo que se debía a una mala consciencia. Los políticos tuvieron que justificar su esfuerzo en derribar el Imperio Austrohúngaro en una época en la que a los checos no les pasaba nada. Era una época del surgimiento de una nación moderna, que conoció el Derecho Constitucional, se construyó el Teatro Nacional, se fundó la Academia de Ciencias, se publicaron obras literarias clave... Parece que se cree que los alumnos en los colegios no se dan cuenta. En la clase de Historia les cuentan que el Imperio Austrohúngaro era “una cárcel de las naciones” en la que los checos sufrían, mientras que en las clases de Literatura se enteran de que era una época en la que se publicaron las mejores obras”.
En la época del Protectorado de Bohemia y Moravia la interpretación del legado del emperador siguió siendo negativa, puesto que los nazis miraban a los Habsburgo con disgusto. Su imagen no cambió ni en la época comunista, indica Rak.
“A lo largo del siglo XX se turnaron diferentes regímenes, de los que cada uno basó su legitimidad en la negación de su antecesor.”
En la actualidad, muchos historiadores coinciden en que la época del gobierno de Francisco José I de Austria fue excepcional, en la que surgieron destacados aspectos de la cultura nacional checa.

Fuente: Radio Praga, http://www.radio.cz/es/rubrica/legados/francisco-jose-i-de-austria-impopular-como-emperador-estimado-como-persona

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